“Hoy desde casa te recordamos a través de la Fe, la Esperanza y el Amor“ - María José Pacheco
Una breve crónica de carácter recopilatorio que repasa la fiesta religiosa de la Virgen de Las Peñas.
Una breve crónica de carácter recopilatorio que repasa la fiesta religiosa de la Virgen de Las Peñas.
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A mi hija y familia por su apoyo, y en especial a la
Sociedad Religiosa Peregrinos de Las Peñas, Soc. a la cual
pertenezco por encender en mí nuevamente las ganas de
Danzar y Cantar.
Agradecida de la compañía religiosa por el acto de fe
para con mi Padre en el Santuario de las Peñas, 2017.
Arica, 2020
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Introducción
En la quebrada de Livilcar, desde hace más de tres siglos
el pueblo se reúne anualmente para venerar a la
milagrosa Virgen del Rosario de las Peñas o como se le
conoce popularmente, “Chinita de las Peñas”, adhesión
que se realiza no solo a través del culto religioso, sino
también con la música, el baile y el compartir en
comunidad.
Tradiciones religiosas como estas son consideradas un
regalo, un modo de reconocer y dar a conocer la
presencia de Dios en la vida de su pueblo, dentro de la
iglesia. Gracias a estas tradiciones los fieles nortinos
peregrinan al encuentro con su fe a través de la Virgen,
para profundizar en su misterio y para compartirlo,
formando a otros para que se mantengan y fortalezcan
en el tiempo.
Uno de los principales participantes en este rito son los
bailes religiosos, comunidades de hombres y mujeres
movidos por la fe, que se identifican en la experiencia
del amor incondicional a Dios y en la devoción a la
Virgen María, su Madre. La religiosidad es la esencia de
sus bailes y los distingue de otras agrupaciones
folclóricas o sociales. Su canto, su danza, su música, sus
trajes, sus organizaciones y fiestas son la manifestación
de la fe que los anima.
En la emocionante búsqueda de rendir homenaje a tan
inefable tradición mariana, me he propuesto plasmar una
cosmovisión digna de rememorar como bailarina y testigo
fehaciente de tan significativo ritual religioso a través de
este trabajo, el cual será sustentado en bibliografía
histórica, cultural y literaria; así como de testimonios de
diferentes actores en estas tradiciones, con el objetivo de
lograr un entendimiento integral de la importancia de
estos bailes que rinden culto a La Virgen de Las Peñas.
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Historia
El norte de Chile pertenece a un territorio que históricamente ha estado habitado por pueblos
indígenas, los cuales luego de la conquista española se encontraron frente al catolicismo,
fundiendo con aquel sistema religioso sus ritos de cultos ancestrales relacionados con la
naturaleza, creando así un sincretismo religioso que perdura hasta nuestros días. Núñez (2004)
desde sus hallazgos arqueológicos, fundamentalmente de figuras y representaciones zoomorfas,
afirma que en los pueblos originarios nortinos durante el período pre-europeo y pre-cristiano
existía un politeísmo sólido, que fue afianzado y expandido durante la época Incaica con los
diversos cultos al Sol y a la Pachamama. Este sistema religioso autóctono sufrió una simbiosis
a la llegada de los españoles, quienes invadieron América en busca de riquezas y a su paso,
traían sus creencias, como el Corpus Christi, que luego de un largo proceso de mediación,
pasó a ser el culto principal de los mestizos que contiene, hasta hoy, las raíces del Inti Raymi
(González, 1994), celebración del ciclo agrícola basado en la reciprocidad con la madre tierra.
Estas experiencias no fueron ajenas a nuestra ciudad de Arica, la cual se levanta entre al árido
desierto y frente al Pacífico desde hace más de cuatro siglos, fundada en 1541 como una villa
perteneciente al Imperio español, dentro del Virreinato del Perú. Esta no se convirtió en puerto
hasta 1545, fecha en la que se descubren las ricas minas de plata en Potosí, convirtiendo a
Arica en el puerto de salida principal de este preciado metal hacia el Pacífico. Como en todo
territorio colonial español, los primeros ariqueños encontraron en sus iglesias y capillas el
apoyo espiritual indispensable para la balbuceante fe que iba prendiendo.
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Pasado un cierto tiempo del asentamiento español, el virrey Francisco de Toledo decide
reorganizar el territorio y su población, dedicando una atención especial a las rutas comerciales
del ámbito surandino. Fue así como en el camino que iba desde el altiplano hacia el puerto
de Arica se formaron pequeños caseríos y tambos con poblaciones estables.
Las iglesias andinas de esta región surgieron en sitios estratégicos a lo largo de la ruta que
trajinantes recorrían para transportar los metales preciosos desde Potosí hacia las playas de
Arica, en particular en torno a los valles de Lluta y Azapa. Al ser una zona extensa y difícil
de transitar, la influencia de los doctrineros en la configuración de los poblados y reducciones
indígenas fue limitada, hecho que permitió un mayor diálogo entre las culturas locales y la
tradición occidental.
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Diferentes voces, una sola Fe:
“El Santuario Virgen de Las Peñas tiene un valor patrimonial relevante por todo lo que ha generado en la población que
habita la actual región de Arica y Parinacota y el sur del Perú, en especial las regiones de Arequipa, Moquegua y Tacna,
como también para el área del departamento de la Paz que limita con la actual Región de Arica y Parinacota.
Conocí la tradición de asistir al Santuario de las Peñas, a visitar a la Virgen que es “Milagrosa” por mi familia materna; al
vivir en el valle de Azapa, se formó la tradición: mi madre y mis tíos y mi familia extendida han sido parte de la fiesta de
la Virgen de la Peñas, tanto en octubre como en diciembre. En esta etapa familiar tuve mi primer acercamiento al
Santuario, escuché historias, tradiciones y anécdotas en torno al Santuario, así fue naciendo un cariño y respeto por esta
bella tradición tan nuestra.
Al pasar el tiempo y estudiar pedagogía en historia y geografía, nace otra visión hacia el Santuario de las Peñas, que se
suma al cariño y respeto surge la admiración y una devoción simbólica de sentimientos profundos, ya que al acompañar
a mi madre a Las Peñas, cuando ella bailaba a sus buenos sesenta y tantos años, se sumaron sensaciones y emociones
profundas que me han motivado a ir al Santuario en una mezcla de devoción, aspectos profesionales al asistir con mis
alumnos de turismo y vivir la Fiesta y conocer cada uno de los elementos que conforman esta bella y profunda tradición
ariqueña, las diversas danzas, la música y las historias que motivan a cada uno de los devotos asistir y ser parte de larga
data de celebración de esta Fiesta Religiosa.
He podido ver que los últimos 15 años se han ido filmando documentales y programas que nos hablan y describen esta
tradición que une familias, nacionalidades y pueblos entorno a su celebración. La devoción trasciende fronteras. Cuando
uno comienza a caminar hacia el Santuario comienza a viajar en una cápsula del tiempo que nos hace recorrer distintos
episodios de la vida cultural y natural de nuestra amada región, uno que ha caminado estos parajes puede describir flora,
fauna, sitios arqueológicos, coloniales y republicanos que van configurando una forma de habitar este territorio, uno de
los más áridos en mundo que dos veces al año se llena de colores, sabores, olores, ritmos diversos que nos hacen danzar,
rezar, dar gracias y se van conjugando elementos del patrimonio material e inmaterial que son parte de nuestra cultura,
nuestra particular visión de la vida, donde para algunos el Santuario señala rumbos de vida y formas de ver la vida.
