25.11.2020 Views

6) Manual de Psiquiatria (Betta, Juan) recortado

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

CAPÍTULO X

AFECTIVIDAD

PSICOPATOLOG1A DE LA AFECTIVIDAD

AFECTIVIDAD

Con la denominación general de afectividad se comprende todo lo que concierne a la esfera

afectiva, que constituye el principal engranaje que impulsa toda la vida psicológica de la

personalidad.

Por la afectividad cobra interés y se matiza la existencia humana; en efecto, el hombre está

conformado psíquicamente para experimentar estados afectivos que pueden ser agradables b

desagradables y que se hallan condicionados por la forma de reaccionar de cada uno frente a los

estímulos que proceden de variados estados de ánimo los cuales oscilan entre los polos opuestos:

placer y desplacer alrededor de los que se manifiesta toda la afectividad.

Las oscilaciones entre lo agradable y lo desagradable constituyen los diversos matices que

señalan altos y bajos en la vida espiritual; lo que place estimula, lo que desagrada deprime, y ambos

estados complementan en gran escala la evolución psíquica del ser. En efecto, sin esos altibajos el

transcurrir psíquico del hombre sería completamente inoperante y carente de interés y finalidad.

El hombre se muestra a los ojos del mundo tal como su afectividad lo condiciona, puesto que ella

nace de lo más íntimo y profundo del individuo, del núcleo mismo de la personalidad.

La afectividad se confunde en su origen con el instinto, siendo éste el que, en última instancia,

condiciona toda la vida afectiva, desde que la satisfacción o no satisfacción de los impulsos

instintivos determinan respectivamente estados afectivos placenteros o displacenteros. Cuando las

fuerzas instintivas son satisfechas se produce la sedación de los impulsos, relajación y aparición de

estados afectivos placenteros. Cuando, por el contrario, las tendencias instintivas no son satisfechas

aumenta la tensión impulsiva y la excitación, provocando la aparición de malestar y estados

afectivos displacenteros.

A partir de ese núcleo instintivo-afectivo primario, las corrientes afectivas en él originadas

invaden e impregnan a toda la personalidad. Tales corrientes afectivas, por medio de sus numerosas

reacciones que se exteriorizan a través de las emociones, afectos, sentimientos y pasiones, con

particularidades propias en cada individuo, imprimen a la afectividad y a la personalidad todo un

sello determinado y bien definido, que también contribuye a la individualización personal.

Esas múltiples y variadas reacciones de la afectividad participan vivamente en todas las

manifestaciones y en todos los aspectos de la vida del hombre. Pajea fijar conceptos veremos

algunos aspectos de esas manifestaciones afectivas. Consideremos en primer lugar, aquellas que

están en relación con la actividad somática.

El funcionalismo general órgano-vegetativo se expresa en una resultante psíquica final mediante

un estado afectivo que ha sido denominado: sentimiento vital. Éste tiene su origen en los

sentimientos de placer o desplacer, procedentes del libre funcionamiento o de los obstáculos y dificultades

con que se llevan a cabo las funciones vegetativas y las actividades orgánicas. Constituye

un estado afectivo de carácter general o global, no bien definido, resultado de la suma de

sensaciones nacidas de la actividad vital del organismo, a las que se agregan las sensaciones que

determinan los impulsos surgidos del núcleo instintivo que preside y preserva la vida misma. Todas

esas sensaciones son vivenciadas por la conciencia de una manera vaga e indefinida, pero que

siempre trasunta el deseo de vivir y-.la tendencia a la progresión y a la evolución.

Mediante el registro consciente de estas vivencias es como lo somático, con todo su fisiologismo

y por intermedio de la cenestesia general, trasciende el plano físico y se funde con el plano

psicológico con el que se compenetra íntimamente. De esta manera, el normal funcionamiento del

organismo, sin dificultades ni impedimentos, transmite a la conciencia vivencias placenteras que

revelan el estado de salud física; lo contrario, o sea la presencia de inconvenientes y dificultades en

las manifestaciones vitales, se refleja en la conciencia por intermedio de vivencias displacenteras

que revelan el estado de enfermedad. Las oscilaciones entre esas dos posiciones extremas dan una

resultante psíquica de orden general, que ha sido llamada temple general. Éste representa un

trasfondo afectivo individual y estable, en cuya integración participan todas las fuerzas vitales del

instinto, sumadas a lo orgánico y funcional, con especial intervención de los mecanismos de

regulación neurovegetativos. El temple general hace así las veces de una plataforma o estado

afectivo básico de origen somático, con una carga o potencial permanente hacia lo placentero o lo

des-placentero de acuerdo con las condiciones remantes en el medio interno.

Ahora bien, esa carga o potencial afectivo que, como acabamos de ver, tiene origen en la fuente

instintiva-afectiva, representa la capacidad reactiva que cada persona posee ante los innumerables

factores físicos, ambientales y psíquicos posibles de incidir sobre esta tónica afectiva general. Dicha

capacidad reactiva es la que encauza a toda la afectividad hacia el placer o el desplacer de acuerdo

con las circunstancias que prevalecen, dando por resultado lo que se conoce como humor o estado

de ánimo. Ésta es una reacción afectiva de orden general supeditada a lo somático, a lo psíquico y a

lo ambiental.

Las modificaciones que se producen en el humor, ya sea por las numerosas y variadas

representaciones mentales como por las diversas percepciones, dan lugar a las emociones, afectos,

sentimientos y pasiones.

La diferencia entre temple general y humor o estado de ánimo consiste en que el primero

representa el potencial o carga afectiva que posee el individuo, con su correspondiente capacidad

reactiva, mientras que el humor representa el matiz, placentero o displacentero, que desplaza dicha

carga afectiva .de acuerdo con las circunstancias actuantes.

La afectividad que, repetimos, impregna todos los ámbitos de la personalidad alcanza hasta lo

más recóndito de la psique; todas las elaboraciones mentales, los pensamientos, las reflexiones y

cuanto concierne a nuestra intimidad se halla estimulado y condicionado por los estados afectivos.

De esta suerte, todo nuestro acontecer psíquico se halla bajo la influencia de la afectividad que le

transmite el calor y el matiz necesarios para movilizar el humor hacia lo placentero o lo

displacentero. El registro por la conciencia y la fijación por la memoria son tanto más fáciles cuanto

mayor sea el interés despertado por la afectividad.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!