6) Manual de Psiquiatria (Betta, Juan) recortado
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inherentes al individuo mismo. En primer término hay que considerar la constitución somática con
todos los elementos concurrentes para su integración, entre los cuales lo hereditario y lo congénito
constituyen lo fundamental; estos dos factores determinan la existencia de somas más o menos
resistentes, algunos de ellos de una franca pobreza constitucional característica, que los hace mucho
más sensibles a las descargas emocionales. En segundo lugar es necesario estudiar la constitución
psicológica del individuo, con todo lo temperamental y caracterológico, que proporciona a su vez
un determinado grado de sensibilidad para las reacciones emocionales y las psicosomáticas
concomitantes.
Existen personas que poseen una sensibilidad exquisita para reaccionar intensamente, con
tensos estados emocionales, aun en presencia de causas pequeñas; es el caso de los hiperemotivos,
en los cuales, en ambos tipos de constituciones, tanto somático como psíquico, son más fáciles las
repercusiones emocionales, de donde se puede deducir la gran fragilidad de aquellas
personalidades en las que se produce la coincidencia de ambos factores.
Grande es la importancia que tiene para el médico el conocimiento de esas nociones
psicosomáticas, desde el momento que ellas se aplican a todas las ramas de la medicina. Es
necesario que el médico tenga un conocimiento cabal de la persona que debe tratar; no basta que
sea un eximio somatista, que conozca a la perfección la semiología y la patología médica y
quirúrgica, que sea poseedor de todos los secretos y de los últimos adelantos de la terapéutica; es
también necesario que conozca al enfermo bajo el aspecto psíquico, que investigue su vida, sus
inquietudes, sus congojas y alegrías, en qué medio ambiental efectuó su evolución psicológica, sus
tropiezos en el mismo, sus luchas y sus ambiciones, sus triunfos y sus fracasos, sus tendencias y sus
inclinaciones, sus sentimientos y sus pasiones, su conducta y, finalmente, sus reacciones frente a
los embates de la vida. Sólo de esta manera, el médico podrá tener un concepto integral y acabado
del paciente que recurre a él. Este conocimiento lo capacita para una terapéutica efectiva y racional,
tanto desde el punto de vista somático como desde el aspecto psíquico. Desde este último punto
de vista, además de la medicación modificadora, estimulante y sedante a la que el médico recurre,
no debe dejar de lado los principios elementales de la "psicoterapia", que siempre deben ser
empleados.
No es necesario el conocimiento y el empleo de procedimientos o métodos más o menos
complicados para la aplicación de la psicoterapia; los médicos siempre la emplean, a menudo sin ser
su intención y sin percatarse de ello, cuando por su sola presencia tranquilizan al enfermo, o cuando,
salvo escasas excepciones, hablan a sus pacientes para desvanecer sus temores acerca de su salud
y de su vida.
El médico debe saber que en cada enfermo se agitan numerosas emociones desencadenadas por
el instinto de conservación, por el miedo a lo grave y a lo irreparable, con su secuela de desasosiego,
incertidumbre, desesperanza y angustia; estados emocionales displacenteros que únicamente se
mitigan cuando el médico conversa con él y cuando, de acuerdo con las conveniencias de cada caso,
le explica su estado.
Finalmente, ningún médico ignora que la mejor psicoterapia es la que llega al enfermo por la
senda de la comprensión; la "psicoterapia comprensiva". Estos principios tan sencillos y que
nadie desconoce, aunque a veces se olviden, constituyen las bases en que se sustenta la medicina
psicosomática.
Enfermo mental
Con riesgo de resultar insistentes repetimos que se entiende por enfermo mental o psíquico
al que presenta una sintomatología esencialmente psíquica.
Aclaramos que enfermo mental no es lo mismo que enfermo alienado. El enfermo mental
puede ser: no alienado y alienado.
1º) Enfermo mental no alienado:
Decimos que un enfermo mental no es alienado cuando en ningún momento de la evolución
de la enfermedad se altera la autocrítica, su autodeterminación o su autoconducción y que
conserva, por consiguiente, la autonomía de su personalidad porque el juicio no está perturbado.
En este grupo se incluyen las neurosis; los enfermos que la padecen no llegan a cometer actos
que los coloquen en el terreno médico-legal.
2º) Enfermos mentales alienados:
Son aquellos en los cuales una perturbación del juicio compromete seriamente la autocrítica
y la autonomía de la personalidad, al extremo que son irresponsables de sus actos. La
perturbación del juicio puede ser por déficit o por desviación.
El término alienado procede del latín alienus, que quiere decir ajeno. Luego cuando decimos
enfermo mental alienado equivale a decir enfermo ajeno de la mente, o sea que la personalidad
se encuentra fuera de su cauce normal porque ha perdido la lógica formal de sus elaboraciones
psíquicas por fallas en el juicio. El término alienación es sinónimo de locura y de psicosis.
Es oportuno establecer aquí las diferencias entre neurosis y psicosis. Clínicamente los
neuróticos conservan la auto y la heterocrítica por la integridad del juicio; los psicóticos en
cambio, como padecen una perturbación del juicio, pierden su autonomía psíquica. Estas
diferencias determinan, a su vez, las diferencias en el orden médico-legal, desde el momento
que los neuróticos, a la inversa de los psicóticos, conservan la responsabilidad de sus actos.
Dar una definición clara y cabal de la alienación mental es tarea harto difícil, pues todos
sabemos qué es un alienado pero no es fácil definirlo con exactitud y a la vez con concisión de