Hoy a mis 50 años, la visión del Santuario de las Peñas es una mezcla de saberes, aprendizajes y enseñanzas desde lo
íntimo, lo familiar y lo profesional, son tres planos que al caminar rumbo al Santuario, se vive y se disfruta por todo lo que
ello significa a lo largo de 30 años que conocí este bello lugar. Conocí el Santuario por el año 1990, gracias a la
Universidad, ya que, dada mi formación religiosa desde pequeño, no era prohibido, pero no había motivos para asistir,
pero eso cambió y hoy es uno de mis espacios preferidos, por lo que ahí existe, por lo que se vive, pero me gusta todos
los días de año, he ido cuando se celebra fiesta y en épocas donde reina el silencio.
Mis saludos a cada uno de los miles de peregrinos y sus familias, a las sociedades de bailes religiosos que dan vida, color
y aroma a la quebrada donde habita la palomita blanca, donde caminar hacia el Santuario es conjugar los verbos como
el fervor, respetar, admirar y divulgar los que ayer, hoy y mañana se cultiva al celebrar la Fiesta de la Virgen del Rosario
de las Peñas. Gracias, mamá, Corali María Llerena, por enseñarme a conocer tu amor y devoción por la Virgen. Confieso
que he llorado más de alguna vez al escuchar el ritmo de la música del Baile Moreno de Paso o el Baile Pituco, la emoción
siempre me embarga y se hace parte de mí.”
José Barraza Llerena
Profesor de Historia y Geografía y Gestor Patrimonial
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María y la Religiosidad popular
El culto a María se caracteriza como la impronta de la Iglesia Católica en América Latina desde
la época colonial, donde misioneros y conquistadores ibéricos fundaron ciudades y creencias
en nombre de la Virgen; iniciando a lo largo del continente un sinfín de diversas advocaciones
a María. Producto de este proceso histórico y a raíz de la religiosidad popular, nace la
Religiosidad Popular Mariana, que hoy es concebida por la Iglesia Católica como parte de las
creencias de las masas latinas. Fue el Papa Juan Pablo II quien abrió este camino, ya que hizo
que las manifestaciones de religiosidad popular ligadas de una forma u otra al catolicismo,
comenzaran a ser parte de la Iglesia Católica, ya que se validan históricamente producto de
la larga misión que ha tenido la iglesia en el continente.
Se define a la Religiosidad Popular Mariana como un hecho social y sistema cultural que se
produce y reproduce dentro de un sistema religioso, es una expresión del pueblo, de la gente
sencilla y humilde, que consiste en comunicarse con la divinidad, representada en la Virgen
María, mediante la práctica devocional constante y que se transmite por medio de la
socialización familiar; y es principalmente en Latinoamérica donde este ejercicio católico existe
y se manifiesta fuertemente ligado a la cultura popular (Rojas, 1992).
Esta caracterización que existe en Latinoamérica en cuanto a la devoción a la Santísima Virgen
es debido a lo central que fue la veneración a esta durante el proceso de evangelización en
estas tierras amerindias. Es más, no podemos hablar de la fe en nuestro continente sin
referirnos a la Madre de Jesús, como decía el Padre Juan Pablo II:
“Ella y su misterio pertenecen a la identidad propia de estos pueblos que
caracterizan su piedad popular” (Conferencia Episcopal de Puebla, México, 1979)
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Con el tiempo, gracias a los procesos de evangelización de la piedad popular, se ha entendido
la presencia mediadora de María en la vida de la comunidad cristiana. En la religiosidad
popular, de la cual son parte los bailes religiosos, María es invocada como Virgen y como
Madre.
"Ella pertenece a la orden celestial del cristianismo, pero es a la vez una figura
cósmica como confiesan los cantos de los peregrinos…” (Van Kessel, 1985)
¡Oh Virgen de Las Peñas!
Lucero Celestial
Los ángeles decoran, su trono virginal
A ti nuestra esperanza, consuelo del mortal
Perdimos que nos mires, con amor maternal...
La Virgen María es un modelo de vida para los integrantes de los bailes religiosos, por ello
sus cantos y danzas la invocan como Madre de todos los devotos y promeseros. Para el
peregrino es símbolo de misericordia, cuando él llega a sus pies después de largas horas de
sacrificio ella acoge con su mirada, bendice con su manto, salva de la muerte y acude en
todo tipo de angustias (Van Kessel, 1985).
Diferentes voces, una sola Fe:
“La presencia de nuestra madre la virgen María, ha estado siempre en el corazón y en el alma de toda la iglesia. ella
es la principal intercesora, es la puerta que nos lleva al señor y la compañera de camino en quien depositamos todas
nuestras esperanzas, alegrías y dolores.
El pueblo de Dios ha encontrado diversas formas de manifestar su amor y fe a María, la madre del salvador, en la
religiosidad popular ha sido desde los primeros tiempos de la evangelización, un espacio privilegiado que ha permitido
expresar a través de la oración, del canto y el baile todo el amor, la gratitud y la fidelidad a la Santísima Virgen.
Los bailes representan la sabia esperanzadora que renueva y refresca permanente mente la fe desde la religiosidad
popular, como agua que hace brotar y reverdecer el corazón de la iglesia, para los bailes religiosos la virgen María es
la madre que acompaña incondicionalmente., que los cuida y protege y que los acoge en su corazón con todas sus
alegrías y esperanzas, con todas sus tristezas y dolores. Los bailes religiosos son una bendición para toda la iglesia
y la expresión más maravillosa de la religiosidad popular, una religiosidad que debemos atesorar y cultivar y valorar y
difundir aún más dentro de nuestras comunidades eclesiales.”
Hermana Adela Espinoza Zapatel
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Diferentes voces, una sola Fe:
“La Virgen de Las Peñas significa para nosotros
una confirmación de nuestra fe, que la vida es más
que lo cotidiano, el auto, la educación, el Uber, la
comida, el dolor.
La Virgen de las Peñas significa que la vida es más
de lo que vemos. Celebramos una forma de vida,
un estilo de vida que vale la pena vivir. Tanto
sacrificio envuelve el Santuario. Los bailes con sus
ensayos cansadores, el dinero que gastan como
cuota o para comprar el traje.
El peregrino y gente de baile hace el sacrificio del
camino complicado. Porque vale la pena. La
Virgen es una mujer que vivió como creyente y nos
enseña a vivir como ella. Creemos en ella y en su
forma de ser, de ser Madre e Hija. Con nuestra
peregrinación reconocemos su gran valor como
persona, como mujer, como creyente.
Pero no estoy solo. No están solas ustedes. Es
una multitud que se pone a caminar, todos con las
mismas convicciones. Y con alegría, con danza y
canto, color, música.
Peregrinar significa vivir con alegría. El Santuario
significa VIDA.”
