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6) Manual de Psiquiatria (Betta, Juan) recortado

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7º) PERSONALIDAD MITOMANÍACA:

La personalidad mitomaníaca se caracteriza por su tendencia al engaño, al embuste, a la

alteración de la verdad, culminando con la tabulación y con todo lo que es producto de la

imaginación exaltada.

Los autores franceses Delmas y Boíl han sostenido que en la personalidad mitomaníaca tiene una

exagerada preponderancia la disposición sociabilidad. Según ellos, el exceso de sociabilidad

determina la tendencia a la ficción, al embuste y al menosprecio de la verdad. Sin subestimar esta

opinión, ya que encierra parte de verdad, nosotros pensamos que no se la puede considerar como

única causante de la mitomanía. Una prue ba ya constituyen las numerosas personas con manifiesta

tendencia gregaria, dotadas de un exquisito don de sociabilidad, que no revelan, por eso,

inclinaciones imlomaníacas. Para que esto ocurra se requiere, además de un exceso de sociabilidad,

la presencia de una personalidad de frágil envergadura, evidencia de una particular debilidad

constitucional.

A la personalidad mitomaníaca se ajusta la constitución histérica, en la que el falseamiento de la

verdad y fantasía constituyen hechos frecuentes. La mitomanía, en este caso, facilita al individuo el

encubrimiento de sus faltas y de sus errores, a la manera de la mitomanía de los niños cuando tratan

de disimular u ocultar alguna travesura. Concurre a ello la "gran afinidad que el histérico tiene con

todo lo infantil, con esa etapa de la vida en que el pensamiento, aún no jerarquizado, se encauza

hacia la fantasía y a lo mágico con prescindencia de la realidad. En efecto, llama la atención la gran

facilidad con que estas personalidades truecan y confunden el plano objetivo con el subjetivo, lo

que explica la frecuencia con que reemplazan, mediante representaciones imaginarias, la realidad

apetecida y se entregan al ensueño y la fabulación.

En términos generales, la personalidad mitomaníaca aparece y se desarrolla junto a una marcada

fragilidad constitucional de la psique. Son personas que, dadas sus precarias condiciones y recursos

naturales, pasan más o menos inadvertidas en el medio social; la mayor parte de ellas se conforma

con su mediocridad, pero algunas, especialmente cuando la autocrítica es menos vigorosa, recurren

a la fantasía y al mito para obtener cierta notoriedad y dar realce a su pobre personalidad. Se alejan,

así, del plano objetivo y buscan auxilio en el subjetivo; dando rienda suelta a la imaginación y a la

fábula viven complacidos, aunque sólo sea en forma transitoria y fugaz, sus apetencias e íntimos

deseos insatisfechos. En procura de estas satisfacciones baladíes urden episodios y situaciones

emocionales que protagonizan con gran teatralidad, llegando a representar algunas farsas con tal

realismo, que hasta ellos mismos se sugestionan y las viven como si fuera realidad. En esa forma

consiguen atraer la atención y convertirse, circunstancialmente, en motivo de interés para el mundo

que los rodea; con esto su vanidad se ve, en parte, satisfecha.

El mitómano llega al falseamiento de la verdad por caminos diversos. La mayor parte de las veces,

busca, en el engaño y en el embuste, una finalidad útil. Esta finalidad puede ser: 1) el deseo de

destacarse en el ambiente en que actúa, es decir, en su medio familiar y social; 2) la necesidad de

ocultar una falta o un error que mediante la fantasía y la fabulación, pasan inadvertidos a un plano

secundario; 3) el deseo de atraer la atención de determinadas personas, exteriorizando y revelando

sentimientos ignorados; 4) realzar y dar notoriedad a su persona creando una fábula que viven con

intenso realismo.

En todos los casos, las vivencias creadas en el plano subjetivo escapan a la crítica lógica debido a

que el juicio se desvía de su elaboración normal. Dicha desviación es condicionada por la exaltación

afectiva que favorece las tendencias e inclinaciones de la personalidad, las cuales dificultan la

discriminación entre lo real y lo fantástico. Esta falla crítica, en el mitómano, hace posible la

diferenciación entre la fábula y la mentira simple y común, perfectamente controlada. Es decir, que

la mito-mania escapa en parte al severo control del juicio, por lo que se asemeja mucho a los delirios

imaginativos y de los que se diferencia por la mayor desviación judicativa y la total imposibilidad de

rectificación. (Delirio de imaginación; mitomanía delirante) Dupré y Logre.

8º) PERSONALIDAD HIPOFRÉNICA-ASTÉNICA:

Ha sido descripta por el Prof. Gonzalo Bosch, quien la atribuye a un marcado predominio de una

disposición natural que él denomina: fatigabilidad.

La característica fundamental de esta personalidad psicopática es su fácil agotamiento desde el

doble punto de vista físico y psíquico. Se trata de personas que nacen con una franca meiopragia

constitucional que determina una marcada tendencia a la fatiga y a la astenia. Se debería a una

labilidad especial en el equilibrio del funcionalismo biopsíquico que, frente a determinados

estímulos, rompería ese equilibrio produciendo una debilitación global.

Esta personalidad es la que predispone, en presencia de los estímulos mencionados, a los estados

demenciales simples.

Alteraciones patológicas de la personalidad

Se incluyen en el epígrafe todas aquellas perturbaciones que comprometen la estructura e

integridad de la personalidad, dando como resultado la aparición de caracteres nuevos, de índole

patológica, que modifican en mayor o menor grado la personalidad conocida hasta ese momento.

Consideramos a continuación los principales trastornos que pueden afectar a la personalidad.

1º) Pérdida de la personalidad: La pérdida de la personalidad, también conocida por destrucción

o ruina de la personalidad, es una alteración bien ostensible por su objetivación y por lo grosero de

sus síntomas.

Consiste en el derrumbe y total disgregación del psiquismo por debilitación de los mecanismos

encargados normalmente de mantener su unidad, con lo que rompen su equilibrio y armonía

funcional. Asistimos, frente a este cuadro, a la debilitación y pérdida gradual del vigor intelectual,

con pobreza judicativa cada vez más acentuada, así como la desvalorización de los sentimientos más

elevados y de los conceptos éticos de la personalidad. Cuando hablamos pues de la pérdida de la

personalidad no hacemos otra cosa que enunciar a la demencia.

La pérdida completa de la personalidad sólo se verá en los estados demenciales muy avanzados.

En efecto, mientras exista el más pequeño rastro de memoria, que establezca el nexo entre el

pasado y el presente del individuo la disgregación no será completa y parte de la personalidad se

salvará del derrumbe.

La pérdida de la personalidad es un trastorno que se objetiviza de una manera global es decir

que lo observamos tanto en el aspecto introspectivo o vivencial corno en el extraspectivo o práxico.

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