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Listin Diario 23-08-2020

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6 SANTO DOMINGO, RD. DOMINGO <strong>23</strong> DE AGOSTO DE <strong>2020</strong><br />

La República<br />

Lecturas de domingo<br />

Enfoque político<br />

SERGIO RAMÍREZ<br />

Managua, Nicaragua<br />

ENTRE ORWELL<br />

Y KAFKA<br />

Versión oficial: La vocera oficial del régimen, que es la primera dama y a la<br />

vez vicepresidenta, se adelantó a declarar en su alocución radial de todos los<br />

días, que se trataba de un accidente provocado por una vela que había prendido<br />

fuego a un cortinaje<br />

George OEWLL<br />

“EL PODER EN<br />

NICARAGUA NO<br />

ES CAPAZ DE DE-<br />

TENER LA MANO<br />

CRIMINAL DE<br />

NINGUNO DE LOS<br />

SUYOS. AL RÉGI-<br />

MEN NO LE QUEDA<br />

OTRA MANERA<br />

QUE JUSTIFICARLO<br />

TODO, INVENTAR<br />

UNA VELADORA,<br />

UN CORTINAJE,<br />

UN ROCIADOR DE<br />

ALCOHOL”.<br />

Un amigo que seguramente<br />

nunca ha leído<br />

a Kafka, llamó el<br />

otro día por teléfono<br />

al inspector Dolores<br />

Morales, que ya retirado tiene en<br />

Managua su oficina de detective privado,<br />

y que tampoco ha leído a Kafka,<br />

y le comentó que cada día ocurre<br />

en Nicaragua una situación kafkiana:<br />

muchachos que ya estuvieron<br />

en la cárcel como reos políticos son<br />

vueltos a capturar, sacados de sus<br />

casas con toda violencia y sin orden<br />

judicial alguna, y llevados a centros<br />

de detención desconocidos, para ser<br />

condenados después por jueces sin<br />

rostro mediante sentencias que ya<br />

están escritas.<br />

Entonces el inspector Morales recordó<br />

que otro amigo, que ese sí ha<br />

leído a Orwell, le había dicho el día<br />

anterior en un chat, que vivimos en<br />

un país orwelliano, donde la mentira<br />

oficial busca imponerse sobre la<br />

verdad, y crear una realidad paralela<br />

que a través de la reiteración del<br />

discurso llegue a volverse dominante.<br />

Este otro amigo es profesor de literatura<br />

en la Universidad Nacional, y<br />

oculta su nombre bajo seudónimo en<br />

los chats, porque esas opiniones suyas<br />

pueden llevarlo cuando menos al despido<br />

fulminante de su cátedra.<br />

El inspector Morales desconoce a<br />

Orwell, pero está familiarizado con<br />

el caso que origina el comentario<br />

de su amigo. Sucedió que hace poco<br />

un encapuchado entró en la catedral<br />

de Managua con el ánimo fanático<br />

de prender fuego a la imagen<br />

centenaria de la Sangre de Cristo, la<br />

más venerada del país, y una de las<br />

más bellas, la cual resultó seriamente<br />

dañada en el incendio. Sacerdotes,<br />

templos, imágenes, se hallan hoy día<br />

bajo ataque.<br />

La vocera oficial del régimen, que<br />

es la primera dama y a la vez vicepresidenta,<br />

se adelantó a declarar en<br />

su alocución radial de todos los días,<br />

que se trataba de un accidente provocado<br />

por una vela que había prendido<br />

fuego a un cortinaje; verdad ficticia<br />

que una vez establecida debe<br />

ser llevada hasta las últimas consecuencias,<br />

no importa el tamaño del<br />

ridículo que la mentira traiga consigo,<br />

opina el profesor de literatura<br />

que se oculta bajo seudónimo.<br />

El cardenal Brenes, arzobispo de<br />

Managua, aclaró que en la capilla<br />

donde se venera al cristo no hay cortinajes<br />

y está prohibido encender velas,<br />

y que se trataba de un acto premeditado<br />

de profanación ejecutado<br />

por un terrorista que tenía prevista la<br />

ruta de escape.<br />

En repuesta, la policía se llevó presos<br />

a los testigos, sacándolos a la fuerza de<br />

la propia catedral, quienes terminaron declarando<br />

que no habían visto entrar a ningún<br />

encapuchado. La verdad iba ya en camino<br />