Padre Eugenio Barber, S.J
Ex Padre Asesor período 1989-2008
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Música y Danza
El culto de los ídolos por medio de la danza fue y será parte fundamental de las prácticas
religiosas de las razas primitivas; a lo largo de toda América estas han influido en su
conservación el carácter y la incipiente cultura de los grupos étnicos que integraron la población
autóctona del Nuevo Mundo. Con la llegada de los europeos, estos actos rituales no
desaparecieron del todo, sino con el tiempo naturalmente influyeron y se mimetizaron dentro
de las ceremonias cristianas traídos por los colonizadores, naciendo así una nueva forma de
veneración, una que podría clasificarse como una liturgia pagana íntimamente ligada al culto
católico. Desde esos días de colonización temprana, se celebraron festejos en homenaje y
veneración del Santo Patrono del lugar, con tanto fervor por parte de criollos como de
indígenas evangelizados.
Todos estos verdaderos festivales convocaban peregrinos y promeseros para participar en los
oficios de la Iglesia: las procesiones, sermones, confesiones, mandas, promesas y, en especial,
danzas, cantos colectivos y ofrendas individuales. La prosecución de los actos coreográficos
con un ceremonial determinado, a cargo de danzarines profesionales, promovió desde los
comienzos de la centuria pasada la formación de cofradías de danzantes con uniformes
especiales y toda una jerarquía de autoridades, de monitores y de instructores que colaboran
con el clero católico en la organización de estas celebraciones.
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El Niño Dios, Cristo Crucificado, la Santa Cruz, las Vírgenes del Carmen, del Rosario, de la
Candelaria, y varios santos atraen los peregrinos a lo largo de Chile en casi un centenar de
fiestas típicas. Concentran ellas las cohortes de danzantes de las comarcas vecinas, todas las
cuales poseen cantos exclusivos de ofrenda, de saludo, de gracias, de despedida, con letra y
música especiales; amén de las coreografías determinadas, los trajes característicos e
instrumentos y conjuntos musicales de excepción. Estos grupos religiosos no solo destacan por
su fidelidad, sino también por su organización y esfuerzo, donde se promueve una disciplina
ejemplar que desarrolla admirablemente el “espíritu del cuerpo”.
Diferentes voces, una sola Fe:
“Subí al Santuario de Livilcar a la edad de 8 años con mis padres, de primero sólo por el día a la fiesta de diciembre;
después por el fin de semana en octubre como peregrinos. Si bien pertenecemos a la familia de los bailes religiosos de
La Tirana, como músico siento un gran fervor Mariano indistintamente la festividad de cada pueblo o lugar santo.
El Santuario de Livilcar significa una experiencia de entrega que se manifiesta en un largo caminar y el esfuerzo agotador
de acompañar a los bailes religiosos en su danza y canto a la Palomita. Si bien es un trabajo, lleva un sentido de devoción.
La música y la religiosidad me dan vida y sé que al ejecutar mi instrumento (bombero oficial de la banda Los Dinos) me
llena de satisfacción espiritual y acrecienta mi Fe.
Este año como ha sido en todas las festividades Marianas, viviremos la devoción desde nuestro hogar y muy
especialmente con el corazón abierto para recibir a nuestra madre, es un privilegio como hijo de Dios.
Extraño tocar y esta fiesta no será la excepción, ya que acompañaré espiritualmente a los bailes de la fiesta de octubre:
Peregrinos, Corazón de María y Mariana Nazarena de Tacna. Tengo esperanza que esta pandemia pasará y nos
volveremos a encontrarnos el 2021 en tan hermosa quebrada.”
Ismael Ojeda Ojeda
Músico por 35 años, fundador e integrante de banda ‘Los Dinos’
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Bailes religiosos
“Las danzas religiosas recuerdan al indio, tal como muchos dicen, pero recuerdan
y hacen revivir con fuerza los más valioso de la herencia andina: tanto su
auténtica religiosidad de profundas raíces materiales y naturales, como su
cosmovisión andina, enraizada inalienablemente a su ecología”.
Van Kessel. Revista Chungará N° 12. Universidad de Tarapacá
Las danzas religiosas representan toda una revelación ante el escepticismo con que se miraban
y analizaban los bailes como una manifestación de culturas primitivas, con el tiempo se ha ido
aceptando que son más que simple bagaje cultural, convirtiéndose en un movimiento de
religiosidad popular aceptado e incentivado por la iglesia católica. La Religiosidad Popular
Mariana en la zona Norte, es un hecho cultural que sucede en las calles de la ciudad, es un
sistema social que posee elementos constitutivos provenientes de la historia; como herencia
del mundo andino tiene, entre muchos rasgos, el culto a la Virgen y la tradición familiar.
Los bailes religiosos conllevan un proceso de mantención de la tradición, es aquí donde el
territorio y la familia cobran relevancia, muchas veces representan parte de la idiosincrasia de
un grupo en particular. Una reconstrucción histórica que nos permita distinguir y comprender
todas aquellas influencias que nos han forjado como personas, nos hace ser conscientes de
nuestra identidad. Lo más significativo de este proceso está en la fiesta en donde lo que se
vive explícitamente es el don de la fe, una fe sencilla, popular, pero de una profundidad y de
un compromiso sin precedentes. La danza, los trajes, los cantos, los ritos, todo habla de la fe.
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El santuario es el eje de encuentro de todos los caminos, el lugar en donde se ofrece toda
la vida, una danza que se convierte en esos días de fiesta en una ofrenda sagrada. El sentido
de la danza es el encuentro con el Absoluto de Dios, que en la fiesta tendrá marcados
momentos de emoción, especialmente el día de la víspera o las despedidas de las sociedades
de bailes religiosos. La música, los cantos, el paisaje, el desgarro del alma al ver que la fiesta
se acaba, que el tiempo sagrado está llegando a su fin. Es en esos momentos clave en donde
el bailarín religioso tendrá su más alta intimidad con Dios, de gran profundidad interior y
contemplativa. Es por eso que el sentido del baile implica un reconocimiento del paso de Dios
por sus vidas, encontrando en ello el sentido de la existencia misma. Es una experiencia
personal, intima que no es sencilla de explicar dada la intimidad que le caracteriza, tan personal
como la oración misma, es una clara característica de una experiencia trascendental, que
configura y transfigura a quien lo vive.
Hoy se han consolidado como instituciones, redes de amistad, de apoyo, son familias unidas
por la tradición y su característica fundamental es que son verdaderas escuelas de fe, que
forman a las personas en varios ámbitos de la vida social, y enseñan a través de la práctica,
por ejemplo: el respeto, la devoción, la disciplina, la palabra, asimismo, a cumplir roles como
ser dirigentes o caporales, con funciones sociales y religiosas concretas.
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Diferentes voces, una sola Fe:
¿Qué significado tiene ser un bailarín de la fiesta de Las Peñas?
“Creo que es una forma genuina de manifestar el cariño y el amor hacia la Virgencita y a nuestro Señor; siento que
es un privilegio el poder expresar la fe a través de la danza y el canto. Es un compromiso que no está firmado en
ningún papel, pero por el cual, mes a mes, se está en constante preparación y formación católica, participando en
cada instancia que la Comunidad Mariana de Las Peñas lo requiera, para que, finalmente en el mes de octubre, toda
nuestra fe contenida se manifieste en el santuario.”
Carolina Humire Vascopé
Soc. Religiosa Cristo Redentor Caporales de la Virgen de las Peñas
“Para mí, como dice la canción... ‘soy bailarín porque la sola oración no es suficiente para enmendar los pecados de
mi pequeñez ante Dios y la Virgen... Por eso bailo y canto, para poder ser digna del perdón.’
