Cuba Geografica No12
Hay un número importante de problemas que afectan la vida diaria en Cuba y compromenten el bienestar futuro. La producción de alimentos es uno de ellos, que se agrava con la pérdida del poder de compra en el exterior y la rigidez de las ineficientes estructuras agrícolas. Pero hay muchos otros, desde los relacionados con la gestión de los recursos hídricos, la emigración, la pérdida de superficie agrícola, el deterioro de la infraestructura, hasta el silencio de la información y el debate geográficos. Cualquier aspiración a resolverlos pasa por la necesidad de referirse a ellos con transparencia. CubaGeográfica los ha tratado con la mayor claridad posible. Lo ha hecho desde su comienzo en el 2015 y aspira a seguir haciéndolo en el futuro. Esa posibilidad compensa el agotador esfuerzo de hacer una revista así. La idea de encarar las cosas como son es muy amplia y alcanza al tratamiento franco de la historia de la Geografía y sus personajes, rescatando unos y otros de algún olvido, sea voluntario o no. En este número nos estamos refiriendo a la transformación del espacio agrícola a través de la desaparición del batey y del postergado tema de la producción de alimentos. Los geógrafos deberían aportar a estos asuntos un monitoreo adecuado, pero mejor aún si pueden hacer aportes a su solución. El artículo sobre las morfoestructuras trae de vuelta la exposición de un tema que no quedó bien divulgado cuando se abordó por primera vez hace 30 años y que se está olvidando. El desarrollo y diferenciación del relieve se encuentra en los cimientos de la estructura y composición de los geosistemas. Por último hay algo muy breve y sorprendente de Salvador Massip que encaja en nuestro afán de hurgar en la historia de la Geografía cubana y sus personajes. Esperamos que sean útiles estas lecturas.
Hay un número importante de problemas que afectan la vida diaria en Cuba y compromenten el bienestar futuro.
La producción de alimentos es uno de ellos, que se agrava con la pérdida del poder de compra en el exterior y la rigidez de las ineficientes estructuras agrícolas. Pero hay muchos otros, desde los relacionados con la gestión de los recursos hídricos, la emigración, la pérdida de superficie agrícola, el deterioro de la infraestructura, hasta el silencio de la información y el debate geográficos.
Cualquier aspiración a resolverlos pasa por la necesidad de referirse a ellos con transparencia.
CubaGeográfica los ha tratado con la mayor claridad posible. Lo ha hecho desde su comienzo en el 2015 y aspira a seguir haciéndolo en el futuro. Esa posibilidad compensa el agotador esfuerzo de hacer una revista así.
La idea de encarar las cosas como son es muy amplia y alcanza al tratamiento franco de la historia de la Geografía y sus personajes, rescatando unos y otros de algún olvido, sea voluntario o no.
En este número nos estamos refiriendo a la transformación del espacio agrícola a través de la desaparición del batey y del postergado tema de la producción de alimentos. Los geógrafos deberían aportar a estos asuntos un monitoreo adecuado, pero mejor aún si pueden hacer aportes a su solución.
El artículo sobre las morfoestructuras trae de vuelta la exposición de un tema que no quedó bien divulgado cuando se abordó por primera vez hace 30 años y que se está olvidando.
El desarrollo y diferenciación del relieve se encuentra en los cimientos de la estructura y composición de los geosistemas.
Por último hay algo muy breve y sorprendente de Salvador Massip que encaja en nuestro afán de hurgar en la historia de la Geografía cubana y sus personajes. Esperamos que sean útiles estas lecturas.
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¿está explicado el relieve de cuba?
El desarrollo morfoestructural
de Cuba no se explica por completo
en ningún modelo de desarrollo
postorogénico del Caribe.
El megabloque del archipiélago
cubano se eleva miles de metros desde
el fondo marino circundante en forma
de un gran trapecio con taludes submarinos
abruptos, a veces en escalones
estrechos, con cañones, desplomes y
cambios en su dirección general.
En el interior del megabloque hay
cuatro edificios montañosos cercanos
a su borde, separados por llanuras
escalonadas; hay cadenas de alturas
costeras e interiores y grandes depresiones.
Estos elementos se articulan
por un campo de fracturas ordenadas
en sistemas al que se ajustan las morfoestructuras
de bloque transversales y
longitudinales al eje del territorio.
El megabloque cubano es un levantamiento
neotectónico vertical y fraccionado
que definió el relieve insular. Su
ascenso fue discontinuo y tuvo diferentes
amplitudes, como muestran sus
superficies de planación poligenéticas,
distribuidas a manera de pisos discontinuos
con espectros asimétricos a
través del territorio.
