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Isla Mocha. Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

Este libro es ante todo un relato ancestral de mitos y leyendas mapuche lafkenche, como se le denomina al pueblo mapuche del mar, navegantes ancestrales oceánicos. Y a su vez es un relato etnográfico de colonos chilenos, de una Isla mágica en el Océano Pacífico, isla tótem de un territorio, un relato de cultura viva de Arauko.

Este libro es ante todo un relato ancestral de mitos y leyendas mapuche lafkenche, como se le denomina al pueblo mapuche del mar, navegantes ancestrales oceánicos. Y a su vez es un relato etnográfico de colonos chilenos, de una Isla mágica en el Océano Pacífico, isla tótem de un territorio, un relato de cultura viva de Arauko.

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Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio

Secretaría Regional Ministerial Región del Biobío

Carolina Tapia Krug

Editor Investigador

Iván Pérez Muñoz

Dirección & Edición Digital

Iván Pérez Muñoz / Susana Gatica Gacitúa

Diagramación, diseño e ilustraciones

Mauricio Valverde Sandoval

Fotografía

Patricio Rosas Barriga / Mauricio Valverde Sandoval

2 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Isla Mocha

Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

Investigador Antropólogo

Iván Pérez Muñoz

Recopilación y Redacción de Narraciones

Ancestrales y Contemporáneas

Iván Pérez Muñoz

Investigadores invitados

Ziley Mora Penrose

Eugenio Salas Olave

Investigadores Cultura Alimentaria

Alonso Barraza Saéz

Carlos Beltrán Torres

Corrección contenidos, texto general y

transcripciones

Pamela Guzmán Moncada

Ricardo Riffo Cortez

Corrección redacción chedugun

Angela Morales Cariman

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

3


Selección de mitos, relatos,

cuentos y leyendas

Investigador Antropólogo y Editor

Iván Pérez Muñoz

4 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Nacido en 1967 en Concepción, mapuche pewenche, católico, hijo

de Ana y de Pedro, casado con Pamela Cristina, hija de Osvaldo y

María Angélica y con tres hijos: Matías (18), Julián (7) y Martina (5).

Hermano de Álvaro y Viviana y tío de Luciano.

Antropólogo de la Universidad Austral de Chile. ©Magíster en

Gestión del Patrimonio y Turismo Sostenible de la Universidad

Autónoma de Chile & Universidad de Córdoba de España.

Diplomado Internacional de Especialización en Derechos Sociales,

Políticas Públicas y Gestión Global de la Fundación Internacional

Henry Dunant.

Con más de 20 años de experiencia etnográfica y etnológica,

relevando el quehacer de los pueblos y comunidades y en

especial del pueblo mapuche, al que pertenece por descendencia

materna. 16 años como perito de la Defensoría Penal Pública

para asuntos indígenas, en temas relacionados con el Convenio

169 de la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones

Unidas. Coordinador de la Dirección de Estudios Sociológicos de

la Pontificia Universidad Católica de Chile. Gerente del Programa

Estratégico de Turismo Histórico Cultural para CORFO (www.

arauko.com) y team leader y gestor de la candidatura y premio en

concurso Chile Emergente de la Revista Enfoque, con resultado

de ganador nacional a Isla Mocha 2017 y a Cordillera Nahuelbuta

ganador mesoregional el 2018.

Director de la empresa de turismo Patagonia Arauko (www.

patagoniarauko.travel) y Director de la consultora Glocal Chile

(www.glocalchile.cl).

Iván Pérez Muñoz

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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Escultura / Eugenio Salas Olave - Escultor Patrimonial de los Chemamüll / Fotografía, Patricio Rosas Barriga

6 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


“Faro Punta Sur“ / Fotografía, Patricio Rosas Barriga

8 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Índice de Contenidos

Prólogo / Armando Ortíz Rojas

Presentación Seremi Biobío

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PRIMERA PARTE

Contexto Patrimonial de la Cultura mochana

· Perfil físico, geológico, histórico, lingüístico y literario

· Patrimonio cultural y natural

· Caracterización etnohistórica y etnológica de los

habitantes originarios, los mapuche-lafkenche

· Las nuevas generaciones de Isla Mocha. Aspectos

socioculturales

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SEGUNDA PARTE

Los grandes relatos y mitos del Período Ancestral

· El misterio del mito de la Mocha está contenido en el

nombre mismo

· La Trempülkawe y el paso de los/as kimche

· La leyenda del laberinto: el mito del Killchenmayeo

· Creencias y mitología mapuche, asociadas al Más Allá

· El ngen del bosque encantado de Isla Mocha

· Un recuerdo para el corsario

· Selección de Cuentos Eugenio Salas Olave

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Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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Índice de Contenidos

TERCERA PARTE

Relatos marinos de Isla Mocha

pág.

· La fiesta navegable de San Pedro

· El comienzo de la aviación de Isla Mocha

· El misterio de los naufragios en Isla Mocha y su vínculo con el Lago Llew-Llew

· El velorio de Gonzalo Zúñiga con Tránsito, la viuda incluida

· “Hasta el lunes dijo don Cata”

· Los hacheros del bosque

· El oro de los chinos

Selección y adaptación de cuentos mochanos

· El Buque Santiago y las historias marinas de Armando Ortíz Rojas

· El Pino Huacho y la aparición de “el Diablo” bajo una granizada de cascajillos

· Ricardo Hoppe el lobero más viejo de Isla Mocha

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Las nuevas Generaciones de Isla Mocha

· El premio de San Pedro: El triunfo del niño Joaquín Astete

· La historia de Tiare Varela, una joven líder ambiental

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Mujeres de la Isla Mocha

· Enevadita Paola Riffo Riffo / Las recolectoras de luga de Isla Mocha:

“Un tipo de cultura temporera”

· Virginia González Campos Una Mujer holística en una Isla Mágica

· Los Versos del Capitán de Lilian Vera / Presidenta Junta de Vecinos Punta Sur

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10 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Patrimonio gastronómico y alimentario de la

Isla Mocha

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La cocina de Isla Mocha / Alonso Barraza Sáez

· Receta de Lilian Viviana Vera Pérez

· Receta de Teresa Isabel Rivas Vera

· Recetas de Susan Kuiny Alvarez Berrios

· Recetas de Daniela Francisca Coelho Araya

· Receta de Virginia del Carmen González Campos

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Cocina territorial mochana / Carlos Beltrán Torres

· Receta de Nelda Moya Varela

· Receta de Lucy Aguirre Moya

· Receta de Sandra Muñoz

· Receta de Elizabeth Moya Varela

· Receta del cocinero Carlos Beltrán

· Cocina colaborativa / Receta del cocinero Carlos Beltrán

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Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas de la Isla Mocha

por Patricio Rosas Barriga

127

· Bibliografía

· Equipo y roles dentro del libro

· Agradecimientos

140

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146

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

11


Prólogo

Escribo el prólogo de este libro, pero también se me ha reconocido

por su autor y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio,

como curador de estos relatos ancestrales y contemporáneos, los

que he cuidado y compartido cada vez que me fueron requeridos o

tuve la oportunidad de relatar, porque la memoria viva es aquella

que va de boca en boca y vence a la historia cuando es pronunciada

por un niño o niña.

Este libro es ante todo una caracterización de sus habitantes

actuales, pero también una memoria de sus habitantes originarios,

los mapuche - lafkenche. Estos contenidos son memoria de

la tradición cultural vinculada a la Isla, mitos y leyendas; una

recopilación de relatos pertenecientes a la tradición del pueblo

mapuche de Isla Mocha.

Este libro es también representación de las y los colonos, relatos

diversos, descripción del imaginario y la herencia mestizacriolla

en la Isla, la sabiduría culinaria de colonas y colonos, las

especialidades gastronómicas introducidas, pero adaptadas en

recetas locales, artesanía, costumbres populares, etc.

Este libro es rescate y descripción del patrimonio natural de la Isla,

su costa y su reserva natural, sus actores locales, empresarios/

as mochanos/as, informantes penquistas relevantes, la cultura

y vida marina, es poner en valor a los actuales pescadores y

12 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


recolectoras, y la extracción de los recursos vinculándolo a su

vez con antecedentes históricos de los abundantes naufragios,

Identificación y desarrollo significativo de leyendas y relatos

respecto a cómo los actuales habitantes se vinculan con esos

naufragios y su memoria -por ejemplo, dándoles suerte- o en sus

fiestas.