¿Y por qué a la Virgen? Porque es cercana, es maternal y a través de ella pido al Señor. Es como una familia, uno le
tiene como miedo al papá y siempre confía más en la mamá...así mismo me pasa con la Chinita.”
Carla Escobar Quea
Soc. Religiosa de Morenos Corazón De María
“Para mi significa ser creyente, ser católico, el amor, la fe hacia la Virgen de Las Peñas”
Victor Choque Obregón
Soc. Religiosa Gitanos del Rosario de Las Peñas
“Ser bailarín es expresar a través de tu baile la devoción y el amor que le tienes a la Virgen, porque el bailarín
peregrina, cargando sus trajes, trasnocha esperando poder cantar y bailar, y vive desde el inicio hasta el término la
fiesta de la Virgen, un bailarín es un devoto comprometido con su fe y el esfuerzo que realiza de peregrinación y danza
lo entrega con amor a la Virgen de Las Peñas. Ese amor a la Virgen te lo inculcan tus padres desde muy pequeños,
así se mantiene la tradición de ser Peñino.”
Mario Stumptner
Soc. Mariana Nazarena, Tacna Perú
“Ser bailarín de las Peñas o como nosotros nos llamamos bailarines del silencio es más que solo bailar y orar, es
hacer, es vivir para servir, es ser prójimo, es danzar con el corazón, es vivir dando ejemplo de vida y llevar una palabra
de aliento y esperanza a los demás, somos personas elegidas para un propósito, que es evangelizar a través de
nuestro canto, danza y acciones. Eso es lo que creo es para mí ser un bailarín de las Peñas.”
María del Rosario Ordoñez Rodríguez
Soc. Religiosa Gitanos Virgen del Rosario de Livilcar, Ilo Perú
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Alférez
Desde el punto de vista de la historia, el Alférez era uno de los magistrados principales de la
monarquía española y llevaba el pendón o estandarte real en las batallas en que se hallaba
el rey, y en su ausencia mandaba el ejército como general (Escriche, 1982). Según lo descrito
por Joaquín Escriche y por la información recopilada, este cargo se traspuso desde la
organización militar a la religiosa, donde era común que, en cada festividad religiosa, se contara
con un Alférez, quien era la persona que se hacía cargo de la alimentación, bandas musicales,
presencia de los sacerdotes, arreglo de las iglesias etc. En la antigüedad estos cargos de
alférez se disputaban arduamente, no solo con el deseo de destacar entre sus pares, sino
también porque representaba un puesto de alto honor y confianza. Esta práctica se mudó al
Nuevo Mundo con la colonización y posterior evangelización católica, logrando perpetuarse
como una muy relevante tradición andina.
El pasado se hace presente, materializando lo descrito anteriormente, el alferazgo ya no es
solo un honorífico, sino también una ofrenda, una manifestación más de devoción hacia nuestra
Madre María. El rol del Alférez en las fiestas religiosas nortinas es vital, sin exceptuar la del
Santuario de Las Peñas, desde el punto de vista logístico y organizativo no es un trabajo solo
de los días de fiesta (octubre-diciembre), sino que es una labor ardua durante todo el año,
expresan subir a Livilcar en más de 10 ocasiones al año, ya que además se hacen cargo
principalmente del cuidado y preservación del santuario e iglesia.
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En palabras de Erie Vásquez, en su libro Más allá del río (1990), deja plasmada la valiosa
tarea y homenaje que cumplen este grupo de seres humanos que entregan su devoción ferviente
todos los días del año a la fiesta religiosa ariqueña, en la cual expresa: “El Santuario de la
Virgen de Las Peñas ha perdurado en los siglos por la acción, el trabajo, la devoción de tanto
hombres como mujeres, de Arica y de Tacna, especialmente de la sierra y el altiplano, pues
Dios no tiene fronteras”.
Diferentes voces, una sola Fe:
“La importancia que tiene el Santuario de la quebrada de Livilcar; es que en ese lugar nos reencontramos cada año, en
una fecha determinada con la imagen de la Virgen del Rosario de Las Peñas y la de su Hijo Jesús. Después de tantas
dificultades, en el cotidiano vivir en la ciudad, vamos al encuentro con nuestra madre, para que nos alivie y reconforte,
para luego devolvernos cargados de mucha esperanza, de manera que el trayecto sea más aliviado y gentil.
En cuanto al alferazgo del Santuario Virgen de las Peñas, este sitio reviste mucha importancia ya que en aquel lugar
nosotros demostramos, a nuestra Madre y a su Hijo la devoción que le tenemos a través de la entrega del servicio que
realizamos y que se resume en Dar las mayores facilidades a los peregrinos para que puedan acceder a venerar a la
Virgen de las Peñas.
El santuario para el cuerpo de alférez y alferezas ya no se ubica o está presente en la quebrada de Livilcar, sino que está
en nuestros hogares y en cualquier lugar donde estamos, con la presencia permanente de la Virgen, nosotros vivimos el
santuario en forma presencial y no presencial los 365 días del año.
El valor que le asignamos al Santuario, se refiere a que es un lugar de encuentro, con sacerdotes, alferazgo, bailarines,
músicos, peregrinos, etc, que se reúnen para venerar a Nuestro Señor y a la Chinita de las Peñas. Es conveniente que
nos recordemos que los inicios de esta peregrinación, que se remontan a varios siglos atrás, nace sin sacerdotes,
alferazgo, bailes, músicos; si alguno de estos nombrados faltara igual habría fiesta, ya que todos vamos a ver y venerar
a la Chinita de las Peñas, palomita Blanca, Reina de Livilcar, Patrona de Arica.”
Claudio Aguirre
Alférez desde 1990 a la fecha
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Tradición y Rito
Una estricta y escueta realidad implican los actos rituales que pueden presenciarse todos los
años en aquel primer Domingo de octubre, en los misteriosos parajes montañosos de nuestra
región nortina durante la peregrinación hacia Nuestra Señora de las Peñas. Si se sufren ahí
toda suerte de penalidades y sacrificios, pueden también disfrutarse realidades, tanto para la
vista como para el oído, que sobrepasan toda fantasía y corrigen los contornos más engañosos
de las obras de ficción.
Cuatro mil promesantes de Chile, Perú y Bolivia acuden en demanda de salud y consuelo,
esperando disfrutar —en esta concentración y en una nueva vida— del alivio de la soledad y
del recogimiento. Es una actitud paradojal que satisface a todos los ánimos y en especial a
aquellos que desesperan de obtener la realización de sus aspiraciones y anhelos.
Diferentes voces, una sola Fe:
“Para mí el Santuario de la Virgen de Las Peñas es un lugar sagrado, en el cual mediante mi baile y mi canto puedo
profesar mi fe y mi devoción a la Virgen.”
Luis Pardo Figueroa Vargas
Caporal Soc. de Morenos Señor de los Milagros, Tacna
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La Peregrinación
En el sorprendente calendario religioso que abarca la costa, la sierra, el altiplano, destaca
nítidamente uno de los santuarios más originales que el cristianismo ofrece a María: el Santuario
de la Virgen del Rosario de Las Peñas, y por muchas razones: historia, ubicación, sacrificio,
entre otros.
