Isla Mocha. Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Este libro es ante todo un relato ancestral de mitos y leyendas mapuche lafkenche, como se le denomina al pueblo mapuche del mar, navegantes ancestrales oceánicos. Y a su vez es un relato etnográfico de colonos chilenos, de una Isla mágica en el Océano Pacífico, isla tótem de un territorio, un relato de cultura viva de Arauko.
Este libro es ante todo un relato ancestral de mitos y leyendas mapuche lafkenche, como se le denomina al pueblo mapuche del mar, navegantes ancestrales oceánicos. Y a su vez es un relato etnográfico de colonos chilenos, de una Isla mágica en el Océano Pacífico, isla tótem de un territorio, un relato de cultura viva de Arauko.
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Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio
Secretaría Regional Ministerial Región del Biobío
Carolina Tapia Krug
Editor Investigador
Iván Pérez Muñoz
Dirección & Edición Digital
Iván Pérez Muñoz / Susana Gatica Gacitúa
Diagramación, diseño e ilustraciones
Mauricio Valverde Sandoval
Fotografía
Patricio Rosas Barriga / Mauricio Valverde Sandoval
2 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Isla Mocha
Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Investigador Antropólogo
Iván Pérez Muñoz
Recopilación y Redacción de Narraciones
Ancestrales y Contemporáneas
Iván Pérez Muñoz
Investigadores invitados
Ziley Mora Penrose
Eugenio Salas Olave
Investigadores Cultura Alimentaria
Alonso Barraza Saéz
Carlos Beltrán Torres
Corrección contenidos, texto general y
transcripciones
Pamela Guzmán Moncada
Ricardo Riffo Cortez
Corrección redacción chedugun
Angela Morales Cariman
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
3
Selección de mitos, relatos,
cuentos y leyendas
Investigador Antropólogo y Editor
Iván Pérez Muñoz
4 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Nacido en 1967 en Concepción, mapuche pewenche, católico, hijo
de Ana y de Pedro, casado con Pamela Cristina, hija de Osvaldo y
María Angélica y con tres hijos: Matías (18), Julián (7) y Martina (5).
Hermano de Álvaro y Viviana y tío de Luciano.
Antropólogo de la Universidad Austral de Chile. ©Magíster en
Gestión del Patrimonio y Turismo Sostenible de la Universidad
Autónoma de Chile & Universidad de Córdoba de España.
Diplomado Internacional de Especialización en Derechos Sociales,
Políticas Públicas y Gestión Global de la Fundación Internacional
Henry Dunant.
Con más de 20 años de experiencia etnográfica y etnológica,
relevando el quehacer de los pueblos y comunidades y en
especial del pueblo mapuche, al que pertenece por descendencia
materna. 16 años como perito de la Defensoría Penal Pública
para asuntos indígenas, en temas relacionados con el Convenio
169 de la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones
Unidas. Coordinador de la Dirección de Estudios Sociológicos de
la Pontificia Universidad Católica de Chile. Gerente del Programa
Estratégico de Turismo Histórico Cultural para CORFO (www.
arauko.com) y team leader y gestor de la candidatura y premio en
concurso Chile Emergente de la Revista Enfoque, con resultado
de ganador nacional a Isla Mocha 2017 y a Cordillera Nahuelbuta
ganador mesoregional el 2018.
Director de la empresa de turismo Patagonia Arauko (www.
patagoniarauko.travel) y Director de la consultora Glocal Chile
(www.glocalchile.cl).
Iván Pérez Muñoz
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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Escultura / Eugenio Salas Olave - Escultor Patrimonial de los Chemamüll / Fotografía, Patricio Rosas Barriga
6 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
“Faro Punta Sur“ / Fotografía, Patricio Rosas Barriga
8 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Índice de Contenidos
Prólogo / Armando Ortíz Rojas
Presentación Seremi Biobío
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PRIMERA PARTE
Contexto Patrimonial de la Cultura mochana
· Perfil físico, geológico, histórico, lingüístico y literario
· Patrimonio cultural y natural
· Caracterización etnohistórica y etnológica de los
habitantes originarios, los mapuche-lafkenche
· Las nuevas generaciones de Isla Mocha. Aspectos
socioculturales
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SEGUNDA PARTE
Los grandes relatos y mitos del Período Ancestral
· El misterio del mito de la Mocha está contenido en el
nombre mismo
· La Trempülkawe y el paso de los/as kimche
· La leyenda del laberinto: el mito del Killchenmayeo
· Creencias y mitología mapuche, asociadas al Más Allá
· El ngen del bosque encantado de Isla Mocha
· Un recuerdo para el corsario
· Selección de Cuentos Eugenio Salas Olave
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Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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Índice de Contenidos
TERCERA PARTE
Relatos marinos de Isla Mocha
pág.
· La fiesta navegable de San Pedro
· El comienzo de la aviación de Isla Mocha
· El misterio de los naufragios en Isla Mocha y su vínculo con el Lago Llew-Llew
· El velorio de Gonzalo Zúñiga con Tránsito, la viuda incluida
· “Hasta el lunes dijo don Cata”
· Los hacheros del bosque
· El oro de los chinos
Selección y adaptación de cuentos mochanos
· El Buque Santiago y las historias marinas de Armando Ortíz Rojas
· El Pino Huacho y la aparición de “el Diablo” bajo una granizada de cascajillos
· Ricardo Hoppe el lobero más viejo de Isla Mocha
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Las nuevas Generaciones de Isla Mocha
· El premio de San Pedro: El triunfo del niño Joaquín Astete
· La historia de Tiare Varela, una joven líder ambiental
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Mujeres de la Isla Mocha
· Enevadita Paola Riffo Riffo / Las recolectoras de luga de Isla Mocha:
“Un tipo de cultura temporera”
· Virginia González Campos Una Mujer holística en una Isla Mágica
· Los Versos del Capitán de Lilian Vera / Presidenta Junta de Vecinos Punta Sur
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10 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Patrimonio gastronómico y alimentario de la
Isla Mocha
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La cocina de Isla Mocha / Alonso Barraza Sáez
· Receta de Lilian Viviana Vera Pérez
· Receta de Teresa Isabel Rivas Vera
· Recetas de Susan Kuiny Alvarez Berrios
· Recetas de Daniela Francisca Coelho Araya
· Receta de Virginia del Carmen González Campos
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Cocina territorial mochana / Carlos Beltrán Torres
· Receta de Nelda Moya Varela
· Receta de Lucy Aguirre Moya
· Receta de Sandra Muñoz
· Receta de Elizabeth Moya Varela
· Receta del cocinero Carlos Beltrán
· Cocina colaborativa / Receta del cocinero Carlos Beltrán
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Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas de la Isla Mocha
por Patricio Rosas Barriga
127
· Bibliografía
· Equipo y roles dentro del libro
· Agradecimientos
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146
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
11
Prólogo
Escribo el prólogo de este libro, pero también se me ha reconocido
por su autor y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio,
como curador de estos relatos ancestrales y contemporáneos, los
que he cuidado y compartido cada vez que me fueron requeridos o
tuve la oportunidad de relatar, porque la memoria viva es aquella
que va de boca en boca y vence a la historia cuando es pronunciada
por un niño o niña.
Este libro es ante todo una caracterización de sus habitantes
actuales, pero también una memoria de sus habitantes originarios,
los mapuche - lafkenche. Estos contenidos son memoria de
la tradición cultural vinculada a la Isla, mitos y leyendas; una
recopilación de relatos pertenecientes a la tradición del pueblo
mapuche de Isla Mocha.
Este libro es también representación de las y los colonos, relatos
diversos, descripción del imaginario y la herencia mestizacriolla
en la Isla, la sabiduría culinaria de colonas y colonos, las
especialidades gastronómicas introducidas, pero adaptadas en
recetas locales, artesanía, costumbres populares, etc.
Este libro es rescate y descripción del patrimonio natural de la Isla,
su costa y su reserva natural, sus actores locales, empresarios/
as mochanos/as, informantes penquistas relevantes, la cultura
y vida marina, es poner en valor a los actuales pescadores y
12 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
recolectoras, y la extracción de los recursos vinculándolo a su
vez con antecedentes históricos de los abundantes naufragios,
Identificación y desarrollo significativo de leyendas y relatos
respecto a cómo los actuales habitantes se vinculan con esos
naufragios y su memoria -por ejemplo, dándoles suerte- o en sus
fiestas.
Este es un ensayo donde se asume la antropología, la historia
y la literatura de la Isla como recurso patrimonial vivo. Es, ante
todo, un relato integrador de la identidad local, con la función de
restaurar la identidad perdida de La Mocha.
En este libro somos nosotros los mochanos/as los verdaderos
protagonistas de estas historias que hemos conservado, y que
hoy están aquí esperando para que seas parte de esta cadena que
requiere conocer esta identidad y generosidad para ponerla en la
mesa de quien quiera conocerla, si es en la Isla cuanto mejor.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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Presentación Seremi Biobío
La región del Biobío, dentro de su diversidad cultural y geográfica,
posee un hermoso territorio insular compuesto por las islas
Quiriquina, Santa María y Mocha. En estas localidades, los
habitantes viven una cotidianidad distinta a las personas de la
región, plasmado en costumbres propias de sus territorios, razón
por la cual la Secretaría Regional Ministerial de las Culturas, las
Artes y el Patrimonio de la región del Biobío, tiene el deber y orgullo
de difundir, visibilizar y sobre todo, resguardar estas tradiciones,
en donde el mar no está llamado a ser la barrera geográfica entre
el territorio insular y el continente, sino al contrario, es el espacio,
que nos permite recorrer y navegar por nuestra variada región.
Mediante el programa Fortalecimiento de la Identidad Cultural
Regional, trabajamos para contribuir a la descentralización de la
cultura y las artes, con un componente de equidad territorial con
el fin de lograr una ampliación en el acceso de bienes y servicios
artísticos y culturales, dando cabida especial a territorios con
menos oportunidades de participación artística y cultural, aislados
geográficamente.
El objetivo del programa es aportar un sello que rescate la identidad
propia de un territorio, en una perspectiva de largo plazo. Las
iniciativas deben responder a las necesidades, demandas y/o
requerimientos del territorio, valorando y respetando la diversidad
cultural de este y de quienes lo habitan. La implementación de
este componente supone un trabajo mancomunado desde lo local
a lo regional, de manera que permita el desarrollo endógeno de los
territorios y sus comunidades.
14 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Este trabajo fue desarrollado entre el Ministerio de las Culturas,
las Artes y el Patrimonio, a través del programa de Fortalecimiento
de la Identidad Cultural Regional, los habitantes del sector y el
Investigador y Antropólogo Iván Pérez Muñoz, lo cual abre una
tremenda oportunidad de fortalecer el acceso ciudadano al arte,
la cultura y al patrimonio vivo, partiendo de la puesta en valor de
la identidad de los territorios y su gente, como es el caso de Isla
Mocha, “Amucha”, portadora de ricas tradiciones, belleza, riqueza
de nuestra cultura mapuche lafkenche.
“Isla Mocha, selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas”, es
un trabajo que evidencia la importancia de la Isla y su aporte en
el concierto nacional basado en su identidad. Son historias que
se traspasan de generación en generación, y es bueno revisarlas
constantemente para estar conscientes de lo que somos como
personas, lo que somos como pueblo y el valor histórico del que
cada habitante es portador.
Carolina Tapia Krug
Seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio
Región del Biobío
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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“Bosque mochano” / Fotografía, Patricio Rosas Barriga
16 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
PRIMERA PARTE
Contexto Patrimonial de la
Cultura mochana
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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Perfil físico, geológico,
histórico, lingüístico y
literario
Vista al mar / Fotografía, Patricio Rosas Barriga
e encuentra ubicada frente a las costas
S
de la Región del Biobío, a unos 35 km
de la desembocadura del Río Tirúa.
Administrativamente hoy pertenece a la
comuna de Lebu. La isla se encuentra
físicamente visible desde la costa de la provincia de
Arauco y tiene 52 kms. cuadrados de superficie. Se
caracteriza por tener alturas moderadas, con playas y
zonas de vegas relativamente estrechas al compararse
con el bloque de cerros centrales que se distribuyen en
dos cordones paralelos a la costa.
La parte alta de la Isla está formada por dos cordones
montañosos que se distribuyen paralelos a la costa y
recorren la Isla de norte a sur. Estos cordones presentan
una accidentada topografía, con fuertes pendientes
que terminan en una meseta de altura que alcanza
hasta los 340 msnm. Esta formación derivaría de la
formación de pizarras del Paleozoico. La parte baja de
la Isla forma parte de la plataforma continental .
La costa es en general baja, con arrecifes y roqueríos.
En el extremo sur existen pequeños islotes como el
Quechol, del Muerto, Docas, El Saco y otros menores.
Sus llamativos cerros están cubiertos de una tupida
vegetación arbórea muy similar al denominado bosque
higrófilo valdiviano que se encuentra en el continente,
con la notoria ausencia del género Nothofagus
(roble), característico en los bosques de este tipo en
el continente. La Mocha posee un clima templado y
húmedo.
La relativa cercanía al continente permitiría incluirla
en la región Mediterránea perhúmeda del país. No
obstante, el climógrafo revela la influencia oceánica
a través de la escasa oscilación térmica anual, la
existencia habitual de precipitaciones durante el
18 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
verano, y la humedad ambiental constantemente alta.
Las precipitaciones tienen un promedio anual de 1350
ml. de agua caída, y una temperatura media anual de
12,5 grados Celsius.
Su ciclo climático muestra un leve período de aridez
en enero, el cual se extiende hasta febrero en la región
este, que recibe menos lluvia en los meses de verano
por estar protegida por la cortina de cerros. El período
de condiciones térmicas adecuadas para el desarrollo
vegetacional -su potencialidad vegetativa- prevalece
todo el año en la parte occidental, mientras que en
la oriental dura solo 11 meses por ser agosto un mes
semifrío.
La profundidad del canal que separa la isla del
continente –que prácticamente se habría secado por
espacio de unas horas con ocasión del gran tsunami
del año 1960- no supera, en algunos lugares, los
16 metros. Con bastantes islotes, ha sido sitio de
múltiples naufragios, que en 500 años de historia se
calculan en alrededor de 300.
En nuestra investigación pudimos capturar solo dos
voces, dos topónimos mapuche que aún dan cuenta de
su antigua condición de residencia de la comunidad
lafkenche, anterior a la mestiza chilena de hace poco
más de cien años: Chinahue y Quechol.
Este último vocablo, nombre de un muy tradicional
islote de caza, provendría de kechan, “arrear”, “lavar”
y de cholkün “desgranar”; es decir “lugar de arreo para
desgranar o esparcir” [una manada de lobos, en este
caso]. Prima facie, y siguiendo a D. Quiroz (1997), es
probable que los lastimeros gritos de los lobos del
islote de Quechol pudieron haber sugerido las voces
de las almas en pena en su paso al Más Allá.
Con una superficie aproximada de cinco mil hectáreas,
hoy es el territorio de alrededor de unas 800
personas, que viven principalmente de la ganadería,
la agricultura, la pesca y la recolección de mariscos
y algas, actividades bastantes estables –con obvios
matices- a lo largo de toda su historia habitada.
A la postre, la relación entre lo occidental y lo insular ha
destacado que lo más señero y singular de la Isla Mocha
es su imaginario. Porque -aparte de su asociación con
la ballena Moby Dick de la literatura¹ -es reconocida
tanto por los cronistas, por la historia, etnología y la
etnografía como el lugar donde la tradición mapuche- y
particularmente por los primeros pobladores lafkencheimaginaban
el juicio del alma y la “plataforma de paso”
de las almas de los muertos. Esta estación escatológica
era destino obligado en el camino de las almas hacia el
küllchenmayeu o künchelmaiwe (Guevara 1902).
Las aguas de la Isla Mocha se destacan como el hogar
del famoso cachalote del siglo XIX, Mocha Dick, la cual
sirvió de inspiración para la ballena ficticia Moby Dick
en la novela de 1851 del mismo nombre, de Herman
Melville 1 .
Mocha Dick fue una gran ballena blanca que vivió en
la primera mitad del siglo XIX en las costas de Chile,
conocida por su extrema fortaleza y por el elevado
número de embarcaciones que hundió.
Además del nombre propio del mamífero, este
argumento suena familiar al que Melville desarrolla en
su libro, con el aliciente de que la historia de Mocha
Dick fue escrita 12 años antes que la del escritor
neoyorquino.
Corresponde a Jeremiah N. Reynolds quién escribiera
el relato que serviría de embrión para Moby Dick.
Reynolds, nacido en 1799 en Pensilvania, era un editor
periodístico y un amante de la ciencia y la aventura. A
finales de 1829, realizó una expedición al Polo Sur junto
a la South Sea Fur Company and Exploring Expedition
que buscaban la localización y explotación de colonias
de lobos marinos. Y en esa navegación llegó a la Isla
conociendo los detalles de la ballena blanca.
¹ Historia que inspiró la novela Moby Dick de Herman Melville, publicada en 1851.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
19
Patrimonio
cultural & natural
“Detalle bosque mochano / Fotografía, Patricio Rosas Barriga
L
a Isla es sin duda un verdadero santuario
natural muy rico en biodiversidad.
Por ello, la “Reserva Nacional Isla
Mocha”, ubicada en la isla del mismo
nombre, fue creada como tal en el año
1988, no obstante que el reconocimiento
de la importancia de protegerla data del año 1979,
año en el cual fue declarada Área de Protección. Tiene
una extensión de 2.369,3 hectáreas. La condición
de insularidad de la Reserva, ha determinado la existencia
de especiales ambientes ecológicos y de alto
valor científico, en los que concurren procesos naturales
únicos y de alta fragilidad necesarios de preservar,
así como formas de adaptación y de evolución de
comunidades humanas en ambientes restringidos.
Por ello, la Reserva posee una alta relevancia para la
conservación de la diversidad biológica y de recursos
culturales asociados en el contexto del Sistema Nacional
de Áreas Silvestres Protegidas del Estado, según
nos relata Jaime Herrera Rojas, Guardaparque de
la Reserva Nacional Isla Mocha y orgulloso mochano.
La edad geológica de la Isla Mocha es similar a la Cordillera
de Nahuelbuta y de la planicie de Arauco. Vale
decir, hablamos acaso de hasta cuatrocientos millones
de años. En efecto, el cuerpo de la Isla está formado
por un complejo de edad Miocénica, similar a
la formación Ránquil de Arauco. Para esta formación
se han descrito 139 especies de fósiles de invertebrados,
especialmente moluscos. Debajo hay un conjunto
sedimentario, de pequeño espesor, que corresponde
a la formación Navidad del Mioceno, y donde las especies
fósiles son escasas. Solo en el lado sur de la
Isla se encuentran areniscas Pliocénicas, donde 34
especies de fósiles han sido descritas. El Cuaternario
en la Isla está representado por depósitos de grava
ubicados a una altura de 300 m y en las terrazas de
abrasión que rodean a la Isla. La petrografía del lugar
denota una pasada actividad volcánica en algún punto
cercano. La Isla se ha visto afectada por diversos
procesos geológicos en épocas recientes, los que han
producido cambios geomorfológicos relevantes en ella.
El más significativo ha sido el solevantamiento de sus
costas, ocurrido durante o después de grandes terremotos,
los que generalmente han estado acompañados
por un Tsunami. Esto se puede comprobar también
comparando la cartografía de las costas de la Isla antes
y después de grandes terremotos, como por ejemplo
1835, 1837, 1960 y 2010. También debido a los terremotos,
se han producido en la Isla derrumbes y grietas.
En la Isla Mocha se pueden distinguir en forma clara
dos valiosas formaciones vegetales: una en los sec-
20 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
tores bajos, constituida por vegetación litoral, praderas
y matorrales; y la otra, por una formación boscosa
nativa muy interesante por su estado de desarrollo.
A esta última pertenecen los terrenos protegidos
de la Reserva. La vegetación litoral, está constituida
por plantas anuales y matorrales bajos, perennes,
muy adaptados al viento y condiciones
salinas, formando una faja cercana a la playa.
Por su parte, las praderas y matorrales están
básicamente constituidas por gramíneas y
leguminosas, las que sirven de sustento para la masa
ganadera de la Isla, encontrándose sectores con
praderas bien desarrolladas, y otros en que ésta se ha
degradado por el excesivo talajeo.
En este sector existe además una formación de
matorrales y bosque esclerófilo degradado, en el
cual se encuentra boldo (Peumus blodus), maqui
(Aristotelia chilensis), quebracho (Cassia estipulácea),
ortiga (Loases acanthtfolia), natre
(Solanum berteroanum), Baccharis sp y otras.
Pero el patrimonio natural más notable es su bosque.
Al ascender en altitud hacia la montaña, la vegetación
tiene un notable incremento, tanto en su densidad
como en la diversidad de especies. La composición
florística de esta formación boscosa varía con
condiciones microambientales fundamentalmente
de humedad, relieve y/o drenaje. Así, desde el pie
de la montaña, aproximadamente entre los 100 y los
300 msnm, se encuentran los siguientes estratos y
especies arbóreas: Olivillo (Aextoxicum punctatum),
arrayán (Luma Apiculata), pitra (Myrceugenia
planipes), luma (Amomyrtus luma), meli (Amomyrtus
meli), laurel (Laurelia sempervirens), tepa (Laurelia
philippiana), canelo (Drimys winteri), tiaca (Caldcluvia
paniculata), lingue (Persea lingue), pillo-pillo (Ovidia
pillopillo), ulmo (Eucryphia cordifolia), sauco del
diablo (Pseudopanax laetevirens). Con respecto
a su fauna silvestre, existe una gran cantidad
de avifauna, con alrededor de 102 especies
en la Isla, tanto residentes como migratorias.
Su alto número se puede explicar por la falta de depredadores
terrestres. En la Isla existe una gran abundancia
de fauna introducida, a modo de animales domésticos
o mascotas. Entre las aves cabe mencionar
a las codornices, perdices, loros tricahues, choroyes,
palomas, canarios y catas. Canarios, perdices y codornices
ya han escapado en un buen número de sus jaulas,
y los gatos domésticos es común que abandonen
sus moradas y se internen, con lo cual alteran la fauna
autóctona. Asimismo abundan las liebres y conejos.
Por otro lado, la fauna marina es abundante en
las inmediaciones de la Isla, a pesar de su continua
explotación, encontrándose entre las especies
más numerosas, las siguientes: corvina,
congrio, pejerrey, erizos, locos y luga-luga.
Desde el ángulo de los valores escénicos, la Isla Mocha
es altamente relevante por la belleza de su paisaje
natural, determinado por sus playas de arena muy
blanca que contrastan con el azul intenso del mar
que la rodea. Se encuentran por doquier, caprichosos
arrecifes, roqueríos e islotes que en conjunto con la
vegetación del bosque desarrollado en la zona montañosa,
conforman un panorama de singular atractivo.
Elemento particularmente valioso desde la
perspectiva turística, son las emanaciones de gas
natural que se ubican en la playa, susceptibles
de ser encendidas cada vez que se le acerque un
cerillo o encendedor.
Además de la belleza propia de la Isla, existen otros
aspectos que le añaden atractivo, como es la gran
diversidad de fauna, específicamente aves, en la
Mocha, con un gran número de especies como la
fardela blanca (Puffnus creatopus), encontradas
exclusivamente en la Isla Mocha y en Juan
Fernández, dado lo cual presenta una particular
conducta oceánica. También existe la presencia de
un escorpión, el Bothriurus mochaensis, descrito
como nuevo para la fauna chilena, y del sapito de
Darwin. Estos, junto con lobos marinos, ballenas y
otros, conforman una gran riqueza desde el punto
de vista de la fauna dignos de conocer y conservar.
Perfil físico, geológico y natural de la Isla Mocha redactado, entre otros, con antecedentes de la Corporación Nacional Forestal (CONAF) y los
estudios de Quiroz, D & Sánchez, M.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas 21
Caracterización
etnohistórica y etnológica de
los habitantes originarios, los
mapuche- lafkenche.
Contenidos de la memoria y de la tradición
cultural vinculada a la Isla
“Y otro día salimos para seguir nuestro viaje, y al
tercero día vimos la otra ysla en la cual tomamos puerto.
Esta ysla se decía de Amocha. Está alta en medio y
montuosa, y la falda rrasa y muy poblada donde se da
mucho bastimento. Estará de la otra isla XXX leguas y
ocho de tierra firme. Tendrá una legua de ancho y dos y
media en torno. Ay más de ochocientos indios. Llegados
a ella vinieron muchos indios y mujeres y muchachos,
espantados de ver aquello que no avían visto. Y otro
día salimos por la mañana, y luego vinieron los indios,
y nos mandaron sentar, y que no pasásemos adelante
que nos matarían. Mandó el capitán diésemos en ellos,
y mataronés hasta catorce indios, y los demás huyeron,
y perdiéronse dos señores, los cuales metimos en la
galera. Y con el servicio que llevábamos cargamos
los navíos de maíz y papas y fríjoles, que avía gran
cantidad. Y fue que en la sazón que llegamos estaban
diferentes dos señores que ay en aquella isla, y por esto
no se nos defendió. Y como ellos en condición general
se huelgan del mal de unos y otros, no se confederaron,
y ansi la tomamos seguramente. Aunque yo e andado e
visto hartas provincias, no e visto indios más proveídos
de bastimento y de mejores casas que en esta Isla.