Este es un ensayo donde se asume la antropología, la historia

y la literatura de la Isla como recurso patrimonial vivo. Es, ante

todo, un relato integrador de la identidad local, con la función de

restaurar la identidad perdida de La Mocha.

En este libro somos nosotros los mochanos/as los verdaderos

protagonistas de estas historias que hemos conservado, y que

hoy están aquí esperando para que seas parte de esta cadena que

requiere conocer esta identidad y generosidad para ponerla en la

mesa de quien quiera conocerla, si es en la Isla cuanto mejor.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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Presentación Seremi Biobío

La región del Biobío, dentro de su diversidad cultural y geográfica,

posee un hermoso territorio insular compuesto por las islas

Quiriquina, Santa María y Mocha. En estas localidades, los

habitantes viven una cotidianidad distinta a las personas de la

región, plasmado en costumbres propias de sus territorios, razón

por la cual la Secretaría Regional Ministerial de las Culturas, las

Artes y el Patrimonio de la región del Biobío, tiene el deber y orgullo

de difundir, visibilizar y sobre todo, resguardar estas tradiciones,

en donde el mar no está llamado a ser la barrera geográfica entre

el territorio insular y el continente, sino al contrario, es el espacio,

que nos permite recorrer y navegar por nuestra variada región.

Mediante el programa Fortalecimiento de la Identidad Cultural

Regional, trabajamos para contribuir a la descentralización de la

cultura y las artes, con un componente de equidad territorial con

el fin de lograr una ampliación en el acceso de bienes y servicios

artísticos y culturales, dando cabida especial a territorios con

menos oportunidades de participación artística y cultural, aislados

geográficamente.

El objetivo del programa es aportar un sello que rescate la identidad

propia de un territorio, en una perspectiva de largo plazo. Las

iniciativas deben responder a las necesidades, demandas y/o

requerimientos del territorio, valorando y respetando la diversidad

cultural de este y de quienes lo habitan. La implementación de

este componente supone un trabajo mancomunado desde lo local

a lo regional, de manera que permita el desarrollo endógeno de los

territorios y sus comunidades.

14 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Este trabajo fue desarrollado entre el Ministerio de las Culturas,

las Artes y el Patrimonio, a través del programa de Fortalecimiento

de la Identidad Cultural Regional, los habitantes del sector y el

Investigador y Antropólogo Iván Pérez Muñoz, lo cual abre una

tremenda oportunidad de fortalecer el acceso ciudadano al arte,

la cultura y al patrimonio vivo, partiendo de la puesta en valor de

la identidad de los territorios y su gente, como es el caso de Isla

Mocha, “Amucha”, portadora de ricas tradiciones, belleza, riqueza

de nuestra cultura mapuche lafkenche.

“Isla Mocha, selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas”, es

un trabajo que evidencia la importancia de la Isla y su aporte en

el concierto nacional basado en su identidad. Son historias que

se traspasan de generación en generación, y es bueno revisarlas

constantemente para estar conscientes de lo que somos como

personas, lo que somos como pueblo y el valor histórico del que

cada habitante es portador.

Carolina Tapia Krug

Seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio

Región del Biobío

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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“Bosque mochano” / Fotografía, Patricio Rosas Barriga

16 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


PRIMERA PARTE

Contexto Patrimonial de la

Cultura mochana

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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Perfil físico, geológico,

histórico, lingüístico y

literario

Vista al mar / Fotografía, Patricio Rosas Barriga

e encuentra ubicada frente a las costas

S

de la Región del Biobío, a unos 35 km

de la desembocadura del Río Tirúa.

Administrativamente hoy pertenece a la

comuna de Lebu. La isla se encuentra

físicamente visible desde la costa de la provincia de

Arauco y tiene 52 kms. cuadrados de superficie. Se

caracteriza por tener alturas moderadas, con playas y

zonas de vegas relativamente estrechas al compararse

con el bloque de cerros centrales que se distribuyen en

dos cordones paralelos a la costa.

La parte alta de la Isla está formada por dos cordones

montañosos que se distribuyen paralelos a la costa y

recorren la Isla de norte a sur. Estos cordones presentan

una accidentada topografía, con fuertes pendientes

que terminan en una meseta de altura que alcanza

hasta los 340 msnm. Esta formación derivaría de la

formación de pizarras del Paleozoico. La parte baja de

la Isla forma parte de la plataforma continental .

La costa es en general baja, con arrecifes y roqueríos.

En el extremo sur existen pequeños islotes como el

Quechol, del Muerto, Docas, El Saco y otros menores.

Sus llamativos cerros están cubiertos de una tupida

vegetación arbórea muy similar al denominado bosque

higrófilo valdiviano que se encuentra en el continente,

con la notoria ausencia del género Nothofagus

(roble), característico en los bosques de este tipo en

el continente. La Mocha posee un clima templado y

húmedo.

La relativa cercanía al continente permitiría incluirla

en la región Mediterránea perhúmeda del país. No

obstante, el climógrafo revela la influencia oceánica

a través de la escasa oscilación térmica anual, la

existencia habitual de precipitaciones durante el

18 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


verano, y la humedad ambiental constantemente alta.

Las precipitaciones tienen un promedio anual de 1350

ml. de agua caída, y una temperatura media anual de

12,5 grados Celsius.

Su ciclo climático muestra un leve período de aridez

en enero, el cual se extiende hasta febrero en la región

este, que recibe menos lluvia en los meses de verano

por estar protegida por la cortina de cerros. El período

de condiciones térmicas adecuadas para el desarrollo

vegetacional -su potencialidad vegetativa- prevalece

todo el año en la parte occidental, mientras que en

la oriental dura solo 11 meses por ser agosto un mes

semifrío.

La profundidad del canal que separa la isla del

continente –que prácticamente se habría secado por

espacio de unas horas con ocasión del gran tsunami

del año 1960- no supera, en algunos lugares, los

16 metros. Con bastantes islotes, ha sido sitio de

múltiples naufragios, que en 500 años de historia se

calculan en alrededor de 300.

En nuestra investigación pudimos capturar solo dos

voces, dos topónimos mapuche que aún dan cuenta de

su antigua condición de residencia de la comunidad

lafkenche, anterior a la mestiza chilena de hace poco

más de cien años: Chinahue y Quechol.

Este último vocablo, nombre de un muy tradicional

islote de caza, provendría de kechan, “arrear”, “lavar”

y de cholkün “desgranar”; es decir “lugar de arreo para

desgranar o esparcir” [una manada de lobos, en este

caso]. Prima facie, y siguiendo a D. Quiroz (1997), es

probable que los lastimeros gritos de los lobos del

islote de Quechol pudieron haber sugerido las voces

de las almas en pena en su paso al Más Allá.

Con una superficie aproximada de cinco mil hectáreas,

hoy es el territorio de alrededor de unas 800

personas, que viven principalmente de la ganadería,

la agricultura, la pesca y la recolección de mariscos

y algas, actividades bastantes estables –con obvios

matices- a lo largo de toda su historia habitada.

A la postre, la relación entre lo occidental y lo insular ha

destacado que lo más señero y singular de la Isla Mocha

es su imaginario. Porque -aparte de su asociación con

la ballena Moby Dick de la literatura¹ -es reconocida

tanto por los cronistas, por la historia, etnología y la

etnografía como el lugar donde la tradición mapuche- y

particularmente por los primeros pobladores lafkencheimaginaban

el juicio del alma y la “plataforma de paso”

de las almas de los muertos. Esta estación escatológica

era destino obligado en el camino de las almas hacia el

küllchenmayeu o künchelmaiwe (Guevara 1902).

Las aguas de la Isla Mocha se destacan como el hogar

del famoso cachalote del siglo XIX, Mocha Dick, la cual

sirvió de inspiración para la ballena ficticia Moby Dick

en la novela de 1851 del mismo nombre, de Herman

Melville 1 .

Mocha Dick fue una gran ballena blanca que vivió en

la primera mitad del siglo XIX en las costas de Chile,

conocida por su extrema fortaleza y por el elevado

número de embarcaciones que hundió.

Además del nombre propio del mamífero, este

argumento suena familiar al que Melville desarrolla en

su libro, con el aliciente de que la historia de Mocha

Dick fue escrita 12 años antes que la del escritor

neoyorquino.

Corresponde a Jeremiah N. Reynolds quién escribiera

el relato que serviría de embrión para Moby Dick.