La peregrinación está catalogada como una de las más extremas y sacrificadas dentro del
contexto de fiestas religiosas del norte de Chile; una donde cada primer domingo de octubre
y 08 de diciembre de forma anual el peregrino, promesante o mariano se adentra en la historia
de la fe, comenzando por los senderos del Valle de Azapa y continuando su camino por
parajes que atrapan la vista de cualquier persona que transite por esa riqueza inconmensurable
de paisajes que perduran por el tiempo. Grandes senderos, murallones de más de 20 metros
de altura, quebradas y serranías, todas huellas marcadas de una valiosa historia milenaria de
tiempos donde los Incas fueron sus primeros protagonistas.
Desde el año 1976 aproximadamente, se acondicionó el actual paradero llamado Chamarcusiña,
a unos 60 kilómetros de distancia de la ciudad de Arica, desde allí 20 kilómetros separan a
los peregrinos de la Virgen. La ruta es enigmática, el rio obliga, acorrala, empuja, los murallones
desbordan las miradas de los devotos, vestigios de cultura emanan por todo el lugar, petroglifos
y geoglifos quieren contar su propia historia. El promesante rio arriba, va lleno de fe, ofrendas
y agradecimientos por cada promesa hecha a la “Chinita”, el silbar del viento acompaña cada
movimiento, mientras el sol fuerte en lo alto a medida que avanza se diluye en busca del
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atardecer y posteriormente llega la noche. La pampa se extiende, los peregrinos aprovechan la
claridad para acelerar el paso, el camino es extenso, cansador, pero en la mente de cada
devoto está el consuelo que pronto después de ese cerro imponente llegaremos al encuentro
con nuestra querida “Chinita de Las Peñas”.
“La mirada del peregrino se deposita sobre la imagen que simboliza la
ternura y la cercanía de dios” (Padre Nelson Peña Antil, 2015).
“¿Quién es el Peregrino?
El peregrino es el que deja la comodidad de la
casa y se lanza al camino de piedras.
Es el que se aparta de lo superfluo para darse
cuenta de lo que es esencial.
Es el que deja de lado su moto, su bici y su auto
y camina a pie.
Es el que se da cuenta de que con frecuencia el
dinero le ahoga y quiere respirar a fondo.
Es el que deja la calle caliente y goza de la
frescura del río.
Es el que deja atrás lo monótono y va haciendo
un nuevo camino.
Es el que conoce a Dios y quiere conocerlo mejor.
Es el que necesita escaparse de los ruidos de la
ciudad y busca el silencio del camino entre cerros.
Es quien, lejos de su familia, se da cuenta de
cuánto los quiere.
Es el que siente el cariño de la Virgencita en su
vida cotidiana y quiere agradecerle y regalonearle.
Son todas las personas que se dan cuenta de que
se han apartado del verdadero camino y buscan
la plenitud de Dios y el amor maternal de María.”
Padre Eugenio Barber, S.J
Ex Padre Asesor período 1989-2008
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Diferentes voces, una sola Fe:
“Constituye la máxima importancia para la identidad y para el Patrimonio Cultural y Patrimonio Natural de Arica y
Parinacota. En el Santuario de la Virgen de Las Peñas se realiza la fiesta de la religiosidad popular más grande de la
región y una de las más masivas de Chile, que en nuestro caso logra la confluencia de promeseros de Chile, Perú y Bolivia.
No es solo la celebración en la primera semana de octubre o diciembre, pues durante un año miles de componentes de
bailes religiosos, se preparan durante todo el año para mostrar su devoción a la Virgen.
Se podría afirmar que es parte consustancial de la Identidad de la religiosidad popular de Arica y Parinacota.
Por otro lado, el Santuario de la Virgen de Las Peñas, forma parte del Patrimonio Cultural de Arica y Parinacota, y a la vez
del Patrimonio Natural de la región, en tanto su locación se relaciona con la quebrada de Livilcar, sitio ancestral y mágico,
que cobija las celebraciones que remiten al Patrimonio Natural.”
Hermann Mondaca Raiteri
Escritor
Diferentes voces, una sola Fe:
“El Santuario de Livílcar tiene una importancia muy significativa en la historia de la fe religiosa, de los pueblos en general
de todas las religiones, en esta parte donde geográficamente está ubicado. Con relación a las sociedades religiosas, que
año tras año brindan mediante el baile su devoción y fe a la Virgen, estimo que la importancia del Santuario, en este caso,
tiene una connotación más profunda, porque estamos comprometidos en una misión.
Esa misión que estamos asumiendo, es la de ser promotores de la Fe en todo momento (cuando se baila y también fuera
del baile, en todo contexto); por lo que el Santuario resultaría la fuente de una renovación espiritual ante la Virgen, para
continuar con nuestro compromiso de acercarnos cada vez a la palabra de Nuestro Señor Jesucristo y seguir su camino.
Augusto Figueroa Rueda
Presidente y bailarín Soc. de Morenos de Tacna “Virgen de Las Mercedes”
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Arrieros
“…de nuevo cruzaran los ámbitos estrechos de la quebrada los gritos y el piafar
de los mulares, buscando las aguas frescas y el verdor de los pastos tiernos,
ascendiendo los cerros capeando el sol de la mañana y rumbo a la fe. El
Santuario de la Virgen del Rosario de Las Peñas, otra vez será el centro
maravilloso de la tradición ariqueña…”
¡Arre, mula!
Erie Vásquez Benitt
La estrella, 8 de diciembre 1982
Ya situándonos en el Santuario mismo es característico encontrarlos: la incomparable figura
del arriero, en el yaro equipando, apretando cintas, acomodando lomillos, ajustando riendas o
estribos, cegando a los mulares para cargarlos tranquilamente. Ellos llegaron con la historia,
uniendo el pasadizo maravilloso de la geografía ariqueña, los valles de Azapa y Lluta, la costa,
la sierra, el altiplano, acompañados por el silencio y a paso cansado dirigiendo sus nobles
cuadrúpedos, como mulares y caballos; transitando bajo las lunes nortinas hasta llegar al
Santuario.
En cada encuentro en octubre y diciembre es
indudable su aparición, no se puede escribir algo
relacionado con el la festividad de Las Peñas y no
mencionarlos, ya que los arrieros han sido de vital
importancia en el acontecer peñero, en sus
funciones están además la del traslado de víveres,
utensilios y diversos objetos que posteriormente
serán necesarios para cientos de personas que
forman parte de esta fiesta religiosa.
Pero su importancia no es solo utilitaria: desde el
punto de vista de la identidad misma, tanto cultural
como religiosa, el arriero le da el sabor tradicional
a la peregrinación; en los gritos, los silbidos, notas
heredadas apurando las bestias está precisamente
el marco evocador de épicas jornadas pretéritas,
casi perdidas, pero que renacen en todas las fiestas
del Santuario, dejando patente la presencia
ancestral de la peregrinación Livilqueña (Vásquez
Benitt, 1990).
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Cronología de una tradición: El día a día de la Fiesta de Las Peñas
Viacrucis e inicio de la fiesta:
La fiesta se inicia el día miércoles por la tarde con el tradicional Viacrucis, actividad incorporada
hace algunos años, donde los participantes de las sociedades religiosas recrean el "camino de
la cruz" realizado por Cristo, siguiendo el recorrido desde la entrada del pueblo hasta la
imagen del Cristo o Calvario; representando las respectivas estaciones acompañado de una
lectura de la biblia, cantos y oración.