Mas no es de maravillar, porque es muy fértil la tierra.
Y echo este salto y rrancheria, como acá decimos, nos
hedimos a la vela, y nos volvimos a la ciudad.” Jerónimo
de Vivar, 1558 ².
La presente cita es la primera descripción que nos
ofrecen los europeos de los habitantes de la isla. Y la
relación comienza al más puro “estilo” conquistador:
los españoles “mataron cerca de catorce indios” y
apresaron a dos más y cargaron sus navíos con “maíz,
papas y frijoles, que había en gran cantidad”. Es el
primer dato que indica la existencia de población
nativa mapuche con la presencia de dos caciques en
Isla Mocha, dato que después será corroborado para el
siglo XVII por Diego de Rosales.
Por tanto, desde el inicio, la historia de los registros
²“Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile”, Jerónimo de Vivar, tomo II, Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio
Medina, Santiago 1966. (página 22).
22 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
occidentales de la Mocha dejan claro que –de acuerdo a
la mentalidad de cruzada europea de la época- no había
ningún interés por comprender al otro, por entender
su cultura, su cosmovisión, las motivaciones internas
para el vivir, los apoyos rituales para el morir, etc. Así,
además con dos longko o caciques enemistados entre
sí, menos le interesaba a los españoles saber “quién
era el otro” para así eventualmente capturar algún otro
rasgo de su imaginario.
Una simple mirada que más se acentúa desde el aire,
permite visualizar dos grandes espacios: uno plano o
exterior, con playas y vegas, y otro interior o de verde
monte nativo, cubierto de una todavía muy tupida
formación boscosa propia del bosque valdiviano,
con alturas que sobrepasan los 300 m. El clima es
templado y húmedo; la pluviosidad y la temperatura se
distribuyen con bastante uniformidad durante todo el
año.
Según estudios en contextos residenciales de
la Isla Mocha (Roa, Silva et al. 2015) denotan un
aprovechamiento variado de recursos vegetales
durante los períodos Alfarero Tardío (1000-1550 d.C.)
e Histórico Temprano (1550-1687 d. C.) relacionados
con el Complejo El Vergel y los grupos reche-mapuche
de la Araucanía, respectivamente. La evidencia
arqueobotánica de algunos sitios apunta al manejo de
recursos vegetales tanto domésticos como silvestres
desde hace al menos un milenio, ratificando la evidencia
previa de maíz (Zea mays L.) y quinua (Chenopodium
quinoa Willd.) para la Isla Mocha y complementándola
con el hallazgo de poroto común (Phaseolus vulgaris
L.), sin precedentes en los contextos arqueológicos de
la Araucanía, pero mencionado en las crónicas.³
Los antecedentes recabados en terreno que se tenían
de la historia de la isla entre 1550 y 1990 (Reiche 1903)⁴
nos dicen que había estado poblada por dos grupos
étnicos, culturalmente diferentes: uno de adscripción
indígena y otro no indígena, separados en el tiempo
³ Ver en: El aporte de Isla Mocha al conocimiento sobre el aprovechamiento de plantas con valor alimenticio en el sur de Chile (1000-1700
D.C.) Constanza Roa, Claudia Silva, Roberto Campbell. En “Actas del XIX congreso nacional de arqueología chilena”, Arica, 2012, aunque
publicado en Julio del 2015.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
23
“Olivillos Ancestrales” / Fotografía, Patricio Rosas Barriga
por un período en el que permanece completamente
deshabitada (lo cual es dudoso y solo una hipótesis).
En una primera época, entre 1550 y 1690, la Isla estuvo
habitada, de acuerdo a los datos suministrados por
cronistas y viajeros, por una población mapuchelafkenche
cuyo número oscilaba, al menos entre 600
y 800 individuos.
Obviamente este grupo habita la isla antes del
1550, como así lo atestigua abundante evidencia
arqueológica, pero en ese momento no se podía
determinar su antigüedad ni tampoco la posibilidad
de la presencia de otro grupo que previamente la
colonizara.
Lo cierto es que los mapuche-lafkenche de Isla Mocha la
habitaron hasta 1685, fecha en que fueron expulsados
por las autoridades españolas (aunque tenemos la
sospecha que grupos mapuche permanecieron en la
Isla, en el sector que hoy es la reserva).
Las fuentes escritas existentes describen estas
poblaciones sugiriendo la manera como se relacionan
con los europeos. Es así como las relaciones que
los mochanos establecen con españoles, ingleses y
holandeses difieren enormemente entre sí. También,
de la misma manera, la calidad de los datos es muy
diversa. En una segunda época, aproximadamente
desde 1850 la isla comenzó nuevamente a poblarse
después de 160 años deshabitada (lo cual es
debatible), con personas provenientes del continente,
principalmente campesinos y pescadores de la zona
central, traídos como inquilinos por el arrendatario de
la isla.
La Caja de Colonización Agrícola, que se había hecho
cargo de la Isla en 1929, divide las tierras no montañosas
24 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
en 32 parcelas, entregándoselas a los descendientes
de los primeros inquilinos y a empleados de la misma
Caja. Al respecto, es interesante recordar que en agosto
de 1920, la isla fue azotada por una violenta onda
sísmica que alcanzó a producir también el numero
de 32 temblores y acompañados por intensos ruidos
subterráneos, que no se registraron en el continente.⁵
La población de la Isla Mocha en 1990 alcanzaba, según
las estimaciones del último censo, las 860 personas.
La escasa literatura que existe (Reiche 1903, Cañas
Pinochet 1902) nos muestra que hipotéticamente
ambas poblaciones habrían desarrollado estrategias
adaptativas muy similares, a pesar de pertenecer a
tradiciones culturales muy diferentes, sin que esto
signifique adherir a una especie de determinismo
ambiental.
Como dato arqueológico importante, hoy se plantea
la tesis de que los polinesios habrían convivido con
los antiguos mapuche de la Isla. Científicos chilenos
descubrieron huesos de una gallina polinesia cuyo
ADN demostró ser de entre 1304 y 1424 d.C. Los huesos
probarían que navegantes de Oceanía –que habrían
traído las gallinas– habrían tenido contacto con
América antes que los españoles. Resulta llamativo
que el análisis genético de los huesos sea igual a
los de la isla Tonga y no a los de Rapa Nui que están
más cercanos. La Isla Mocha, descubierta en 1550 y
luego reconocida en 1554 por J.B.Pastene, navegante
italiano al servicio de la Corona de España, ingresa en
la cosmovisión europea a partir de esa fecha y desde
ese mismo instante se transforma en un punto clave
para la obtención de suministros de agua y alimentos
para navegantes, viajeros y corsarios que surcaban las
procelosas aguas del Pacífico.
Durante los siglos XVI y XVII, navegantes europeos
provenientes de España, Holanda e Inglaterra
pudieron recalar en el bordemar de la Isla Mocha.
Muchos de ellos dejaron relatos de sus navegaciones
y encuentros, proporcionándonos diferentes visiones
de los indígenas isleños. Siguiendo la síntesis de
Quiroz ( 1997); los textos de los relatos de los viajes de
Pastene (Cárdenas 1554, Bibar 1558); Hawkins (1556),
Drake (Fletcher 1578); Van Noort (1602); Spilbergen
(1619); las crónicas de los historiadores jesuítas
Ovalle (1642) y Rosales (1668, 1670); y los documentos
que se conservan en el Fondo Bibliográfico José
Toribio Medina, para el período 1550- 1690, resultan
reveladores.
Ellos permiten no solamente construir un cuadro muy
nítido del estilo de vida de los nativos lafkenche en
Isla Mocha en los siglos XVI y XVII. Dichos restos, como
lo atestiguan abundantes estudios (Quiroz, Sánchez,
Zumaeta, etc.) hoy son encontrados en innumerables
sitios arqueológicos en la Isla. Con ello, y gracias a todos
estos antecedentes reunidos, podemos “percatarnos
de la diversidad de perspectivas significantes con
la que los europeos marcaron a los indígenas de Isla
Mocha y comprender que la trascendencia de un estilo
de vida es una utopía que pareciera depender del
sujeto pensante”⁶.
La Corona española desconfiará desde el primer
momento de los habitantes de la Isla. Las acciones
emprendidas por los corsarios cubría de apremios
la incipiente población costera, lo que sumado a
las amenazas de los mapuche continentales (que
mantenían un constante clima de efervescencia en
toda el área ya desde finales del siglo XVI), surge
entre los habitantes de Chile la idea de despoblar la
Isla Mocha, cuestión que se resolverá en ese sentido a
fines del siglo XVII.
Es así como tenemos una carta que el Gobernador
García Hurtado de Mendoza le dirige al Rey de España
⁴ Reiche, C. 1903. “La Isla de La Mocha”. Estudios Monográficos. Anales Mus. Nac. Chile, 16: 1-107
⁵ “La Mocha, la Isla de las almas resucitadas”, Alejandro Pizarro, Bolt. Museo Mapuche de Cañete, 1989, pp. 31-44.
6 En: La Isla de las palabras rotas, Daniel Quiroz, Marcos Sánchez Editores, Departamento de Antropología Universidad de Chile, Santiago,
1997.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
25
Vista “Laguna Hermosa”, hoy por el cambio climático, la laguna
se seca durante varios meses en el año. Fotografía Patricio Rosas
Barriga.
Felipe II, escrita desde La Serena en 1556 (apenas dos
años de reconocida), donde le informa y le sugiere lo
siguiente: “…enfrente del estado y Provincia de Arauco,
hay ciertas islas que la una se llama de Santa María y la
otra de la Mocha y otras semejantes, estas islas tienen
cantidad de indios y comida y muy buenos puertos y
estos indios nunca quieren estar en paz [...] todas las
veces que han entrado corsarios en la mar del sur han
tomado en ellas el primer puerto y noticia de lo que hay
en la tierra y proveídos de comida y agua en ellas [...].
Se podría mandar que los indios de estas islas de la
Mocha y Santa María y las demás, se fueran sacando
dellas y llevándolos a este término de La Serena [...]
despobladas estas islas no hallarían los corsarios
el refresco y favor que hallan en los naturales dellas
cuando entran en la mar del Sur, porque quitándoles la
gente, cesaría el haber comidas y bastimentos en ellas
(Manuscritos Medina, 28: 71)⁷.
Estas peticiones serán escuchadas y atendidas casi
un siglo y medio después, considerando la opinión
contraria durante todo ese tiempo de los jesuitas
(quiénes presentarán un proyecto de evangelización
que nunca se llevará a cabo), los que finalmente
también aprobarán la idea de trasladarlos al
continente (siempre y cuando se los entregasen para
evangelizarlos).
⁷ Publicado y extraído desde: La Isla de las palabras rotas, Daniel Quiroz, Marcos Sánchez Editores, Departamento de Antropología
Universidad de Chile, Santiago, 1997.
26 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Las nuevas generaciones
de Isla Mocha. aspectos
socio culturales
A pesar de que todo va en rápido
A
cambio y transformación cultural, en los
habitantes permanece esta sensación:
“la familia mochana es unida,
trabajadora, tanto en la mar como en la
tierra…Un isleño es un ser de sacrificio, todo es como
una odisea”.
Tal es el juicio de Lilian, quien viniendo del continente
percibe mejor las diferencias entre allá y la que ahora
es “su” isla.
Las nuevas generaciones, por influjo directo de las
redes sociales globalizadas, si bien cada vez más
miran y remiran al continente y sus mundos, conservan
y de algún modo cultivan sentimientos de arraigo a su
isla y su cultura.
Expresiones típicas como “la echo de menos”, “pronto
quiero volver”, “no me hallo estando fuera mucho
tiempo”, son algunas evidencias del lenguaje que
constantemente los actuales mochanos deslizan en
sus conversaciones y contactos.
La población que actualmente la ocupa, nace de los
primeros inquilinos traídos por los primeros ocupantes
y luego arrendatarios de Isla Mocha hacia 1850 y
su relación con el ambiente ha estado ligada a una
historia que aún no termina.
Los isleños desarrollan mecanismos adaptativos
que les han permitido ocupar su isla y desarrollar un
sentido de pertenencia muy marcado y singular.
Perfectamente sería posible identificar y reconstruir
una serie de genealogías familiares, tal como ya lo
han intentado investigadores como Zumaeta y Quiroz
(1992).
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
27
En invierno la humareda de las cocinas que consume
la leña que el guardaparque de CONAF autoriza tomar
de los árboles caídos en los caminos de la montaña,
señala la vida cotidiana apacible, amistosa y silenciosa,
aparentemente indiferente a los acontecimientos
que ocurren en el entorno. Sin embargo, -y ya esto lo
observaba la investigación de Zumaeta en 1994- la
velocidad de la información sobre acontecimientos
locales demuestra el buen grado de contacto entre los
habitantes. A excepción de las más recientes turistas
de paso que se quisieron quedar y establecer, todas las
familias que viven en Isla Mocha están unidas por lazos
de parentesco, inclusive aquellas que parecen más
indiferentes, que eventualmente podrían pretender
negar los lazos.
La vecindad de las viviendas no es, sin embargo, el
único factor de contacto entre las familias, sino que
actualmente se le suma la comunicación muy rápida
e instantánea a través de los teléfonos celulares, el
wathsapp y la radio, aunque esta última en franca
declinación.
Pero siempre algunas familias, al menos las
entrevistadas, no abandonan el hábito vecinal de la
visita física para la interacción, el encuentro de las
fiestas locales, la actividad gremial de los sindicatos
y la reunión social con ocasión de los días de pago de
sueldos y subsidios estatales diversos y las actividades
de trabajo temporal, como lo es la recolección de luga
en verano.
A pesar de los medios tecnológicos en poder de casi
todas las familias, los isleños intercambian información
con facilidad y gusto en los encuentros cara a cara,
particularmente respecto a los hechos acontecidos
cotidianamente.
Dosifican la información y socializan y evalúan los
acontecimientos de acuerdo a sus propios intereses,
principalmente desde el parentesco, la escuela,
las postas, la oficina del Registro Civil, el viaje al
continente, el gimnasio de “La Hacienda” donde
se congregan en los pagos, y también, en menor
medida, desde las Juntas de Vecinos y el Sindicato de
Pescadores, Algueras y Buzos Mariscadores.
No obstante, observamos que en relevancia social,
decrecieron drásticamente los encuentros de fútbol,
otrora de alta interacción –llegó a haber hasta seis
equipos en la Isla- a causa de haberse cedido el
espacio deportivo comunitario en pro de la ampliación
de unas salas escolares. Así, hoy día, el imaginario de
la cultura mochana es fundamentalmente propio de la
cultura chilena, no obstante sus propios aportes, sus
específicos recuerdos y relatos muy vinculados a la
realidad insular.
Se aprecian conductas que con celeridad intensifican
la dependencia con el continente. Si bien es cierto que
antes de la modernidad (electricidad, telefonía celular,
radiofonía, televisión, etc.) la autonomía productiva
era casi total, hoy día el panorama es muy diferente.
Se observan hábitos de compra muy vinculados
a la cultura continental, con los mismos signos
aspiracionales, propios del estatus; vale decir, la
importancia asignada a los bienes de consumo, a poseer
aparatos digitales, vehículos, electrodomésticos, etc.
Muy pocas familias dan prioridad a sus huertas y
cultivos de donde extraen los alimentos, dado la
enorme facilidad de compra de los productos que trae
y ofrece el almacén o minimarket.
“Se perdió el trueque, la minga y el apoyo fraterno:
solo cuando hay un enfermo grave aparece, donde a
veces se les apoya con donaciones colectivas”, afirma
la familia Astete, compuesta por Luis y Lilian, una de
las excepciones en el tema de los cultivos agrícolas y
ganaderos propios.
Ellos a diferencia de la mayoría aún extraen de su
parcela hortalizas frescas y orgánicas, a nuestro juicio,
el camino a seguir en La Mocha para conservarlo como
como paraíso del turismo nacional.
Donde ellos también dan señero ejemplo es en la
preocupación por una buena crianza de animales.
Para subir la calidad del ganado y mejorar la cadena
alimenticia, Luis siembra alfalfa, ballica para fardos,
28 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
trébol rosado.
Así, puede guardar forraje para el invierno y
brindarles las mejores condiciones a sus animales
y a sus huéspedes que confían. Esta cultura del
ganado nativo, tan reconocida en el pasado, se está
perdiendo por comodidad –es más fácil comprar carne
del continente- como también por dificultades con la
conectividad, porque hasta hace muy poco existe una
barcaza subvencionada.
Antes habían abuelos parceleros que para ellos era
común criar hasta 200 animales. También era muy
famoso en el continente, en Cañete y Concepción, la
apetecida y muy popular carne de caballo, la que se
llevaba de los mataderos de la Mocha, y particularmente
la muy exquisita, sabrosa, orgánica y fina carne del
“cordero mochano”.
Acaso lo más característico en las actuales
generaciones es su cambio en la alimentación. La
generalidad de las familias ya no consumen la propia
leche, ni fabrican la mantequilla ni el queso, ni siquiera
de cuajada. “Se cuentan con dos dedos de una mano
las viejitas que hacen su queso”, nos relata uno de los
pocos agricultores de la Isla.
Tampoco –particularmente los más jóvenes- consumen
ni siembran lo que era tan típico antes: las papas, las
arvejas, los zapallos, el cilantro.
Asimismo, es muy sentida la crítica y la queja de los
más viejos que con toda lucidez dan cuenta de este
fenómeno de cambio en las actuales generaciones:
“…éramos unidos en esos tiempos, a pesar de las
diferencias las gentes de ambos lados se apreciaban.
Había algo que hoy se perdió: cuidar los animales
entre todos, la minga – y siempre la ayuda que venía
de vuelta- ya sea para construir nuestras casas y para
sacar papas. En los días de trabajo y en los días de
paseos, almorzábamos juntos... Ay, quisiera volver a la
vida antigua!”.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
29
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
30 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
SEGUNDA PARTE
Los grandes relatos y mitos
Período Ancestral
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
31
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
La Isla Mocha
es un campo
sagrado
“La Isla Mocha es un campo muy sagrado. En
los tiempos de antes vivieron los mapuche allí.
Allá hay un cerro Treng-Treng en el que hacían
ceremonia los antepasados, los que vinieron de
la isla dicen que allí en el cerro hay una laguna
de agua dulce. Uno se pregunta, la isla estando
en medio del mar, han venido maremotos, cerros
de agua y la isla flota, se eleva con el agua”.
Relato del Lonko Teodoro Huenuman
Llancapan (1932 – 2013)
Comunidad Anillen, Tirua
32 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
El misterio del mito de la
Mocha está contenido en el
nombre mismo
Pero de este mismo nombre se derivaría una variante
en su traducción. Así, el topónimo provendría de am,
alma, Ütrul “amontonar” y de aretu, “conseguir algo
para ser devuelto (la misma cosa)”. Ütrul también es
apartar, y apartar también puede decirse Uchul.
¿
Es que las almas se amontonan en Isla
Mocha para resucitar?
¿Y cómo es el proceso de volver a vivir?
¿Debemos pensar que ese es el sitio
donde el alma de los difuntos reencarna?
¿Allí se nos devolverán todos nuestros
actos, uno por uno para ser juzgados?
La Isla Mocha es el lugar más sagrado de la cultura
mapuche pues allí ocurre el Juicio de las almas. El
propio nombre de la Isla se nos aparece como el
compendio de un gran mito.
La propia palabra nativa de la Isla contiene en si
propias raíces y significados, una síntesis de la
principal “leyenda” que posee este insular territorio. El
primer cronista del Reino de Chile, Gerónimo de Bibar,
quien desembarcó en ella en 1550, formando parte
de la segunda expedición náutica de Pastene, cuenta
que los lafkenche llamaban Amucha a su isla. Según
datos de Pizarro⁸ su nombre sería una deformación del
nombre Amuchra, de am, “alma” y uchran, “resucitar”.
Es decir, “resurrección de las almas”; y conforme
a las creencias mapuche, las almas de los muertos
cruzaban el mar desde el continente y vivían, al menos
temporalmente, en aquella isla. Estos aportes de
Keller estarían fundados desde los antecedentes de
quien era, a inicios del siglo XX, una autoridad en el
estudio de la civilización mapuche. Nos referimos a los
datos de Tomás Guevara: “Creían asimismo, en otras
ancianas, llamadas Tepulcahues que se transformaban
en ballenas y podían conducirlos por el mar hasta la
isla de La Mocha”⁹.
Así, Mocha sería la castellanización deformada de
Amuchura, ya que así llamaban los mapuche-lafkenche
a la Isla Mocha.
Es decir, “lugar donde se amontonan las almas
para conseguir ser devueltas al destino (que les
corresponde)”. Esta traducción obedecería a que allí es
la entrada al Küllchenmayeo o küllchenmaiwe, el Otro
Mundo, y por tanto, el lugar de antesala a la evaluación
del alma, donde la Jueza divina, la Trempülkawe,
realiza un severo test ontológico que permite conocer
el destino post mortem del difunto o la difunta. Con
la expedición de Pastene contamos con otro nombre,
escrito por Juan de Cárdenas en 1544, escribano de
la expedición de Pastene, también su descubridor
español: “[...] y la isla se llama Gueuli y está a 38
grados largos, que a la ida la descubrimos el día del
señor San Nicolás Tolentino, y por esto la nombramos
la isla de San Nicolás (Cárdenas 1846: 46-47).
Si gueli (de welin, weli, hacer lo contrario; welün,
cruzarse con alguien, idea de pasar “pasar a otro
plano” Wellilen: estar vacío, evacuado. Procede del
verbo wellimün: vaciar) fuera una forma castellanizada
de welin, estaría aludiendo a la idea de “pasar”; es
decir de “paso a Otro Plano”. Pero Gueli también podría
derivar del vocablo wellilen; “estar vacío”, “evacuado”,
que a su vez procede del verbo wellimün, “vaciar”.
La historia o la leyenda no dicha podría ir por algo
que subyace al topónimo: “¿lugar donde el alma llega
vaciada” o “donde se la vacía de todo lo que ella misma
no es”? O tal vez, la etimología de Gueli sea derivación
deformada de werin, “delito”, “falta”. Vale decir,
admitiría, por ejemplo, la hipótesis de “lugar donde se
juzgan y sanciona las faltas”?, traducción por lo demás
bastante afín a todo el sentido anterior respecto al
juicio del alma por parte de la jueza-ballena.
⁸ Datos de 1990 que consigna el profesor Carlos Keller.
⁹ Guevara, Tomás, Historia de la Civilización de Araucanía. Tomo 1: pg.265,1898, Santiago. Mariño de Lobera. Pedro. Crónica del Reyno de
Chile. Santiago.9 Id. Nota 1.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
33
34 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
La Trempülkawe y el
paso de los/as kimche
E
l rito de paso final de la vida de un ser
humano es el de la misma vida a la
muerte o a esa otra dimensión de la que
nadie ha regresado, pero que en todos
los pueblos se ofrece como un premio
para quienes han sido dignos y justos.
El mito lafkenche señala que la Isla Mocha es la
escalera al Wenumapu o paraíso mapuche, al que solo
pueden ascender los weichafe verdaderos, aquellos
dignos de no ser hundidos en su viaje final, hundidos
por esta anciana sagrada, la Trempülkawe.
La síntesis del mito es que cuatro ballenas, permiten
a las almas de los mapuche que mueren, llegar con su
alma en fuego hasta la Isla Mocha¹⁰.
El barquero o Nomtuve partiría desde la costa del
continente, en la noche, en un sombrío wampo (balsa
hecha con un solo tronco y de un remo), por eso nadie
los ve.
Y allí, según la tradición, el balsero de los muertos hará
a todos/as una pregunta decisiva:¹¹
¿Kopawimi kay? es la pregunta central del diálogo, que
literalmente significa “¿te pinchastes con fuego”? una
especie de tatuaje en los brazos hecho con las brasas
del tallo de la linaza, pero la traducción literal debería
ser: ¿entonces viniste?, porque para decir te pinchaste
con fuego sería pidontukuwimi küxal mew?,pero el relato
fue levantado de esta manera y debemos respetarlo. La
respuesta literal a la pregunta ¿Kopawimi kay?, sería:
Kopawün: sí vine, y debiera escribirse como küpawün.
Entonces el difunto/a, junto con mostrarle las marcas
respectivas en sus antebrazos, debería responderle:
Kopawün!. “Sí, me he autotatuado” y éste permitirá
que suba al wampo y pueda ser interrogado por la
Jueza suprema, la Trempülkawe.
A ella no se le puede mentir, ni sobornar, y su carácter
es a ratos violento con quienes no han vivido dignos,
ni valientemente, arrastrándolos hacia los abismos
del mar. Porque quienes no tienen deseo propio, son
los witranalwe, “los que le han chupado el deseo del
alma”. Serían, los réprobos, los perdidos, los esbirros
del wekufe, del “mal forastero” y a la vez servirán de
alimento instrumental del mal, del “demonio”.