Reynolds, nacido en 1799 en Pensilvania, era un editor

periodístico y un amante de la ciencia y la aventura. A

finales de 1829, realizó una expedición al Polo Sur junto

a la South Sea Fur Company and Exploring Expedition

que buscaban la localización y explotación de colonias

de lobos marinos. Y en esa navegación llegó a la Isla

conociendo los detalles de la ballena blanca.

¹ Historia que inspiró la novela Moby Dick de Herman Melville, publicada en 1851.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

19


Patrimonio

cultural & natural

“Detalle bosque mochano / Fotografía, Patricio Rosas Barriga

L

a Isla es sin duda un verdadero santuario

natural muy rico en biodiversidad.

Por ello, la “Reserva Nacional Isla

Mocha”, ubicada en la isla del mismo

nombre, fue creada como tal en el año

1988, no obstante que el reconocimiento

de la importancia de protegerla data del año 1979,

año en el cual fue declarada Área de Protección. Tiene

una extensión de 2.369,3 hectáreas. La condición

de insularidad de la Reserva, ha determinado la existencia

de especiales ambientes ecológicos y de alto

valor científico, en los que concurren procesos naturales

únicos y de alta fragilidad necesarios de preservar,

así como formas de adaptación y de evolución de

comunidades humanas en ambientes restringidos.

Por ello, la Reserva posee una alta relevancia para la

conservación de la diversidad biológica y de recursos

culturales asociados en el contexto del Sistema Nacional

de Áreas Silvestres Protegidas del Estado, según

nos relata Jaime Herrera Rojas, Guardaparque de

la Reserva Nacional Isla Mocha y orgulloso mochano.

La edad geológica de la Isla Mocha es similar a la Cordillera

de Nahuelbuta y de la planicie de Arauco. Vale

decir, hablamos acaso de hasta cuatrocientos millones

de años. En efecto, el cuerpo de la Isla está formado

por un complejo de edad Miocénica, similar a

la formación Ránquil de Arauco. Para esta formación

se han descrito 139 especies de fósiles de invertebrados,

especialmente moluscos. Debajo hay un conjunto

sedimentario, de pequeño espesor, que corresponde

a la formación Navidad del Mioceno, y donde las especies

fósiles son escasas. Solo en el lado sur de la

Isla se encuentran areniscas Pliocénicas, donde 34

especies de fósiles han sido descritas. El Cuaternario

en la Isla está representado por depósitos de grava

ubicados a una altura de 300 m y en las terrazas de

abrasión que rodean a la Isla. La petrografía del lugar

denota una pasada actividad volcánica en algún punto

cercano. La Isla se ha visto afectada por diversos

procesos geológicos en épocas recientes, los que han

producido cambios geomorfológicos relevantes en ella.

El más significativo ha sido el solevantamiento de sus

costas, ocurrido durante o después de grandes terremotos,

los que generalmente han estado acompañados

por un Tsunami. Esto se puede comprobar también

comparando la cartografía de las costas de la Isla antes

y después de grandes terremotos, como por ejemplo

1835, 1837, 1960 y 2010. También debido a los terremotos,

se han producido en la Isla derrumbes y grietas.

En la Isla Mocha se pueden distinguir en forma clara

dos valiosas formaciones vegetales: una en los sec-

20 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


tores bajos, constituida por vegetación litoral, praderas

y matorrales; y la otra, por una formación boscosa

nativa muy interesante por su estado de desarrollo.

A esta última pertenecen los terrenos protegidos

de la Reserva. La vegetación litoral, está constituida

por plantas anuales y matorrales bajos, perennes,

muy adaptados al viento y condiciones

salinas, formando una faja cercana a la playa.

Por su parte, las praderas y matorrales están

básicamente constituidas por gramíneas y

leguminosas, las que sirven de sustento para la masa

ganadera de la Isla, encontrándose sectores con

praderas bien desarrolladas, y otros en que ésta se ha

degradado por el excesivo talajeo.

En este sector existe además una formación de

matorrales y bosque esclerófilo degradado, en el

cual se encuentra boldo (Peumus blodus), maqui

(Aristotelia chilensis), quebracho (Cassia estipulácea),

ortiga (Loases acanthtfolia), natre

(Solanum berteroanum), Baccharis sp y otras.

Pero el patrimonio natural más notable es su bosque.

Al ascender en altitud hacia la montaña, la vegetación

tiene un notable incremento, tanto en su densidad

como en la diversidad de especies. La composición

florística de esta formación boscosa varía con

condiciones microambientales fundamentalmente

de humedad, relieve y/o drenaje. Así, desde el pie

de la montaña, aproximadamente entre los 100 y los

300 msnm, se encuentran los siguientes estratos y

especies arbóreas: Olivillo (Aextoxicum punctatum),

arrayán (Luma Apiculata), pitra (Myrceugenia

planipes), luma (Amomyrtus luma), meli (Amomyrtus

meli), laurel (Laurelia sempervirens), tepa (Laurelia

philippiana), canelo (Drimys winteri), tiaca (Caldcluvia

paniculata), lingue (Persea lingue), pillo-pillo (Ovidia

pillopillo), ulmo (Eucryphia cordifolia), sauco del

diablo (Pseudopanax laetevirens). Con respecto

a su fauna silvestre, existe una gran cantidad

de avifauna, con alrededor de 102 especies

en la Isla, tanto residentes como migratorias.

Su alto número se puede explicar por la falta de depredadores

terrestres. En la Isla existe una gran abundancia

de fauna introducida, a modo de animales domésticos

o mascotas. Entre las aves cabe mencionar

a las codornices, perdices, loros tricahues, choroyes,

palomas, canarios y catas. Canarios, perdices y codornices

ya han escapado en un buen número de sus jaulas,

y los gatos domésticos es común que abandonen

sus moradas y se internen, con lo cual alteran la fauna

autóctona. Asimismo abundan las liebres y conejos.

Por otro lado, la fauna marina es abundante en

las inmediaciones de la Isla, a pesar de su continua

explotación, encontrándose entre las especies

más numerosas, las siguientes: corvina,

congrio, pejerrey, erizos, locos y luga-luga.

Desde el ángulo de los valores escénicos, la Isla Mocha

es altamente relevante por la belleza de su paisaje

natural, determinado por sus playas de arena muy

blanca que contrastan con el azul intenso del mar

que la rodea. Se encuentran por doquier, caprichosos

arrecifes, roqueríos e islotes que en conjunto con la

vegetación del bosque desarrollado en la zona montañosa,

conforman un panorama de singular atractivo.

Elemento particularmente valioso desde la

perspectiva turística, son las emanaciones de gas

natural que se ubican en la playa, susceptibles

de ser encendidas cada vez que se le acerque un

cerillo o encendedor.

Además de la belleza propia de la Isla, existen otros

aspectos que le añaden atractivo, como es la gran

diversidad de fauna, específicamente aves, en la

Mocha, con un gran número de especies como la

fardela blanca (Puffnus creatopus), encontradas

exclusivamente en la Isla Mocha y en Juan

Fernández, dado lo cual presenta una particular

conducta oceánica. También existe la presencia de

un escorpión, el Bothriurus mochaensis, descrito

como nuevo para la fauna chilena, y del sapito de

Darwin. Estos, junto con lobos marinos, ballenas y

otros, conforman una gran riqueza desde el punto

de vista de la fauna dignos de conocer y conservar.

Perfil físico, geológico y natural de la Isla Mocha redactado, entre otros, con antecedentes de la Corporación Nacional Forestal (CONAF) y los

estudios de Quiroz, D & Sánchez, M.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas 21


Caracterización

etnohistórica y etnológica de

los habitantes originarios, los

mapuche- lafkenche.

Contenidos de la memoria y de la tradición

cultural vinculada a la Isla

“Y otro día salimos para seguir nuestro viaje, y al

tercero día vimos la otra ysla en la cual tomamos puerto.

Esta ysla se decía de Amocha. Está alta en medio y

montuosa, y la falda rrasa y muy poblada donde se da

mucho bastimento. Estará de la otra isla XXX leguas y

ocho de tierra firme. Tendrá una legua de ancho y dos y

media en torno. Ay más de ochocientos indios. Llegados

a ella vinieron muchos indios y mujeres y muchachos,

espantados de ver aquello que no avían visto. Y otro

día salimos por la mañana, y luego vinieron los indios,

y nos mandaron sentar, y que no pasásemos adelante

que nos matarían. Mandó el capitán diésemos en ellos,

y mataronés hasta catorce indios, y los demás huyeron,

y perdiéronse dos señores, los cuales metimos en la

galera. Y con el servicio que llevábamos cargamos

los navíos de maíz y papas y fríjoles, que avía gran

cantidad. Y fue que en la sazón que llegamos estaban

diferentes dos señores que ay en aquella isla, y por esto

no se nos defendió. Y como ellos en condición general

se huelgan del mal de unos y otros, no se confederaron,

y ansi la tomamos seguramente. Aunque yo e andado e

visto hartas provincias, no e visto indios más proveídos

de bastimento y de mejores casas que en esta Isla.