Este ascenso hizo aparecer así las llanuras,
las alturas, las premontañas, las
submontañas y las montañas en la isla.
¿Cómo entender la morfología y la
morfometría del levantamiento cubano
y de sus morfoestructuras internas sin
admitir que durante el Plioceno-Cuaternario
se activaron fracturas con
movimientos de resultante vertical
dominante?
El motor de los movimientos verticales
que formaron el relieve de la
tierra firme y del fondo marino en el
Caribe occidental son los movimientos
de transformación y de colisión entre
las placas de Norteamérica y el Caribe.
Sin embargo, no está definido el
mecanismo específico mediante el cual
surgieron las fallas subverticales que
formaron la morfoestructura activa del
relieve actual cubano a partir del traslado
horizontal de los terrenos.
En su mayoría, las secciones geológicas
que se elaboran para Cuba se basan
en el modelo de deformación por
compresión tangencial que prevaleció
hasta el Eoceno inferior y medio. Por lo
común están ausentes las fracturas neotectónicas
que desplazaron y elevaron la
estructura del basamento plegado y que
conformaron la morfoestructura del
relieve actual (Magaz, A. et al, 2017).
Los geomorfólogos y algunos geólogos
han hecho notar esta laguna en la
información.
Los modelos geotectónicos elaborados
para las zonas de transformación
y de colisión nordeste a la luz de la
tectónica de placas no explican en su
totalidad las morfoestructuras cubanas
ni en zona interplaca ni intraplaca.
El levantamiento cubano es un
fraccionamiento en bloques del borde
meridional de la placa norteamericana,
cuya altitud y diseño geomorfológico
no se sustentan en el modelo de transformación
interplacas ni en la consideración
de una unidad originada por
distensión regional en un sitio donde
no existen en su periferia norte tierras
extensas y cercanas más elevadas.
El levantamiento cubano
nuevas revelaciones genéticas: la etapa tardía (1990-2018)
Entre los trabajos dedicados a las morfoestructuras realizados a partir
de 1990 están el estudio morfotectónico de la región geomórfica oriental a
escala media (Hernández J. R, et al. 1991) y el homólogo de las montañas de
Trinidad (Magaz, A.R., 1995). En ambos se cartografiaron las unidades orográficas
de diferente orden que constituyen el escalonamiento neotectónico
y fueron identificados los estilos geotectónicos tridimensionales interbloques
en su combinación con el campo de las morfoestructuras pasivas (Magaz,
inédito; Hernández J.R., et al 1994; 1995). También se trataron las consecuencias
de la evolución morfoestructural en la estructura, el funcionamiento y
en la división y los tipos de sistemas kársticos en el SE de las montañas de
Trinidad (Magaz, A.R. y L. Cisneros, 1994).
En esa década también se estudiaron las zonas de fallamiento activo del
territorio emergido, su estructura, expresión geomórfica, y su geodinámica
endógena, así como los cambios en el funcionamiento a través de los planos
de las fracturas (Magaz, A.R. et al, 1997). También se preparó un levantamiento
geomorfológico detallado en las cuencas de los ríos Toa y Duaba, en
Guantánamo (Magaz, A.R. y L. Cisneros, 1996), en el que se identificaron las
relaciones entre la morfoestructura y la escultura del relieve.
En el 2006 se publicó el estudio sobre la formación y consolidación de
las morfoestructuras del norte de Cuba central (Magaz, A.R., et al, 2006)
que muestra las relaciones genéticas entre la morfoestructura activa, las
características geofísicas y la geodinámica endógena reciente. En fecha más
reciente se publicó el estudio de la meseta del Guaso, Guantánamo (Magaz,
A.R., 2018) que distingue las unidades escalonadas de la morfoestructura
local y cómo transforman la estructura geológica antigua y crean la división
del karst en sistemas, subsistemas y zonas y así como su funcionamiento
hidrogeológico.
En esta etapa también se estudió la discordancia entre las morfoestructuras
activas de la macrorregión oriental y la paleomorfoestructura del
Paleógeno superior (Magaz, A.R., inédito), lo que permitió reconocer que la
reconstrucción neotectónica hacia el oriente de la falla Cauto-Nipe es más
notable que en occidente y el centro del país. Además continuaron los estudios
sobre los cambios de la morfoescultura marina relicta y en el espectro
de los niveles de cavernamiento en bloques neotectónicos adyacentes (Magaz,
A.R., 2017; Magaz, A.R. et al, 2017).
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