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Una colaboración con<br />
INTERNATIONAL WEEKLY<br />
DOMINGO SÁBADO <strong>23</strong>22 DE AGOSTO DE <strong>2020</strong><br />
Copyright © <strong>2020</strong> The New York Times<br />
Kamala<br />
Harris, el<br />
rostro de<br />
un EE.UU.<br />
cambiante<br />
Por SABRINA TAVERNISE<br />
Cuando la madre de Kamala Harris<br />
partió de la India a California<br />
en 1958, el porcentaje de estadounidenses,<br />
que eran inmigrantes,<br />
estaba en su punto más bajo en más<br />
de un siglo.<br />
Pero, eso estaba a punto de cambiar.<br />
Su llegada a la Universidad de<br />
California, en Berkeley, como una<br />
estudiante de posgrado —y la de<br />
otro estudiante, un inmigrante de<br />
Jamaica con quien se casaría— fue<br />
el inicio de una ola histórica de inmigración<br />
desde fuera de Europa.<br />
El hecho de que Joseph R. Biden<br />
Jr. haya seleccionado a Harris, como<br />
su compañera de fórmula, se ha<br />
celebrado como un hito, porque es<br />
la primera mujer negra y la primera<br />
de ascendencia india, en la historia<br />
de Estados Unidos, en figurar en<br />
la lista presidencial de un partido<br />
importante. Pero su selección<br />
también destaca el surgimiento de<br />
una nueva ola de estadounidenses,<br />
de segunda generación, como una<br />
fuerza política y cultural en crecimiento.<br />
La última gran afluencia de inmigrantes,<br />
a finales del siglo XIX y<br />
principios del XX, emergió principalmente<br />
de Europa del Este y Sur.<br />
En esta ocasión, el aumento proviene<br />
de lugares tan variados como India,<br />
Jamaica, China y México.<br />
En California, estado al que Harris<br />
representa en el senado, aproximadamente<br />
la mitad de todos<br />
los niños provienen de hogares de<br />
inmigrantes. A nivel nacional, por<br />
Con tinúa en la página 4<br />
ERIN SCHAFF/THE NEW YORK TIMES<br />
Kamala Harris es una<br />
senadora de California, donde<br />
casi la mitad de los niños<br />
provienen de hogares de<br />
inmigrantes.<br />
Una hija,<br />
raptada<br />
tres veces<br />
ADAM DEAN PARA THE NEW YORK TIMES<br />
El patio en Tailandia donde el padre de N. intentó quitársela a su madre, con ayuda de un “agente de recuperación” que contrató.<br />
Por DAVID YAFFE-BELLANY<br />
UNOS DÍAS ANTES de la Navidad de 2013, Stuart Dempster contrató un<br />
automóvil para que lo llevara de Bangkok a la ciudad rural de Ban Phai, en<br />
el noreste de Tailandia. Dempster, un entrenador australiano de atletismo<br />
de 55 años, iba acompañado por un contratista de seguridad alto y fornido.<br />
Los dos hombres se preparaban para secuestrar a la hija de Dempster.<br />
Dempster no estaba seguro de qué esperar. No había visto a N., su hija<br />
de 5 años, en casi un año. En su casa en Brisbane, había acordado pagar<br />
varios miles de dólares al contratista, Brad Stilla, a través de una compañía<br />
llamada Child Recovery Australia, una entre un puñado de agencias<br />
que reúnen a padres con hijos, llevados por cónyuges separados. Stilla se<br />
reunió con Dempster en un hotel en Bangkok y presumió que sabía kung fu.<br />
Luego de varias horas, el automóvil se detuvo en la escuela Santo Redentor<br />
de Ban Phai, una institución católica privada, en una transitada calle en<br />
el centro de la ciudad.<br />
Dempster se sentía nervioso, como le<br />
ocurría antes de carreras importantes.<br />
Dentro de la escuela, preguntó dónde podía<br />
encontrar a N., y un profesor señaló<br />
hacia un aula en el segundo piso. Se preguntaba<br />
si su hija le reconocería.<br />
La esposa de Dempster, una mujer<br />
tailandesa llamada Atchariya Chaloemmeeprasert,<br />
11 meses antes había llevado<br />
a N. a Ban Phai para visitar a sus familiares.<br />
El matrimonio no pasaba por un momento<br />
feliz: discutían a menudo y habían<br />
estado durmiendo en cuartos separados.<br />
El día en que Atchariya tenía programado<br />
regresar, su tío le dijo a Dempster que<br />
ella ya no quería hablar con él. Planeaba<br />
quedarse en Ban Phai con su hija.<br />
“Era difícil pensar con claridad”, recordó<br />
Dempster. “Solo pensé, ‘¿hice algo<br />
malo?’. Nadie es perfecto, y no existe una<br />
regla irrevocable para criar hijos o para<br />
las relaciones. Pero yo no había hecho nada<br />
que justificara eso”.<br />
A menudo, es poco lo que la policía local<br />
o los tribunales familiares pueden<br />
hacer, cuando uno de los padres se lleva a<br />
un hijo al extranjero. Pero en Australia y<br />
en decenas de otros países, el progenitor<br />
que se queda en el país puede solicitar la<br />
devolución del menor conforme a un tratado<br />
internacional de 1980, el Convenio<br />
de La Haya sobre los Aspectos Civiles<br />
sobre la Sustracción Internacional de<br />
Menores. Los países que adoptan el pacto<br />
acuerdan ayudar a resolver los casos<br />
de secuestro parental internacional, devolviendo<br />
a los niños a su “residencia habitual”,<br />
donde los tribunales familiares<br />
locales pueden decidir la custodia.<br />
A principios de 2013, poco después de<br />
que N. desapareció en Tailandia, Dempster<br />
se comunicó con la Fiscalía General<br />
de Australia para solicitar el regreso de<br />
la niña. La documentación fue complicada.<br />
Su trabajadora social tardaba en<br />
contestar los mensajes. Y las autoridades<br />
tailandesas afirmaron que no podían localizar<br />
a Atchariya. “Es un sistema fallido”,<br />
comentó Dempster.<br />
Había leído en internet acerca de toda<br />
una industria de autoproclamados<br />
“agentes de recuperación” que operan<br />
en zonas ambiguas en términos éticos y<br />
legales, y se llevan a los niños en la calle<br />
en los países extranjeros. Un abogado de<br />
la Fiscalía General instó a Dempster a<br />
evitar estos grupos. Incluso una “recuperación”<br />
exitosa puede poner a un niño<br />
en peligro.<br />
Pero Dempster quedó impresionado<br />
con el sitio web de Child Recovery Aus-<br />
Con tinúa en la página 5<br />
INTELIGENCIA<br />
Reconsideran el pasado<br />
complejo de un santo. PÁG. 2<br />
EL MUNDO<br />
Más cruces ilegales en la<br />
frontera de EE.UU. PÁG. 3<br />
CIENCIA Y TECNOLOGÍA<br />
Trasladar un elefante no<br />
es tarea fácil. PÁG. 7<br />
ARTE Y DISEÑO<br />
Producciones en la era<br />
del coronavirus. PÁG. 8