Mas no es de maravillar, porque es muy fértil la tierra.

Y echo este salto y rrancheria, como acá decimos, nos

hedimos a la vela, y nos volvimos a la ciudad.” Jerónimo

de Vivar, 1558 ².

La presente cita es la primera descripción que nos

ofrecen los europeos de los habitantes de la isla. Y la

relación comienza al más puro “estilo” conquistador:

los españoles “mataron cerca de catorce indios” y

apresaron a dos más y cargaron sus navíos con “maíz,

papas y frijoles, que había en gran cantidad”. Es el

primer dato que indica la existencia de población

nativa mapuche con la presencia de dos caciques en

Isla Mocha, dato que después será corroborado para el

siglo XVII por Diego de Rosales.

Por tanto, desde el inicio, la historia de los registros

²“Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile”, Jerónimo de Vivar, tomo II, Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio

Medina, Santiago 1966. (página 22).

22 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


occidentales de la Mocha dejan claro que –de acuerdo a

la mentalidad de cruzada europea de la época- no había

ningún interés por comprender al otro, por entender

su cultura, su cosmovisión, las motivaciones internas

para el vivir, los apoyos rituales para el morir, etc. Así,

además con dos longko o caciques enemistados entre

sí, menos le interesaba a los españoles saber “quién

era el otro” para así eventualmente capturar algún otro

rasgo de su imaginario.

Una simple mirada que más se acentúa desde el aire,

permite visualizar dos grandes espacios: uno plano o

exterior, con playas y vegas, y otro interior o de verde

monte nativo, cubierto de una todavía muy tupida

formación boscosa propia del bosque valdiviano,

con alturas que sobrepasan los 300 m. El clima es

templado y húmedo; la pluviosidad y la temperatura se

distribuyen con bastante uniformidad durante todo el

año.

Según estudios en contextos residenciales de

la Isla Mocha (Roa, Silva et al. 2015) denotan un

aprovechamiento variado de recursos vegetales

durante los períodos Alfarero Tardío (1000-1550 d.C.)

e Histórico Temprano (1550-1687 d. C.) relacionados

con el Complejo El Vergel y los grupos reche-mapuche

de la Araucanía, respectivamente. La evidencia

arqueobotánica de algunos sitios apunta al manejo de

recursos vegetales tanto domésticos como silvestres

desde hace al menos un milenio, ratificando la evidencia

previa de maíz (Zea mays L.) y quinua (Chenopodium

quinoa Willd.) para la Isla Mocha y complementándola

con el hallazgo de poroto común (Phaseolus vulgaris

L.), sin precedentes en los contextos arqueológicos de

la Araucanía, pero mencionado en las crónicas.³

Los antecedentes recabados en terreno que se tenían

de la historia de la isla entre 1550 y 1990 (Reiche 1903)⁴

nos dicen que había estado poblada por dos grupos

étnicos, culturalmente diferentes: uno de adscripción

indígena y otro no indígena, separados en el tiempo

³ Ver en: El aporte de Isla Mocha al conocimiento sobre el aprovechamiento de plantas con valor alimenticio en el sur de Chile (1000-1700

D.C.) Constanza Roa, Claudia Silva, Roberto Campbell. En “Actas del XIX congreso nacional de arqueología chilena”, Arica, 2012, aunque

publicado en Julio del 2015.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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“Olivillos Ancestrales” / Fotografía, Patricio Rosas Barriga

por un período en el que permanece completamente

deshabitada (lo cual es dudoso y solo una hipótesis).

En una primera época, entre 1550 y 1690, la Isla estuvo

habitada, de acuerdo a los datos suministrados por

cronistas y viajeros, por una población mapuchelafkenche

cuyo número oscilaba, al menos entre 600

y 800 individuos.

Obviamente este grupo habita la isla antes del

1550, como así lo atestigua abundante evidencia

arqueológica, pero en ese momento no se podía

determinar su antigüedad ni tampoco la posibilidad

de la presencia de otro grupo que previamente la

colonizara.

Lo cierto es que los mapuche-lafkenche de Isla Mocha la

habitaron hasta 1685, fecha en que fueron expulsados

por las autoridades españolas (aunque tenemos la

sospecha que grupos mapuche permanecieron en la

Isla, en el sector que hoy es la reserva).

Las fuentes escritas existentes describen estas

poblaciones sugiriendo la manera como se relacionan

con los europeos. Es así como las relaciones que

los mochanos establecen con españoles, ingleses y

holandeses difieren enormemente entre sí. También,

de la misma manera, la calidad de los datos es muy

diversa. En una segunda época, aproximadamente

desde 1850 la isla comenzó nuevamente a poblarse

después de 160 años deshabitada (lo cual es

debatible), con personas provenientes del continente,

principalmente campesinos y pescadores de la zona

central, traídos como inquilinos por el arrendatario de

la isla.

La Caja de Colonización Agrícola, que se había hecho

cargo de la Isla en 1929, divide las tierras no montañosas

24 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


en 32 parcelas, entregándoselas a los descendientes

de los primeros inquilinos y a empleados de la misma

Caja. Al respecto, es interesante recordar que en agosto

de 1920, la isla fue azotada por una violenta onda

sísmica que alcanzó a producir también el numero

de 32 temblores y acompañados por intensos ruidos

subterráneos, que no se registraron en el continente.⁵

La población de la Isla Mocha en 1990 alcanzaba, según

las estimaciones del último censo, las 860 personas.

La escasa literatura que existe (Reiche 1903, Cañas

Pinochet 1902) nos muestra que hipotéticamente

ambas poblaciones habrían desarrollado estrategias

adaptativas muy similares, a pesar de pertenecer a

tradiciones culturales muy diferentes, sin que esto

signifique adherir a una especie de determinismo

ambiental.

Como dato arqueológico importante, hoy se plantea

la tesis de que los polinesios habrían convivido con

los antiguos mapuche de la Isla. Científicos chilenos

descubrieron huesos de una gallina polinesia cuyo

ADN demostró ser de entre 1304 y 1424 d.C. Los huesos

probarían que navegantes de Oceanía –que habrían

traído las gallinas– habrían tenido contacto con

América antes que los españoles. Resulta llamativo

que el análisis genético de los huesos sea igual a

los de la isla Tonga y no a los de Rapa Nui que están

más cercanos. La Isla Mocha, descubierta en 1550 y

luego reconocida en 1554 por J.B.Pastene, navegante

italiano al servicio de la Corona de España, ingresa en

la cosmovisión europea a partir de esa fecha y desde

ese mismo instante se transforma en un punto clave

para la obtención de suministros de agua y alimentos

para navegantes, viajeros y corsarios que surcaban las

procelosas aguas del Pacífico.

Durante los siglos XVI y XVII, navegantes europeos

provenientes de España, Holanda e Inglaterra

pudieron recalar en el bordemar de la Isla Mocha.

Muchos de ellos dejaron relatos de sus navegaciones

y encuentros, proporcionándonos diferentes visiones

de los indígenas isleños. Siguiendo la síntesis de

Quiroz ( 1997); los textos de los relatos de los viajes de

Pastene (Cárdenas 1554, Bibar 1558); Hawkins (1556),

Drake (Fletcher 1578); Van Noort (1602); Spilbergen

(1619); las crónicas de los historiadores jesuítas

Ovalle (1642) y Rosales (1668, 1670); y los documentos

que se conservan en el Fondo Bibliográfico José

Toribio Medina, para el período 1550- 1690, resultan

reveladores.

Ellos permiten no solamente construir un cuadro muy

nítido del estilo de vida de los nativos lafkenche en

Isla Mocha en los siglos XVI y XVII. Dichos restos, como

lo atestiguan abundantes estudios (Quiroz, Sánchez,

Zumaeta, etc.) hoy son encontrados en innumerables

sitios arqueológicos en la Isla. Con ello, y gracias a todos

estos antecedentes reunidos, podemos “percatarnos

de la diversidad de perspectivas significantes con

la que los europeos marcaron a los indígenas de Isla

Mocha y comprender que la trascendencia de un estilo

de vida es una utopía que pareciera depender del

sujeto pensante”⁶.