El demonio o wekufe, según la cultura mapuche-
¹⁰ En la mitología mapuche existe y se repite pues, con diversas variables, la leyenda de la Trempulkawe, Tumpulcahue, Tepulcahue, etc.) por
el historiador nacional Tomás Guevara en 1898, después de ser citada por el jesuita Diego de Rosales, en el siglo XVII, durante la Colonia.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
35
lafkenche, solo se lleva a los que no tienen ordenadas
sus partículas.
Las cuatro ballenas (meli yene) son viejas mujeres,
mágicamente transformadas en cetáceos, que realizan
su tarea a la caída del sol de cada día, pero que ningún
ser humano puede ver.
Cada alma de los difuntos debe hacer una contribución
en llangkas –unas piedrecillas redondeadas y
agujereadas de color turquesa- “que los lafkenche
valoran más que los diamantes”, y que depositan al
lado del muerto y utilizan para pagarle los servicios
al barquero, que además oficia de Jueza de las almas,
a veces pagara con sus ojos, los que serán sacados
por el Nomtuve y arrojados al mar para apaciguar la
Trempülkawe.
Es inmensamente significativo que sea la mujer la que
juzga si se debe pasar al paraíso o ir a las penumbras
del mar, porque es la misma mujer la que en el mito
de la creación mapuche, el génesis mapuche, viene al
mundo enviada a despertar al hombre, ese que cayo
demasiado fuerte y ha quedado inconsciente, y así
como lo único que no podrá despertar es la conciencia
de éste, es por esto que debe preguntar si vivió digno,
justo y valiente y antiguamente todo hombre y mujer
mapuche debía haber podido pasar la prueba, porque
antiguamente todo hombre y mujer mapuche anciano
llegaba a ser un kimche, alguien sabio de la vida.
Según Ivan Carilao¹² ser kimche “es parte de un
crecimiento lógico de los mapuche, uno se transforma
en kimche cuando se va haciendo más sabio”. Para ser
kimche se requieren los siguientes “componentes” en
el che que constituye el ser de un mapuche:
•kümeche: ser gente buena
•norche: ser gente justa
•Ad mogen (vivir de buena manera, acorde a las
normas del admapu).
•küpal: pertenecer a un territorio
•küdawche: gente de trabajo
•newenche: poseer fuerza espiritual
Todos estos elementos integrados hacen que una
persona sea o no sea kimche.
¿Cuándo se forma un kimche?: “cuando se es justo,
buena persona, cuando tiene linaje, y un sentido de
pertenencia”.
En la zona lafkenche se habla del inarümen, que es la
sabiduría intrínseca de una familia o grupo de familias,
lo que hace que la persona sea más reconocida por lo
que hace, o dice.
El kimche es la integridad de todos los elementos, los
que entrega de manera general al resto de la sociedad.
Un kimche es kimche si ha sido justo, es kimche porque
tiene buen comportamiento, eso lo dicen las personas.
Son cosas que se dicen por las relaciones con la gente.
En teoría todos los mapuche deberían ser kimche algún
día, pero no lo son porque pierden alguna propiedad o
no tienen un buen inarümen.
Ser kimche no es por autoadscripción, es algo que
entrega la comunidad por la forma de hablar y de actuar
36 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
de una persona que tiene un territorio de donde viene
(küpal), que tiene una relación con el entorno, alguien
que tiene inarümen, es decir algo que decir acerca de
sus antepasados que “lo hicieron así”.
Cuando uno reconoce a un kimche es porque tiene
todos los elementos, es justo, es buena persona,
sabio, da buenos consejos, un Kimche no puede no
hablar chedugun o mapudungun.
Los kimche se reconocen porque mantienen el habla y
los valores, con otro lenguaje pierde la esencia.
“¿Si yo soy justo como podría graficarlo en otra lengua?,
y sin haber una forma de hacerlo ver, no seria”.
El kimche habla con relatos, no aconseja con sermones.
Si por ejemplo quiere aconsejar a los Carilao, debe
conocer a los Carilao y les diría “tu bisabuelo, tu abuelo
y tu padre, no han tenido un comportamiento así, ¿por
qué tú?”.
El kimche remite el relato histórico a una situación
presente.
Se debe mencionar que un kimche está circunscrito a
un küpal (territorio), pero éste puede transversalizar el
relato, ya que son los que mejor conocen el territorio.
Los kimche eran los que ayudaban y estaban siempre
presentes cuando antes se juntaban en un territorio
para establecer acuerdos. En la búsqueda del kiñerupu
(un solo camino) se demoraban semanas en un
parlamento, trawun, etc. El kimche era el facilitador,
aportaba el conocimiento, en aquel entonces casi
todos eran kimche, ya que había un pueblo con
conocimiento, había un territorio con conocimiento y
era más fácil llegar a un kiñerupu.
Hoy son pocos los kimche, y los que quedan no han
perdido sus valores heredados.
Un kimche es una autoridad tradicional, como la
machi o el longko, el kimche es el que transmite
el conocimiento, son los preocupados de sembrar
conocimiento.
Vemos entonces que la autoridad moral de un kimche y
su rol de guardián de la oralidad y la tradición lo tienen
en alta jerarquía en la cultura mapuche y que su rol no
se confunde con el de un longko o una machi, pero a
la luz de la aculturación que sufre el pueblo mapuche,
su papel se hace vital para la sobrevida de una cultura
ágrafa como la mapuche y su aporte en el rescate de la
lengua originaria se hace vital, más bien cuando ese
papel se desempeña con niños mapuche.
Queda claro que la Trempülkawe supervisaba el paso
de los kimche, ya fuera peñi (hombre) o lamgen (mujer),
un viaje que comenzaba con las primeras preguntas
por el fuego del alma, hechas por el balsero o Nomtuve
al difunto/a: ¿Kopawimi kay?.
11 Tradición recordada y narrada por el kimche Rosendo Huisca.
12 Iván Carilao es Kimche lafkenche de Tirúa. Entrevista del antropólogo Iván Pérez Muñoz, el 20 de febrero de 2015 en Tirúa.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
37
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
La leyenda del
laberinto: el mito del
Killchenmayeo
L
¿Qué pasa con las almas en el Más
Allá? ¿Cómo se ingresa a ese mundo?
¿Qué le pasa al alma allí, qué es
lo que enfrenta? Son preguntas
a las que responde este mito.
Porque Killchenmayeo (tbn. Küllchenmayew)
se traduce como “el Otro Mundo”.
El Killchenmayeo es la morada de las almas
desencarnadas, sitio donde al parecer, pasan
una “temporada” para aprender y progresar.
Solo puede ser visitado continuamente por
los Am Püllü, las almas en proceso de volverse
pellü es decir, antes de ser espíritu-pillán.
Moesbach aporta lo que habitualmente confirmamos
en nuestra experiencia de campo: el sitio de
aquel recogimiento de las almas que se fueron
liberadas del cuerpo, estaría en la Isla Mocha.
No obstante ello, también su ubicación podría
estar, luego de la travesía y de las pruebas en
la Isla, aledaño a algún volcán, en la región
superior del cráter, o bien en su interior.
El mundo inferior está situado simbólicamente en
el interior de la Tierra, pero no en su centro, y para
las tradiciones chamánicas las entrañas de la tierra
son “entrañas” propiamente dichas, intestinos,
küllche, con el sentido implícito de útero, matriz
o seno materno. Estas con sus innumerables
circunvoluciones son las que recorre el machi en su
descenso (en el trance extático), y por esas mismas
tripas salieron los primeros hombres (lliche) en
uno de los ciclos cósmicos de la saga mapuche.
Se trata entonces de las pruebas del laberinto donde
si el alma no está clara, de seguro se pierde y extravía.
Mayo Calvo relata la experiencia de un anciano que,
estando muerto dos días, ingresó a esta morada
buscando quedarse con su hijo, pero que luego
de ver a la parentela antigua toda reunida allí, a la
postre tuvo que devolverse, pues no era su tiempo.
38 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Es acaso el siguiente lugar de residencia del alma,
luego de ocurrida las pruebas y las preguntas de la
Trempüllkawe, la Jueza divina ya conocida que balsea
a los difuntos a lomo de una ballena. Es un “lugar” que
queda lejos, es en la “Otra tierra”, que tiene un orden
y un registro acucioso. Fermín, el anciano de la autora
citada, vio que el estricto orden del recinto, estaba a
cargo de “un caballero alemán que leía y escribía en
unos grandes libros… y que llamaba y ordenaba a los
guardias de las diferentes secciones”. Los antiguos
cuentan que tiene los mismos frutos que aquí, pero
que en ese lugar todo es más intenso y hay otros más.
Por ejemplo, cuentan que hay kurü poñü (“papas
negras”) muy heladas. A esta suerte de “Purgatorio”
o, mejor dicho “estancia intermedia del alma”, llegan
todos los difuntos que, en vida, se han comportado,
si no perfecta, en forma correcta, porque es el lugar
de los antepasados, de los familiares difuntos
donde, de algún modo, será preciso re-aprender a
convivir con ellos. Es interesante que la expresión
venga y proceda de küllche, “intestinos”, por lo que
interpretamos que aquí son usados figurativamente
para designar el concepto de laberinto: en las antiguas
grandes culturas nativas, los intestinos eran el signo
del avance tortuoso y lleno de pistas falsas que es
ese paso difícil entre la vida, la muerte y el Mas Allá.
En el Mayeo, el otro componente lingüístico, se
encuentran todos los seres familiares, los Malle,
(literalmente “tío paterno”). Así, se le denomina
küllchenmayeo, al lugar de ultratumba donde, luego de
pasar las laberínticas pruebas de los poderes y jueces,
el alma del difunto se encontrará con sus antiguos
familiares, porque en ese lugar se juntarán todos los
mapuche, dado que allí se constituye la segunda vida
eterna, la primera, dicen los kimche (sabios), ocurre
antes que la chispa del pëllü encarne en el vientre
de la madre. Según calificados ancianos informantes
-como el kimche Domingo Curaqueo, antiguo profesor
de antropología de la Universidad de Chile-, es ésta
la precisa morada donde ocurre el re-encuentro con
sus antepasados, con los que fueron afines de alma.
Y pasan a ser miembros de una organización
conformada por grandes y poderosos “lof espirituales”,
junto a la siempre presente Doble Pareja Divina que
todo lo rige, los grandes ülmen, longko, filew, padres,
y todos los familiares ya fallecidos, fundamentalmente
del tronco paterno, donde también se encontrarán
junto a aquel malle (tío-pariente), el que por ser sabio
e importante para su pueblo, seguiría guiando al alma
del difunto que allí ingresa.
Esta prestigiosa comunidad, y al cabo de un
tiempo, devuelve al difunto/a su pleno am (alma)
empoderada y purificada, pudiendo entonces
adquirir el poder y la categoría de Am Püllü.
Es difícil llegar y encontrar el Killchenmayeo, porque
solo después de mucho caminar logran los muertos
encontrar la senda correcta.
Aunque a algunos les es fácil llegar, ellos son los koná
valientes y sabios, los Ülmen y longko, están los otros
que nunca encuentran la senda: son aquellos que han
escogido el camino de la maldad como los kalku o
“brujos”, o los traidores (yanacona) que traicionaron
a sus guías, maestros, jefes, longko o üllmen
(“notables”).
Esta categoría de gente réproba y “penitente”, a pesar de
que ellos saben que es casi imposible que encuentren
la senda correcta, intentan y la buscan infatigable
pero ciegamente. Y tanto buscan sus desesperados
espíritus (püllí) que “con sus vueltas y vueltas son los
culpables de los remolinos de vientos, los mewlen”.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
39
Creencias y mitología
mapuche, asociadas al
Más Allá
E
ntre los recuerdos orales de la Isla Mocha,
de los actuales informantes de campo de
la tradición de los ancianos lafkenche,
hay algunos que han desaparecido o
al menos no se encuentran muy fácil.
Aunque se repiten los tópicos ya suficientemente
abundados, a inicios de siglo XX, el recopilador y
estudioso de leyendas Alejando Cañas Pinochet
(1902), nos complementa con algunos elementos que
luego Claudio Gay describirá con mayor detalle. Con
todo, Cañas lo hace de este modo:
“Los campos Elíseos de los indios chilenos estaban en
La Mocha. La segunda vida era incomparablemente
superior a la primera. Los que allá llegaban se ocupaban
en el ejercicio de todos los placeres materiales de
que habían disfrutado en la primera: cantar, bailar,
comer, beber, buenos licores en compañía de mujeres
hermosas; era la concepción fantástica de aquel pueblo
que ocupaba todas sus especulaciones mentales en
la guerra contra el enemigo y el placer en sus formas
diversas. La Mocha era, por consiguiente para el indio,
el Paraíso.” ¹³
Con todo, este último autor, parece haberse inspirado
¹³ Alejando Cañas Pinochet, La Mocha, descripción de esta isla, Santiago, Imprenta, Cervantes, 1902.
40 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
en la línea base de información que en siglo XVIII nos
aporte el Abate Molina, en su tan famoso informe o
Compendio del Reino de Chile. El sabio ahonda más
detalles del mito, describiendo el proceso de la prueba
y el modo de su sanción o castigo, toda vez que se trate
de un alma no justificada:
“Al instante que los parientes han abandonado al
difunto, una vieja llamada Tempulcagüe, viene como
ellos dicen, en forma de ballena, para llevarlo a los
campos Elíseos, pero antes de arribar allí debe pagar
allí el pasaje a otra pésima vieja, que ésta en cierto paso
estrecho, la cual quita un ojo a los pasajeros cuando no
es puntualmente satisfecha. Esta fábula como se ve, es
muy semejante a la del viejo Caronte, no porque haya
sido copiada la una de la otra, sino porque la mente
humana, puesta en las mismas circunstancias, se
forma las mismas ideas”¹⁴.
Todo lo anterior es extraído y complementado, además
por los aportes que luego, cien años después de
Molina, agregará el naturalista y científico Claudio Gay:
“Hacia su última estadía serán conducidos por una
mujer anciana que llaman Tumpulcahue, pero no existe
acuerdo entre las tribus sobre donde queda ese lugar.
Algunos piensan que está al este de las cordilleras, o
en la isla de la Mocha, donde tendrán que alimentarse
con papas negras, en un país frío, estéril y sin fuego,
razón por la cual en el pasado se hacían fuego durante
un año sobre la tumba, y también sobre ciertas partes
del cuerpo del difunto, a modo de provisión… ¹⁵
Luego de repetir el mismo texto, en su recientemente
redescubierta y traducida obra (Milos, editor, 2017),
Claudio Gay agrega otros detalles respecto a las
leyendas mapuche-lafkenche.
Una de ellas es insistir en que la vida de ultratumba
de los nativos de Chile es una prolongación
intensificada de sus afanes esenciales de aquí; que
allá se reencontrarán con sus afectos, con sus mujeres,
reapareciendo las mismas características como el gozo
de vivir y la indestructible determinación patriótica de
defender su patria, afán tan determinante que como a
Odín, llevaría a quienes han sido guerreros a un otro
espacio de nuevas batallas:
“Otras tribus, por el contrario -y son las más numerosasestán
convencidas de que todo individuo, sin importar
su conducta en el pasado, irá a vivir a una isla al oeste
del país, llevado por una ballena. Allí gozará de una
felicidad eterna y pasará el tiempo dedicado a cantar
y bailar en grandes festines, y más aún si ha muerto
en defensa de su patria. En tales casos –al igual que
los guerreros de Odín, con los que comparten muchas
ideas-, tendrán el privilegio de ir a habitar el espacio
y continuar allí sus combates con las almas de los
enemigos que también murieron en el campo de
batalla….[ ]convencidos de que el alma conserva su
identidad y el cuerpo, sus hábitos, creen que no les
faltará las mujeres y que volverán a encontrarse con
todas aquellas que alguna vez poseyeron durante
sus vidas; solamente los solteros estarán privados de
ellas, razón de mucha aflicción y causa frecuente de los
malones que hacen para procurárselas.”¹⁶
¹⁴ Compendio de historia Geográfica, Natural y Civil del Reyno de Chile, Abate Juan Ignacio Molina. Primera edición Madrid 1788, Pehuen
editores, Santiago 2000.
¹⁵ En: Usos y costumbres de los araucanos, Claudio Gay, Taurus, 2018, Santiago
¹⁶ En: Usos y costumbres de los araucanos, Claudio Gay, Taurus, 2018, Santiago. Traducción y edición de Diego Milos.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
41
El ngen del bosque
encantado de Isla
Mocha
42 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
a historia del arrayán colorado –que se
L
le calcula en 600 años- es la historia
de la presencia del ngen vegetal del
bosque. Específicamente, se trata del
ngen o “dueño” de los árboles o de los
elementos del mundo natural en general.
En la cultura mapuche-lafkenche, todos las lawen
o plantas medicinales, todos los árboles, tienen un
espíritu o püllü, sin olvidar que esto es extensivo a
todos los elementos que forman el mundo mapuche.
El ngen de los gigantescos kollimamüll o arrayanes
del bosque de La Mocha, es el espíritu dueño de ese
árbol en particular -o a veces, como sería nuestro caso,
de todo un sector de árboles- en cuanto que todos los
seres sintientes poseen una inteligencia dominadora,
propia del colectivo de una especie o elemento.
Así, todas las plantas o árboles de una tupida montañacomo
es por ejemplo el enjambre de árboles y plantas
de la Laguna del Huairavo- estarían cuidadas por un
ngen específico, ya que así han sido dejadas a los
hombres por los dioses creadores del ancestral mundo
mapuche. Dicho espíritu protege al vegetal y lo vincula
con otras realidades no ordinarias y no perceptibles
para el ojo humano. Ello explicaría, por ejemplo el
repetido relato de quienes cruzan el bosque de manera
inconsciente, o se ponen a hacer actividades en el
bosque sin pedirle permiso a este ngen del arrayán, se
perderían, desesperados por encontrar la salida. Con
mayor razón si se ha ofendido con actos inconscientes
y sin respeto, al gran arrayan colorado, el que bien
parece ser un ngen tutelar, es decir, el espíritu madre
de los demás arrayanes. Fue el caso de unas jóvenes
misioneras llegadas del continente, las que durante
toda una noche deambularon asustadas al nivel del
terror por no poder encontrar la salida del bosque,
confundiendo los senderos que antes les parecieron
tan claros.
En ello también debe haber influido la realidad no
ordinaria de la brujería, dicen los colonos nativos, dado
que el huairavo es el ave predilecta de los brujos, para
ellos desdoblarse astralmente y volar de incógnito,
robando la energía de la gente.
“Si no respetas a los arrayanes, ellos te castigan”,
se escucha como sentencia precautoria en la Isla. Lo
mismo ocurría con el ngen de la Laguna Hermosa.
Hasta el 2014, año en que se seca, algunos podían
advertir al “Cuero”, una entidad viva que cuidaba
la laguna cuando alguien la deseaba manchar o
contaminar.
Abundaron las historias de gente que fue atrapada
o agarrada por el “cuero vivo” con la intención de
ser sumergida, una fuerza que venía del hoyo más
profundo de lo que fue la laguna.
El nguen del bosque encantado de Isla Mocha cuida
las almas de los cientos de lafkenche que resistieron
y murieron el desalojo mandado por los españoles en
el siglo XVII, en que expulsaron a los lafkenche por
acusarlos de ser ayudistas de los corsarios y piratas
ingleses y holandeses, estos fueron capturados y
enviados a un destierro que fue un genocidio en lo
que hoy es La Mochita en Concepción, pero muchos
arrancaron al bosque y no fueron capturados y otros
murieron en combate, hombres, mujeres y niños,
jóvenes y ancianos, cuyas almas vivieron solas en
la Isla durante 200 años, hasta que fue nuevamente
poblada.
El nguen no solo cuida las obras divinas de piedra,
agua, y vegetales, sino que también a quien le invoca,
tal como en el relato de Luz Mariñan ¹⁷:
“Yo escuché un perrito ladrando y había escuchado que
existían los nguen, y entonces me arrodillé y le pedí al
nguen que me protegiera a mis niños y en la noche tuve
un sueño en que yo pasaba por un camino con niebla y
telas de araña y al fin pasé las telas de araña y la pase y
mi mente quedó en blanco, y luego mi hijo estaba triste
y le pedí por mi hijo y soñé que afuera de mi casa tenía
toronjil y yo sentí que tenía que darle toronjil. Otra vez
le dolían las muelas a mi hijo y soñé con la machi en un
canelo y le eché después jugo de canelo y se le pasó. Le
decía al guenchito que necesitaba esto o esto otro. El
nguen es el dueño de la naturaleza, es el dueño del río,
del lago, la cascada, es dueño de todo lo que yo pueda
ver, sentir, tocar, y oler”.
El nguen del kollimamüll, y todos los nguen del bosque
encantado de Isla Mocha, te protegerán si les pides
permiso para entrar (al bosque) y respetas la vida
de los seres que viven allí y de la que éstos son sus
dueños.
¹⁷ Luz Mariñan, relato entregado en marzo de 2012 en Tirúa al
antropólogo Iván Pérez Muñoz.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
43
Corsarios y lafkenche:
Un recuerdo
para el corsario
Cuento adaptado de una historia de
Iván Pérez & Ziley Mora por Estela
Drake.
uscando estar cerca de mi casa, pero
B
lejos de todo; buscando ver encenderse
las olas; vuelo hasta la Isla Mocha.
Me seduce la propuesta de una magia
sin estridencia en sus senderos y arenas
opacas; la promesa de un mar de fuego; la oferta de
un silencio que ya casi no queda en el planeta. Todo
eso me atrajo, pero reconozco que también me atrae el
saber qué paso con el mal llamado oro de los chinos,
ese tesoro encontrado silenciosamente en la Isla, la
verdad que no es el oro de los chinos, es el oro de Drake.
Allí lo puso el corsario en la larga procesión corsaria de
esconder, sacar, esconder, gastar… solo que esta vez
no volvió….al menos ese Drake me digo a mí misma.
10 minutos en avioneta: una ganga. Leo distraída en el
avión algo sobre la Isla:
“Los mapuche-lafkenche fueron los dueños de la
isla, antes que los colonos chilenos y antes que los
españoles. El 25 de noviembre de 1578, y luego de un
convulsionado viaje por el Estrecho de Magallanes
y los mares australes, desembarcó en la isla el
corsario inglés Francis Drake, buscando papas, raíces
y guanacos. En ese entonces era un corsario que
trabajaba para el servicio ultramar de la Corona inglesa
y la Reina Isabel de Inglaterra, se vio en la necesidad
–o quizá tuvo la mala idea- de desembarcar en la Isla
Mocha para abastecerse de víveres”.
La gente de la isla, ajena a los afuerinos, corsarios y
reinas, le dio el trato correspondiente a una “persona
non grata”; y allende otros desaires, Sir Francis Drake
recibió la herida que le dejó una característica cicatriz
en el rostro y casi lo deja ciego. Daño menor si se
considera que dieron muerte a su cirujano, algunos
marineros que lo acompañaban y casi pierde él mismo
la vida.
Se fue con una cicatriz que -político avezado- adornaría
en un mito ostentoso que enarbolaría su valentía y la
fidelidad a su reina.
44 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
“Fue el corsario más temible del mundo en esa época
y el segundo hombre en dar la vuelta al mundo… pero,
de la Mocha se fue con lo puesto. Con lo puesto y una
cicatriz. Es brava la gente del mar. Y peor la gente del
fin del mundo…”.
Con una risa nerviosa cierro el libro de tapas gruesas
y con la mano sudorosa, inconscientemente aprieto la
cartera donde va mi carné de identidad. Quizás alguna
vez vi esto en Historia... No recuerdo, pero la memoria
está hecha más de olvidos que de recuerdos. ¿Como
andará de rencores la gente de La Mocha? Me pregunto.
Aterrizamos.
Respiro hondo y bajo con la ayuda del piloto.
-¿Usted es de acá? ¿De la Isla? -le pregunto todavía
inquieta.
-Sí señorita… ¿cuál es su nombre?
-Estela, me llamo Estela.
-Señorita, Estela... Por aquí … - Me indica el sendero,
mirándome como esperando que complete mi nombre.
Finjo mirar alrededor para poner fin al diálogo. Con eso
alcanza. No necesita saber que me llamo Estela Drake.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
45
46 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Selección de Cuentos
Eugenio Salas Olave
Pintura “Kolli Mamull“ del artista visual / Eugenio Salas Olave
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
47
Weulliche, el antiguo
nombre de la Isla Mocha
Relato del Ñidol Lonko Juan Segundo Huenupil
Nahuelpan (1933-2008). Comunidad Comillahue,
Tirua.
“La gente antigua contaba que esta parte del mar,
parecía un río, era tranquilo; ellos se iban en wampo
para la isla, así decían los mayores.
El wampo lo hacían de la madera de laurel. Al trozo le
sacaban toda la parte de adentro con hacha y azuela
de mano. También ocupaban el coipu, una especie de
azuela curva. Con estas herramientas y mucho trabajo
tenían su canoa. Escuché decir en mi juventud que, más
antiguamente, el wampo lo hacían quemando la parte
interior del tronco, porque no tenían herramientas de
fierro.
Luego que tenían el wampo, venían los remeros, se les
llamaba paleteros: cuatro por lado. Y salían remando
para la Isla Mocha. Ellos iban a buscar el boqui para
hacer la era, para trillar.