El jueves se realiza la primera misa en el sector de la plaza, esa explanada será el centro que
concentrará a los grupos de bailes y las coreografías. A las 20.00 hrs, en la misma plaza, se
inicia una misa que, para los integrantes de los bailes, significa que el ritual anual ha
comenzado. Estos últimos años los bailarines nuevos realizan la bendición de sus trajes. A
partir de esa jornada y hasta el lunes, día y noche, bailarán, cantarán y expresarán sus
añoranzas, agradecimientos por los favores recibidos, esperanzas de salud, peticiones cumplidas
y prosperidades.
Cerca de las 21.30 horas, la misa concluye, y todos los presentes, al son de bandas de bronce,
se dirigen al Calvario, para iniciar, a los pies de la gran cruz, la entrada de la fiesta.
Comienza el ritual donde el alferazgo trae en andas, desde el templo, la imagen de la Virgen
que representa a la que está incrustada en la roca y que no puede salir en procesión. La
Virgen es entregada a los bailes religiosos, agrupados en “la Asociación de Sociedades
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Religiosas de la Virgen del Rosario de Las Peñas, Fiesta de Octubre”, acto simbólico que marca
que la Virgen ya está en poder de los bailes y que, por lo tanto, es posible iniciar su homenaje.
Los bailarines, vestidos con sus ropas de “la llegada”, comienzan la procesión al templo. Llevan
a la Virgen en un anda, y detrás de ella, va otra anda, con la imagen de Jesús, desfile que
es acompañado por sonidos de bandas de músicos.
Al llegar al templo, el sacerdote dice “Señor, abre las puertas del templo a tus fieles”, golpeando
tres veces el portón grande. Desde dentro, las puertas se abren y las imágenes, en sus andas,
ingresan entre alabanzas de bailarines, el saludo de algunos peregrinos, el sonido de las
matracas de los morenos, los panderos, pañuelos, challas y globos de colores que se lanzan
al paso de las imágenes, le dan la bienvenida, llena de colores y un regocijo indescriptible y
a la vez emocionante. Todos ingresan al templo; Padre asesor, Alferazgo, bailarines, músicos,
peregrinos y promesantes se acercan a la Virgen incrustada en el acantilado, a la que se la
ha quitado su protección de vidrio para que pueda ser tocada.
A las 22.30 horas comienza “la llegada de los bailes”, Todos vienen sin sus trajes, vestidos
con ropa de viaje, polera o chaqueta característica de cada compañía. Los grupos de baile
irán haciendo su saludo de 25 minutos. La Asociación reúne a 24 bailes procedentes de Arica,
Ilo y Tacna. Primero los bailes saludan en el Cristo y luego van por la calle principal (calvario)
entonan las diferentes melodías de sus llegadas arrodillados hasta aproximarse al templo.
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Mientras un baile está en el templo, otro está saludando en el calvario o Cristo. El orden es
dado por la tradición según la antigüedad del baile. Los bailes morenos son los más antiguos,
y se mueven lentamente haciendo sonar sus matracas a un ritmo continuo y sostenido, que
rebota en la pared de roca de la Virgen, formando una atmósfera sonora cargada de
resonancias. La banda de bronces resuena en el espacio. Trompetas, bajos, tubas, bombo y
caja tocan mientras los bailarines deslizan los pies a uno y otro lado, mirando hacia la Virgen,
abriendo los corazones.
Los bailes se suceden, unos con 30 bailarines, otros con 12, otros con 50. Morenos, canarios
y cuyacas van entrando al templo. Los canarios con su baile enérgico y lleno de saltos y
vueltas; las cuyacas con su baile de mujeres pastoras, movimientos hermosos y su banda de
lakitas o zampoñas, la única en medio de todas las bandas de bronce. Pasan las horas y
pasan los bailes. El sonido y la danza no se detendrá hasta el lunes al mediodía. Durante 84
horas bailarán y sonarán instrumentos. Un baile sale del templo, y otro entra. El que sale, va
al calvario y baja a la plaza de las mudanzas, donde sigue bailando.
Diferentes voces, una sola Fe:
“Para nosotros los devotos de la Virgen de Nacimiento, el Santuario de la Virgen de las Peñas es el pueblo único en el
cual se viven las experiencias más lindas de vida, un paisaje único, un lugar en el cual se rompen las fronteras, no se
hacen distinciones de razas, suelo en donde de verdad nos sentimos hijos de una misma Madre que nos reúne en torno a
ella, para realizar la celebración más importante del año su día. Es por esas razones que para nosotros es el evento más
importante que vivimos a lo menos una vez por año.”
Jessica Flores Jiménez
Presidenta Asociación de Sociedades Religiosas “Virgen de Las Peñas”
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Los saludos y mudanzas, días de fiesta.
El segundo día, muy temprano, cerca de las 08:00 horas, comienzan los saludos de los bailes.
Ahora corresponde dar los “buenos días”. Las músicas, danzas y cantos se repiten con algunas
variaciones en las letras. El tiempo ritual implica la repetición de sonidos y movimientos. Pero
hay una gran diferencia, para los “buenos días”, los bailarines visten trajes ceremoniales.
Algunos son sobrios, como los trajes de terno gris con una banda azul cruzada al pecho; o
chaleco de terno azul con una banda blanca cruzada al pecho y guantes blancos.
Otros trajes llenan de colores el templo y la quebrada; poleras amarillo brillante con pantalones
negros; vestidos verdes con negro, sombreros, pañuelos, faldas multicolores, brillantes trajes de
diablos y algún figurín de oso. Las matracas lucen sin estar envueltas, los estandartes están
descubiertos. Para los buenos días, todos los bailes comienzan en el calvario, hincándose ante
el Cristo y parten bailando, o caminando con música, al templo. Ahí bailan y cantan durante
25 minutos frente a la Virgen, luego retornan al calvario y los bailes “de saltos” bajan a la
plaza de las mudanzas, donde también hay una organización previa a la fiesta.
El pueblo está lleno de sonidos, suelen haber tres bandas tocando simultáneamente en el
templo, calvario y plaza de mudanzas. Durante el día los peregrinos van llegando cada vez en
mayor número. Muchos vienen por el día, hacen la caminata, saludan a la Virgen, comen, se
refrescan, están un par de horas y regresan a Arica. Otros se instalan para pasar uno, dos o
tres días. En la parte baja del pueblo, a la entrada al borde del río y en el sector de las casas
de los bailes, aparecen carpas. Los puestos de comerciantes que bordean la calle de la parte
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inferior del pueblo venden esencialmente artículos y recuerdos religiosos: estampitas, relicarios,
fotos de la Virgen, oraciones, rosarios. Las banderitas de colores colgadas en la plaza y calles
contrastan contra el café de los cerros y azul del cielo. Los niños saltan en las rocas, entre
las aguas, gritando y riéndose, las carpas brillan al sol. Hay una fuerte presencia de carabineros.
Es un gran despliegue de autoridad. Pasean continuamente por el pueblo, fiscalizan, a grupos
de jóvenes cerca de las carpas; a algunos que están fuera y dentro del templo. A las 15.30
horas los bailes comienzan a dar las “buenas tardes”, repitiéndose así el mismo orden y
secuencia descrita anteriormente.
