6) Manual de Psiquiatria (Betta, Juan) recortado
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de donde resulta más fácil, posteriormente, vencer las resistencias para su evocación. Luego, una
buena atención favorece y fortalece la memoria.
4º) Como ya lo hemos dicho, es requisito indispensable para las elaboraciones psíquicas, que no
podrían llevarse a cabo sin su concurso por falta de orden en los procesos. Una vez más se pone de
manifiesto la importancia de la concentración atentiva, como requisito previo para que la psique
pueda realizar su cometido.
Intensidad de la atención
La intensidad o agudeza de la atención consiste en el vigor desplegado en el acto de atender,
vigor que depende del caudal de energías psíquicas que se aplica para lograrlo.
De la agudeza de la atención depende el grado de nitidez y de diferenciación de los diversos
contenidos mentales.
La intensidad de la atención se halla supeditada a diversas circunstancias de orden fisiológico y
patológico, a la acción de estimulantes como el café, el alcohol, etc. Depende asimismo del estado
de fatiga física, tanto nerviosa como muscular.
corporal; también se producen cuando la atención se concentra en la realización de un objetivo
puramente intelectual, cualquiera sea la elaboración psíquica que ocupe la mente. En este caso, la
musculatura de la cabeza y del cuello se pone tensa manteniendo fijas esas partes del cuerpo, a la
vez que el rostro adquiere una expresión característica, arrugas en la frente, fijeza de la mirada,
gestos particulares, etc.
Esta concentración de la energía en un sentido determinado, provoca su disminución en
cualquier otro. Es el caso de una persona cuya conciencia, en el trance de leer, es atraída por otro
asunto de mayor interés o trascendencia; su atención se desvía hacia el nuevo objetivo y aunque
continúa leyendo, lo hace de manera automática sin compenetrarse del sentido de la lectura. Esta
forma de inatención se conoce con el nombre de desviación de la atención.
Otra forma es la que se denomina distracción de la atención. Se caracteriza por el estado de
relajación o laxitud; las ideas y las percepciones transcurren indefinida e indiferentemente, sin que
la mente se detenga sobre ninguna de ellas; en otras palabras, sin prestar atención a cosa alguna.
Estos dos estados de inatención se nos muestran completamente diferentes desde el punto de
vista psicológico; en la desviación la atención, atraída por un estímulo de mayor interés, se aleja de
aquel por el que fue primitivamente requerida, tomando un sentido diferente; en la distracción la
atención llega a un grado de total dispersión, la conciencia permanece inactiva y las ideas sin
ordenación.
Fatigabilidad de la atención
La atención es muy variable de una persona a otra; la mayor o menor fatigabilidad depende, en
gran parte, del vigor psíquico que cada una posea. Además, se observa, en una misma persona, que
el grado de cansancio depende de numerosos factores fisiológicos y patológicos. En condiciones
normales, la atención es mucho más difícil de sostener por la noche, al final de todo un día de
actividad, que por la mañana después del reposo nocturno. La atención se fatiga también, por la
persistencia del mismo estímulo, lo que no significa su agotamiento puesto que se renueva en
cuanto la solicita un nuevo objetivo.
En condiciones patológicas es más fatigable en los estados deficitarios
Concentración y dispersión de la atención
El grado de concentración de la atención, consiste en la energía y dedicación que la psique
dispensa a un objetivo determinado. Esa energía, de que dispone la atención, provoca un
determinado grado de tensión, que no es sólo psíquica sino también física. En efecto, las distintas
partes del cuerpo adoptan diversas actitudes de tensión según sea la dirección en que la atención
se concentra. Si observamos la tarea que realiza un artesano veremos como, al concentrarse la
atención, se manifiesta la correspondiente tensión psíquica y la de los grupos musculares y partes
del cuerpo que han de intervenir en la realización de la acción específica. Otro tanto se observa en
los deportistas o en cualquier actividad humana que se considere. Estas tensiones físicas no son
exclusivas de los actos de atención relacionados con la actividad corriente y con la dinámica
Formas o tipos de atención
Siguiendo a Ribot distinguiremos dos formas fundamentales de atención: 1) La atención
espontánea, también llamada natural, fisiológica, automática, refleja o reactiva; 2) La atención
voluntaria o atención dirigida o psicológica.
Aclaramos que ambas no son más que dos aspectos diferentes de la atención, distintas
modalidades de un mismo proceso determinadas por las circunstancias imperantes.
La atención espontánea es la forma natural y más simple. Depende esencialmente de todos los
estímulos que, procedentes del exterior y del interior, impresionan al sensorio. Por esta razón se la
llama también: atención refleja o sensorial. La atención espontánea informa a la conciencia de los
hechos que ocurren en el mundo exterior y de las modificaciones y reacciones fisiopatológicas que
acontecen en el organismo.
También ha sido llamada atención pasiva, teniendo en cuenta la forma más simple y primitiva de
la atención sensorial, es decir cuando ésta es requerida por un estímulo externo brusco e intenso.
Consideramos inadecuada esta denominación pues entendemos que la atención es siempre activa,
aún en esta última circunstancia. En efecto, un estímulo sensorial intenso, luminoso o sonoro, atrae
de inmediato la atención debido al impacto que produce en el sensorio, lo que supone la aplicación
de una determinada cantidad de energía que la aparte del objetivo que hasta ese momento la
reclamaba. Luego, aún en este caso la atención es activa ya que, a pesar de la espontaneidad del
acto, a través del mismo se traduce el deseo del espíritu de informarse sobre lo acontecido.