Una vez escuché decir a mi abuelo que se contaba que
a los lonko importantes los llevaban a sepultar en la
Isla. Yo nunca vi eso, pero escuché que los viejitos
lo contaban. Por eso los antiguos decían que la Isla
Mocha, se llamaba Weu lli che, lo que los antepasados
conquistaron, porque ellos vivieron allá desde tiempos
antiguos.”
Zahuenco, el chanchito
fantasma
Narrado por Don Jorge Aguirre Aguirre (1959),
pescador artesanal Isla Mocha.
“Esto sucedió hace muchos años, yo vivía en la parcela
3, era de noche, como las 23 horas más o menos,
estaba claro por la luz de la luna. Iba caminando en
un sendero; de pronto vi un cerdito pequeño que venía
frente a mí. Traté de tomarlo, pero pasó en silencio
por entre mis piernas, y de nuevo regresó para pasar
de entre mis piernas y así tres veces, sin que pudiera
tomarlo. Al fin pasó delante de mí y se perdió en un
matorral cercano a solo unos metros delante de mí.
Se perdió y no se vio más; cuando conté
esto me dijeron, es un chanchito fantasma”.
Nota correctora chedugun: Preferir Zañweko por
Zahuenco.
Nacimiento de los
arenales y el enojo del
lafquen mapu
Relato del Ñidol Lonko Juan Segundo Huenupil
Nahuelpan (1933-2008). Comunidad Comillahue,
Tirua.
“Dicen que salieron dos hombres del otro lado,
de la isla salieron. Llevaban arena y piedras en su
embarcación; salieron decían en dirección al norte y
luego se acercaron a la orilla. Decían que la arena la
tomaban con sus manos, en puñado y la iban arrojando
en montoncitos en las orillas del mar, así se formaron
las playas y los arenales. Donde dejaron poca arena
hay playas chicas, donde dejaron más arena hay playas
grande, arenales y dunas.
Las piedras que llevaban en el bote las fueron arrojando
en el agua, en medio del mar. Por esto dicen que las
aguas empezaron a moverse y el mar desde ese tiempo
está siempre enojado.”
El Witranalhue de la Isla
Narrado por Don Juan Varela (1929). Lobero, Isla
Mocha.
“Una vez íbamos con un vecino y amigo a pescar al lado
sur de la Isla. Íbamos por el camino, cerca del lugar
en que naufragó el barco Santiago, entonces delante
48 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
de nosotros vimos un marino, un hombre vestido con
chaquetón largo de marino. Este hombre pasó a la
playa, se acercó al refugio de madera, que tenían los
pescadores y allí se nos perdió, nosotros curiosos por
la visión del marino, nos acercamos al refugio, con
la seguridad de que estaría allí. Al llegar al lugar, no
había nadie, había desparecido, así supimos que era
una parición.
En otra ocasión, andábamos pescando, se había
oscurecido recién. De pronto cerca de nosotros vimos
un hombre pescando, recogía su lienza y la tiraba
de nuevo, así por un rato. Lo veíamos agacharse y
moverse, así estuvo un buen rato. Nosotros estábamos
a unos 50 metros, nos acercamos para saber quién
era. Cuando estábamos a unos 10 metros le hablamos,
saludándolo. En eso se desapareció y no se vio más”.
La llorona del pino huacho
Narrado por la Señora Elizabeth Moya Varela
(1957), Isla Mocha.
“En el lado sur de la Isla, en un sector llamado Pino
Huacho, se aparece la llorona; algunos dicen que se ve
esa alma en pena; porque allí está enterrado un tesoro.
Mi madre Delia Varela Duran, me contó que ella sabía
de esto, que siempre la gente decía que en ese lugar,
cerca del pino huacho salía una mujer en las noches.
Era una vieja que andaba montada en un caballo,
siempre vestida de negro y se le escuchaba llorar.
Aunque la aparición de la llorona se veía en cualquier
parte de la Isla, era más común verla en el pino huacho.
Mi mamá contaba por mucha verdad que una vez la
llorona se subió al anca del caballo de un hombre que
pasaba por el lugar. Este huyó con la mujer montada
llorando, asustado y contó lo sucedido a otra gente de
la Isla.
También se contaba que la llorona aparecía al
atardecer, y en las noches, y que si encontraba a algún
niño se lo llevaba”.
Nomtuve
Versión de Eugenio Salas Olave, Investigador
“Karkulabken, es la isla de la gente tramontada, los
que viajaron a la tierra que flota sobre el mar y que no
puede ser inundada por la furia de Kay - Kay, la tierra
que crece como un Tren Treng, desde los primeros
tiempos.
Sabemos por tradición que cuando una persona va a
fallecer, su alma sale del cuerpo al anochecer y va al
mütruntue, un cerrito que está en el borde del mar y
desde allí grita hasta la Isla, pidiendo un wampo que lo
venga a buscar porque pronto va a morir; cuando grita,
la gente sabe que alguien va a fallecer.
Algunas personas fallecidas pueden ser transportadas
a la Isla de los antepasados; los que no tienen
fuegos, los que son muy materialistas, los que solo se
preocuparon de las riquezas terrenas no pueden ser
tramontados. Así decían los antiguos.
Dicen que cuando fallece una persona con fuegos, su
alma llama pidiendo transporte; desde la Isla lo escucha
el Nomtuve (el que transporta los difuntos), quien,
sube a un wampo (embarcación o canoa hecha de un
solo tronco, con un remo o paleta) y viaja en dirección
a la costa, al lugar en que se encuentra el difunto; éste
es un viaje de noche, por eso la gente no puede verlo y
antes del amanecer ha llegado al lugar donde le espera
el difunto. Cuando lo ve, le saluda con la amabilidad
acostumbrada de los mapuche antiguos: mari, mari
peñi o mari mari lamuen, según el caso; ¿Kupawen mi
kae?: ¿te hiciste la ceremonia del fuego?. Mari, mari
peñi; inche kupawen y en señal de estar preparado,
extiende ambos brazos y sopla, encendiendo hasta
cuatro fuegos en sus antebrazos, frente a Nomtuve; que
observa con serenidad al difunto. Está bien peñi, dice
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
49
Nomtuve, puede subir al wampo.
Se inicia así una travesía tan peligrosa como bella, el
viaje a la Isla de la gente tramontada, para encontrarse
allá con sus antepasados y con el fuego que nunca se
apaga.
Está a punto de amanecer, el difunto se tiende sobre
el wampo, viaja con los ojos abiertos, descansa; lleva
en su pecho un collar de llanka (piedras) redondas y
verdes: Nomtuve observa el mar, todo está en calma.
A la distancia una mancha oscura, azul, como una
ola se acerca; allí está yene, la ballena, la dueña
de las profundidades y sobre su lomo montada la
Trempüllkawe; una anciana malhumorada, de cabello
blanco y largo, de rostro imperturbable, se acerca al
viajero, preguntando a Nontufe quien es el difunto?,
de que lob ha venido?; tiene parientes tramontados?;
tiene los fuegos encendidos?; la ballena gira, rodea el
wampo; en los antebrazos del difunto los cuatro fuegos
siguen encendidos, la ballena y la Trempülkawe se
alejan; los viajeros siguen el viaje sin contratiempos.
Nontufe, sabe del mal humor de la Trempüllkawe, de los
fuegos. Esta vez el difunto tiene todas las ceremonias,
es un gran un kimche, lonko, machi, un ulmén o ngenpin
como los de antes. Pero, hay otros difuntos, que solo
tienen tres fuegos y la Trempülkawe, vendrá dos veces.
La primera para verificar que lleva fuegos encendidos y
que Nomtuve no trate de engañarla, por si es conocido
del difunto; la segunda vez volverá para contar los
fuegos; decían los antiguos que allí Nomtuve, debía
sacar el collar de llanka y arrojarlos al mar y así pagar
la continuidad del viaje.
Contaban los mayores que cuando el difunto tenía
solo dos fuegos, tenía que rogarle a Nontufe, que lo
pasara para la Isla, quien muchas veces dudaba de
llevarlo; pero como el difunto era un buen hablante
de la lengua mapuche, lo convencía. Ya en medio
del mar, la Trempülkawe pedía el pago del collar de
llanka, después de un rato regresaba, amenazando
con llevarlo al fondo mar, la única forma de proseguir
el viaje era que Nontufe buscara su cuchillo de plata y
con él le sacara un ojo al difunto y así pudiera llegar a
la Isla.
Contaban los abuelos que cuando el difunto tenía un
solo fuego era muy difícil que Nontufe quisiera llevarlo,
le pedía que le contara la historia de su linaje, de su
lob, y la historia de su pueblo; solo así le permitía
subir al wampo y aún así el viaje era inseguro, porque
el mal humor de la Trempüllkawe le haría pagar su
atrevimiento. Cerca de la mitad del mar aparecía la
ballena y en su lomo la anciana malhumorada, con
su pelo largo y blanco; daba una vuelta alrededor del
wampo, verificaba el fuego encendido; pero regresaba
cuando los viajeros iban en medio del mar. Allí Nontufe
sacaba el collar de llanka desde el pecho del difunto
y lo arrojaba al agua, se escuchaban las piedras al
caer y con esto proseguían su viaje. Un rato después
regresaba y pedía un nuevo pago, un ojo del difunto.
Así proseguían el tormentoso viaje; decían los mayores
que el difunto estaba muy asustado por el ruido del
agua golpeando el wampo, Nontufe le tiraba agua en el
rostro al difunto, para calmarlo y mantenerlo despierto
y así proseguir el viaje. En la última parte, cuando ya se
veía la Isla, regresaba la Trempüllkawe, con mayor furia
y la ballena empujaba el mar y hacía círculos cada vez
más cerca del wampo; a toda prisa Nontufe sacaba el
otro ojo del difunto con su cuchillo de plata y lo arroja
al agua; solo así se calmaba la Trempüllkawe y se
alejaba en la ballena de las profundidades. Contaban
los antiguos que en el pasado muchas veces la furia de
la Trempüllkawe y la ballena dieron vuelta el wampo y
se llevaron junto al difunto hasta el fondo del mar.
La tradición dice que no todos los hombres o mujeres
50 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
podían ser tramontados. Los que no tenían ningún
fuego, los que habían vivido sin espíritu o que su
espíritu los había abandonado antes de morir, no
podían ser llevados a la Isla; decían los antiguos
que esta gente era trabajada por los brujos, quienes
los transformaban en Witranalwe (gente con el alma
succionada), eran como sombras condenadas a vagar
en la noche, sin descanso, durante mucho tiempo,
hasta que sus sombras se borraran de la tierra por
completo.
Los antiguos contaban que al otro lado de la Isla, existe
un lugar sobre el mar, donde se puede ver el fuego
sobre el agua, las olas y la lluvia no lo apagan; es el
espíritu de los antepasados que sube al Wenu mapu;
es el fuego de los que trascienden la muerte y el olvido.
Por eso la gente antigua decían que vivir es fácil, basta
con respirar, recordar, comprender y agradecer; pero
morir es más difícil, la gente teme a la muerte, porque
durante su vida no recuerda nunca que los cuatro
fuegos pagan el viaje a la isla de la gente tramontada.
A veces pienso me gustaría ir a la isla Karkulabken,
para mirar la laguna en la espalda del Treng - Treng, ver
el fuego que dejaron encendido sobre el mar nuestros
antepasados, y traer el newen de esa isla, para que
nuestro pueblo recupere la memoria y el kümun de
nuestros antiguos Kimche”.
Nota correctora de chedugun:
¿Kupawen mi kae?: ¿te hiciste la ceremonia del fuego?
El relato fue levantado así en terreno, pero pudiera
escribirse como ¿küpawimi kay? y se traduciría como
“entonces viniste”.
Pintura “Mocha Huapi“ del artista visual / Eugenio Salas Olave
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
TERCERA PARTE
Relatos marinos de
Isla Mocha
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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La fiesta navegable
de San Pedro
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
escar en la Isla Mocha requiere de un
P
coraje, de una suerte y de una fe especial,
si es que se desea volver vivo a casa.
Porque si en el continente las posibles
desgracias son frecuentes, éstas lo son
mucho más en el mar abierto y bravo de esta última
Isla, donde tantos han naufragado.
En las largas noches de travesía, la mayoría de las
veces peligrosas, casi siempre frías, los hombres del
mar confían en que en sus barcas los acompaña uno
que fue como ellos, un pescador, llamado por Jesús y
escogido para ser “pescador de hombres”.
Porque la historia de San Pedro es la historia de todos
ellos, pescadores, que esperan de su patrón celestial
la protección y la intercesión por los buenos frutos de
su trabajo. Por eso, la caravana de botes del lado sur
parte justamente del “Islote del Trabajo”. La fiesta va
acompañada de platos y bebidas del océano, donde
abundan los pescados y mariscos preparados de
distintas formas.
Durante el año, la imagen de San Pedro, el llamado
“bulto” o estatua, está emplazada en la caleta, en un
lugar de preeminencia, en un bien visible montículo,
mirando hacia el mar y protegiendo a quienes pasan
54 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
parte de sus vidas en sus barcas.
Al observar ese rostro acongojado del apóstol, uno no
puede dejar de pensar en la pregunta del Evangelio que
Jesús le hizo a Pedro “¿Me amas?”, porque con esta
pregunta lo quería liberar de la tristeza del pecador.
Con aquella interrogación, Jesús invitaba a Pedro a
escuchar su propio corazón y a aprender a discernir.
De algún modo, los pescadores en su fiesta allí en La
Mocha quieren responder y también ser perdonados
para convertirse, a su modo, en constructores del mar
y apóstoles de Cristo.
Seguramente la tradición de festejar el Día de San
Pedro surge traída desde el continente, cuando una
vez debió haber pasado más de alguna desgracia en
el mar de la Mocha y precisamente ese día o cerca de
esa fecha. Lo cierto, es que tanto el sindicato como el
grupo de pescadores de la Isla, una tarde sintieron que
debían traer una imagen del santo a la Isla.
Muy pronto vino el acuerdo de levantarle una gruta o una
eremita especial, mirando al mar para que el apóstolpescador
del Cristo bendiga las diarias jornadas de las
redes en alta mar y a toda la pesca de orilla.
Difícil es comprender la fiesta popular y todo lo que
ocurre en ella descontextualizada de la historia cultural
de la que es manifestación.
La fiesta popular del 29 de Junio de Isla Mocha es a la
cultura como el mestizo es a la sociedad. Resultado de
encuentro entre culturas, de influencias múltiples y de
re-significaciones.
En la fiesta popular confluyen pues historias y
devociones más antiguas. Esta historia puede leerse
en sus simbolismos y rituales al igual que la historia
que se lee en la corteza de un viejo árbol.
En este tronco, que es la fiesta popular, se ven sin duda
remotos elementos de herencia indígena, por ejemplo
de los rituales de festejo por la abundancia, los que
conviven con elementos de herencia mestiza chilena
continental.
Esta fiesta en la Mocha, tal cual ocurre en otras partes
de la costa de Chile, se caracteriza por la saturación y la
abundancia, y a veces, particularmente cuando había
aquella proverbial abundancia de mariscos y peces.
En el bote del Santo y en todos los otros botes, los
acompañan comidas diversas, platillos con ceviches
locales, colores, música, cantos, flores de papel,
guirnaldas plásticas multicolores.
Lo central es la navegación festiva con el Santo,
acompañarlo en una larga vuelta por la costa y mar
adentro. Allí hay alegría, jolgorio y cantos, en medio
de brebajes y brindis por el buen augurio de la futura
pesca. Mientras en la orilla, en el “muelle de San Pedro”
esperan a la flotilla de adornados botes, los invitados
y los más ancianos y ancianas de la Isla, junto a los
encargados de las frituras, las empanadas, las jaibas,
el vino blanco, los mariscos y los ceviches. Culmen de
la fiesta es el encuentro entre esos dos grupos: los que
navegaron y los que aguardan.
En medio de alegría, silbidos y aplausos, un jurado
procede a premiar el ornamento y la atención
gastronómica de las embarcaciones. Luego de ello,
la fiesta termina –o quizá más bien recién empiezacuando
un grupo de hombres transporta la imagen
de San Pedro a su gruta, a su pagoda de veneración
de donde salió, en donde permanecerá observante
durante todo el resto del año. Viene la gran comida, el
gran baile, la confraternidad.
No obstante, el mayor de los privilegios, el signo mejor
de ser favorecido por el Cielo, es llevar en andas o en
hombros la pequeña embarcación en que se aposentan
los pies de San Pedro, pies que nunca se enfriarán
en ningún mar. Y para eso, para asegurar eso, pues
también están los brindis.
La fiesta se celebra en el lado Sur y el lado norte, cada
uno con sus particularidades, pero ambos lados unidos
en la fé.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
55
El comienzo de la
aviación de Isla
Mocha
C
erca de sus ochenta años, el anciano
Armando Ortiz Rojas, avezado pescador,
el último que se aventuró a remo desnudo
a la mar, retiene ese suspiro anterior a
las lágrimas que apenas impide el llanto.
¿El motivo de su emoción? Evocar a quien le trajera del
cielo su primer regalo de Navidad, esa hasta entonces
desconocida fecha que en su alma de niño dejara de
ser algo abstracto y se transformara para siempre en
fiesta verdadera y sagrada: sentir entre sus dedos el
gozo de unos soldaditos de plomo con unos pitos, su
primerísimo e inolvidable regalo.
Jamás se lo borraría de su memoria, porque ese
personaje, ese “Santa Claus” bendito llegó nada
menos que del aire, en el primer avión que vieron sus
asombrados ojitos, porque era también el primer avión
que llegaba a la Isla donde él y otros niños habían
nacido. Se trataba del piloto Edgar Blackburn Melin.
Los recuerdos parten por los más duros, donde
justamente se hacen más dulces las ayudas. A los pocos
días del gran terremoto y maremoto del año 1960, el
consuelo a la arrasada Isla llegó por el aire. “Desde allí
vimos llegar y acompañar al afuerino que yo más valoré
en mi vida: el piloto don Edgardo Blaukburn”.
Esa vez, y como siempre lo hacía, trajo remedios,
frutas, verduras, diarios, libros y vendas para nosotros.
Estacionó en la playa su avión y pronto se fue a cazar
unas aves para la comida, unas casinas que caminan
en la desembocadura de los esteros, acompañado de
dos chicos, el Anselmo Astete y el Lelo.
Y sin aviso, el mar los atrapó a los tres con una ola
inmensa. Pero los tres se salvaron de milagro porque
sin jamás soltarse, se aferraron firme a una estaca en
que la misma fuerza del agua más los amarró con los
alambres de púa.
Pero a diferencia su avión, fue levantado por el tsunami
encima de la copa de cuatro boldos. Allí estuvo por
años flameando como una bandera metálica”.
Para todos, primero –y mucho antes del maremoto-
56 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
fue el impacto de ver sobrevolar un pájaro de acero
una inesperada mañana cuando los chicos y jóvenes
jugaban su fútbol en la rústica cancha. Hacia 1940, en
la remota Isla Mocha reunirse en torno a la pelota era el
acontecimiento social de casi todos.
No en vano, el padre de Armando en los años 30 había
formado el Club de Futbol “Huracán”, el primero en la
historia insular.
Pero a partir de ese domingo de diciembre otro huracán
se iría a asomar y que a la postre iría a transformar la
isla. El todavía joven piloto, sobrevolando muy bajo la
cancha, apaga un tanto el motor y les grita a la gente de
allí abajo: “Prepárenme una pista de aterrizaje: volveré
pronto, avísenmeeeee”, a la vez que les lanzaba
un papel con algo más de detalle de la operación. Y
aunque algunos recuerdan que dijo “volveré el otro
domingooooo”, lo cierto es que sí ocurrió muy pronto:
todos se esforzaron en nivelar con pala, picota y
carretón una alfombra de conchilla del loco y arena que
recepcionó con vítores la pequeña avioneta.
La emoción de Armando, sus hermanos y toda la gente
congregada alrededor de esa larga cinta de tierra
a orillas de la playa no podía ser mayor. Por primera
vez llegaba una nave aérea y para siempre la Isla sería
menos isla. Además ese misma tarde, y casi llamado
por la Providencia, el piloto Edgar transforma su avión
en ambulancia y pudo llevarse al continente a Juan
Varela, el primer enfermo– de una serie de muchos
otros que se sucederán- accidentado con una muy
seria quebradura de huesos.
Cuando habla de aquel piloto de Traiguén, Armando se
quiebra en su emoción. Para el anciano no ha pasado
el tiempo. Permanece intacta y fresca en la memoria de
su corazón de niño la primera vez que aterriza, luego
que antes volando bajito y apagando el motor, les
avisara a los muchachos de la pelota que le despejaran
una cancha para aterrizar al domingo siguiente.
Ese día inolvidable cayó 4 de julio de 1956. Lo ve
acercarse nítido, siempre sonriente, bajar en su avión
y saludar de mano a los niños con los primeros regalos
de Navidad que él conociera en su vida: inolvidables
esos primeros soldaditos de plomo y esos pitos de
colores que les trajera desde ese más allá del ensueño,
desde la patria de los juguetes.
No olvida la bondad de ese hombre que a veces
cada semana si era preciso, se llevaba enfermos al
continente y los devolvía sanos a la Isla. “Una amistad
eterna que se va a quedar más allá de lo que dure
este mundo”, asegura Armando, secándose unas
lágrimas que rebeldes, afloraron no más a pesar de sus
esfuerzos de compostura.
“A mis estimados y apreciados amigos
de la Isla Mocha, los saludo
cariñosamente, con motivo de cumplir
doscientos vuelos a ese lugar desde mi
aeródromo La Colmena”.
4 de Julio de 1956
Edgardo Blaukburn
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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El misterio de los
naufragios en Isla
Mocha y su vínculo
con el Lago Llew-Llew
Fotografía / Gentileza Ilustre Municipalidad de Tirúa
¿Por qué tantos y tantos naufragios
P
inexplicables en La Mocha?
¿Por qué las ondas radiales y de telefonía
se pierden misteriosamente?
¿Por qué los roqueríos traicionan tanto a
los navegantes?
¿Será por la roca blanda, acaso?
¿Por qué la tormenta del mar aquí revuelve el fango con
la tosca blanda y la vuelve obscura por cuatro días, la
cifra sagrada mapuche?
¿Por qué el mar se traga las almas de tantos navegantes?
¿Será porque es el mar sagrado de la Trempülkawe
donde ocurre el juicio a las almas?
¿Por qué la neblina, la obscuridad, la ausencia de
estrellas provoca el estrellarse y la muerte de los
barcos?
¿Es que estamos en presencia del “Triángulo de la
Bermudas” de Chile y del Pacífico Sur?
Antes de intentar un esbozo de respuesta, repasemos
un poco los principales: El Rossetta inglés naufragado
con lingotes de oro, el Valdivia hundido con 230
toneladas de cobre, el encallamiento misterioso del
Santiago post maremoto, el hundimiento de La Fragata,
el demoledor choque con los roqueríos del Longaví,
etc., etc.
Cuando el gran buque Santiago, con ocasión del
terremoto extravía absolutamente su brújula, lanzaba
sus llamativas bengalas de auxilio, la gente realmente
creyó que eran las trompetas finales del Apocalipsis.
Allí desde que se tenga memoria, al parecer la muerte
espera selectivamente a los que navegan. Aunque con
los ingleses es evidente que se ha ensañado, pues el
fondo del lecho del mar de La Mocha está sembrado de
barcos ingleses, por eso el primer faro fue de factura
inglesa.
Evidentemente, la mayoría de los naufragios se dieron
58 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
antes de 1914, cuando aún ausente la construcción del
paso llamado Canal de Panamá, el tráfico marítimo era
muy intensivo y obligado por estas costas del Pacífico.
El misterio de estas Bermudas australes parece
despejarse un poco por las luces que arrojan las
propias palabras de un mochano. Se trata del buzo
y cateador de tesoros submarinos, pescador de
ancestrales naufragios, quien partió buceando el año
1960: Jaime Hahn Cortés. Según él explica, el secreto
estaría en un lugar que queda paralelo a la Mocha, pero
tierra adentro, en el continente. Jaime está seguro que
el factor que desorienta todas las brújulas magnéticas
y atrae como un imán a todo lo que contenga fierro,
está sepultado en el lecho del lago Llew-Llew.
Lo interesante del caso es que allí se ha probado la
existencia de un enorme manto de hierro, acaso el
yacimiento más grande del sur, el mismo que intentó
explotar Farkas, el millonario.
Probablemente, y ésa es también parte de la hipótesis
de Hahn, que el lugar desconcierte y atraiga no solo
barcos, sino la cálida corriente de San Andrés, la
misma que trae la albacora. A causa de ella, el mar
de la Mocha gradúa también su temperatura, en un
promedio de 18 grados, lo que explica que en la isla
se den la papaya, el tumbo, la maracuyá y la chirimoya.
Los barcos hundidos en la Mocha son la pasión de uno
de nuestros más importantes informantes de la Isla. “-A
mí el mar me fascina; debe ser por todos los misterios
que esconde”, confiesa el muy experimentado ex-buzo
Armando Ortiz Rojas que ahora le cuesta armar su vida
sin salir a la mar. En su vida de buceador y pescador,
le persigue siempre el dato aquel del Rosetta, un barco
que en 1769 naufragara en esas costas con trescientas
barras de oro, un galeón de otras trescientas toneladas.