A las 21.00 horas la concurrencia se agolpa a la entrada del templo. Se da inicio a la primera
procesión, los primeros 12 bailes acompañan las imágenes de la Virgen y de Jesús por las
calles de la parte superior de pueblo, llamada Rosario y se dirigen al calvario y luego de
retorno a la iglesia.
La Virgen es sacada en andas por los carabineros, lo mismo que Jesús en andas. La procesión
recorre una corta distancia, avanzando lentamente. Marcha un trecho con un grupo de bailarines
y su banda, y luego otro grupo avanza con ella otro tanto, haciendo una especie de posta.
Luego de la procesión los bailes comienzan la rueda de las buenas noches, que durará toda
la noche. Uno tras otro, los bailes repiten el orden y secuencia de los actos, en un continuo
de movimiento y sonido.
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Diferentes voces, una sola Fe:
“Desde muy joven he participado en los bailes religiosos tanto en los pueblos como en santuarios. También junto a la
música he conocido diversos santuarios tanto en Chile como el extranjero, incluido el santuario de Livilcar al cual acudo
en sus dos festividades dese el año 1987. Para mí la festividad de Las Peñas es la fiesta más importante de la región, y
destaca mucho porque a ella acuden muchos bailes tanto de Arica como del Perú.
Es una festividad que exige un gran sacrificio para asistir a ella puesto que el traslado es a pie o en animal. A través de
los años he aprendido a conocer los bailes, he participado con ellos, he compuesto cantos con mis letras originales para
ellos y he aprendido a ser un peregrino más de la Paloma de Livilcar. Junto a la banda que dirijo, ‘Los Tigres de Arica’,
hemos acompañado por muchos años a diferentes compañías de bailes durante el tiempo que hemos asistido al
santuario.”
Juan José Tarifa Salles
Músico banda “Los Tigres de Arica”
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Día del cumpleaños de Nuestra Señora del Rosario de las Peñas
El tercer día, las actividades se inician aún más temprano, a las 6 de la mañana, con la
primera de las tres misas. A las 10.00 horas se entregan los sacramentos, como el del bautismo
y matrimonio; y a mediodía es el izamiento de las banderas, la chilena y la del santuario. Los
devotos y algunos de los bailarines de las 24 compañías se reúnen en la plaza del templo y
cantan los himnos, el nacional y de Arica. Llega el Obispo de Arica, que es recibido por el
alferazgo, quien expresa algunas palabras, es una ceremonia breve. Luego, los bailes continúan
el orden y las secuencias.
Por turnos dan las “buenas tardes” en el templo, comenzando en el calvario, yendo luego a
la plaza, ahí los bailes de saltos despliegan su energía de color y movimiento durante toda la
tarde. Por otra parte, desde la entrada del pueblo, aguas abajo, se ve la larga fila de caminantes
con mochilas y bultos al hombro. El sonido de las trompetas rebota en la quebrada; las
ramadas están repletos de concurrentes que en su mayoría llega para esperar la víspera de
la Chinita; olores de asado, cazuela, estofado, y sopaipillas recorren la angosta calle.
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Llegada la noche, a eso de las 22.30 horas aproximadamente, la multitud es mayor a las
afueras del templo, donde se realiza la misa de fiesta, esperando la víspera a la cual asisten
todos los bailes y una gran cantidad de peregrinos. Es más difícil desplazarse, la multitud se
agolpa, el templo y la plaza están llenos. La misa se realiza sobre un escenario montado en
la plaza fuera del templo. La fila de personas que hace turno para saludar a la Virgen se
alarga por la calle de arriba hasta llegar al calvario y muchas veces llega hasta la posta.
A medianoche es la “víspera”, la Virgen cumple
años, es el momento cúlmine de la fiesta. Las
imágenes en sus andas entran al templo junto a
los bailes y la gente que alcanza a ingresar.
Muchos quedan fuera; dentro del templo ocurre
una ceremonia hermosa de coronación de la
Virgen, corona que es guardada celosamente.
Durante estos últimos años ha ido variando el
homenaje que se le hace a la Chinita, en manos
de diferentes personajes tales como dirigentes,
caporales, adultos y niños, sin embargo, el fin es
el mismo: llegar a los pies de nuestra Madre y
coronarla, donde la multitud apoya con el
característico ¡Viva la Virgen de Las Peñas! ¡Viva!
Los gritos resuenan en el templo, cientos de globos caen desde el coro que encuentra ubicado
en la parte superior, es un momento íntimo, una paradoja de tristeza y alegría. La algarabía
sonora es alucinante, los globos suenan en medio de los gritos, las bandas y los aplausos. La
Virgen coronada mira y sonríe. Cuando la víspera termina, los bailes continúan dando las
“buenas noches”, es el inicio de su cumpleaños.
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Por otro lado, a fila de peregrinos para saludar a la Virgen es interminable, todos se arrodillan
frente a ella, saludándola, suplicándole, pidiéndole, agradeciendo. Las lágrimas fluyen de los
rostros cansados de los caminantes. Al lado de la imagen un par de custodios hace salir a la
gente que permanece demasiado tiempo frente a ella para que pase el siguiente turno. Ella
recibe el tacto de miles de creyentes que piden prosperidad, salud y vida. Los creyentes pasan
frente a ella, los bailes se suceden sin parar durante toda la noche y las bandas tocan y
tocan sin parar.
Poco antes de las 11 de la noche, el templo se va llenando de integrantes de los bailes, pues
comenzará la misa de los bailes religiosos, los que colocan sus estandartes en los costados
del altar. Cuando la misa finaliza, la mayoría de la gente se reúne en la plaza de las mudanzas
pues el Baile Moreno N° 1 de Tacna, el baile religioso con más antigüedad, hará su presentación
con su tradicional “Pisa Pisa”, danza que consiste en imitar labores de pisado de uva.
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A lo largo de la jornada, la gente comienza a abandonar el pueblo, las carpas se desarman;
y cientos de espaldas cargadas forman la larga fila de caminantes que baja por el sendero,
pero los bailes y bandas siguen sus performances; en la plaza, el despliegue es completo; los
músicos de las bandas se mueven danzando hacia la izquierda y derecha, la segunda mitad
de los bailes saca las imágenes en procesión. Esta vez la Virgen es cargada por integrantes
de los bailes, y carabineros se encargan del anda de Jesús. Una vez finalizada, el Obispo dice
algunas palabras y deja la iglesia libre para que los bailes puedan seguir con sus buenas
noches, hasta completar el ciclo.
Se acerca el fin de la fiesta. “Al cantar la
despedida, se me parte el corazón, adiós
madre milagrosa, échanos tu bendición”.
Pasada la medianoche comienzan las
despedidas de los bailes. Los bailarines hacen
algunas mudanzas antes de pasar a despedirse
personalmente de la Virgen y tocar su imagen.
Vuelven a formarse en la fila con lágrimas en
los ojos y comienzan a cantar su despedida.
Las canciones son más lentas y sentidas que
los días anteriores, señal que la fiesta está
dando término y volveremos si Dios y ella
quiere para el próximo año.