La Corona española desconfiará desde el primer

momento de los habitantes de la Isla. Las acciones

emprendidas por los corsarios cubría de apremios

la incipiente población costera, lo que sumado a

las amenazas de los mapuche continentales (que

mantenían un constante clima de efervescencia en

toda el área ya desde finales del siglo XVI), surge

entre los habitantes de Chile la idea de despoblar la

Isla Mocha, cuestión que se resolverá en ese sentido a

fines del siglo XVII.

Es así como tenemos una carta que el Gobernador

García Hurtado de Mendoza le dirige al Rey de España

⁴ Reiche, C. 1903. “La Isla de La Mocha”. Estudios Monográficos. Anales Mus. Nac. Chile, 16: 1-107

⁵ “La Mocha, la Isla de las almas resucitadas”, Alejandro Pizarro, Bolt. Museo Mapuche de Cañete, 1989, pp. 31-44.

6 En: La Isla de las palabras rotas, Daniel Quiroz, Marcos Sánchez Editores, Departamento de Antropología Universidad de Chile, Santiago,

1997.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

25


Vista “Laguna Hermosa”, hoy por el cambio climático, la laguna

se seca durante varios meses en el año. Fotografía Patricio Rosas

Barriga.

Felipe II, escrita desde La Serena en 1556 (apenas dos

años de reconocida), donde le informa y le sugiere lo

siguiente: “…enfrente del estado y Provincia de Arauco,

hay ciertas islas que la una se llama de Santa María y la

otra de la Mocha y otras semejantes, estas islas tienen

cantidad de indios y comida y muy buenos puertos y

estos indios nunca quieren estar en paz [...] todas las

veces que han entrado corsarios en la mar del sur han

tomado en ellas el primer puerto y noticia de lo que hay

en la tierra y proveídos de comida y agua en ellas [...].

Se podría mandar que los indios de estas islas de la

Mocha y Santa María y las demás, se fueran sacando

dellas y llevándolos a este término de La Serena [...]

despobladas estas islas no hallarían los corsarios

el refresco y favor que hallan en los naturales dellas

cuando entran en la mar del Sur, porque quitándoles la

gente, cesaría el haber comidas y bastimentos en ellas

(Manuscritos Medina, 28: 71)⁷.

Estas peticiones serán escuchadas y atendidas casi

un siglo y medio después, considerando la opinión

contraria durante todo ese tiempo de los jesuitas

(quiénes presentarán un proyecto de evangelización

que nunca se llevará a cabo), los que finalmente

también aprobarán la idea de trasladarlos al

continente (siempre y cuando se los entregasen para

evangelizarlos).

⁷ Publicado y extraído desde: La Isla de las palabras rotas, Daniel Quiroz, Marcos Sánchez Editores, Departamento de Antropología

Universidad de Chile, Santiago, 1997.

26 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Las nuevas generaciones

de Isla Mocha. aspectos

socio culturales

A pesar de que todo va en rápido

A

cambio y transformación cultural, en los

habitantes permanece esta sensación:

“la familia mochana es unida,

trabajadora, tanto en la mar como en la

tierra…Un isleño es un ser de sacrificio, todo es como

una odisea”.

Tal es el juicio de Lilian, quien viniendo del continente

percibe mejor las diferencias entre allá y la que ahora

es “su” isla.

Las nuevas generaciones, por influjo directo de las

redes sociales globalizadas, si bien cada vez más

miran y remiran al continente y sus mundos, conservan

y de algún modo cultivan sentimientos de arraigo a su

isla y su cultura.

Expresiones típicas como “la echo de menos”, “pronto

quiero volver”, “no me hallo estando fuera mucho

tiempo”, son algunas evidencias del lenguaje que

constantemente los actuales mochanos deslizan en

sus conversaciones y contactos.

La población que actualmente la ocupa, nace de los

primeros inquilinos traídos por los primeros ocupantes

y luego arrendatarios de Isla Mocha hacia 1850 y

su relación con el ambiente ha estado ligada a una

historia que aún no termina.

Los isleños desarrollan mecanismos adaptativos

que les han permitido ocupar su isla y desarrollar un

sentido de pertenencia muy marcado y singular.

Perfectamente sería posible identificar y reconstruir

una serie de genealogías familiares, tal como ya lo

han intentado investigadores como Zumaeta y Quiroz

(1992).

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

27


En invierno la humareda de las cocinas que consume

la leña que el guardaparque de CONAF autoriza tomar

de los árboles caídos en los caminos de la montaña,

señala la vida cotidiana apacible, amistosa y silenciosa,

aparentemente indiferente a los acontecimientos

que ocurren en el entorno. Sin embargo, -y ya esto lo

observaba la investigación de Zumaeta en 1994- la

velocidad de la información sobre acontecimientos

locales demuestra el buen grado de contacto entre los

habitantes. A excepción de las más recientes turistas

de paso que se quisieron quedar y establecer, todas las

familias que viven en Isla Mocha están unidas por lazos

de parentesco, inclusive aquellas que parecen más

indiferentes, que eventualmente podrían pretender

negar los lazos.

La vecindad de las viviendas no es, sin embargo, el

único factor de contacto entre las familias, sino que

actualmente se le suma la comunicación muy rápida

e instantánea a través de los teléfonos celulares, el

wathsapp y la radio, aunque esta última en franca

declinación.

Pero siempre algunas familias, al menos las

entrevistadas, no abandonan el hábito vecinal de la

visita física para la interacción, el encuentro de las

fiestas locales, la actividad gremial de los sindicatos

y la reunión social con ocasión de los días de pago de

sueldos y subsidios estatales diversos y las actividades

de trabajo temporal, como lo es la recolección de luga

en verano.

A pesar de los medios tecnológicos en poder de casi

todas las familias, los isleños intercambian información

con facilidad y gusto en los encuentros cara a cara,

particularmente respecto a los hechos acontecidos

cotidianamente.

Dosifican la información y socializan y evalúan los

acontecimientos de acuerdo a sus propios intereses,

principalmente desde el parentesco, la escuela,

las postas, la oficina del Registro Civil, el viaje al

continente, el gimnasio de “La Hacienda” donde

se congregan en los pagos, y también, en menor

medida, desde las Juntas de Vecinos y el Sindicato de

Pescadores, Algueras y Buzos Mariscadores.

No obstante, observamos que en relevancia social,

decrecieron drásticamente los encuentros de fútbol,

otrora de alta interacción –llegó a haber hasta seis

equipos en la Isla- a causa de haberse cedido el

espacio deportivo comunitario en pro de la ampliación

de unas salas escolares. Así, hoy día, el imaginario de

la cultura mochana es fundamentalmente propio de la

cultura chilena, no obstante sus propios aportes, sus

específicos recuerdos y relatos muy vinculados a la

realidad insular.

Se aprecian conductas que con celeridad intensifican

la dependencia con el continente. Si bien es cierto que

antes de la modernidad (electricidad, telefonía celular,

radiofonía, televisión, etc.) la autonomía productiva

era casi total, hoy día el panorama es muy diferente.

Se observan hábitos de compra muy vinculados

a la cultura continental, con los mismos signos

aspiracionales, propios del estatus; vale decir, la

importancia asignada a los bienes de consumo, a poseer

aparatos digitales, vehículos, electrodomésticos, etc.

Muy pocas familias dan prioridad a sus huertas y

cultivos de donde extraen los alimentos, dado la

enorme facilidad de compra de los productos que trae

y ofrece el almacén o minimarket.

“Se perdió el trueque, la minga y el apoyo fraterno:

solo cuando hay un enfermo grave aparece, donde a

veces se les apoya con donaciones colectivas”, afirma

la familia Astete, compuesta por Luis y Lilian, una de

las excepciones en el tema de los cultivos agrícolas y

ganaderos propios.

Ellos a diferencia de la mayoría aún extraen de su

parcela hortalizas frescas y orgánicas, a nuestro juicio,

el camino a seguir en La Mocha para conservarlo como

como paraíso del turismo nacional.

Donde ellos también dan señero ejemplo es en la

preocupación por una buena crianza de animales.

Para subir la calidad del ganado y mejorar la cadena

alimenticia, Luis siembra alfalfa, ballica para fardos,

28 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

trébol rosado.

Así, puede guardar forraje para el invierno y

brindarles las mejores condiciones a sus animales

y a sus huéspedes que confían. Esta cultura del

ganado nativo, tan reconocida en el pasado, se está

perdiendo por comodidad –es más fácil comprar carne

del continente- como también por dificultades con la

conectividad, porque hasta hace muy poco existe una

barcaza subvencionada.

