Revista Institucional de Comfamiliar Risaralda

EDITORIAL
Cuando nuestra Caja de Compensación vio la
luz en octubre de 1957, el Departamento de
Caldas no era ajeno a la violencia generalizada
que asolaba los campos y arrojaba a cientos
de miles de campesinos hacia las ciudades
capitales.
El resultado directo de ese drama era la
demanda permanente de servicios esenciales
como el trabajo, la vivienda, la educación y
la salud. Es decir, los que hoy siguen siendo
soportes del Sistema de Subsidio Familiar como
herramienta para aliviar nuestras desigualdades.
A lo largo de esos 63 años, Comfamiliar
Risaralda- que en principio fue Comfamiliar
Pereira- ha estado siempre atenta al
pulso de la comunidad, con el propósito
de ofrecer respuestas oportunas para la
atención de las necesidades, así como para
brindar acompañamiento en el sinnúmero de
oportunidades que ofrece una región como la
nuestra.
En ese tránsito, al igual que el resto de la
sociedad, hemos sorteado desafíos de gran
calibre, expresados en crisis económicas
periódicas, terremotos, migraciones masivas
y, en el año que corre, situaciones tan
impredecibles y difíciles como la pandemia de la
Covid-19.
Y aquí vamos. Conmemorando un nuevo
aniversario con un balance más que
satisfactorio. No a pesar de ellas: gracias a las
dificultades reafirmamos nuestros lazos de
solidaridad expresados en acciones que sería
extenso enumerar en su totalidad.
Para muestra, aquí van algunas:
Fortalecimiento en toda nuestra cadena de
servicios en el sector salud, tanto a nivel
humano como tecnológico, lo que, una vez
MAURIER VALENCIA HERNÁNDEZ
Director Administrativo
Comfamiliar Risaralda
pasada la crisis, nos dejará mejor dotatos
para atender necesidades crecientes y
complejas. Unidades de Cuidados Intensivos y
telemedicina se cuentan entre esos logros.
Rápido y eficiente tránsito a la virtualidad, no
solo en la oferta educativa: también los otros
servicios se adaptaron a la nueva realidad.
Talleres tutoriales de música y hasta cursos
de natación a través de internet expresan con
creces esa capacidad de adaptación.
La emergencia nos deja así fortalecidos en
todos los frentes. Dicho de otra manera:
mejor dotados para seguir acompañando a
la sociedad, que es nuestra razón de ser, en
la búsqueda de mejores y más equitativas
condiciones de vida para todos.
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