En verdad, encontrarlo, para el alma inquisitiva de
Armando habría sido como descifrar “la piedra rosetta”
de todos los misterios del mar y de la historia de la
Isla. Desfilan en su memoria y en los papeles de su
biblioteca, casi todos los naufragios como oleadas de
agua sobre la cubierta de su mente. Por ejemplo, el del
Illimani, que fondeó en la Punta Charles y que se dirigía
a Liverpool; o bien el del “Santiago” que encalló en el
islote de Quechol y todos los más de ochenta pasajeros
se salvaron, a pesar que el maremoto lo arrastrara 150
kms. más al norte, desde Valdivia. Asombradísimo,
recuerda que el capitán del Santiago esa mañana no
podía salir de su estupor de que estuvieran tan al norte
de su último muelle en que la anoche anterior habían
atracado: “Usted está en La Mocha, capitán, y no en
Puerto Saavedra como cree”, le dijo el muy potentado
vecino Carlos Brendenn quien parlamentaba desde su
caballo, intentando rescatar a los embarcados.
Y aquí quizá la más extraña de las historias de los
naufragios, de la misma boca de Armando, uno de
los buscadores de sus tesoros, quien junto con Jaime
Hahn Cortés, en la Isla han sido los más amantes de
las profundidades. Armando había aprendido a bucear
de un buzo francés, su maestro, que bajaba al fondo
a 35 metros sin oxígeno, a puro pulmón, y aguantaba
más de tres minutos bajo el agua.: “-Yo andaba un día
bogando por el lado donde se hundió el Rosetta con la
esperanza de encontrar algo. Me acompañaba el joven
Manuel Soldado que puede atestiguar todo esto que
cuento.
Entonces algo nos dejó helados: ambos sentimos un
extraño ruido de cadenas, muy claro y fuerte, como ese
ruidajal que se debe producir en un naufragio”. Los
pescadores dicen que es el ancla del Rosetta la que
caía al fondo del mar, un ancla que ya lleva 250 años
bajando y asustando a los buzos, como un recordatorio
de que el Rosetta sigue vivo, un barco que según Hahn
ayudo a hundir el LlewLlew.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
59
El velorio de Gonzalo
Zúñiga con Tránsito,
la viuda incluida
a conversación de Armando Ortiz Rojas
L
fluye como la vida misma: diversa y
espontánea, mezclando lo triste con lo
alegre. Y de repente, pensando en los
barcos, otra de sus pasiones, se le asoma
el nítido recuerdo de Gonzalo Zúñiga, un paisano que al
evocar su anécdota, aún le hace sonreír abiertamente.
Esto le ocurrió a aquel mochano de la parcela 13 mucho
antes del terremoto, la gran cicatriz del sur de Chile.
Un día llegó al puerto un barco especial cuyo capitán
desembarcó por unas pocas nocturnas horas, El jefe,
un marino de la Armada nacional, fue espontánea y
cariñosamente atendido por la familia de Gonzalo. Y
a éste le nace el deseo de conocer y pasear por tierra
continental, siendo invitado sin más trámite por el
visitante. A la mañana siguiente, todos temprano
le ven a ambos subirse y partir en el buque. Pero a
menos de un kilómetro de adentrarse en el mar, éste
abruptamente colapsa y se hunde. Grande espanto en
la orilla, gran llanto de su mujer e hijos, tragedia total
que rápido sume en congoja a la isla entera.
Pero lo increíble y asombroso se produce un par de
semanas después: la viuda de Zúñiga, la Sra. Tránsito
toda entera vestida de luto no puede creer que ahora
su marido ha vuelto ¡y en ese mismo barco!
Sin duda que se trataba de un milagro, el del breve
tránsito de la vida a la muerte y de ésta de nuevo
y rápidamente a la vida. Todos rodean al difunto
resucitado, sin creer lo que está pasando ante sus
ojos. La explicación llega pronto: Gonzalo Zúñiga esa
mañana había sido el primer isleño en inaugurar y
abordar ¡un submarino!
60 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
“Hasta el lunes dijo
don Cata”
entro de las pequeñas-grandes historias
D
de un territorio, está sin duda el
repertorio de las sencillas emociones
humanas.
Y mientras menos afectada por la
vanidad de la frívola vida de los urbanos salones, más
intensas y puras se nos aparecen éstas.
En la sobria y muy acogedora casita de madera de
Armando, el pescador que custodia la historia de
La Mocha, destacada una muy especial anécdota,
referida a un personaje menor, sencillo pero muy
sensible y auténtico, tal como lo fueron y aún lo son
la mayoría de los habitantes. Se trataba de uno que
fue especialmente querido por todos los niños de su
época:
“Don Cata”, Catalino Mondaca, un mozo o mayordomo
de “la Hacienda”. Juguetón con los chicos, las más
de las veces de su tiempo compartía con ellos sus
inocentes diversiones y les ayudaba en sus necesidades
y problemillas.
Pero un día, después de enviudar, le tocó dejar para
siempre la Isla. Esa mañana de sábado los niños
llegaron en pelotón a despedirlo a la playa, porque el
querido Don Cata debía subir a un pequeño bote que
lo iba a alejar y llevar al barco grande que lo esperaba.
El afecto contenido le impidió despedirse uno a uno de
mano, y una vez en el bote, solo fue capaz de decir lo
de siempre: “Hasta el lunes, niños” volviendo la cara…y
nada más. De lo contrario, recuerda emocionado
Armando, “se iba a quebrar y con ello entristecer a
todos los muchachitos”, ya de por sí afligidos por esa
inmensa pérdida.
Desde ese momento, y como recuerdo de tal inolvidable
afecto, se instaló entre todos los de la Isla, hasta el día
hoy la clásica fórmula de despedida para cualquier
persona: “!Hasta el lunes niños, dijo Don Cata!”.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
61
Los hacheros del bosque
uentan que una vez Abel Rojas y José
C
Parra, motivados por lo que escuchaban
de los cuentos, invocaron al Diablo para
que les ayudara a cortar leña.
Y efectivamente, sus voces canalizaron
la petición. Y en medio del bosque el mismísimo Diablo
esa misma tarde les habló “!Aquí estoy!”
Los dos pobres muchachos dejaron ahí mismo sus
hachas y salieron huyendo despavoridos. Aprendieron
la inolvidable lección del poder materializador de la
palabra.
Aunque algunos, mas racionalistas, consideran que la
tal voz era simplemente la de un travieso Daniel Durán,
quién les habría respondido desde un escondite. Pero
lo que no es travesura, y a la vez lo más extraño y
frecuente hasta hoy es la historia de los lamentos y de
los hachazos en el bosque. –“Aquí, a veces de la nada
se sienten hachando y talando árboles, sin que nadie
haya subido a hacer leña con hacha al bosque”.
Entonces interviene Teresa de Ortiz reafirmando
y aportando:” - Yo a veces escucho algo que da
escalofríos: escucho murmullos de muchas personas
y gritos de varios niños como jugando. Lo escuchaba
más cuando estaba embarazada y eso me daba terror”.
-Yo creo, retoma Armando Ortiz, eso de los hachazos
son las almas de los antepasados trabajando de
nuevo duro en el bosque, porque los lafkenche de
antes trabajaban con hacha no más. Y entonces,
abruptamente recordamos que, según tradición
mapuche, las almas que vivieron o que murieron mal
se quejan como si estuvieran hachando…
Dicen que antes, nos complementa el viejo historiador,
que los lafkenche navegaban en balsas de totora…Y
fueron llevados a Concepción por los españoles como
castigo porque comerciaban con los corsarios ingleses.
Allá los hicieron esclavos y murieron de pena…Por eso,
quizá sus almas se volvieron aquí para lamentarse “.
62 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
El oro de los chinos
s probable que el tan mentado y muy
E
conocido “tesoro de los chinos” haya
venido en un barco inglés. O más bién,
sea un famoso entierro de un tesoro que
éstos, los ingleses, quisieron esconder
en la Isla. Es probable que se trate, por cierto de un
cofre del tesoro tan propio de la tradición de los
piratas: ellos debían esconder muy bien su botín para
no exponerse a ser confiscado por la Armada española.
Es probable, en fin, que el llamado “Oro de los Chinos”,
sea el que se enterró en aquel cerro de la Mocha con
forma de sombrero chino por lo demás, en una de
esas comunes estrategias de ocultamiento temporal
de los corsarios. Amén de que todavía hay memoria
y tradición en la Isla “que los ingleses tenían en sus
barcos puros chinos de tripulación”. Y así quedó la
curiosa tradición del nombre “cerro de los chinos”
asociado a un fabuloso tesoro.
Al respecto, pescadores no solo han registrado las
extrañezas de la playa, de los roqueríos y del mar de
la Isla, sino también nos han participado de los ruidos
y de las extrañas voces de la tierra y del bosque. “Los
entierros aquí penan y avisan como lamento de niño”,
lo que nos clarifica las señales de lo misterioso que
ocurre en tierra.
Así por años, los lugareños del lado norte, vieron casi
todos los días “entierros”, particularmente en ese
preciso cerro de “Los Chinos”. Es decir observaban
luces fatuas brillando sobre dicho cerro en medio de
las chupallas, unas matorrales. Asegura que Sergio
Parra, un isleño aún vivo, participó allí en la noche del
desentierro del misterioso y un valioso cofre. El patrón
del sitio se llamaba Ruperto Varas y la gente asegura,
que con ese tesoro después compró parcelas y quintas
por Talagante. “Y de eso, hoy todo se lo quedó el
abogado…”
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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Selección y adaptación de cuentos mochanos
Iván Pérez Muñoz
Ziley Mora Penrose
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Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
El Buque Santiago
y las historias marinas de Armando Ortíz Rojas
Adaptación del relato de Armando Ortiz por Iván Pérez & Ziley Mora.
“Yo no me explico tanta fuerza del mar: el buque
Santiago estaba anclado en Corral y la marea alta
del maremoto lo trajo hasta aquí mismo”... ¿Cómo
esa fuerza tan grande lo hizo encallar, con el ancla
a la rastra y con más de cuarenta personas a
bordo?,
n la víspera de la Fiesta de San Pedro
E
y luego en la Fiesta de San Pedro en el
lado sur, conocimos a Don Armando
Ortiz Rojas. Escuchar sus relatos, y su
historia de vida es como una novela de
Ernest Miller Hemingway, en especial El Viejo y el Mar,
aquella novela escrita en Cuba y que publico en 1952.
Don Armando nos cuenta “Yo nací al lado
norte de la Isla. El año 1943, 7 de noviembre.
Fue una niñez buena, fue muy buena. Con mis
hermanos todos. La gente del lado norte era unida en
esos años, muy unida. Ahora ha cambiado un poco,
bueno no se… la juventud está distinta… De ahí nos
vinimos en el año 1954 a esta parcela, porque mi
papá trabajaba en la Caja de Colonización Agrícola,
estuvo 20 años trabajando allí, en la oficina”.
“Nosotros nacimos acá porque había matrona
en ese tiempo, la señora Rebeca Bustamante,
que falleció para el terremoto del ‘60, por ir a
buscar un reloj de oro que tenía…no alcanzó a
escapar…era corpulenta y no alcanzó a arrancar”.
“Nos quedó marcado para siempre a todos los hermanos
(el terremoto). El mismo día, hacían 2 horas que
habíamos sepultado a mi papa, y empezó el terremoto
y maremoto. Mi papá falleció el 20 justamente, cuando
hubo el primer temblor en Concepción, a la madrugada,
a las seis de la mañana. Fue fuerte acá también, y el 22
ya fue como cataclismo, 12 minutos más o menos sin
parar el terremoto, y eso me marcó para siempre.De
ahí seguimos trabajando, yo quede solo jovencito, mi
mamá nos acompañó seis años después nomas, falleció
joven también, y al final yo quedé solo en este campo
en la casa. Todos los isleños pensamos que íbamos a
perder el campo por lo joven que éramos, pero no fue
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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así, seguimos adelante y lo logramos. Yo tenía 15 años”.
“Nos quedamos al lado norte para el terremoto, allí
en la casa de mi hermano nos arranchamos, un poco
lejos de la montaña y el mar, toda la gente junta.
Tuvimos más de un mes, había réplicas muy fuertes, a
cada rato, tuvo cuatro a cinco años para establecerse
bien la Isla. Fue demasiado las réplicas que había.
Un desastre, y así fue con mi vida, yo estuve 20 años
solo acá en la casa, mi señora no me cree, y ahí
salía a pescar con buen tiempo así como ahora, mar
mansita con un bote a remo. Por eso vi naufragios
también allá, veía los timones de los barcos, que acá
los isleños no creen y están los buques allá, es bonito
verlos por encima cuando el agua esta clarita y pasar
por el lado de ellos, yo navegué harto por esta zona
y a puro remo, inmensos buques. Y ahora tengo un
libro de más de mil naufragios, un amigo me lo regaló,
anoche lo estuve viendo, todos los barcos de la Isla,
están ahí. El libro tiene más de más de mil páginas” .
“Se ve el último, que fue el buque Santiago, llegó de
Corral para el terremoto del ‘60. Llegó como a las tres
de la madrugada, ese mismo día el 23, con hartas
personas, señoras, niños también llegaron. El barco
estaba fondeado en Corral y lo pilló el terremoto y
maremoto, saltó por sobre el muelle de Corral, yo tengo
el libro de Horas de Tragedia de Hernán Olave y ahí sale
el relato del capitán, dice que la mole ha dado el salto
más grande del mundo, saltó por sobre el muelle, 18
metros por sobre el mar y llegó a la Isla de madrugada
y todos los años recuerdan el terremoto del ‘60 en
Valdivia y se acuerdan del naufragio del Santiago y lo
dan hundido en Niebla yo quiero anotar el teléfono de
la radio; él es hijo del señor Olave, el escritor, lo da
por perdido en Niebla y está en la Isla Mocha. Lindo el
barco oiga, precioso, íbamos nosotros con mi hermano
cuando se estaba hundiendo todavía, sonaba el barco.
Se partió al medio primero. Entonces nosotros íbamos
en bote, estaba cerquita, subíamos al bote y empezaba
a sonar. La popa tenía una hélice de repuesto. Acá los
isleños se acercaron al barco, le gritaron a caballo,
los mayores que habían en esos años, que él estaba
en la Isla Mocha, y el capitán les decía que no, que
estaba en Puerto Saavedra. Es un verdadero milagro
que se hayan salvado y le han dado poca importancia.
Eso es para una teleserie, para una novela”.
Asombradísimo, recuerda que el capitán del Santiago
esa mañana no podía salir de su estupor, de que las
aguas lo dejaran tan al norte de su último muelle en el
que la anoche anterior habían tranquilamente atracado:
“Usted está en La Mocha, capitán, y no en Puerto
Saavedra como cree”, le dijo el muy potentado vecino
Carlos Brendell, quien fue el primero en parlamentar
con él desde su caballo, intentando desengañar a un
muy incrédulo capitán y rescatar a los embarcados. Se
cuenta que esa noche en la Isla fue tal el descalabro
telúrico vivido, que el miedo ante el tronar de la tierra,
el bramido del mar y la aparición de barcos fantasmales
sin brújula alguna, que cuando el Santiago lanzaba
sus llamativas bengalas de auxilio, la gente realmente
creyó que eran las trompetas finales del Apocalipsis.
Esas bengalas teñían de rojo espectral todo el cielo.
El libro del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de
la Armada de Chile (2000), indica que efectivamente
el Buque Mercante Santiago se encontraba en la
Bahía de Corral el día del terremoto y que habría
resistido las dos primeras olas y que en la tercera
fue arrastrado mar afuera y que habrían sido las
corrientes anormales producidas por el maremoto
las que lo hicieron encallar en Isla Mocha.
En el mismo libro se relata la posición de los tres buques
atracados en Corral el día del terremoto de 1960:
“En el momento de producirse el terremoto, los
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buques se encontraban en las siguientes posiciones:
“«Carlos Haverbeck»… Fondeado a la gira con dos
anclas, estribor con 8 paños de cadena y babor con 4
paños de cadena, esperando marea para acoderarse a
la boya N.º 2, pues había recalado al puerto a las 13.35
horas. «Canelos»... Acoderado a la boya N.º 1 con tres
alambres de 1 ” y una espía de 8 ” y fondeado con dos
Fig. 25: El achurado indica el alcance de las olas que penetraron la
Isla Mocha durante el maremoto de 1960.
anclas, estribor con 7 paños de cadena y babor con 5
paños de cadena”. «Santiago»... Atracado al muelle
Francés, fondeado con dos anclas y con dos espías
pasadas a una boya a proa babor, dos espías a tierra por
la popa babor y una espía a una boya a popa estribor”.
“Todavía alcanzó a soportar el «Santiago» la
tercera ola, pero al producirse la vaciante el buque
fue arrastrado con gran velocidad hacia afuera,
con su proa hacia el sur. El «Santiago» salió por
una especie de canalizo que se había formado
entre la costa y el banco Tres Hermanas…” (p43).
“Si bien el «Santiago» logró salvarse del maremoto
en Corral no llegó a Valparaíso, pues encalló en
una punta de la Isla Mocha, debido a las corrientes
anormales que se formaron por el maremoto, que
hicieron equivocar la estima. El radar del buque estaba
descompuesto y no había podido ser reparado antes del
maremoto. El «Santiago» se perdió totalmente” (p 43).
El mismo libro del SHOA (2000) expone una
descripción del terremoto de 1960 en la Isla Mocha:
“La Isla Mocha sufrió grandes derrumbes en los cerros
y algunos desplazamientos de tierra que arrasaron con
cuanto encontraron a su paso como árboles, animales,
etc., al producirse el terremoto que fue sentido con gran
intensidad en la isla. En algunos puntos de la isla se
produjeron grietas en el terreno. El maremoto comenzó
aproximadamente diez minutos después del terremoto,
siendo su primera evidencia un recogimiento de las
aguas en 100 a 200 metros. Luego siguieron tres ondas
que se desplazaron hacia la isla desde el suroeste,
afectando por lo tanto con mayor intensidad la costa
sur y oeste. La primera onda fue la más alta alcanzando
una altura estimada en 15 metros. Las casas de los
pobladores, como asimismo las dependencias del faro,
muelle, etc., ubicadas en caleta La Hacienda fueron
arrasadas totalmente. La isla y sus zonas adyacentes
sufrieron un levantamiento que ha sido estimado en
1,70 metro. Esto se ha comprobado por rocas que han
aflorado, como asimismo por sondajes efectuados
dentro del nivel de los 10 metros en que se comprobó
que las sondas son menores en 2 metros” (p 52).
Antes de jubilarse de la barca, de sus últimas
aventuras marinas, de unos quince años atrás,
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
69
Armando Ortiz extrae de un recodo aún accesible
del mar de sus memorias, la anécdota que él define
graciosamente como “Nunca más sin Armando”.
Les voy a contar la historia de un yate de
Estados Unidos (USA), del cual fui su guía.
para la tripulación, estaba todo ahí. Una vez íbamos a
ir a buscar petróleo a Valdivia, estábamos listos con las
anclas arriba, y se arrepintió Marcos Stefan de ir, sino
habríamos ido en el yate a buscar petróleo. Esto fue
hace como 15 años atrás”.
El Yate Psicosis de USA
“Por eso que los cabros jóvenes a veces me dan rabia,
no reconocen lo que uno sabe, se ríen de mí, que si don
Armando no ha navegado nunca, y yo salí en el yate
más lujoso del mundo en esa época, en el Psicosis,
a la Albacora claro corríamos cinco horas a 30 nudos
por hora aquí afuera, hacia el weste, el dueño era
Marcos Stefan era de lujo, y yo el único mochano con
referencias y me llamaron, y lo fui a esperar en mi bote
(al sector Islote del Trabajo). Un día yo llegué un poquito
tarde allá y salió antes él solo y chocó con el yate a la
vuelta pero el gringo no darse cuenta que tenía todos
los instrumentos, le venía bajando la profundidad y de
repente chocó con una roca e hizo tira las dos hélices y
ahí les decía a los isleños, “nunca más sin Armandus”,
y después me llevaba al ladito de la cabina. Era un
placer ese yate, 3 motores, 450 HP corriendo, livianito,
12 metros de eslora el barco, el barco precioso el
barco vino a la albacora, tenía el récord mundial de
la albacora, pesca a lienza con 0,80 delgadito, pesca
deportiva, y también traía sus nadadores de Estados
Unidos. Tenía dos asientos a popa para pescar, pero
vinieron muy anticipados y después vinieron en febrero
y se abrió, la albacora andaba acá mismo y llegaron en
avión los senadores norteamericanos acá andaban
con el, traían la carnada de Brasil, unos pulpos,
ahí los conocimos, trago había para… cualquier
trago, cerveza, buenos para la cerveza los gringos,
whisky. Tenían de todo, dinero en la mesa, un cajoncito
Con su ayuda, y luego de ese nuevo viaje, ahora sí
con Armado a bordo, la pesca con lienza arrojó un
extraordinario resultado. Stefan pudo finalmente
presumir frente a sus conspicuos acompañantes, una
corvina de 22 kilos y un atún mayor e increíble de
nada menos que de ¡32 kilos! Esa fue la ocasión que
más lejos se alejó de la costa mochana mar adentro:
doscientos kilómetros hacia el oeste del Pacífico.
“Cuando cabro si, venía un amigo francés, Raimond
Rosamut, era buzo profesional, bajaba 32 metros a
pulmón, quiso enseñarme a bucear y mi señora no
quiso, sino me habría gustado aprender para ver los
naufragios, mirarlos nada más. Él bajaba 32 metros
con un Zodiac de Francia que trajo y llegaba a mi casa,
salía yo con él a bucear en un Zodiac, solitos los dos.
Era impresionante. Una vez lo pillaron unos buzos de
Coronel bajo un barco, y sacó un cenicero. Yo le contaba
antes a los buzos, que venían de Lota y Coronel que
ese buzo bajaba 32 metros, 35 metros a pulmón, no
me creyeron. Y cuando lo vieron cuando estaba abajo,
después me dijeron, Armando ahora te creemos que
este caballero baja, cuando lo vieron, estaba a 12
metros de profundidad con el buque, y el bajó y sacó
un cenicero, y estaban todos ellos trabajando al lado.
Claro, para qué voy a mentir, aguantaba como 3 y tantos
minutos. Era alumno de Jacques Cousteau”.
Tengo sueños con el mar, es que a mí me gusta el mar.
“Siempre me recuerdo de la Caleta La Hacienda, donde
70 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
jugábamos cuando niños nosotros, veo el muelle
y todo. En la Caleta “La Hacienda” embarcaban los
buques cuando pasaban todos los meses a la Isla, nos
quitaron el cabotaje el año 1960 las empresas, de ahí
ya la Isla quedó a la deriva. La Isla producía mucho en
esos años, 5 mil quintales de arvejas para exportación,
Jacob y Cia. las llevaba, 2 mil vacunos anuales de
primera calidad, ajos, de todo, papas, zapallos,
corderos. Los colonos iban a buscar el dinero a la
Feria Briceño en Talcahuano, le hacían los descuentos,
tenían una romana a la entrada del muelle, menos de
500 kilos lo rechazaban y sobre 500 kilos salían todos,
y los peleaban los animales de la Isla porque iban
“destalaos” sin comida sin nada, no ve que iban una
noche navegando. Compraban los abasteros pura carne
no más, cerraban la feria pa’ los otros, pa’ las otras
personas, cuando llegaban los vacunos de los isleños,
por la calidad y destalaos; eran pura carne no más, claro
no tenían nada de comida adentro 40 ó 50 kilos menos”.
“La Feria Briceño los compraba, los colonos iban
a buscar su cheque, fue la mejor época de la Isla,
ya después del 60 nos quedamos sin embarcación
quitaron la subvención, quitaron las motonaves”.
Illimani y el Roseta, unos barcos que están hundidos
acá en la isla
“Yo soy buzo sin oxígeno y salía con mi bote a pura
fuerza de remo. Con el agua clarita, todavía se pueden
ver los naufragios. El último, hace unos pocos años, fue
el “Don Ricardo”, un barco de Lebu naufragado y que
todavía está su esqueleto en el sector norte de la Isla”.
“El Illimani chocó en Quichol donde están los lobos,
iba para Liverpool, iba con turistas, y el Roseta que iba
con oro por eso me molestan que diga dónde está. Esos
son los más importantes y “Don Juan” que llevaba oro.
Hay una corriente marina que los tira una milla por hora
para la Isla, el Roseta era un galeón español de 300
toneladas, eran más o menos grandes, ese llegó roto
en la Punta Charles y al otro día ya no estaba. Según
los primeros habitantes se acuerdan en 1883 bajaron
con un cofre los españoles fondearon en la punta que
hoy lleva el nombre del capitán (Punta Charles); al otro
día el barco ya no estaba, quedó fondeado haciendo
agua. El Illimani chocó en Quechol, felizmente
estaba bueno el tiempo y se salvaron excelente
el rescate, los rescataron y atendieron. El señor
Alemparte (arrendaba la isla en ese tiempo), mientras
llevaba carga diversa, luego nosotros estábamos
chicos y vinieron unos buzos con escafandras y
no encontraron nada, el Roseta iba a España”.