Antes habían abuelos parceleros que para ellos era

común criar hasta 200 animales. También era muy

famoso en el continente, en Cañete y Concepción, la

apetecida y muy popular carne de caballo, la que se

llevaba de los mataderos de la Mocha, y particularmente

la muy exquisita, sabrosa, orgánica y fina carne del

“cordero mochano”.

Acaso lo más característico en las actuales

generaciones es su cambio en la alimentación. La

generalidad de las familias ya no consumen la propia

leche, ni fabrican la mantequilla ni el queso, ni siquiera

de cuajada. “Se cuentan con dos dedos de una mano

las viejitas que hacen su queso”, nos relata uno de los

pocos agricultores de la Isla.

Tampoco –particularmente los más jóvenes- consumen

ni siembran lo que era tan típico antes: las papas, las

arvejas, los zapallos, el cilantro.

Asimismo, es muy sentida la crítica y la queja de los

más viejos que con toda lucidez dan cuenta de este

fenómeno de cambio en las actuales generaciones:

“…éramos unidos en esos tiempos, a pesar de las

diferencias las gentes de ambos lados se apreciaban.

Había algo que hoy se perdió: cuidar los animales

entre todos, la minga – y siempre la ayuda que venía

de vuelta- ya sea para construir nuestras casas y para

sacar papas. En los días de trabajo y en los días de

paseos, almorzábamos juntos... Ay, quisiera volver a la

vida antigua!”.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

29


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

30 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


SEGUNDA PARTE

Los grandes relatos y mitos

Período Ancestral

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

31


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

La Isla Mocha

es un campo

sagrado

“La Isla Mocha es un campo muy sagrado. En

los tiempos de antes vivieron los mapuche allí.

Allá hay un cerro Treng-Treng en el que hacían

ceremonia los antepasados, los que vinieron de

la isla dicen que allí en el cerro hay una laguna

de agua dulce. Uno se pregunta, la isla estando

en medio del mar, han venido maremotos, cerros

de agua y la isla flota, se eleva con el agua”.

Relato del Lonko Teodoro Huenuman

Llancapan (1932 – 2013)

Comunidad Anillen, Tirua

32 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


El misterio del mito de la

Mocha está contenido en el

nombre mismo

Pero de este mismo nombre se derivaría una variante

en su traducción. Así, el topónimo provendría de am,

alma, Ütrul “amontonar” y de aretu, “conseguir algo

para ser devuelto (la misma cosa)”. Ütrul también es

apartar, y apartar también puede decirse Uchul.

¿

Es que las almas se amontonan en Isla

Mocha para resucitar?

¿Y cómo es el proceso de volver a vivir?

¿Debemos pensar que ese es el sitio

donde el alma de los difuntos reencarna?

¿Allí se nos devolverán todos nuestros

actos, uno por uno para ser juzgados?

La Isla Mocha es el lugar más sagrado de la cultura

mapuche pues allí ocurre el Juicio de las almas. El

propio nombre de la Isla se nos aparece como el

compendio de un gran mito.

La propia palabra nativa de la Isla contiene en si

propias raíces y significados, una síntesis de la

principal “leyenda” que posee este insular territorio. El

primer cronista del Reino de Chile, Gerónimo de Bibar,

quien desembarcó en ella en 1550, formando parte

de la segunda expedición náutica de Pastene, cuenta

que los lafkenche llamaban Amucha a su isla. Según

datos de Pizarro⁸ su nombre sería una deformación del

nombre Amuchra, de am, “alma” y uchran, “resucitar”.

Es decir, “resurrección de las almas”; y conforme

a las creencias mapuche, las almas de los muertos

cruzaban el mar desde el continente y vivían, al menos

temporalmente, en aquella isla. Estos aportes de

Keller estarían fundados desde los antecedentes de

quien era, a inicios del siglo XX, una autoridad en el

estudio de la civilización mapuche. Nos referimos a los

datos de Tomás Guevara: “Creían asimismo, en otras

ancianas, llamadas Tepulcahues que se transformaban

en ballenas y podían conducirlos por el mar hasta la

isla de La Mocha”⁹.

Así, Mocha sería la castellanización deformada de

Amuchura, ya que así llamaban los mapuche-lafkenche

a la Isla Mocha.

Es decir, “lugar donde se amontonan las almas

para conseguir ser devueltas al destino (que les

corresponde)”. Esta traducción obedecería a que allí es

la entrada al Küllchenmayeo o küllchenmaiwe, el Otro

Mundo, y por tanto, el lugar de antesala a la evaluación

del alma, donde la Jueza divina, la Trempülkawe,

realiza un severo test ontológico que permite conocer

el destino post mortem del difunto o la difunta. Con

la expedición de Pastene contamos con otro nombre,

escrito por Juan de Cárdenas en 1544, escribano de

la expedición de Pastene, también su descubridor

español: “[...] y la isla se llama Gueuli y está a 38

grados largos, que a la ida la descubrimos el día del

señor San Nicolás Tolentino, y por esto la nombramos

la isla de San Nicolás (Cárdenas 1846: 46-47).

Si gueli (de welin, weli, hacer lo contrario; welün,

cruzarse con alguien, idea de pasar “pasar a otro

plano” Wellilen: estar vacío, evacuado. Procede del

verbo wellimün: vaciar) fuera una forma castellanizada

de welin, estaría aludiendo a la idea de “pasar”; es

decir de “paso a Otro Plano”. Pero Gueli también podría

derivar del vocablo wellilen; “estar vacío”, “evacuado”,

que a su vez procede del verbo wellimün, “vaciar”.

La historia o la leyenda no dicha podría ir por algo

que subyace al topónimo: “¿lugar donde el alma llega

vaciada” o “donde se la vacía de todo lo que ella misma

no es”? O tal vez, la etimología de Gueli sea derivación

deformada de werin, “delito”, “falta”. Vale decir,

admitiría, por ejemplo, la hipótesis de “lugar donde se

juzgan y sanciona las faltas”?, traducción por lo demás

bastante afín a todo el sentido anterior respecto al

juicio del alma por parte de la jueza-ballena.

⁸ Datos de 1990 que consigna el profesor Carlos Keller.

⁹ Guevara, Tomás, Historia de la Civilización de Araucanía. Tomo 1: pg.265,1898, Santiago. Mariño de Lobera. Pedro. Crónica del Reyno de

Chile. Santiago.9 Id. Nota 1.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

33


34 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


La Trempülkawe y el

paso de los/as kimche

E

l rito de paso final de la vida de un ser

humano es el de la misma vida a la

muerte o a esa otra dimensión de la que

nadie ha regresado, pero que en todos

los pueblos se ofrece como un premio

para quienes han sido dignos y justos.

El mito lafkenche señala que la Isla Mocha es la

escalera al Wenumapu o paraíso mapuche, al que solo

pueden ascender los weichafe verdaderos, aquellos

dignos de no ser hundidos en su viaje final, hundidos

por esta anciana sagrada, la Trempülkawe.

La síntesis del mito es que cuatro ballenas, permiten

a las almas de los mapuche que mueren, llegar con su

alma en fuego hasta la Isla Mocha¹⁰.

El barquero o Nomtuve partiría desde la costa del

continente, en la noche, en un sombrío wampo (balsa

hecha con un solo tronco y de un remo), por eso nadie

los ve.

Y allí, según la tradición, el balsero de los muertos hará

a todos/as una pregunta decisiva:¹¹

¿Kopawimi kay? es la pregunta central del diálogo, que

literalmente significa “¿te pinchastes con fuego”? una

especie de tatuaje en los brazos hecho con las brasas

del tallo de la linaza, pero la traducción literal debería

ser: ¿entonces viniste?, porque para decir te pinchaste

con fuego sería pidontukuwimi küxal mew?,pero el relato

fue levantado de esta manera y debemos respetarlo. La

respuesta literal a la pregunta ¿Kopawimi kay?, sería:

Kopawün: sí vine, y debiera escribirse como küpawün.

Entonces el difunto/a, junto con mostrarle las marcas

respectivas en sus antebrazos, debería responderle:

Kopawün!. “Sí, me he autotatuado” y éste permitirá

que suba al wampo y pueda ser interrogado por la

Jueza suprema, la Trempülkawe.

