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6) Manual de Psiquiatria (Betta, Juan) recortado

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CAPÍTULO IX

CONCIENCIA

PSICOPATOLOGIA DE LA CONCIENCIA

CONCIENCIA

Concepto

A través de un enfoque global y con un criterio amplio, consideramos a la conciencia como la

resultante del funcionamiento armónico de la totalidad de la psique. Por consiguiente, ella se

manifiesta cuando entran en juego los mecanismos psicológicos y somáticos cuyas actividades

determinan la realización del proceso psíquico.

Por la conciencia y a través de estas elaboraciones, el espíritu se informa o adquiere el

conocimiento de cuanto acontece: a) en el mundo exterior, captado por los aparatos sensoriales

externos, oído, vista, olfato, gusto y tacto: b) en el mundo interior, captado por los aparatos

sensoriales internos, cenestésico, cinético y del equilibrio; c) en el mundo psíquico, al que

pertenecen las actividades superiores, raciocinio e imaginación que intervienen en la elaboración

del pensamiento cuya captación se efectúa por la conciencia misma.

La conciencia no puede considerarse como algo estático e inamovible; por el contrario, es notoria

su continua movilidad y constante mutabilidad. Constituye una continuidad ininterrumpida de

registros mediante los cuales es posible el conocimiento de nuestra propia personalidad y del

mundo que nos rodea. Cada uno de esos instantes, que se suceden con grandes o pequeñas

variantes pero siempre diferentes unos de otros, permitiendo una apreciación individual muy

personal e íntima, ha sido llamado estado de conciencia. Gracias a los estados de conciencia

tenemos conocimiento de nuestra personalidad en todos sus aspectos, externo, interior, y espiritual

y de sus relaciones con el mundo, en cada instante del acontecer psíquico.

La constante movilidad de los estados de conciencia se debe a las sucesivas estimulaciones

llegadas, por una parte, por vías de la sensopercepción que con sus múltiples y variadas captaciones

externas e internas informa permanentemente a la conciencia, convertida en algo así como la

trastienda del sensorio, y por otra parte, por vías del aporte realizado por la memoria y la

imaginación. El conjunto de estas imágenes sensoriales, mnemónicas e imaginativas es sometido a

la elaboración razonante, cuyos juicios son conocidos y registrados por la conciencia. Pero aún hay

más, no sólo se registran y se hacen conscientes nuestros conocimientos sino que también

concurren a ella los estados afectivos, bajo la forma de emociones, sentimientos y pasiones, y todos

los actos que condicionan la conducta.

Es, así como podemos afirmar que a la conciencia llega la totalidad de los fenómenos vitales,

somáticos y psíquicos, es decir que se constituye en el registro permanente de la existencia del

individuo.

Cuando enfrentamos el estudio y la explicación de una actividad psíquica tan compleja como es

la conciencia nos vemos obligados a profundizar cada vez más en el mundo de las nociones

abstractas, hasta alcanzar las zonas más intangibles de la vida psíquica superior. Las concepciones

de nuestro mundo concreto nos llevan a experimentar la necesidad de dar una ubicación o asiento

definido a cada uno de los elementos o factores determinantes de los fenómenos vitales orgánicos

y psíquicos. Si bien la conciencia escapa a los dominios de lo concreto, impulsados por esa

necesidad, la ubicamos en la corteza cerebral, junto a la inteligencia y al conjunto de las actividades

psíquicas que con ellas se identifican; es la corteza cerebral la que, en última instancia, tiene

conocimiento de las vidas vegetativas y de relación, a la vez que rige los destinos más elevados de

la personalidad.

La conciencia, que hace posible un triple conocimiento, el del mundo externo, del interno y del

psicológico, permite al hombre una perfecta noción del yo y de su orientación témporo-espacial;

ella adquiere el conocimiento de su existencia, de su personalidad, de su ubicación en el espacio y

en el tiempo de sus pensamientos, de sus deseos y de sus actos.

La conciencia está íntimamente fusionada y consustanciada con todo el proceso psíquico y con

el mismo yo; en ella se resume la esencia del ser, al punto que cuando se nubla o extingue se anula,

parcial o totalmente, la personalidad como entidad individual y autónoma. Ausente la conciencia se

pierde la noción del yo, porque queda imposibilitado el registro permanente de todos los aspectos

de la existencia. La conciencia, identificada con el yo y con la esencia misma del ser, es indispensable

para la vida psicológica del individuo- y para su manifestación como ente pensante y perfectible.

Definición

"La conciencia es una superestructura psicológica, límite entre las manifestaciones

psicosomáticas, que en ella se reflejan a través de las elaboraciones psíquicas, y el yo que % por su

conducto, adquiere el conocimiento de sí mismo y es informado de cuanto acontece fuera de él".

Campo de la conciencia

Debe entenderse por campo de la conciencia a todo el ámbito posible de ser abarcado por la

misma. Dentro del marco normal de la conciencia deben considerarse distintas zonas, según la

nitidez y precisión de los registros.

1º) Zona consciente:

Es una zona de primordial importancia, en la que se obtiene el máximo de precisión y perfecta

nitidez. Se la conoce también por el nombre de centro o foco de la conciencia, porque allí es donde

se obtiene la mayor intensidad de la atención y de concentración psíquica. En este punto inciden

todas las manifestaciones de la actividad psíquica para su posterior elaboración; las percepciones

sensoriales, los reconocimientos mnemónicos, la estructuración del pensamiento, los estados

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