Diferentes voces, una sola Fe:
“Es un Santuario muy importante para mí en lo que respecta a devoción, fe, tradición, ya que en el transcurso de mi vida
pasé a ser parte de ella desde joven, con más de 30 años bailándole y cantándole y ahora que formé una familia mi esposa
e hijos también son parte de la devoción a la Virgen de las Peñas; es por eso que darle un valor al Santuario es
invalorable por todos los sentimientos que refuerzo año a año como la Esperanza, Amor, Paz, y sobretodo mucha Fe y
para todas aquellas personas que han visitado el Santuario de Las Peñas de seguro se convirtió en un lugar importante.”
Freddy Juarez Condori
Presidente y Caporal Soc. Religiosa Mariana Nazarena “Virgen del Rosario”, Tacna
“En el Santuario de la Virgen de Las Peñas conocí a mi esposa en los bailes, y junto a ella y nuestros hijos la veneración
es parte de nuestras vidas, en donde año a año nos preparamos para subir a venerar a nuestra Madre. Hemos crecido en
el amor y devoción a María, el cual día a día tratamos de vivirlo a plenitud junto a mi familia.
Este año 2020, producto de la pandemia se ha hecho muy difícil, ya que no podremos venerar a la Virgencita como se lo
merece, pero con la fe y esperanza que el próximo año estaremos a sus pies rindiendo homenaje como la Madre de todos
nosotros. Es tanto el amor y fe a nuestra Chinita que no me imagino mi vida sin poder venerar a la Virgencita de las Peñas.”
Mauricio López López
Bailarín Guía baile religioso “María de Cárcamo”
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Una realidad diferente: Fiesta de octubre 2020
Acercarse al mes de octubre adquiere una connotación especial para todos quienes tenemos
en común la fe católica. Con el recuerdo vivo del año 1991, cuando se suspendió la fiesta
religiosa por primera vez en todo el norte de Chile producto de la epidemia del cólera, luego
otro momento de similares características vivido en el año 2009, donde por efecto de la
propagación de la “Influenza humana” y las remodelaciones del Santuario de la Virgen,
nuevamente se suspendió la fiesta. Hoy, en pleno 2020, año tan ansiado y con tantas
proyecciones, lamentablemente vivimos el mismo destino.
Actualmente la tristeza se apodera de los corazones de cada uno de los miles de devotos de
la Virgen de las Peñas, sin duda albergamos las esperanzas de un destino diferente, pero no
fue así: hoy no llegaremos físicamente al encuentro con nuestra Madre, hoy no podremos, a
través de nuestros bailes religiosos, venerar a nuestra querida “Chinita”; la tan esperada
peregrinación que nos caracteriza, producto de esta peligrosa pandemia del Covid-19, se
suspendió. Durante los primeros meses tuvimos la esperanza de que quizás este virus duraría
tan sólo unos meses y muy dentro de nosotros sentíamos que en octubre ya habría solución,
mas al transcurrir las semanas, de a poco se fueron suspendiendo las fiestas religiosas más
importantes de Chile, y finalmente llega octubre y acá estamos, desde casa, desde cada uno
de nuestros hogares evocando recuerdos, vivencias, experiencias, anécdotas, testimonios de fe
y esperanza que circundan en torno a nuestra querida fiesta grande de Las Peñas. Dejar el
peregrinar para fieles y devotos es mucho más que dejar una costumbre, esto representa parte
importante de nuestras vidas, parte de nuestra historia, de nuestro vivir cotidiano. Cómo se
extraña la unión, las reuniones, celebraciones, juntas, aniversario, ensayos, misas… Tantos
recuerdos y grandes momentos que este año, se han tenido que postergar.
Quizás es momento de valorar, sentir, reflexionar, es hora de abrir nuestra alma y corazón
para recibir a nuestra madre de forma simbólica, es un anuncio de esperanza y alegría de una
iglesia que permanece viva, en medio de tantos signos de muerte y tragedias que nos rodean.
Vivamos esta fiesta junto a la familia y más cercanos y sobre todo en conexión espiritual y
virtual con nuestras compañías de bailes, asociaciones, sacerdotes, alferazgo, músicos y todos
quienes forman parte de esta familia peñera.
No perdamos la esperanza que el próximo año, volveremos a revivir con una fe más verdadera
y profunda, la unión en torno a esta gran fiesta, pronto sentiremos esa paz y adrenalina que
sólo un bailarín del silencio siente, porque quizás es nuestra forma de comprender el mundo,
lo expresado es sin duda, un regalo que Dios y la virgen nos entregan.
Con cariño para todos los Bailes religiosos, fiesta de octubre 2020.
Continuará…
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Agradecimientos finales
En primer lugar, a mis Padres por heredarme la tradición, hecha Fe a través de los bailes
religiosos.
A la Virgen de La Peñas, por tomar la decisión de empezar este proyecto.
Al Padre Nelson Peña, por transmitir la misión de proteger y promover, los bailes religiosos
como verdaderas escuelas de Fe.
A mi colega Alejandra Imaña, por apoyar este proyecto, además de su confianza y disposición.
A Francisco Pérez Zamudio, por la colaboración de imágenes del Santuario de las Peñas.
A Don Erie Vásquez Bennit (Q.E.P.D.), por su literatura, por su entrega y por permitir viajar en
cada página leída de su obra “Más allá del río”.
A los Señores Hermann Mondaca Raiferi y José Barraza Llerena, por su información y valiosa
documentación acerca de la identidad, Patrimonio Cultural y Patrimonio Natural de Arica y
Parinacota.
.Al Padre Eugenio Barber, S.J. Asesor de las fiestas de Las Peñas período 1989-2008.
A Sor Adela Espinoza Zapatel, Directora del Colegio Italiano Santa Ana.
A la Sra. Hilda Palza Vascones, Por la gestión de los testimonios en la ciudad de Tacna-Perú
Por último pero no menos importante, a todas las personas que participaron en los diversos
testimonios: Sra. Jessica Flores, Presidenta de la asociación de bailes de octubre, Sr. Claudio
Aguirre, Presidente del Alferazgo, bailarines, socios, músicos, todos ustedes.
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Bibliografía:
• Aliaga Rojas, F. (1992). “Religiosidad Popular Chilena. Visión Histórica”. Colección
Nuevas Expresiones.
• Arica y Parinacota. Fiestas Tradicionales y Populares. (2020). Ruta Patrimonial, núm. 62.
Recuperado el 26 de septiembre 2020, de http://rutas.bienes.cl/arica-y-parinacotafiestas-tradicionales-y-populares
• Barraza, J. (Comp.) Manual de Patrimonio Cultural y Natural Arica y Parinacota.
• Documento de Aparecida. Vaticano. (2008). Recuperado el 26 de septiembre 2020, de
https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cbishops/pcal/documents/formacionsacerdotal-america-latina.pdf
• Mondaca, H. (2018). La Virgen de Las Peñas: Una historia de amor y devoción.
• Peña Antil, N. (2015). Bailes religiosos de Arica, valoración de su historia y tradición.
• Universidad de Tarapacá. (1996). Revista Chungará, núm. 28.
• Van Kessel, J. (1974). Bailarines en el Desierto. Un estudio de dinámica social.
• Van Kessel, J. (1985). Lucero del Desierto. Lucero brillante, mística popular y
movimiento social.
• Vásquez Benitt, E. (1990). Más allá del río.
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