A ella no se le puede mentir, ni sobornar, y su carácter

es a ratos violento con quienes no han vivido dignos,

ni valientemente, arrastrándolos hacia los abismos

del mar. Porque quienes no tienen deseo propio, son

los witranalwe, “los que le han chupado el deseo del

alma”. Serían, los réprobos, los perdidos, los esbirros

del wekufe, del “mal forastero” y a la vez servirán de

alimento instrumental del mal, del “demonio”.

El demonio o wekufe, según la cultura mapuche-

¹⁰ En la mitología mapuche existe y se repite pues, con diversas variables, la leyenda de la Trempulkawe, Tumpulcahue, Tepulcahue, etc.) por

el historiador nacional Tomás Guevara en 1898, después de ser citada por el jesuita Diego de Rosales, en el siglo XVII, durante la Colonia.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

35


lafkenche, solo se lleva a los que no tienen ordenadas

sus partículas.

Las cuatro ballenas (meli yene) son viejas mujeres,

mágicamente transformadas en cetáceos, que realizan

su tarea a la caída del sol de cada día, pero que ningún

ser humano puede ver.

Cada alma de los difuntos debe hacer una contribución

en llangkas –unas piedrecillas redondeadas y

agujereadas de color turquesa- “que los lafkenche

valoran más que los diamantes”, y que depositan al

lado del muerto y utilizan para pagarle los servicios

al barquero, que además oficia de Jueza de las almas,

a veces pagara con sus ojos, los que serán sacados

por el Nomtuve y arrojados al mar para apaciguar la

Trempülkawe.

Es inmensamente significativo que sea la mujer la que

juzga si se debe pasar al paraíso o ir a las penumbras

del mar, porque es la misma mujer la que en el mito

de la creación mapuche, el génesis mapuche, viene al

mundo enviada a despertar al hombre, ese que cayo

demasiado fuerte y ha quedado inconsciente, y así

como lo único que no podrá despertar es la conciencia

de éste, es por esto que debe preguntar si vivió digno,

justo y valiente y antiguamente todo hombre y mujer

mapuche debía haber podido pasar la prueba, porque

antiguamente todo hombre y mujer mapuche anciano

llegaba a ser un kimche, alguien sabio de la vida.

Según Ivan Carilao¹² ser kimche “es parte de un

crecimiento lógico de los mapuche, uno se transforma

en kimche cuando se va haciendo más sabio”. Para ser

kimche se requieren los siguientes “componentes” en

el che que constituye el ser de un mapuche:

•kümeche: ser gente buena

•norche: ser gente justa

•Ad mogen (vivir de buena manera, acorde a las

normas del admapu).

•küpal: pertenecer a un territorio

•küdawche: gente de trabajo

•newenche: poseer fuerza espiritual

Todos estos elementos integrados hacen que una

persona sea o no sea kimche.

¿Cuándo se forma un kimche?: “cuando se es justo,

buena persona, cuando tiene linaje, y un sentido de

pertenencia”.

En la zona lafkenche se habla del inarümen, que es la

sabiduría intrínseca de una familia o grupo de familias,

lo que hace que la persona sea más reconocida por lo

que hace, o dice.

El kimche es la integridad de todos los elementos, los

que entrega de manera general al resto de la sociedad.

Un kimche es kimche si ha sido justo, es kimche porque

tiene buen comportamiento, eso lo dicen las personas.

Son cosas que se dicen por las relaciones con la gente.

En teoría todos los mapuche deberían ser kimche algún

día, pero no lo son porque pierden alguna propiedad o

no tienen un buen inarümen.

Ser kimche no es por autoadscripción, es algo que

entrega la comunidad por la forma de hablar y de actuar

36 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


de una persona que tiene un territorio de donde viene

(küpal), que tiene una relación con el entorno, alguien

que tiene inarümen, es decir algo que decir acerca de

sus antepasados que “lo hicieron así”.

Cuando uno reconoce a un kimche es porque tiene

todos los elementos, es justo, es buena persona,

sabio, da buenos consejos, un Kimche no puede no

hablar chedugun o mapudungun.

Los kimche se reconocen porque mantienen el habla y

los valores, con otro lenguaje pierde la esencia.

“¿Si yo soy justo como podría graficarlo en otra lengua?,

y sin haber una forma de hacerlo ver, no seria”.

El kimche habla con relatos, no aconseja con sermones.

Si por ejemplo quiere aconsejar a los Carilao, debe

conocer a los Carilao y les diría “tu bisabuelo, tu abuelo

y tu padre, no han tenido un comportamiento así, ¿por

qué tú?”.

El kimche remite el relato histórico a una situación

presente.

Se debe mencionar que un kimche está circunscrito a

un küpal (territorio), pero éste puede transversalizar el

relato, ya que son los que mejor conocen el territorio.

Los kimche eran los que ayudaban y estaban siempre

presentes cuando antes se juntaban en un territorio

para establecer acuerdos. En la búsqueda del kiñerupu

(un solo camino) se demoraban semanas en un

parlamento, trawun, etc. El kimche era el facilitador,

aportaba el conocimiento, en aquel entonces casi

todos eran kimche, ya que había un pueblo con

conocimiento, había un territorio con conocimiento y

era más fácil llegar a un kiñerupu.

Hoy son pocos los kimche, y los que quedan no han

perdido sus valores heredados.

Un kimche es una autoridad tradicional, como la

machi o el longko, el kimche es el que transmite

el conocimiento, son los preocupados de sembrar

conocimiento.

Vemos entonces que la autoridad moral de un kimche y

su rol de guardián de la oralidad y la tradición lo tienen

en alta jerarquía en la cultura mapuche y que su rol no

se confunde con el de un longko o una machi, pero a

la luz de la aculturación que sufre el pueblo mapuche,

su papel se hace vital para la sobrevida de una cultura

ágrafa como la mapuche y su aporte en el rescate de la

lengua originaria se hace vital, más bien cuando ese

papel se desempeña con niños mapuche.

Queda claro que la Trempülkawe supervisaba el paso

de los kimche, ya fuera peñi (hombre) o lamgen (mujer),

un viaje que comenzaba con las primeras preguntas

por el fuego del alma, hechas por el balsero o Nomtuve

al difunto/a: ¿Kopawimi kay?.

11 Tradición recordada y narrada por el kimche Rosendo Huisca.

12 Iván Carilao es Kimche lafkenche de Tirúa. Entrevista del antropólogo Iván Pérez Muñoz, el 20 de febrero de 2015 en Tirúa.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

37


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

La leyenda del

laberinto: el mito del

Killchenmayeo

L

¿Qué pasa con las almas en el Más

Allá? ¿Cómo se ingresa a ese mundo?

¿Qué le pasa al alma allí, qué es

lo que enfrenta? Son preguntas

a las que responde este mito.

Porque Killchenmayeo (tbn. Küllchenmayew)

se traduce como “el Otro Mundo”.

El Killchenmayeo es la morada de las almas

desencarnadas, sitio donde al parecer, pasan

una “temporada” para aprender y progresar.

Solo puede ser visitado continuamente por

los Am Püllü, las almas en proceso de volverse

pellü es decir, antes de ser espíritu-pillán.

Moesbach aporta lo que habitualmente confirmamos

en nuestra experiencia de campo: el sitio de

aquel recogimiento de las almas que se fueron

liberadas del cuerpo, estaría en la Isla Mocha.

No obstante ello, también su ubicación podría

estar, luego de la travesía y de las pruebas en

la Isla, aledaño a algún volcán, en la región

superior del cráter, o bien en su interior.

El mundo inferior está situado simbólicamente en

el interior de la Tierra, pero no en su centro, y para

las tradiciones chamánicas las entrañas de la tierra

son “entrañas” propiamente dichas, intestinos,

küllche, con el sentido implícito de útero, matriz

o seno materno. Estas con sus innumerables

circunvoluciones son las que recorre el machi en su

descenso (en el trance extático), y por esas mismas

tripas salieron los primeros hombres (lliche) en

uno de los ciclos cósmicos de la saga mapuche.

Se trata entonces de las pruebas del laberinto donde

si el alma no está clara, de seguro se pierde y extravía.

Mayo Calvo relata la experiencia de un anciano que,

estando muerto dos días, ingresó a esta morada

buscando quedarse con su hijo, pero que luego

de ver a la parentela antigua toda reunida allí, a la

postre tuvo que devolverse, pues no era su tiempo.