Roseta, El barco fantasma
“Yo andaba con un joven de Nehuentue y nosotros
andábamos a remo, y de repente escuchamos que
fondeó un buque con cadenas y yo le dije anda a popa
porque suenan las cadenas. No hay nada Armando me
dijo, a popa de nosotros fondeó el barco, la sonajera, y
se sintió como un ruido de un barco inmenso. Yo pienso
que el ruido es un anuncio de donde está el barco,
los dos lo escuchamos, nos dio miedo y nos vinimos
a tierra en los barcos a veces penan los entierros”.
Cae la tarde y desde la ventana de Armando y su biblioteca
vemos un horizonte que nos parece más glorioso y
mágico con estas historias relatadas por este verdadero
tesoro vivo de Isla Mocha. Sin duda las memorias y
vivencias de Armando Ortíz Rojas y su generosidad para
compartir la historia de su Isla y su mar, constituyen la
máxima expresión de patrimonio inmaterial cultural.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
71
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
El Pino Huacho y la aparición de “el
Diablo” bajo una granizada
de cascajillos
a gente rápidamente asoció la increíble
L
visión que tuvo Armando Ortíz en el
sector de Pino Huacho con lo único que
conoce de su imaginario: el Diablo.
Pero en verdad no se trataba de otro
cuento más de esos, ni de una nueva versión de
esas apariciones de “Don Sata”, tan frecuentes en la
tradición del folklore del Chile central. Algo especial
debe tener este hombre, aún muy atlético para sus 78
años, que fue objeto de la visión de un puma, “pero
que más parecía tigre”, acaso el mismo jaguar extinto
en la Araucanía hace siglos. En verdad, hace unos 40
años Armado Ortiz experimentó un insólito perimontu,
sin ser él directamente indígena. Así le llaman los
viejos mapuche-lafkenche a ese tipo de experiencias,
a una visión sobrenatural que acaece abruptamente en
un estado alterado de conciencia, la que sobreviene a
la persona para anunciarle algo importante. Y ocurrió
en un lugar más improbable, un sitio donde jamás
siquiera antes han existido, al menos así lo dicen los
restos arqueológicos de la fauna ancestral. La tradición
mapuche dice que solo los guerreros, esos que “los
apoya el sol” tienen ese raro privilegio de empoderarse
con tal visita. Cierta noche, cuando volvía de vuelta
de compartir en la casa de su hermano, ocurrió ese
encuentro que lo acompañará hasta que descienda a
la tumba. A la altura exacta de un solitario y viejo pino
“Pino Huacho”, y disminuyendo al máximo el ruido
y la velocidad de su moto Yamaha 125, allí en el sur
de la Isla Mocha, tuvo esa noche la cita de su vida: se
trataba de un Füta Nawell, de un “Gran jaguar” que se
le cruzó en el camino. Y el otro elemento raro que notó
de inmediato Armando fue el sentido de ese cruce:
es decir, el gran felino subía hacia el cerro, hacia el
bosque, desde la playa, como saliendo del mar. Lo
inexplicable de la visión, lo incomprensible del tipo de
animal llevó la gente a asimilarlo a lo conocido, a las
categorías que le son típicas y familiares: si “el diablo”
se aparece en la noche bajo la apariencia de un perro
negro grande, entonces lo que vió Armando no puede
ser otra cosa que el mismísimo Diablo. Bien pronto
así fue representado por los escolares de La Mocha en
cada concurso de leyendas, pero lo que en esencia deja
afuera la importancia de la visión del nawell mapuche o
tigre, especie que al parecer jamás existió en esa Isla.
Hay algo en el monte que avisa y preanuncia. Cuando
repentinamente un árbol del cerro se quiebra, es fijo
que anuncia la llegada de un temporal. A las horas llega
con furia el viento y la lluvia imparable. Manifestación
de aquella extraña fuerza invisible del cerro debe ser la
que también se manifiesta, justo allí, en el mismo sitio
de Pino Huacho. Y también en noches cerradas. Porque
tanto Armando como varios otros isleños, al pasar por
aquel lugar, sobre el poncho de medianoche que los
cubre, junto a atemorizantes silbidos que escuchan, se
les suele tapar su cabeza y espalda de arenisca gruesa
y piedrecillas. Estas inexplicables “granizadas” son
como lanzadas y llovidas desde el costado de arriba
de ese cerro. Nadie ha podido explicarse esto, dado
que el cerro está a unas varias decenas de metros del
camino. “Esa nube de cascajillos como que de golpe
lo despierta a uno”, observa sentencioso el viejo
pescador.Tampoco nadie se explica que prácticamente
solo allí, cuando hay terremotos, la tierra se desprende
de las tupidas raíces de los árboles y se derrumba
hacia el mar.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
73
Ricardo Hoppe
el lobero más viejo de
Isla Mocha
us ancestros alemanes llegaron
S
a mediados del siglo XIX para
ser expertos cazadores en el mar
de Chile. Y el lugar óptimo para
semi-asentarse que eligieron esos
corajudos navegantes fue la Isla Mocha.
Hijo de un capitán de barco de pesca del lobo
marino, nieto del último capitán ballenero, fue
también parte de la última expedición mochana
para cazar una ballena. Fue una cacería fallida,
asunto que en el fondo al quinceañero cazador
Ricardo Hoppe Guzmán le alegró el alma. Por
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
tanto, cuando en un no lejano día navegue su alma
por las obscuras aguas de la muerte, y sereno se
presente ante el juicio de la Divina Ballena, el
anciano de seguro pasará la prueba: “me dejaste
vivir, por tanto yo te dejo vivir como capitán de tu
destino”.
“A pesar de que mi papá fue un respetado capitán
de pesca aquí en la Mocha, él deseaba que fuera
agricultor, pero a mí me gustaba estar embarcado,
más que la faena con los lobos marinos”, declara
con orgullo. Lo primero que hice fue navegar para
Valdivia donde hice mi primer trabajo por dinero.
Pero estar en tierra me duró poco. “Luego me volví
aquí a trabajar con Otto Brendenn que construyó
un barco de doce metros, con la cual iba y venía
a Lebu. Luego tuvieron una goleta, que también
74 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
navegué yo. Le pusieron “Germania”, hacía
veinte vacunos los que al final llevaban a la feria
Briceño de Concepción. Luego me embarqué con
otro dueño que tenía una chalupa y que también
llevaba animales para Lebu”. Los rumbos más
australes que recorrió el último ballenero y lobero
de Isla Mocha, fue el Cabo de Hornos, pero nunca
lo cruzó por lo peligroso de su paso: “Allí bien al
sur uno en las noches fondeaba su bote en los
canales; el barquito se fondeaba porque con la
baja de marea el canal quedaba seco”.
Y en la misma Mocha la cacería también quedó
seca cuando a causa de una maldición que echaron
los pescadores de una goleta-empresa afuerina,
los lobos marinos se alejaron del famoso Islote
del Trabajo, donde otrora se faenaban casi todos
los lobos. Su padre, Martín Hoppe, respetadísimo
Capitán de Pesca, junto a otros como Segundo
Riffo y Félix Durán, que debía instruir a sus
ayudantes en el proceso, no les autorizó matar y
sacarles el cuero a los lobitos nuevos y a los recién
nacidos que abundantes retozaban en la “Piedra
del Consuelo”. Era el mes de marzo del año 1968,
el de mayor caza, pues se trataba de la estación
en que nacían los nuevos lobitos. Y en ese
determinado punto de la Piedra del Consuelo dejó
de ser consuelo para los cazadores, quienes de
a poco tuvieron que reinventarse en pescadores.
Era la época, y lo fue durante varias décadas del
siglo XX, donde La Mocha era sinónimo de caza y
faenamiento de aceite de lobo marino junto a su
apreciado cuero, con el que se confeccionaban
todo tipo de cuerdas. Habían días de caza en
que se llegaba a matar ¡mil lobos por jornada!.
Era la época en donde el trabajador herido en
faenas loberas como fuera el caso de una mordida
profunda, este recibía el pago de una licencia
médica de varias “correas” diarias de parte de
cada uno de los compañeros de caza, quienes
compartían así una fracción de su salario.
Con ello compensaban los días o semanas que
el herido pasaba sin trabajar, pues las dichas
correas de cuero eran el semi-procesado producto
a vender. “Carlos Hahn compraba todo, tanto las
correas de cuero como la grasa de lobo. Y todo
ello se faenaba en el Islote del Trabajo, y por eso
el nombre que hasta el día de hoy lo tiene”, nos
informa con detalle el sobrio y sereno anciano
Ricardo. “Yo, cuando fui trabajador del lobo,
recuerdo que de éste se sacaba dos bolsas de
cuero, de donde luego se cortaban las tiras o
correas” agrega Ricardo quien debió pasar todas
las etapas que exigía ser un ayudante del Capitán
de Pesca. Su padre fue especialmente riguroso
e impersonal con su aprendizaje. Pero también
justo, cuando percibió sus cualidades para el
lanceado. Por ejemplo, los principiantes no podían
ultimar a los lobos, dado que su inexperiencia los
podía hacer sufrir innecesariamente o espantar
de un modo prematuro a la camada y abortarse
así una buena jornada de cacería. “Después lo
pude hacer”- recuerda nostálgico nuestro viejo
lobero- pero ya cuando pasé la etapa de ayudante
en el arreo hacia el caletón de La Fortuna. Allí se
les encerraba para luego los lanceros matarlos a
lanza y con un mazo o mazeta muy dura hecha de un
palo de boldo asestado en plena cabeza. La lanza
era para los machos y la porra o mazeta era para
las puras hembras. Como el lobo mueve mucho
la cabeza, por eso se le tenía que lancear debajo
de la paletita o en el pecho. Y como el capitán
vio el primer día mi habilidad, de inmediato me
pusieron a lancear”. Y nos da el detalle que todo
este despliegue comenzaba muy de amanecida,
porque al rayar el sol era el momento, “la hora
precisa pues era cuando el lobo estaba con más
sueño y embotado”.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
75
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
Las nuevas
Generaciones
de Isla Mocha
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
77
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
El premio de San Pedro:
El triunfo del niño
Joaquín Astete
sa gloriosa tarde del 29 de Junio del
E
2019, las mejillas del niño Joaquín eran
más rosadas que de costumbre. No era
por los brindis que ya se regaban entre
los premiados en medio de acordeones
y ánimos de fiesta comunitaria. Tampoco por el clásico
frío propio del crudo invierno de la Isla, acentuado
por la brisa persistente del borde-mar siempre ruda,
punzante y limpia. La causa era muy otra, era interna.
Era una gozosa sensación de un primer gran triunfo, es
decir, una experiencia de realización plena en el alma.
Se trataba de su primer triunfo como navegante. Un
sencillo pero experimentado jurado lo declaraba
“Primer Ganador del Festival de Embarcaciones de la
Fiesta de San Pedro”, la que también por primera vez
se celebraba en el lado Sur de la Isla Mocha. De pie allí
en el Islote del Trabajo, el orgullo de este joven capitán,
cabeza de un bote y miembro de una corta flotilla de
cuatro barcos, no podía disimular su sobrio contento
al recibir su distinción.
Algo especialmente significativo se adivinaba adentro
y tras su fácil sonrisa de niño. Desde hacía varios días
antes, había insistido con sus padres para pedirles
autorización para participar, y ayuda en aderezar el
ornamento de la embarcación.
Se necesitaba salir a buscar ramas verdes del bosque,
flores, guirnaldas, globos y alimentos, muchas
empanadas, anticuchos y una importante variedad de
bebidas para su tripulación, sus amigos y parientes
que lo iban a acompañar ese día en el mar. Es decir,
para todos aquellos que se subieran a su bote cuando
la flotilla santa surcara las aguas con San Pedro como
brújula y Gran Capitán de los mares interiores de la
Mocha.
78 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Antes que al timón, la semana previa tuvo que ponerse
al frente de la organización y ser muy activo para que
su bote y su navegación pudieran salir premiados.
Sus padres le ayudaron y secundaron detrás, pero él
tuvo que poner la cara y declarar que él mismo iba a la
partida como capitán.
Aparte de todos los preparativos, debió buscar lo más
simbólico: pedir prestada la bandera de La Mocha al
custodio de los tesoros insignes de la isla: al historiador
y otrora experimentado pescador, Armando Ortíz Rojas.
Han pasado dos días. Ya ha compartido lo suficiente
la inolvidable experiencia con Derick, su mejor amigo,
hijo de un pescador. Pasada la emoción, y ya con el
galardón en casa, Joaquín, sirviendo la mesa de los
turistas y lavando los pequeños platos de ceviche que
se habían ocupado en la fiesta, se mostraba reflexivo y
más calmo que en los días previos.
“Ahora, después de esto, nos decía, mi sueño más
grande es estudiar, salir a estudiar algo relacionado
con el mar y el turismo, y luego volverme a la Isla para
practicar lo aprendido”.
Es decir, como Ulises, salir de casa, vivir su propia
odisea mar afuera, aprender y regresarse sabio y
maduro al hogar, para luego continuar la misma
tradición de sus antepasados. Es decir, como Luis, su
papá, su modelo y referente.
Después de la entrevista, siguen aún más rosadas las
mejillas del joven capitán.
“Ir al timón me produce mucha alegría,
navegar es bonito, pero lo que más me
gusta es la pesca“, nos confiesa, subrayando
especialmente “pero el momento de mayor
alegría del día es ayudar a mi papá”.
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
79
La historia de Tiare
Varela, una joven
líder ambiental
Fotografía / Mauricio Valverde Sandoval
Ella supo del mundo santiaguino y
E
volvió. La conocimos explicando un
artístico mural pintado en el Jardín
Infantil de la Isla. En éste destacaban
los colores de la fardela blanca, su ciclo vital y sus
hábitos migratorios.
Le interesa educar la conciencia de los niños,
único camino para asegurar un amor y una
revalorización a tiempo de este entorno tan
especial en el sur de Chile.
Tiare tuvo una infancia que hoy, y desde la
perspectiva de la ciudad, fue a todas luces
privilegiada. Tuvo el privilegio único de poder ir a
ver, por ejemplo, a un arrayán abrazado en espiral
con un olivillo, o conocer la Laguna Hermosa, años
antes de que secara.
Sin televisión ni electricidad en la Isla, los
atractivos mayores para una niña como Tiare eran
salir a caminar hacia un lugar y vuelta a caminar.
Y al llegar al punto de reunión, juntarse al lado de
80 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
la cocina a leña, y de su calorcito, con sus amigos
y desplegar un juego de mesa, el que a veces se
hacía sobre las tablas del piso.
Podríamos decir, que en los temas ambientales
ella ahora es una lámpara que ilumina y educa
en pro de la Isla, y el aceite de la lámpara, es su
compromiso, su fuerza, su simpatía y paciencia
para hacer entender -a niños y adultos- lo clave que
es cuidar un nido, o no introducir depredadores a
la Isla, cuidarse del fuego devastador, reforestar
con las especies que se están muriendo, etc.
Tiare trabaja en la ONG ambiental Oikonos (en
conservación) y nos comenta: “…en la ONG
trabajamos en temáticas de conservación, resulta
ser un trabajo muy desafiante”, nos declara
tranquila, pero con evidente dejo de tristeza, a
causa de la incomprensión de mucha gente, “…es
difícil poder conservar un ecosistema donde muy
poca gente apoya en el cuidado de nuestra propia
Isla”.
Lo que le preocupa y ocupa a esta joven mujer
líder de la Isla Mocha, es conservar el patrimonio
de preciosas reservas que posee la ínsula. Ella se
ve en una cruzada transgeneracional.
Como buena artesana y ambientalista, Tiare es
consciente de las ventajas competitivas y las
diferencias únicas que tiene su isla con respecto
al resto de los territorios. Valora como nadie el
exclusivo y exquisito condimento como el hongo
de ajo, además, por cierto, del palo negro que
sirve contra el cáncer, la nalka, la mermelada de
maqui, etc.
Cuando se le preguntó por qué decidió establecerse
en la Isla, y por qué la Mocha le atraía tanto a ella,
Tiare tenía más que clara su respuesta:
“Esta Isla tiene algo muy especial que las
demás no tienen, y la fardela lo sabe, por eso
viaja más de quince mil kilómetros cada año.
Y eso especial es el tipo de bosque tan único
de aquí. Se trata de las raíces, mías y de ellas.
En las raíces de estos árboles, de dos metros
de profundidad, ellas hacen sus madrigueras.
Allí anida el ave, “y por eso anido yo aquí”.
Con su respuesta nos quedó muy claro el por qué
aquí anida el ave más extraordinaria de todas,
que bien supo encontrar la isla más extraordinaria
de todas.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
81
Fotografía “Faro Punta Sur”/ Patricio Rosas Barriga.
82 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Mujeres de la
Isla Mocha
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
83
Enevadita Riffo
Las recolectoras de luga de Isla Mocha:
“Un tipo de cultura temporera”
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
a luga es un alga muy popular en las
L
costas de la Mocha. Popular porque
su recolección de temporada convoca
a muchas, siendo complemento -y
en muchos hogares salvación- del presupuesto
hogareño. Y sobretodo porque ha sido generadora
de diversos vínculos, entre ellas, las recolectoras.
La luga ha sido generadora de comunidad, de
vínculos, algo más estrechos y profundos que
solo un sindicato y más importante que el dinero
que se paga por ella. A las mujeres de todas las
edades vinculadas al proceso de la luga, quizás
se les deba la creación de toda una cultura
propia, probablemente tan fuerte como la de los
pescadores varones, la que por ello es generadora
de prácticas, de lenguajes, de valores y estilos de
vida.
Y «aunque no es agradable ser alguera porque
es un gran sacrificio», según Enevadita Riffo (42
años, con una hija también alguera), ella aprecia
el oficio porque con él ha podido sostener su
hogar y el gremio de sus colegas. Actualmente es
la tesorera del «Sindicato de mujeres recolectoras
de algas marinas y otras afines». Tanto Enevadita
como varias de sus compañeras, desarrollan la
actividad trabajando en familia. La temporada
dura cuatro meses, los que coinciden más o menos
con la plenitud del verano. Y ello es lo interesante
de este oficio cosechador de un recurso de orilla
marina: en la Mocha lo han tornado una ocasión una
84 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
forma de hacer vida de familia variando de lugar
o de hábitat. Digamos primeramente que la luga
es un producto muy apreciado, que se constituye
en materia prima para la fabricación posterior de
jabones, cosméticos, sushis y algún sucedáneo
del plástico. En esos cuatro meses ellas, las
temporeras, extraen, seleccionan, secan, limpian
el producto antes de la venta a un intermediario,
el comprador. Deben tender la luga y secar al
sol hoja por hoja, cuidando muy bien que no se
reseque. En el Sindicato de Enevadita, llegado el
momento y coincidente con las vacaciones de los
escolares, once son las familias que abandonan
su hogar en pos de la luga. Se suben a un carretón,
transportan lo indispensable, y se van todos a
la playa. Niños pequeños, grandes, ancianos,
mascotas incluidas, viajando unos 20 kms. lejos
de casa. Durante ese tiempo permanecen allí,
sobretodo en la playa del sector sur, donde es
más abundante el producto, algunos hasta el mes
de abril.
Una vez en el campamento del trabajo, cada
familia construye o prepara una rancha para hacer
vida de hogar con todos y cerca de otras ranchas
de trabajo. Cuando hay güagüa, solo la madre se
queda en el rancho y se van todos a la saca del
alga por una extensa orilla de roqueríos. En esas
condiciones, obviamente se duerme poco, porque
además, en las más de las noches, suele haber
cena compartida con invitados que no faltan, con
fiesta y baile comunitario, sobretodo si esos afuerinos
saber cantar o tocar la guitarra. Junto a ello,
pronto surge el otro compartir, el de la comida
junto al fogón, el patache con pescado frito antes
pescado en la misma tarde, las sopaipillas, el
mate si hace frío, etc. Por eso, al día siguiente, «la
levantada es a cualquier hora luego del mariscal»,
afirma Enevadita, quien cada año lucha para
hacer más grata y humana dicha estancia. Puja y
reclama por tener allí agua y baños.
Además de los trabajos del alga, allí en la playa
se dan y se aprovechan otras oportunidades de
negocios. Es el caso de las cabalgatas turísticas o
caballos en arriendo, que generalmente algunos
varones concretan con éxito. A pesar de las
incomodidades, lo que más valoran las familias
son estas instancias que nosotros aquí hemos
denominado «generadoras de cultura». Allí, a
causa del contacto estrecho, de pequeños favores
domésticos, del lenguaje de intercambios, se
fortalecen lazos, se estrechan relaciones, nacen
amistades y se practica la solidaridad.
En síntesis, la comunidad de temporeras de la
luga de la Mocha, evoca aquellos viejos tiempos
de los primeros parceleros en que todos eran
uno en la Isla, en aquellos tiempos de la minga
y de las fiestas comunes donde todos aportaban
y celebraban el trabajo colectivo. Cada verano, y
por momentos, la luga acerca aquellos tiempos
en que tanto durante los días de trabajo como en
los días de paseos, toda la gente almorzaba junta.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
85
Virginia González
Campos
Una Mujer holística en una Isla Mágica
as mujeres de Isla Mocha son
L
protagonistas absolutas de la vida en la
Isla. Lideresas sociales y ambientales,
recolectoras de frutos marinos,
artesanas, cocineras territoriales,
enfermeras, especialistas en contención emocional y
coaching, mecanicas, recicladoras y sabias agricultoras
y hoy nuevas guias de turismo histórico cultural,
emprendedoras y profesionales.
Virginia representa ese todo holístico que es la mujer
mochana, con una inquietud incansable por el capital
social comunitario y la educación e identidad local.
Secretaria de la Junta de Vecinos Sector Norte;
Presidenta del Centro General de Padres y Apoderados
de la Escuela Armando Arancibia Olivos; Tesorera del
Sindicato de Algueras; Presidenta de la Agrupación
de Artesanos. Casada y madre de dos hijas de 21 y 12
años. Virginia es hija de agricultores de la Isla Mocha
y es capaz de caminar 20 kilómetros al Viejo Faro, ir
a buscar luga al mar, construir una choza para vender
artesanías a los turistas, cocinar platos con productos
locales, y claro, participar de muchas reuniones para lo
que falta porque “no llega solo” dice.
“No necesito teléfono celular” explica, “acá no
se sabe cuándo habrá señal, por lo que leemos
nuestros mensajes cuando se puede, y estamos más
concentrados en hablar entre nosotros. La tranquilidad
que tengo para dormir y andar sin peligro a que me
atropellen o me llegue alguna bala loca es algo de
lo que tengo conciencia que está en mis ganancias
por ser mochana. Tenemos una naturaleza libre de
contaminación -todavía- y podemos respirar aire
puro todos los días. Lo que sembramos se nos da sin
echarle abono a la tierra y nuestra reserva es lo más
maravilloso que tenemos”.
Sin duda el chauvinismo de Virginia da envidia, y
cuando estás en la Isla y pruebas sus productos, y
cuando estás en la Isla y la conoces a ella sabes que
86 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
estás en una Isla mágica y con un ser maravilloso y
lleno de bondad.
Virginia nos cuenta que en la Isla hacen artesanía en
conchitas, en madera, en cuero y lana de oveja y que
todo es hecho reciclando lo ocupado y cuidando el
barco en el que viven, por que una isla es un barco, un
punto en el mar, pero a la vez un sistema que al tener
humanos, éstos deben estar conscientes que tienen la
“capacidad” de destruir los ambientes incluso donde
viven, algo que no hace ningún otro animal.
Al terminar este libro Virginia trabaja en la Isla en los
preparativos para formar la Mesa de Cultura de Isla
Mocha. Nunca se detiene y siempre haciendo más por
los demás, así son las mujeres mochanas, integrales
y holísticas, personas que viven en la abundancia de
una Isla donde aunque también tiene carencias, saben
que son dueñas de un tesoro, un tesoro vivo que brilla
en el corazón de estas mujeres lideresas.
Al final de la entrevista se le pregunta si quisiera que
algo especial personal fuera publicado, y responde:
“solo mi nombre, que no me gusta andar demostrando
lo que hago”.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
87
Los Versos del Capitán
de Lilian Vera
Presidenta Junta de Vecinos Punta Sur
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
L
ilian Vera es una nueva mochana. Como
varias historias de mujeres que llegaron
a la Isla por amor a un mochano y nunca
más volvieron al continente, es el caso
de Lilian Vera. Ella hace 17 años llegó a
Isla Mocha y la Isla en premio le regaló un hijo, que hoy
ya tiene 12 años. Él es un nuevo capitán, como el poema
de Neruda, “maravilloso y soñador”.
Liliana, como las mujeres mochanas, no puede hacer
solo una cosa, en una isla en medio del océano se debe
saber remar, cocinar, plantar, cosechar, resistir y amar.
