6) Manual de Psiquiatria (Betta, Juan) recortado
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CLASIFICACIÓN DE LAS IDEAS DELIRANTES:
En primer lugar, teniendo en cuenta su "significación", las ideas delirantes se clasifican en
verosímiles e inverosímiles.
1º) Las ideas delirantes verosímiles son las que encierran un significado natural, evidente y
probable y cuyo tema se halla comprendido, por lo tanto, entre las cosas que pueden ser o suceder
y que pueden probarse. Un enfermo afirma que es perseguido por ciertas personas; otro asegura
que es objeto de infidelidad conyugal: ambos están dentro del orden de las cosas que pueden
acontecer y que pueden estar sujetas a comprobación.
2º) Las ideas delirantes inverosímiles en cambio, encierran un significado absurdo, imposible de
observarse o producirse dentro de la normalidad. Un enfermo dice ser "el rey de la República
Argentina"; otro manifiesta que "no tiene corazón".
Teniendo en cuenta la carga afectiva y el humor que despiertan y mantienen en el individuo, las
ideas delirantes son placenteras o displacenteras.
1º) Las ideas delirantes placenteras son las que determinan un humor agradable, satisfacción,
euforia y optimismo.
Son de esta naturaleza: las ideas megalómanas; el sujeto que se tiene por poderoso o adinerado
se siente eufórico y satisfecho, b) Las ideas místicas; despiertan el mismo humor cuando, por sus
concepciones, el enfermo se cree un elegido, ungido de poderes sobrenaturales, o un enviado para
el cumplimiento de una misión celeste, cuando no es la encarnación de un santo o un ser divino.
Algunas veces las ideas místicas pueden provocar desplacer, especialmente cuando están vinculadas
con el infierno y con las entidades demoníacas, c) Las ideas eróticas; producen humor placentero
cuando el enfermo se complace en pensar y tiene el íntimo convencimiento de que es amado
irresistiblemente; humor que se torna displacentero ante las dificultades que se oponen a la
culminación de amores imposibles, d) Las ideas palignósticas; cuyas concepciones de vida eterna,
muertes y reencarnaciones sucesivas halagan el humor y la vanidad pues la generalidad de las veces
los enfermos sostienen que, en las vidas pasadas, encarnaron a personajes importantes de la
historia de la humanidad.
Tanto las ideas místicas como las eróticas y las palignósticas tienen una raíz megalómana, que se
traduce por el firme convencimiento del paciente de ser irresistible en el amor, de estar investido
de poderes divinos j de sentirse la encarnación de destacadas figuras históricas.
2º) Las idas delirantes displacenteras son las que dan lugar a un humor desagradable, a estados
depresivos o de disgusto y hasta exaltación colérica.
Son las: a) Ideas hipocondríacas, que hallamos en los delirios hipocondríacos y que originan
sensaciones de malestares y afecciones inexistentes referidas a los más variados órganos y aparatos
de la economía. b i Ideas melancólicas, propias de los estados de gran depresión y tristeza que
embargan a los melancólicos; son ideas de impotencia, de ruina, de autoculpabilidad, de indignidad
y de suicidio, c) Ideas de perjuicio; el enfermo que se cree afectado, pospuesto o perjudicado tiene
un humor displacentero y un marcado disgusto, d) Ideas <de persecución, de igual naturaleza que
las anteriores, e) Ideas reivindicatorias; el enfermo injustamente perjudicado sufre y se afana por
ser reivindicado del abuso o arbitrariedad de que fue objeto, f) Ideas de celos; todo celoso vive en
un permanente desplacer, temeroso de la infidelidad y del engaño que lo conducen a ideas de
perjuicio y persecución.
2º) Ideas obsesivas
La idea obsesiva es una idea errónea, cuyo error, a diferencia de lo que ocurre con la idea
delirante, es reconocido por el enfermo, quien comprende su carácter netamente patológico. Vale
decir que, la idea obsesiva, si bien entorpece la marcha normal de las elaboraciones psíquicas, no
es el producto de un juicio desviado desde el momento que éste reconoce el error; por esta razón
la conducta no es condicionada por la idea, o sólo lo es en forma parcial.
El enfermo percibe y conoce el origen de la idea obsesiva, que refiere a lo más íntimo de su ser,
desde donde surge para imponerse a la conciencia, adquiriendo en ella un carácter de firme
persistencia. Se ha dicho que: "las obsesiones como trastorno intelectual constituyen estados
secundarios a las alteraciones de las esferas afectiva y activa".
La idea obsesiva tiene su origen en el núcleo instintivo-afectivo de la personalidad, en el que se
gestan las tendencias, deseos y temores que determinan las reacciones emocionales primarias.
La formación de ideas de esta naturaleza requiere la existencia de una predisposición
constitucional que determina una personalidad psicopática, inmadura en su evolución, frágil,
insegura, plagada de dudas y temores y de gran inestabilidad del equilibrio activo-afectivo.
Son siempre los temores y, por ende, la .emoción de miedo, los que embargan la psique de estos
enfermos. De allí emana el intenso potencial afectivo que carga la idea y que al mismo tiempo obra
selectivamente sobre la voluntad, a la que inhibe en forma parcial. Como consecuencia se establece
una lucha estéril; en efecto, reconociendo el enfermo lo patológico de sus concepciones trata de
rechazarlas, pero, debido a la poderosa carga afectiva y a la precaria voluntad para resistirlas, las
ideas arraigan firme y persistentemente. Nacen entonces los estados compulsivos, que determinan
la ansiedad y la angustia que hacen presa del enfermo. Esa lucha es estéril por lo despareja, puesto
que hay una relación inversa entre la intensidad de la carga afectiva de la idea y la capacidad de 1
voluntad para rechazarla cuanto mayor sea el potencial afectivo menor será la voluntad disponible
para oponerse a la idea. Por lo tanto, ésta no desaparece de la conciencia, a pesar de que el juicio
reconozca su carácter patológico.
El saldo es un estado displacentero, en el cual se mezclan desasosiego, incertidumbre,
perplejidad, preocupación, hasta culminar en la angustia y la ansiedad. La angustia agrava la
situación, pues se trata de una nueva emoción que determina una sobrecarga afectiva, por lo que
la idea es intensamente reforzada a medida que aumenta la impotencia para rechazarla.
Concluyendo con una definición diremos: "La idea obsesiva es una idea patológica que perturba
el pensamiento pero que no desvía el juicio; nace del núcleo afectivo-instintivo y sobrecargando su
potencial con la angustia arraiga en forma persistente en la conciencia".