de ser ajustada a la versión oficial.<br />

El paso siguiente fue descubrir en el lugar<br />

de los hechos un pequeño rociador<br />

de alcohol de 200 mililitros, de los que<br />

se usan para desinfectar las manos, y a<br />

partir de ese trascendental hallazgo los<br />

expertos forenses determinaron que el<br />

incendio se había producido por el fenómeno<br />

químico llamado “solvatación”; los<br />

vapores del alcohol entraron en contacto<br />

con el aire caliente y avivaron la combustión<br />

de una veladora.<br />

La veladora no podía faltar porque estaba<br />

en la esencia de la explicación inicial<br />

de la primera dama y vicepresidenta,<br />

y la realidad debe amoldarse a sus palabras.<br />

Por lo tanto, donde no hay veladoras,<br />

aparece la veladora. Si no hay cortinaje,<br />

el cortinaje debe materializarse de<br />

la nada. Y el terrorista encapuchado deja<br />

de existir.<br />

El inspector Morales se rasca la cabeza,<br />

y vuelve al comunicado de la policía: la<br />

solvatación fue provocada por el minúsculo<br />

atomizador de alcohol isopropílico.<br />

Pero el artefacto, que cabe en la palma de<br />

la mano, aparece intacto en la escena del<br />

Frank Kafka<br />

crimen, sin haber sufrido mengua alguna,<br />

a pesar de su poder destructor.<br />

Nadie lo ha llamado a investigar,<br />

y tiene casos pendientes de los que<br />

suele llevar, esposas que necesita fotografías<br />

del marido en casa de la<br />

amante, sorprendido en intimidades<br />

que el distanciamiento social impuesto<br />

por la pandemia no aconseja.<br />

Pero el caso del fanático incendiario<br />

lo apasiona. Y las mentiras que están<br />

detrás.<br />

Recurre entonces a otro amigo suyo,<br />

químico de profesión, quien también<br />

oculta su nombre porque trabaja<br />

en una institución del estado. Otro<br />

que iría al desempleo.<br />

“El alcohol isopropílico”, le explica,<br />

“alcanza su punto de inflamación<br />

a partir de los 12 grados Celsius; para<br />

que sea capaz de producir vapores<br />

que se acumulen en el ambiente, y<br />

causen semejante conflagración, se<br />

necesitaría al menos 60 litros, que es,<br />

más o menos, un barril de alcohol,<br />

abierto. además”.<br />

El inspector Morales inscribe los<br />

datos en su acostumbrado cuaderno<br />

de notas, aunque sea sólo para su<br />

propio descargo, y luego agrega sus<br />

conclusiones acerca del caso:<br />

“El poder en Nicaragua no es capaz<br />

de detener la mano criminal de ninguno<br />

de los suyos. Supongamos que el terrorista<br />

de rostro oculto que quiso quemar<br />

la imagen es un fanático que ve en<br />

la iglesia el enemigo principal del régimen.<br />

Supongamos que no fue mandado,<br />

sino que es un acto espontáneo. Al<br />

régimen no le queda sino justificarlo,<br />

inventar una veladora, un cortinaje, un<br />

rociador de alcohol”.<br />

Y a página seguida: “no le queda sino<br />

crear esa mentira paralela que mi amigo<br />

el profesor llama orwelliana, porque el<br />

poder no tiene partidarios, sino cómplices<br />

a los que no se puede castigar, así incendien,<br />

así maten. La impunidad es el precio<br />

de la complicidad, así los contradiga el<br />

papa desde su balcón en la plaza de San<br />

Pedro. Sólo les queda protegerse unos a<br />

otros, los de arriba a los de abajo y viceversa,<br />

así se hundan todos juntos”.<br />

Más noche me llama, porque me cuento<br />

también entre sus amigos. ¿Le podría<br />

prestar un libro de Kafka? ¿Por cuál empieza?<br />

Le recomiendo La metamorfosis.<br />

Me pide explicarle de qué se trata. Me<br />

escucha atento. “Un día todos vamos a<br />

amanecer en este país convertidos en cucarachas”,<br />

me dice, y se ríe con esa risa suya<br />

que yo le conozco.

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