El turismo de experiencias de la Familia
Astete - Vera
De su emprendimiento Hostal Punta Sur nos cuenta:
“Empezamos de a poquito, un pequeño emprendimiento
con una piececita en la casa, después dos, así
lo fuimos ampliando y el tipo de turismo que nosotros
damos es turismo de experiencias que llaman. Todo lo
que se come lo producimos nosotros acá también, el
huevito de campo, la lechecita, el quesito, el tema de
la pesca que da mi esposo, todos los productos de la
huerta pues son todos productos orgánicos que hay
que sacarles provecho. Así que tenemos una quinta
para hacer las mermeladas, acá son todo tipo de productos
caseros, todo se hace, todo lo que se cosecha.
Lo que se produce es lo que nos da la tierra, y también
a la vez, al turista le gusta mucho ir a sacar leche con
uno, ir a recoger los huevos, eso lo agradece porque
hay muchos niños, y ellos son los que más disfrutan.
Son cosas que ellos no ven a menudo, entonces salir a
buscar los caballos cuando salen a hacer cabalgatas,
por ejemplo, es impagable. La idea es hacer un turismo
más familiar, incorporar a la gente en las rutinas dia-
88 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
rias que tiene uno para que así ellos puedan adquirir
nuevas experiencias también”.
El terremoto de 2010
Lilian Vera es dirigente vecinal, Presidenta de la Junta
de Vecinos Sector Sur, ese que mira al Pacífico con el
Faro antiguo, donde Drake quiso “ganar el quien vive”
a los antiguos lafkenche.
Lilian tiene una hija que está fuera, quien los visita
cada cierto tiempo.“Es la mayor sorpresa que puedo
recibir” confiesa, pero cuenta que también ha tenido
sorpresas negativas como el terremoto del 2010:
“Aquí fue impresionante, porque mi cocina se cayó
toda, la loza, todo y el susto fue porque yo no asocié
que era terremoto. Cuando desperté a esa hora yo
pensé que alguien andaba en la cocina botando las cosas,
eso pensé, ahí todavía no teníamos luz eléctrica...
Arrancamos solo un poquito para el cerro, porque para
el ’60 el cerro se cayó”.
Lilian ama ante todo la tranquilidad de la Isla y ha construido
su paraíso con la vista del Pacifico frente a su
casa y con el sol que la bendice desde la reserva Natural
Isla Mocha, en su hogar donde tiene su invernadero,
sus gallinas, su pangal, sus papayas y sus manzanas.
“Sino se trabaja en equipo el bote no sale y la
huerta no crece”.
Vive en paz con todos los logros alcanzados y por alcanzar
como dirigente, una nunca se detiene. Nada
ha sido regalado, todo ha sido obtenido con trabajo,
rabias, unidad, a veces caminar en soledad, pero al final
en una isla, cada logro se debe multiplicar, el aislamiento
hace que nuestros logros valgan por 4.
“La familia mochana está obligada a ser unida” comenta,
“sin unidad no se sobrevive, porque no se puede
vivir solo del mar, si no se trabaja en equipo el bote no
sale y la huerta no crece”.
Sin un segundo de duda explica doña Lilian “aquí todo
es una odisea, pero Dios está aquí para ayudarnos a
salir al mar, para volar al continente, para tener una
salud más robusta, porque un mochano no se puede
enfermar a cada rato”.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
89
Fotografía 90 Isla / Patricio Mocha / Selección Rosas Barriga. de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Patrimonio gastronómico y
alimentario de la
Isla Mocha
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
91
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
radicional e históricamente la
T
gastronomía ha girado asociada
tempranamente en torno a las clásicas
hortalizas que hicieron famosa a
la Isla Mocha en el continente. Nos
referimos particularmente a la extraordinaria calidad,
a la exquisita dulzura de las arvejas, que aquí se
llegaban a cosechar por cientos de sacos y quintales,
embarcándola al continente. Le siguen en prestigio las
papas (papa colorada, desiré), los ajos, la cebolla, el
tomillo, los porotos, el zapallo, el repollo, etc. No es
difícil deducir que la razón de dicha fama ha sido el
humus del subsuelo, la calidad natural de la tierra
y sus abonos y a la producción orgánica estricta,
libre totalmente de cualquier agroquímico, los que
lamentablemente ya empiezan a ser conocidos en la
Isla. Obviamente, esta cualidad se traspasa al otro
reino alimentario: a la calidad orgánica de las carnes y
sus subproductos.
Todas estas hortalizas y legumbres se acompañan con
el otro gran patrimonio gastronómico de la Isla: las
carnes. Y particularmente las de cordero y de caballar,
muy famosa hace unas tres décadas en todo el Biobío
y la Araucanía. Antes habían abuelos parceleros
que para ellos era común criar hasta 200 animales.
También era muy famoso en el continente, en Cañete
y Concepción, la apetecida y muy popular carne de
caballo, la que se llevaba de los mataderos de la
Mocha, y particularmente la muy exquisita, sabrosa,
orgánica y fina carne del «cordero mochano». Hasta hoy
es proverbial la expresión «cordero mochano» a causa
de lo sabroso de sus partes, sean asadas, guisadas
o en cocimientos varios y diversos. La causa, junto
con el tipo de alimentación y hierbas que consumen,
es atribuida a su perfecto equilibrio en grasa y fibras
musculares, las que no se endurecen dado que los
animales solo caminan en praderas. Respecto al
ganado vacuno pasa algo parecido con el cordero, pues
es posible apreciar al ganado aproximarse a la playa y
allí desayunar algas diversas como el cochayuyo, lape,
92 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
el luche, ulte y la luga.
Un tercer rubro gastronómico de evidente calidad y
valor patrimonial son los mariscos y los peces. Y acaso
éste sea, hoy por hoy, el más significativo y creciente en
importancia. Entre los primeros, las palmas culinarias
se la llevan, según las temporadas, los locos, piures
y erizos. Asimismo las jaibas, navajuelas, choritos,
cholgas y picorocos. A pesar de la excesiva extracción
y depredación del mar, en la Mocha se consume
excelente corvina, lenguado, albacora, congrio dorado,
reineta, jibia, bacalao, merluza, etc., todo conseguido
en pesca de orilla. Antaño, hace unas tres décadas,
desde el punto de vista comercial, hubo «épocas de
oro» tanto del loco como del lenguado. Un antiguo y
poderoso tónico reconstituyente para enfermos es
el aceite de lobo de mar: se toma durante siete días
en ayunas. Pero para quien sufre de frío, solo una
cucharadita.
Mención especial se debe hacer aparte de las clásicas
humitas, de las empanadas de caracol, el
antiguo guiso al horno o a la olla de la «guatita de
cordero rellena», y el tradicional caldo de verduras
con hervido de pollo mochano. Éste es, a la fecha, un
muy famoso reconstituyente para enfermos graves y
para recuperar a madres en su posparto y puerperio.
Al día de hoy, fuimos testigos de cómo una familia
enviaba con nosotros al continente el encargo de un
par de pollos faenados. ¿Objetivo?: ser entregados a
un enfermo convaleciente en el hospital de Cañete.
Las cazuelas, antes del arroz, invariablemente se
servían con trigo «al locro y a la chuchoca». Incluso a
veces acompañaban al pescado frito junto a la papa
cocida. Hay recuerdos recientes de que en Isla Mocha
se comía muy sano, prácticamente con la totalidad de
los alimentos de la huerta o de la pradera o del mar
enfrente. Hasta no hace veinticinco años atrás, solo se
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
consumía café de trigo y sin azúcar. Se hacía un tipo
de polenta con choclo (maíz) cocido y luego molido. El
choclo se cocía al estilo curanto de hoyo. En casa de
un colono de ascendencia alemana, hay testimonio de
elaboración casera del chucrut: se dejaba macerar el
repollo durante varias semanas en barriles, cubiertos
con un poco de agua y buena cantidad de sal. En las
fiestas como la Semana Mochana (12 de febrero), el
18 de septiembre o la Novena de la Virgen Purísima,
eran populares – aunque aún lo son- los estofados de
vacuno y de cerdo, un tipo de olla al jugo provista de
todo tipo de verduras. Muy populares entre las mujeres
eran las “agüita de cedrón y manzanilla luego de las
comidas”. Los licores también se fabricaban en casa:
se confeccionaba licor de murta y pasas, las que se
dejaban reposar en aguardiente. Asimismo, antes se
hacía un conocido licor nativo de arveja: basta cocer la
cáscara (vaina o kapi) de la arveja y luego se la dejaba
algunas semanas «enjuertar» (fermentar). Del bosque
se extraen bayas para la fabricación de mermeladas
diversas: de maqui, murtilla, alcayota y también de
nalcas.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
93
cariño única y esto expresado en una de las tantas cosas
que tan bien saben hacer...“cocinar”.
Pescados, mariscos, moluscos, carnes, vegetales, dulces
y por supuesto algunos de sus brebajes mágicos y
relajantes. Cada uno de los bocados llenos de intensión,
puede gustar más o menos, pero ninguno falto de
este afán de querer satisfacer al comensal, de querer
entregar la experiencia de pasar por esta isla y llevarse
un recuerdo inolvidable junto a sabores, aromas, texturas
y momentos que jamás se irán de tus recuerdos, los
que harán este pasar una sensación mágica.
La cocina de
Isla Mocha
Alonso Barraza Sáez
Isla Mocha está siempre presente, a la vista y en la historia
regional. No es mi primera visita y ahora seguro
no será la última. De hecho, cada vez que vengo tengo
sorpresas y van en aumento. Al pensar en la gastronomía
de la Isla quizás la primera imagen es limitada.
¿Qué se comerá?, ¿Poco debe haber?... pero seguro es
bueno... muchos pescados y mariscos... por ser Isla
dice uno, en fin, mil cosas así y otras más.
La comida es cultura, tradición y seguro representa a
su gente y la localidad, lo visto acá es tal cual. La experiencia
de vivir en la Isla Mocha ha entregado a su gente
la condición de hacer lo mejor con lo que tienen...
aprovechándolo en su máxima expresión.
He tenido el privilegio de disfrutar de una muestra de
Este lugar está lleno y rodeado de productos inigualables
(hasta papayas encontré en el patio de la casa de
la señora Lilian Vera). Extraordinarios productos que
demandan un buen trato, estos vienen a poner a prueba
las manos de un cocinero en continuar con la línea;
esa del cuidado, del cariño de sus creadores, que durante
su formación están llenándose de sabor, conformándo
así su composición y texturas únicas.
Al llegar a la mesa de cocina, la responsabilidad final,
está ahora en manos de los cocineros, son estos los
responsables finales, para entregar a los paladares de
los comensales el motivo pleno por el cual fueron creados.
Acá en la Isla, esto es ley, se cumple estrictamente.
No hubo, ni un solo momento en el cual no pudiera
sentir, disfrutar y sorprenderme de lo presentado, hasta
en lo más simple; lleno de sabor y cuidado.
Una característica de lo probado en manos de varias
cocineras distintas es su punto de sabor, todos ellos
en el mismo nivel y no digo esto para quedar bien, no
fui invitado a ser parte de este libro para ello, lo digo
porque es la verdad, los sabores están perfectamente
equilibrados, entre los condimentos aplicados, que dicho
sea de paso, no superan los 3 a 4 incluyendo la sal
y los sabores de los productos y la interesante forma
de amalgamar éstos con sus técnicas culinarias. Quizás
porque ellas entendieron lo que se debe hacer con
94 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Fotografía / Mauricio Valverde Sandoval
buenos productos desde el origen, o simplemente
porque es la magia de esta isla para quienes viven y
disfrutan de ella.
-Comentario aparte dejaré lo de un cordero mochano
asado que fue puesto a la mesa por don Luis Astete
para disfrutar de una cena de aquellas-.
Conozco mucho “el cordero” después de trabajar
durante más de 12 años en la Patagonia Austral y
vivir allí desde ya hace 8 años. Es quizás mi carne
preferida. No es para descubrir que en Chile hay cordero
desde bien entrado al norte hasta los famosos
magallánicos, y que ya son parte de nuestra canasta
de alimentos y de la mía particularmente, casi imprescindible
en lo que a carnes se refiere.
Lo encontrado en el cordero mochano es sorprendente,
siendo una raza existente en otras latitudes
(cabeza negra), la diferencia es notoria, su alimentación
y su vida aquí en la Isla Mocha seguro hacen
la diferencia.Una carne suave, que en su proceso de
cocción prácticamente no requiere sal, esto seguro
debido a parte de su alimentación, ya que por las
mañana estos ponen en su dieta algas frescas (cochayuyo
y luche) a orillas del mar. Más tarde del día,
se van hacia el interior de la Isla en búsqueda de
un pasto común, pero también influenciado por las
sales de la costa. En su proceso de cocción, asado a
pura braza de leña local, su dorado fue muy rápido,
aproximadamente ya a la hora estaba con ese color
y crocancia que cautiva a los amantes de estas carnes
y esta técnica.
En boca es suave, de seguro su pasar en estas tierras,
lejos del ruido, ajetreo y la paz local hacen lo
suyo. En lo que a grasa se refiere, tiene lo necesario
para aportar sabor y muy lejos de aquello que aleja
a muchas personas de poder disfrutar de este producto.
Mi recomendación final es simple. No se niegue,
déjese querer por este lugar mágico y solo viva Isla
Mocha.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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96 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Rollitos de
pejerrey con luche
(para 4 personas)
Receta de
Lilian Viviana Vera Pérez
(+56 9 838 09 802)
Preparación
Ingredientes:
8 un. de Pejerreyes
100 grs. Mantequilla
1 Cebollas (picada fina)
4 dientes de ajo (picados fino)
200 grs. de luche fresco
80 grs. Queso parmesano o pan
rallado
Merkén a gusto
25 un. mondadientes
Salsa
50 grs. de mantequilla (en trozos
muy fríos)
4 dientes de ajo (laminados)
1 Cebolla cortada en cuadros
Vino Blanco (ideal chardonnay)
Jugo de naranjas recién exprimido
Cilantro
Limpiar muy bien los pejerreyes, eliminar espinas,
cortar a la mitad (por su largo), condimentar con un
poco de sal y aceite. Para el relleno: Sudar las cebollas
y el ajo en la mantequilla. Una vez transparentes,
agregar el luche fresco y cortado fino, luego el queso
parmesano o pan rallado según su preferencia.
Finalmente condimentar con sal y Merkén.
Disponer los pejerreyes sobre una tabla estirados
perfectamente, disponer el relleno sobre éstos y
enrollar suavemente. Cerrar con mondadientes.
Hornear por 10 minutos.
Para la salsa: Sudar (a fuego suave) la cebolla junto
al ajo; después de unos minutos agregar el vino
chardonnay y dejar reducir por unos minutos, agregar el
jugo de naranjas, luego los trozos de mantequilla y batir
enérgicamente, esto permitirá que la salsa se emulsione
y tenga la consistencia necesaria y finalmente agregar el
cilantro cortado irregularmente.
Presentación
Servir en plato bajo, dos o tres rollitos, incorporando
abundante salsa. Decorar / condimentar a gusto con
cilantro u otras especias según preferencias.
Maridaje
Vino Cinsault Rose 2016, D.O. Valle del Itata- Chile.
Viña Mora Reyes.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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98 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Budín de Lapas
Receta de
Teresa Isabel Rivas Vera
+56995571447
Instagram:
@casaortizislamocha
Ingredientes:
1 kilo de lapas de Isla Mocha
2 Panes amasados
½ cucharada pequeña de merkén
6 Huevos de gallina koyonka
2 Cebollas chicas
½ Cucharada de té de orégano
Preparación
Sal a gusto
¼ mantequilla
Aceite para base de fuente
3 dientes de ajos medianos
Se lavan las lapas y se cuecen. Luego se muelen en máquina de moler
carne. La cebolla se pica en cuadritos y se junta con el ají, el orégano y
se sofríe. Los ajos se pican y se mezclan con la cebolla. El pan se remoja
en agua y se estila, luego se adhieren los huevos y finalmente se juntan
los chapes y va a la budinera. Se integra todo y se revuelve con una
cuchara de palo. Al final se le agrega la mantequilla para dorarse.
Presentación
Se dispone en un plato (emplatar) y se puede colocar una rodaja de
tomate o papa cocida.
Maridaje
Vino blanco Muscat 2016 Secano. D.O.Valle del Itata- Chile. Viña Mora
Reyes
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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100 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Cochayuyo
primavera
Receta de
Susan Kuiny Alvarez Berrios
+56 9 680 40 878
kuinny_19end@hotmail.com
Ingredientes:
1 atado de cochayuyo
2 tomates
2 pepinos
2 paltas chicas
1 cebolla
½ pimentón
Preparación
Cilantro
Limón
Sal
Comino a gusto
1 cda. de aceite maravilla
4 Papas
Cocemos el atado de cochayuyo, picamos la verdura. La cebolla
se corta en cuadros (todo a cuadros), se pone en un bol donde se
juntan los ingredientes y al final se mezclan con los aliños. Se enfría
en el refrigerador unos cinco minutos. Se sirve con papas cocidas de
acompañamiento.
Presentación
Se dispone en un plato (emplatar) y se puede colocar una rodaja de
tomate o papa cocida.
Maridaje
Vino blanco Muscat 2016 Secano. D.O.Valle del Itata- Chile. Viña Mora
Reyes.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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102 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Locos Salteados
en Salsa Blanca
Receta de
Susan Kuiny Alvarez Berrios
Ingredientes:
½ docena de locos
1 cebolla
1 pimentón
Cilantro
7 papas
2 cucharadas de té de mantequilla
2 cucharadas de té harina
200 grs de queso
Tomillo
Una pisca de pimienta y
Una pisca de comino
Sal a gusto
Preparación
Se pone a cocer el loco una hora aprox. Una vez
cocido echamos a cocer las papas con cáscara (papa
rústica). Luego se agrega margarina en un sartén y allí
se empieza a saltear la papa con pelo, tomillo y sal
a gusto. Posteriormente, se prepara un salteado de
verduras con pimentón, cebolla a cuadros, margarina
en un sartén y luego se agrega el loco desmenuzado.
Una vez listo se le agrega un poco de agua y harina y se
Presentación
Una vez listo agregar las papas rústicas en un plato y
encima la mezcla del salteado de verduras con loco en
salsa blanca. La pongo en un plato de greda.
mezcla la harina con los ingredientes, se hace la salsa
blanca y se revuelve a fuego lento.
Se saltean las verduras junto con el loco cocido y
desmenuzado y se hace una mezcla y al final se agrega
la harina para darle consistencia al salteado.
Con el calor de la cocina se va revolviendo y va tomando
consistencia la mezcla.
Maridaje
Vino blanco Muscat 2016 Secano. D.O.Valle del Itata
Chile. Viña Mora Reyes
* Los productos “locos” de todas las recetas fueron aportados en plena
cosecha 2019, con autorización sectorial y donados para las demostraciones
del libro.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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104 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Pizza de Carapacho
Receta de
Daniela Francisca Coelho Araya
+56 9 75 11 69 47
islamochaindomita@gmail.com
Preparación
Ingredientes:
Para la masa
1 kg. de harina y 20 grs. de sal
10 grs. de levadura
60 ml. de aceite de oliva
600 ml. de agua
Sémola a gusto
Para el relleno
½ cebolla, 2 ajos y ½ tomate
200 grs. de jaiba reina de Isla Mocha
180 ml. de crema de leche
100 grs queso mozzarella
Una pisca de azúcar, Pimienta y Sal
La masa es con un kilo harina. Pesamos la sal y la
levadura. Entibiamos el agua y agregamos aceite de
oliva y el agua tibia, la masa se prepara 24 horas antes
de hornear la pizza, la masa se “amasa sola”, o sea la
masa sube y se trabaja en la mesa harinada y se pliega
como doblar un mantel. Eso se repite 4 veces cada 10
minutos y luego se deja reposar toda la noche.
Antes de hornear trabajamos la masa y le damos forma
a 400 grs de masa para una pizza y le damos forma
con sémola, y se va al horno por 15 minutos con 250
grados.
La cubierta cuenta con el ajo machacado y reposado en
aceite de maravilla se calienta el sartén y agregamos el
ajo la pimienta y revolvemos.
Luego la cebolla picada en cubos, sal y una pisca de
azúcar que cubra toda la superficie, luego la cebolla
y la jaiba, que se agrega desmenuzada junto con la
crema de leche.
Se revuelve antes que hierva y esta listo para rellenar o
cubrir la pizza. Se agrega tomate
Presentación
Se dispone en un plato de madera (emplatar) y
cubrimos con ciboulette picado fino y cortamos un
trozo para servir.
Maridaje
Vino Merlot 2016, Arrebato . Valle del Itata- Chile. Viña
Mora Reyes.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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106 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Papas rellenas con
jaiba y queso
Receta de
Daniela Francisca Coelho Araya
Ingredientes:
Un kilo de papas
Sal & Pimienta
Para el relleno:
1/2 kilo de jaiba desmenuzada
300 grs. de Queso y orégano a gusto
Preparación
Debemos cocinar las papas para posteriormente moler
y dejar enfriar. Luego se ralla el queso y se une con la
jaiba desmenuzada y el orégano.
Con las manos enharinadas tomar una porción de
puré de papas y aplastar sobre la mano. Agregar una
Presentación
Servir bien caliente / comer de inmediato.
cucharada de la preparación jaiba - queso y unir con la
mano cerrando los bordes.
Cubrir con harina y reservar en el congelador por 15
minutos antes de freir.
Maridaje
Vino Merlot 2016, Arrebato.
Valle del Itata- Chile. Viña Mora Reyes.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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108 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Empanadas de
jaiba-queso y
empanadas de
cochayuyo-queso
Receta de Daniela Francisca
Coelho Araya
Preparación
Ingredientes:
Ingredientes de la masa:
1 kg. de harina
20 grs. de sal
1 cdta. de polvos de hornear
400 ml. de agua
100 ml. de vino blanco
Ingredientes del relleno:
400 grs. de jaiba
300 grs. de queso
Cibulette
Empanadas de cochayuyo:
400 grs. de cochayuyo
300 grs. de queso
Ciboulette
Después de hacer la masa, rayamos el queso y
mezclamos con la jaiba reina desmenuzada.
Para las empanadas de cochayuyo hacemos el mismo
procedimiento, pero mezclamos con el cochayuyo.
Presentación
Servir apenas salga del aceite.
Luego estiramos la masa delgada llenamos una
cucharada de la preparación y cerramos en forma
tradicional de empanada, para posteriormente freír.
Maridaje
Vino Cinsault Rose 2016, D.O. Valle del Itata-Chile.
Viña Mora Reyes.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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110 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Entrada de jaibas
con Nalkas
de Isla Mocha
Receta de Virginia del Carmen
González Campos
(+56 9 851 866 64)
Ingredientes:
½ kilo carapacho de jaibas
½ Nalka Isla Mocha
10 grs. de cilantro
1 limón
½ cucharadita de sal
1 hoja de lechuga
Preparación
Picar la Nalka en cubos
Se mezclan los ingredientes y se aliña con limón y sal.
Presentación
Se sirve encima de una hoja de lechuga
Maridaje
Vino blanco “cosecha tardía” Secano. D.O.Valle del Itata - Chile.
Viña Mora Reyes.
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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Cocina territorial
mochana
Carlos Beltrán Torres
n la Isla podemos identificar claramente
E
el patrimonio alimentario que la caracteriza,
no en lo endémico de sus productos,
sino en la diferencia notable respecto
a los mismos recolectados, cultivados
o criados en otras latitudes. Solo algunos ejemplos:
Las nalcas de una jugosidad tan abundante como ácida
y la fibra tierna casi como su carne, características
presentes aún en tamaños inusualmente grandes. Absolutamente
diferentes a las continentales en su textura
y frescura, permaneciendo en común el sabor característico
de este tallo.
El maqui con un dulzor un tanto tímido comparado con
el fruto de valles y precordillera, lo que no es una des-
ventaja, portador de un sabor a sal tan sutil, que abre
la imaginación para muchos usos culinarios.
La huerta mochana eterna es alimentada continuamente
de semillas y pequeñas plantas. Se le mira con
orgullo y se le trata con cariño casi maternal bajo los
plásticos contemporáneos que hoy la cobijan. Sin
ella sería imposible satisfacer las ollas y sartenes que
siempre demandan zapallitos, cebollines, ajos isleños,
papas, zanahorias, puerros y un cuánto hay de otros
vegetales que acá en tamaño, intensidad de sabores
y colores, superan a los que llegan desde afuera,
pero la diferencia determinante la hacen los alimentos
arrebatados heroicamente al mar, aquellos frutos que
112 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
encierran historias que se funden con el mito isleño,
historias que determinan la importante carga cultural
y emocional que los soporta, pero no solo eso, son
también una explosión literal de sabor. Cada uno con
sus características tan particulares como el piure con
su indiscutible y perfecto dulce y salado, como el emblemático
y conflictivo loco, hoy sabiamente manejado
por sus guardianes, que nos ofrece en la mesa esa cremosa
resistencia que son parte de ese sabor indescriptible
aunque conocido. Y así también el cochayuyo, el
ulte, el luche, la luga forman parte de los insumos que
a diario solucionan sabrosamente a los isleños la necesidad
de alimentarse.
Y como un espíritu de la montaña todos han oído hablar
de él, pero solo los elegidos lo conocen; el fabuloso
“camarón de río de la isla”. Grande, suculento y
algo escurridizo, ahí está esperando a ser encontrado
para volverse héroe de las corrientes entregándose a
nuestros paladares.
