Memoria y Resistencia: abuso policial en México
Vivimos en una invisibilización mediática, política y social. Por ello, la Red Tapatía de Revistas y Fanzines Literarias (RTRFL) nos dimos a la tarea de abrir la convocatoria Memoria y Resistencia, un llamado a los ciudadanos y ciudadanas a denunciar los abusos policiales a través del arte como forma de protesta. En este fanzine se reúnen diferentes visiones de un mismo fenómeno. Hemos seleccionado material escrito, de divulgación y literario; discursos visuales, testimonios presentes en redes sociales. Para descargar el PDF, copia y pega el siguiente link en la barra del buscador: https://drive.google.com/file/d/1r4m6J87Dv30-CFYg25YygwThVPV6hDYW/view?usp=sharing Vivimos en una invisibilización mediática, política y social. Por ello, la Red Tapatía de Revistas y Fanzines Literarias (RTRFL) nos dimos a la tarea de abrir la convocatoria Memoria y Resistencia, un llamado a los ciudadanos y ciudadanas a denunciar los abusos policiales a través del arte como forma de protesta. En este fanzine se reúnen diferentes visiones de un mismo fenómeno. Hemos seleccionado material escrito, de divulgación y literario; discursos visuales, testimonios presentes en redes sociales. Para descargar el PDF, copia y pega el siguiente link en la barra del buscador: https://drive.google.com/file/d/1r4m6J87Dv30-CFYg25YygwThVPV6hDYW/view?usp=sharing
Y los policiasJuan Abarca, 31 años, Tenexpa, GuerreroY los policíasGeneran más violenciaMucho más42 - Poesía
Los polis que peor mecaen son los polis chidosGina Correa, 22 años, Zapopan, JaliscoLos polis que peor me caen son los polis chidos. Que quede bien claro: a lospolis culeros los odio. Llegué a ese odio por un camino largo, pero fácil deseguir; empieza cuando veo una patrulla en la calle. De repente, no puedopensar en nada más, supongo que tampoco una cebra puede pensar en algoque no sea la leona que alcanza a ver entre la maleza. Recuerdo que cuandoera niñx veía que se llevaban a alguien y me daba miedo el detenido; ahoratemo por él. Sigo caminando, no te quedes viendo porque te ves sospechosx,no camines rápido porque parece que huyes. No pasa nada. No pasa nada.Nopasanadanopasanada. Cuando termina la zona de riesgo viene el enojo, sedespeja el miedo y puedo odiar.A veces me imagino que hago encabronar a un poli. Hay muchasmaneras de provocarlo, como hacerle sentir que lo desafías o hacer reír asu pareja. A lo mejor ya lo ha hecho, a lo mejor pensó jamás hacerlo, peroel asunto es que me quiere matar. Sabe que no es legal y no le importa; sucoraje se lo lleva. ¿Cuánto tiempo duraría vivx? No me animo ni a creer enlas excepciones, en los casos que sí aparecen en los noticieros un mes después.Amaneces con una pistola en la mano fría, y ya hasta te volviste una victoriaen contra del crimen organizado.Todos los polis tienen el poder de hacer eso. La diferencia entre losculeros y los chidos es que los chidos deciden no hacerlo. Te apuntan unapistola a la cara y deciden no tirar. Se ganan la confianza que la instituciónentera necesita y su respetabilidad, a duras penas, sostiene en pie unaestructura agrietada. Una estructura que aún así se cae y se cae y se cae sobrenuestras cabezas.Mi niñez coincidió con esa gran era del operativo a la que llamaronguerra contra el narco. Los soldados se instalaban en el camellón frente a lascasas y les apuntaban por días enteros con enormes armas montadas sobretripiés –nadie podría sostener los brazos por tanto tiempo–. Esperaban verEnsayo - 43
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Los polis que peor me
caen son los polis chidos
Gina Correa, 22 años, Zapopan, Jalisco
Los polis que peor me caen son los polis chidos. Que quede bien claro: a los
polis culeros los odio. Llegué a ese odio por un camino largo, pero fácil de
seguir; empieza cuando veo una patrulla en la calle. De repente, no puedo
pensar en nada más, supongo que tampoco una cebra puede pensar en algo
que no sea la leona que alcanza a ver entre la maleza. Recuerdo que cuando
era niñx veía que se llevaban a alguien y me daba miedo el detenido; ahora
temo por él. Sigo caminando, no te quedes viendo porque te ves sospechosx,
no camines rápido porque parece que huyes. No pasa nada. No pasa nada.
Nopasanadanopasanada. Cuando termina la zona de riesgo viene el enojo, se
despeja el miedo y puedo odiar.
A veces me imagino que hago encabronar a un poli. Hay muchas
maneras de provocarlo, como hacerle sentir que lo desafías o hacer reír a
su pareja. A lo mejor ya lo ha hecho, a lo mejor pensó jamás hacerlo, pero
el asunto es que me quiere matar. Sabe que no es legal y no le importa; su
coraje se lo lleva. ¿Cuánto tiempo duraría vivx? No me animo ni a creer en
las excepciones, en los casos que sí aparecen en los noticieros un mes después.
Amaneces con una pistola en la mano fría, y ya hasta te volviste una victoria
en contra del crimen organizado.
Todos los polis tienen el poder de hacer eso. La diferencia entre los
culeros y los chidos es que los chidos deciden no hacerlo. Te apuntan una
pistola a la cara y deciden no tirar. Se ganan la confianza que la institución
entera necesita y su respetabilidad, a duras penas, sostiene en pie una
estructura agrietada. Una estructura que aún así se cae y se cae y se cae sobre
nuestras cabezas.
Mi niñez coincidió con esa gran era del operativo a la que llamaron
guerra contra el narco. Los soldados se instalaban en el camellón frente a las
casas y les apuntaban por días enteros con enormes armas montadas sobre
tripiés –nadie podría sostener los brazos por tanto tiempo–. Esperaban ver
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