No debemos ni podemos omitir a uno de los productos
embajadores, “El cordero mochano”. Quienes hemos
degustado sus carnes asadas o guisadas sabemos perfectamente
de qué estamos hablando. Menos grasa y
salobridad distintiva. Lo anterior hace de ésta singular
carne el ingrediente protagónico perfecto para un plato
sabroso y proteico sin la parafernalia acompañante
con que a menudo se matan estos privilegios. Magistralmente
asado directo a las brasas y acompañado por
unas insinuantes papas de la Isla con un “perfumito
de ajo”, chicha de manzana y muchos otros sabores,
todos de la Isla.
Isla Mocha reclama el momento de escenario para el
teatro de su cocina territorial, esa que no se improvisa,
que no se hace, que no se compra, pero que necesita
ponerse en valor por su gente. Isla Mocha la tiene y
grandiosa, pero debe visibilizarse, ese es el agua de su
riego con el que da el abono al alma de su gente.
Carlos Beltrán Torres
Cocinero Territorial
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
113
El Ulte; pareciera que esta antigua, noble y usada alga fuera
igual en todas partes en donde ondulante y sub acuática se
ofrece casi sin resistencia, siempre y cuando el mar esté de
acuerdo. Pero no, no es igual en La mocha. Y no es poetizar o
ensalzar para la ocasión, solo con percibir el dulzor etéreo y
distintivo que nos queda después de cada bocado sabemos
que es distinto. Además su intenso color opaca a su símil que
crece y alimenta en otras latitudes, lo que estoy seguro se
debe al secreto de cocerlo con algo de jugo de limón. Y el
aroma pone en alerta al paladar, como profecía de que si o si
se cumplirá…y se cumple.
Perfectamente cortado, sabrosa y sencillamente aliñado
como un pebre tradicional, solo cebolla, cilantro, un chorrito
de aceite, sal y jugo de limón.
Lo interesante aquí no son las proporciones de cada uno
de estos ingredientes, sin cantidades exactas ni repetidas,
son las cucharadas y pizcas de sabiduría y corazón de mujer
mochana.
La Jaiba; entre todos los cangrejos, distinta más si se sube
a los botes mochanos para viajar hasta la orilla y después
entregar su armadura consistente, su carne suculenta y
jugosa al calor intenso que encierran los fondos alentados
por la leña. Y entonces, después de sucumbir ante el destino,
nos deslumbra con su cambio de color, de pardo a intenso y
colorido rojo. Después del impaciente reposo hasta que las
jaibas mochanas estén frías, comienza la arrítmica cantata
de las piedras lisas y milenarias que ayudan al despoje del
grueso y colorado ropaje para dejar al descubierto todo el
sabor húmedo y aromático del inigualable regalo de esta
costa redondeada.
Para la delicadamente desmenuzada carne de jaibas un
poquito de mayonesa casera hecha con huevo azul de
kollonka, algo de verdeo de cebollín, otro algo de cebolla,
sal, jugo de limón, cilantro el infaltable y ¡oh sorpresa de
sorpresas! esta sublime preparación se ha instalado dentro
de un tomate liberado de sus interiores los cuales fueron
incorporados a esta mezcla deleitosa. Rico, inusual.
“Con estos ingredientes la señora Nelda nos confirmó donde
estamos. En la Isla Mocha aprendiendo y degustando esta
delicada y sabrosa combinación de productos territoriales
en la cual la técnica se rinde ante el sustento emocional
y cultural que soportan el plato” - Carlos Beltrán Torres /
Cocinero
114 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Ensalada de ulte
mochano y tomate
relleno con jaiba de
la Isla
Receta de Nelda Moya Varela,
Parcela 32,
+56 9 757 75477
Ingredientes:
Ulte
Jugo de limón
Carne de jaiba
1 Tomate
1 Cebolla
Mayonesa casera, cilantro, morrón
Preparación
Cocer el ulte con agua y jugo de limón durante dos horas. Cocer las
jaibas y sacar su carne. Extraer la pulpa del tomate y mezclar con la
carne de jaiba. Picar la cebolla en cuadros finos. Agregar mayonesa
casera, cilantro, morrón y sazonar a gusto.
Presentación
Montar las patitas de jaiba en el plato y decorar con pimentón, rojo y
verde, cilantro y/o ciboulette.
Maridaje
Sauvignon Blanc, Viña Pandolfi Price, Año 2018
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
115
Las Nalcas
Desde lo profundo y oscuro verde bajan casi resbalando las
esbeltísimas nalcas, únicas e irrepetibles las de estas tierras,
de manzanosa carne, de acidez y crocancia placentera
desbordando savia refrescante.
Elegidas como el dedicado al oficio solo sabe y después
atadas de a montón espalda con espalda casi doblegan al
que las trae.
Peladas y cortaditas a mano para que “no se amarguen”,
como recomienda la señora Sandra, se dejan en agüita con
limón y un poquito se sal
El Luche
“Calientito el luche calientito”. Se me vino a la memoria el
grito armonioso que alguna vez escuché en las calles del
continente.
Tan aferrado a la piedra como a la vida misma de los
isleños, salvador humilde de hambres y componente
delicioso de gulas trasnochadas. Capitán de madrugados
desayunos antes de subirse al bote. De la mano con el pan
y el vino ha esperado desde siempre que alguien se siente
respetuosamente a la mesa.
Y se juntan la falda del cerro y la orilla salada, nalca y luche
con un tanto de apio deshilachado y cortado en trozos
pequeños, cebolla en cuadraditos chicos, cilantro, merkén,
sal mesurada y jugo de limón. Todo bien revuelto para
integrar productos.
El plato me obliga a cerrar los ojos. Sedosidad con esa
técnica de terminar la cocción del luche con manteca,
frescura, sabor profundo a mar, crocancia, acidez. Todo en
perfecta armonía. Y de pronto lo metálico de la nalca y del
luche aparece sutilmente. Interesante es poder apreciar que
estando tan unidos en este plato se muestran cada uno con
sus personalidades.
Solo me faltó un poco de color, aunque no me atrevo a
sugerirlo por el temor de faltar el respeto a tan territorial
sabiduría. El vino más amigable para este plato fue, aunque
difícil por la nalca, Chardonnay, etiqueta Los Patricios, Viña
Pandolfi Price
116 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Ensalada de Luche
con Nalka de Isla
Mocha y apio
(8 personas)
Receta de Lucy Aguirre Moya
Ingredientes:
Luche 300 grs
1 cebolla
1/ nalka
Cilantro
Apio una mata
Limones
Preparación
Cocer el luche a fuego lento por dos horas, con un poco de
manteca y un poco de agua al final. Una cebolla se pica en
cuadros pequeños, junto a un poco de cilantro picado fino.
Se corta el apio en torrajas y se le agrega jugo de limón y sal a
gusto.
Presentación
Montar en un plato amplio, con rodajas de limón.
Maridaje
Chardonnay, Viña Pandolfi Price, Año 2016, Valle del Itata
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
117
Los locos
¿Se deberá el nombre popular a la locura que desatan?
Placeres, disgustos, encuentros buenos y malos, riqueza
en su máxima expresión para unos pocos, pobreza para
muchos, vidas arrebatadas por la codicia, por el vicio mismo
que embelesa a tan extraordinario y nuestro loco. Pero los
isleños aprendieron desde la lujuria que produjo en la selva
oscura, en las playas sorprendidas de tanto que fueron
traficadas, aprendieron a que fueron, son y serán parte
de su vida. Acá son grandes de verdad, como en ninguna
otra parte, porque los crían y los cuidan celosamente, no
como antes, hasta que el buzo experto avisa que están
listos. Entonces se transforman en bandera, estandarte, en
territorio, en patrimonio, en sustento y sobre todo en singular
alimento. Cocidos de una forma distinta a como lo hacemos
los continentales que damos horas y horas de baño caliente,
acá son entre salteados y hervidos, extraño por decir algo.
Pero la blancura amarillenta que presentan es imposible
de catalogar. La textura mantequillada y algo resistente a la
vez se convierte en un desafío al querer explicarla. El sabor
suave a mar abierto en calma evoca paraíso. Realmente es
un orgullo saber que este regalo profundo es nuestro, digo
nuestro porque está ahí, en la mesa con mantel de la Isla
Mocha.
Las papas, que son sembradas casi hasta perderse en las
olitas pequeñas, son crema firme una vez que Sandra las fríe
enteras y “con pelos”. Luego el cuchillo gastado asegura el
corte en rebanadas gruesas y se van al sartén pintado con
aceite, fiel sartén que las dora por sus caras. Acto sencillo y
maravilloso. Al plato llegan como venidas de unas bronceadas
vacaciones en alguna de estas playas.
Simplemente una cama de lechugas de alguna huerta
cercana o de algún invernadero “más moderno” de esta isla,
bien aliñaditas con sal, limón y aceite, crujientes y sedosas
como esperando lo que viene. Sobre este verdor suficiente se
acurruca el desmenuzado de jaibas, preparado casi igual que
el de la señora Nelda, y sobre éste alternadamente caen las
sabrosas rodajas de papas y de locos. Mayonesa casera solo
para intentar acompañar en colores porque “mucha queda
muy pesado”. Una vez más miles de mis dudas de cocinero
han sido aclaradas por esta humildad pretenciosa. Solo
agradezco.
118 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Jaibas con locos
de Isla Mocha
Receta de
Sandra Muñoz Muñoz
Ingredientes:
10 locos
½ lechuga
Porción de Jaibas de Isla Mocha (200 grs)
5 papas de Isla Mocha
Mayonesa casera
Cilantro y Jugo de limón.
Preparación
Se cuecen los locos con un poco de aceite de oliva en una olla. Se agrega
una cucharada de aceite y se pone aceite en la olla, se sienta, los locos
y se tapan. Se agrega ½ copa de agua y se va agregando agua a medida
que se va secando. La papa se lava y se fríe con pelo. Se rebana y se
pone en una sartén con aceite de oliva y se dora por ambos lados. La
papa cortada en rodajas, se “sella” por ambos lados.
Presentación
Se pone la lechuga como base del plato, encima la jaiba preparada y
los locos más las papas en rodajas. Agregamos un toque de mayonesa
casera para decorar.
Maridaje
LarkÜn, Sauvignon Blanc, de Viña Pandolfi Price / Valle del Itata
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
119
El sofrito legendario, institucionalizado en cada una
de las cocinas de nuestros viejos, de nuestros pares y
puedo asegurarlo que en las cocinas chilenas venideras
que se precien de tal. Es el comienzo humilde de la
mayoría de las preparaciones que nos dan patrimonio y
como tal no podía faltar en la Isla. Pero con la variación
propia, como casi en todas partes.
Cebolla cortada finamente en cuadritos, zanahoria
rallada, orégano, sal y si quiere algo de merkén. Pero lo
insustituible en esta tierra es el ajo mochano. Colorado
y albo su vestido. Picantitos y dulces sus dientes
vainilla clara. Delicadamente intenso.
El sartén espera humeante, maquillado con aceite
o con manteca. Primero las valientes, cebolla y
zanahoria, luego la estrella del sofrito, el ajo mochano
triturado rítmicamente en el mortero heredado. Luego
los últimos del reparto aunque no por ello menos
importantes.
Después de unos 5 minutos el luche ya cocido se
incorpora deseoso. Ya dentro del sartén se confunden
cada vez más verduras de mar y tierra con las sucesivas
revolturas de la cuchara de palo. Y sucede lo inesperado,
en la mano de Elizabeth aparece una generosa taza de
leche, inmaculada, blanca y con prestancia se lanza
sobre lo que hasta ahora es un revoltijo. De aquí en
adelante cambia todo para bien. Color, aroma y sabor
se hermanan y quedan absolutamente dispuestos a
ser juzgados. Pero aún no estaba todo dicho, faltaba la
lluvia dispersa de hierba buena cortada pequeñita que
coronó las sensaciones.
El luche prolijamente moldeado se nos presenta junto
a dos papas humeantes y floreadas, cocidas casi a la
perfección. Acompañaron unas tiernísimas hojas de
lechugas bien aderezadas y unas rodajas de tomate
que me parecieron en su conjunto como el invitado
de piedra a esta magnífica fiesta. Personalmente me
habría gustado la ensalada aparte. En todo caso un
plato ancestralmente humilde, sabroso y consistente,
diferente a otros en las sutilezas que solo saben dar las
mujeres mochanas
120 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Mar y Tierra
Receta de Elizabeth
Moya Varela
Parcela 32
fono 83873363.
Ingredientes:
Cebolla picada a cuadros
Zanahoria (1)
Ajo mochano (1 cabeza)
Orégano (1 cucharada te)
Luche ½ kilo
Leche 1 taza
Hojas de Hierbabuena
Sal
2 papas mochanas grandes
Preparación
Freír la cebolla junto con la zanahoria y el ajo, agregar orégano y ½ kilo
de luche: freír en una sartén precalentado. Una vez frito, sazonar con sal
a gusto y cuando la cebolla esté lista agregar la taza de leche.
Presentación
Colocar el luche en un molde para decorar y al lado las 2 papas y una
hoja de lechuga con 3 rebanadas de tomates.
Maridaje
Agradable sorpresa resultó maridar con un Malbec, Burdeo de Viña San
Roke / Valle Bio-Bío
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
121
122 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Cordero
Motemar
Receta del cocinero
Carlos Beltrán
Ingredientes:
600 grs.
30 cc.
1/4 cda.
3 cdas.
1/2 cda.
100 cc.
Pierna de cordero deshuesada y en cubos
Aceite vegetal neutro
Merkén
Ajo molido
Chaskú (tomillo) seco molido
Chicha de manzana fuerte
Sal a gusto
Preparación / paso a paso
1. Hacer un adobo con el merkén, el ajo y el chaskú más
una cucharada de chicha de manzanas.
2. Adobar el cordero y dejarlo reposar por unos 30
minutos
3. Calentar el aceite a punto de humo
4. Saltear el cordero por unos 2 minutos moviendo
constantemente
5. Desglasar con el resto de la chicha de manzanas
6. Tapar y dejar cocer a fuego bajo por unos 20 minutos
7. Cuidar de que no se seque ni se pegue el cordero.
Para ello disponer de un caldo de verduras o agua
simplemente e ir agregando si fuese necesario
8. Apagar fuego y reservar en el mismo sartén tapado
9. Agregar el cordero y sus jugos al mote con piures
Emplatado
Servir caliente con hojas de perejil cortadas muy finas
Maridaje
Cinsault 2017, Viña Juan Segura, Valle del Itata
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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124 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Mote con
piures
Cocina colaborativa
(Receta del cocinero
Carlos Beltrán)
Ingredientes:
800 grs.
30 cc.
4 cdas.
2 cdas.
1/2 cda.
2 dientes
300 grs.
Mote fresco o trigo mote cocido
Aceite vegetal neutro
Cebolla mediana cortada en cubos pequeños
Puerro cortado en cubos pequeños
Morrón rojo cortado en cubos pequeños
Ajo molido
Piures frescos y limpios
Sal a gusto
Preparación / paso a paso
1. Hacer un adobo con el merkén, el ajo y el chaskú más
una cucharada de chicha de manzanas.
2. Adobar el cordero y dejarlo reposar por unos 30
minutos
3. Calentar el aceite a punto de humo
4. Saltear el cordero por unos 2 minutos moviendo
constantemente
5. Desglasar con el resto de la chicha de manzanas
6. Tapar y dejar cocer a fuego bajo por unos 20 minutos
7. Cuidar de que no se seque ni se pegue el cordero.
Para ello disponer de un caldo de verduras o agua
simplemente e ir agregando si fuese necesario
8. Apagar fuego y reservar en el mismo sartén tapado
9. Agregar el cordero y sus jugos al mote con piures
10. Volver a integrar muy bien todos los ingredientes
Emplatado
Acompañar de tortilla al rescoldo con pebre de cebolla
y cilantro al limón
Maridaje
Malbec, Burdeos de Viña San Roke
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
125
Fotografía / Patricio Rosas Barriga.
126 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Imágenes
de la Isla Mocha
por Patricio Rosas Barriga
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
127
Bibliografía
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Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
141
Enlaces Digitales
Isla Mocha Costas de Chile [material cartográfico]: Por los oficiales de la “Cañonera
Pilcomayo” al mando del Cap. de Frag. Sr. Froilán González T. en 1892-1893.
http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:157349
Isla Mocha [material cartográfico] / por la Armada de Chile. Valparaíso: Armada de
Chile, 1941.
http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/631/w3-article-317725.html
Material Isla Mocha. Creado por Daniel Quiroz 1999.Departamento Antropología
Universidad de Chile.
http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/biblioteca/docs/islamocha/islamocha.
Etnografía
1. La entrevista al Lonko Teodoro Huenuman Llancapan, fue realizada en la casa del
lonko, el año 2006.
2. La entrevista al Ñidol Lonko Juan Segundo Huenupil, fue realizada en su casa en
la comunidad de Comillahue, en la primavera del año 2006.
3. La entrevista a don Juan Varela se realizó en su casa de Isla Mocha, en febrero del
año 2007.
4. La entrevista a don Jorge Aguirre Aguirre, se realizó en su casa de Isla Mocha, en
el mes de febrero del año 2007.
5. La entrevista a la Señora Elizabeth Moya Varela, se realizó en su casa de Isla
Mocha, en el mes de febrero del año 2007.
6. El relato de Nontuve es el resultado de una serie de relatos fragmentados, sumado
a la experiencia de haber visitado en varias oportunidades la Isla Mocha.
142 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Equipo
y sus roles dentro del libro
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
143
Equipo
Iván Pérez Muñoz
Director, Investigador, Editor, Escritor
Antropólogo Universidad Austral de Chile.
© Magíster Gestión del Patrimonio y Turismo
Sostenible de la Universidad Autónoma de Chile.
Diplomado Internacional de Especialización en
Derechos Sociales, Políticas Públicas y Gestión Global
de la Fundación Internacional Henry Dunant.
Director empresa de turismo sostenible Patagonia
Arauko (www.patagoniarauko.travel)
Director Propietario de la consultora Glocal Chile
(www.glocalchile.cl)
director@glocalchile.cl
Móvil: +56967897145
Pamela Guzmán Moncada
Corrección de Contenidos, Pruebas y Transcripciones
Egresada de Periodismo Universidad de Concepción.
Psicóloga Educacional Universidad del Desarrollo.
Magíster Psicología Educacional Universidad del
Desarrollo.
Doctoranda Universidad Iberoamericana, México.
psicologa@glocalchile.cl
Angela Morales Cariman
Angela Morales Cariman. Magister en Gerencia
Social de la Universidad de la Frontera. Profesora de
Educación Básica.
angiemoral29@gmail.com
Susana Gatica Gacitúa
Dirección & Edición Digital
Secretaría Regional Ministerial de las Culturas, las
Artes y el Patrimonio Región del Biobío.
Periodista
Ricardo Riffo Cortez
Periodista
Magíster en Comunicación Estratégica
ricardoriffo@gmail.com
Móvil: +56 9 5607 1440
Mauricio Valverde Sandoval
Diagramación, diseño, ilustraciones y fotografía
Diseñador Gráfico Universidad del Bio Bío.
Magíster en Comunicación Creativa UCSC
mauricio@estudiocienpies.cl
Móvil: +56981723666
Patricio Rosas Barriga
Fotografía
Director de Witran Fotografía.
https://www.instagram.com/patriciorosas71
witranfotografia@gmail.com
Móvil: +56 9 88190444
144 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Alonso Barraza Sáez
Chef Territorial
Cocina Internacional INACAP.
Diplomado en Administración de Cocina Comercial
INACAP.
alonso.barraza@gmail.cl
Móvil: +56 9 91221741
Carlos Beltrán Torres
Chef Territorial / Cocina Territorial.
Docente Carrera de Gastronomía Intercultural
Universidad Católica de la Santísima Concepción,
Sede Cañete.
lasazondelago@gmail.com
Móvil: +56 9 91008551
Ziley Mora Penrose
Investigador, escritor
Pedagogía en Filosofía de la Universidad de la
Frontera.
Licenciado en Educación de la Universidad Austral
de Chile.
Investigador en procesos humanos, coach y escritor.
ziley@escribirparasanar.com
Eugenio Salas Olave
Investigador, escritor
Artista visual, investigador de pueblos originarios,
escritor y académico, consultor y conferencista sobre
patrimonio indígena.
Pedagogía Media en Artes Plásticas Universidad
Católica de Temuco.
eugenio.salas@gmail.com
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
145
Agradecimientos
Instituciones
Glocal Chile Consultores.
EstudioCienpies (Diseño & Comunicaciones)
Witran fotografía profesional.
Agrupación de Artesanos Isla Mocha.
Armada de Chile – Isla Mocha.
Asociación Gremial de Pescadores Sector Norte, Isla
Mocha.
Colegio Armando Arancibia Olivos de Isla Mocha.
Centro de Padres y Apoderados Colegio Armando
Arancibia Olivos de Isla Mocha.
Comunidad Mapuche Pascual Mellado de Tirúa.
y otras afines de Isla Mocha.
Sindicato de Pescadores Isla Mocha.
Viña Juan Segura, Quirihue, Valle de Itata, Región de
Ñuble.
Viña Mora Reyes, Guarilihue, Valle de Itata, Región
de Ñuble.
Viña Pandolfi Price, Chillan Viejo, Valle de Itata,
Región de Ñuble.
Viña San Roke, San Rosendo, Valle Biobío, Región del
Biobío.
Personas
Corporación Nacional Forestal-CONAF.
Dirección General de Aeronáutica Civil. DGAC Isla
Mocha-Tirúa.
Ilustre Municipalidad de Tirúa.
Ilustre Municipalidad de Lebu.
Junta de Vecinos Sector Sur, Isla Mocha.
Junta de Vecinos Sector Norte, Isla Mocha.
Museo de Historia Natural y Marino de Isla Mocha.
Reserva Nacional Isla Mocha – CONAF.
Empresa Turística Isla Mocha Indómita
Servicio de Registro Civil – Sucursal Isla Mocha.
Sindicato de Mujeres Recolectoras de Algas Marinas
Armando Ortiz Rojas, historiador local de Isla Mocha.
Lilian Vera Pérez. Presidenta Junta de Vecinos Sector
Sur Isla Mocha. Hostal Punta Sur, Isla Mocha.
Luis Astete Castillo. Tesorero Sindicato de Pescadores
Isla Mocha. Gerente Hostal Punta Sur, Isla Mocha.
Angela Morales Cariman. Asesora chedugun.
Anny Cid Duran. Oficial Servicio Registro Civil Isla
Mocha.
Cristian Rozas Leiva, Representante Viña Sanroke.
Elizabeth Moya Varela.
Enevadita Riffo Riffo, Tesorera del Sindicato de
Mujeres Recolectoras de Algas Marinas y otras afines.
Enzo Pandolfi Price, Gerente. Socio Viña Pandolfi
Price.
146 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
Estela Drake Mendoza, escritora, Directora Artemisa
Consultores.
Etelinda Leonor Rojas Herrera. Camping Tia Peta.
Isla Mocha.
Fabián Mora Reyes, Socio Propietario Viña Mora
Reyes.
Gastón Varela Durán. Dirigente Deportivo Isla Mocha.
Héctor Yévenes Rojas. Carretonero Isla Mocha.
Jaime Hahn Cortes. Empresario agrícola y ganadero
Isla Mocha.
Jaime Herrera Rojas. Guardaparques Reserva
Nacional Isla Mocha.
Joaquín Astete Vera. Ganador Concurso Fiesta San
Pedro Navegable 2019 Isla Mocha.
Juan Guzmán Valdés. Administrador Camping Tia
Peta. Isla Mocha.
Julio Hahn, Gerente Lodge Punta del Saco, lado Sur,
Isla Mocha.
Pescadores de Isla Mocha.
Petronila Guzmán. Propietaria Camping Tia Peta, Isla
Mocha.
Rosalba Nuñez
Rigoberto Astete Herrera (Moroco). Camping Hostal
Punta Sur. Isla Mocha.
Sandra Muñoz Muñoz.
Susan Álvarez Berrios.
Teresa Rivas Vera, Hostal Casa Ortiz de Isla Mocha.
Tiare Varela Durán, Tesorera Agrupación de
Artesanos/as. Profesional ONG de Conservación
Ambiental Oikonos. Isla Mocha.
Víctor Mora Canales, Viña Mora Reyes.
Virginia González Campos. Vicepresidenta Junta e
Vecinos Sector Norte Isla Mocha.
Ximena Ortíz Rivas, Representante Hostal Casa Ortíz
de Isla Mocha.
Lucy Aguirre Moya.
Daniela Coelho Araya, Guía Turística y Propietaria
Isla Mocha Indómita.
Luis Ortíz Rojas, Director Museo Historia Natural y
Marino de Isla Mocha.
María Valenzuela Sandoval. Artesana Isla Mocha.
Nelda Moya Varela. Restaurante El Estero Isla Mocha.
Óscar Pailaya Painen. Operador de vuelos Aeródromo
Isla Mocha.
Patricio Parra Astete. Presidente Sindicato de
Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas
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