38 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Es acaso el siguiente lugar de residencia del alma,

luego de ocurrida las pruebas y las preguntas de la

Trempüllkawe, la Jueza divina ya conocida que balsea

a los difuntos a lomo de una ballena. Es un “lugar” que

queda lejos, es en la “Otra tierra”, que tiene un orden

y un registro acucioso. Fermín, el anciano de la autora

citada, vio que el estricto orden del recinto, estaba a

cargo de “un caballero alemán que leía y escribía en

unos grandes libros… y que llamaba y ordenaba a los

guardias de las diferentes secciones”. Los antiguos

cuentan que tiene los mismos frutos que aquí, pero

que en ese lugar todo es más intenso y hay otros más.

Por ejemplo, cuentan que hay kurü poñü (“papas

negras”) muy heladas. A esta suerte de “Purgatorio”

o, mejor dicho “estancia intermedia del alma”, llegan

todos los difuntos que, en vida, se han comportado,

si no perfecta, en forma correcta, porque es el lugar

de los antepasados, de los familiares difuntos

donde, de algún modo, será preciso re-aprender a

convivir con ellos. Es interesante que la expresión

venga y proceda de küllche, “intestinos”, por lo que

interpretamos que aquí son usados figurativamente

para designar el concepto de laberinto: en las antiguas

grandes culturas nativas, los intestinos eran el signo

del avance tortuoso y lleno de pistas falsas que es

ese paso difícil entre la vida, la muerte y el Mas Allá.

En el Mayeo, el otro componente lingüístico, se

encuentran todos los seres familiares, los Malle,

(literalmente “tío paterno”). Así, se le denomina

küllchenmayeo, al lugar de ultratumba donde, luego de

pasar las laberínticas pruebas de los poderes y jueces,

el alma del difunto se encontrará con sus antiguos

familiares, porque en ese lugar se juntarán todos los

mapuche, dado que allí se constituye la segunda vida

eterna, la primera, dicen los kimche (sabios), ocurre

antes que la chispa del pëllü encarne en el vientre

de la madre. Según calificados ancianos informantes

-como el kimche Domingo Curaqueo, antiguo profesor

de antropología de la Universidad de Chile-, es ésta

la precisa morada donde ocurre el re-encuentro con

sus antepasados, con los que fueron afines de alma.

Y pasan a ser miembros de una organización

conformada por grandes y poderosos “lof espirituales”,

junto a la siempre presente Doble Pareja Divina que

todo lo rige, los grandes ülmen, longko, filew, padres,

y todos los familiares ya fallecidos, fundamentalmente

del tronco paterno, donde también se encontrarán

junto a aquel malle (tío-pariente), el que por ser sabio

e importante para su pueblo, seguiría guiando al alma

del difunto que allí ingresa.

Esta prestigiosa comunidad, y al cabo de un

tiempo, devuelve al difunto/a su pleno am (alma)

empoderada y purificada, pudiendo entonces

adquirir el poder y la categoría de Am Püllü.

Es difícil llegar y encontrar el Killchenmayeo, porque

solo después de mucho caminar logran los muertos

encontrar la senda correcta.

Aunque a algunos les es fácil llegar, ellos son los koná

valientes y sabios, los Ülmen y longko, están los otros

que nunca encuentran la senda: son aquellos que han

escogido el camino de la maldad como los kalku o

“brujos”, o los traidores (yanacona) que traicionaron

a sus guías, maestros, jefes, longko o üllmen

(“notables”).

Esta categoría de gente réproba y “penitente”, a pesar de

que ellos saben que es casi imposible que encuentren

la senda correcta, intentan y la buscan infatigable

pero ciegamente. Y tanto buscan sus desesperados

espíritus (püllí) que “con sus vueltas y vueltas son los

culpables de los remolinos de vientos, los mewlen”.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

39


Creencias y mitología

mapuche, asociadas al

Más Allá

E

ntre los recuerdos orales de la Isla Mocha,

de los actuales informantes de campo de

la tradición de los ancianos lafkenche,

hay algunos que han desaparecido o

al menos no se encuentran muy fácil.

Aunque se repiten los tópicos ya suficientemente

abundados, a inicios de siglo XX, el recopilador y

estudioso de leyendas Alejando Cañas Pinochet

(1902), nos complementa con algunos elementos que

luego Claudio Gay describirá con mayor detalle. Con

todo, Cañas lo hace de este modo:

“Los campos Elíseos de los indios chilenos estaban en

La Mocha. La segunda vida era incomparablemente

superior a la primera. Los que allá llegaban se ocupaban

en el ejercicio de todos los placeres materiales de

que habían disfrutado en la primera: cantar, bailar,

comer, beber, buenos licores en compañía de mujeres

hermosas; era la concepción fantástica de aquel pueblo

que ocupaba todas sus especulaciones mentales en

la guerra contra el enemigo y el placer en sus formas

diversas. La Mocha era, por consiguiente para el indio,

el Paraíso.” ¹³

Con todo, este último autor, parece haberse inspirado

¹³ Alejando Cañas Pinochet, La Mocha, descripción de esta isla, Santiago, Imprenta, Cervantes, 1902.

40 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


en la línea base de información que en siglo XVIII nos

aporte el Abate Molina, en su tan famoso informe o

Compendio del Reino de Chile. El sabio ahonda más

detalles del mito, describiendo el proceso de la prueba

y el modo de su sanción o castigo, toda vez que se trate

de un alma no justificada:

“Al instante que los parientes han abandonado al

difunto, una vieja llamada Tempulcagüe, viene como

ellos dicen, en forma de ballena, para llevarlo a los

campos Elíseos, pero antes de arribar allí debe pagar

allí el pasaje a otra pésima vieja, que ésta en cierto paso

estrecho, la cual quita un ojo a los pasajeros cuando no

es puntualmente satisfecha. Esta fábula como se ve, es

muy semejante a la del viejo Caronte, no porque haya

sido copiada la una de la otra, sino porque la mente

humana, puesta en las mismas circunstancias, se

forma las mismas ideas”¹⁴.

Todo lo anterior es extraído y complementado, además

por los aportes que luego, cien años después de

Molina, agregará el naturalista y científico Claudio Gay:

“Hacia su última estadía serán conducidos por una

mujer anciana que llaman Tumpulcahue, pero no existe

acuerdo entre las tribus sobre donde queda ese lugar.

Algunos piensan que está al este de las cordilleras, o

en la isla de la Mocha, donde tendrán que alimentarse

con papas negras, en un país frío, estéril y sin fuego,

razón por la cual en el pasado se hacían fuego durante

un año sobre la tumba, y también sobre ciertas partes

del cuerpo del difunto, a modo de provisión… ¹⁵

Luego de repetir el mismo texto, en su recientemente

redescubierta y traducida obra (Milos, editor, 2017),

Claudio Gay agrega otros detalles respecto a las

leyendas mapuche-lafkenche.

Una de ellas es insistir en que la vida de ultratumba

de los nativos de Chile es una prolongación

intensificada de sus afanes esenciales de aquí; que

allá se reencontrarán con sus afectos, con sus mujeres,

reapareciendo las mismas características como el gozo

de vivir y la indestructible determinación patriótica de

defender su patria, afán tan determinante que como a

Odín, llevaría a quienes han sido guerreros a un otro

espacio de nuevas batallas:

“Otras tribus, por el contrario -y son las más numerosasestán

convencidas de que todo individuo, sin importar

su conducta en el pasado, irá a vivir a una isla al oeste

del país, llevado por una ballena. Allí gozará de una

felicidad eterna y pasará el tiempo dedicado a cantar

y bailar en grandes festines, y más aún si ha muerto

en defensa de su patria. En tales casos –al igual que

los guerreros de Odín, con los que comparten muchas

ideas-, tendrán el privilegio de ir a habitar el espacio

y continuar allí sus combates con las almas de los

enemigos que también murieron en el campo de

batalla….[ ]convencidos de que el alma conserva su

identidad y el cuerpo, sus hábitos, creen que no les

faltará las mujeres y que volverán a encontrarse con

todas aquellas que alguna vez poseyeron durante

sus vidas; solamente los solteros estarán privados de

ellas, razón de mucha aflicción y causa frecuente de los

malones que hacen para procurárselas.”¹⁶

¹⁴ Compendio de historia Geográfica, Natural y Civil del Reyno de Chile, Abate Juan Ignacio Molina. Primera edición Madrid 1788, Pehuen

editores, Santiago 2000.

¹⁵ En: Usos y costumbres de los araucanos, Claudio Gay, Taurus, 2018, Santiago

¹⁶ En: Usos y costumbres de los araucanos, Claudio Gay, Taurus, 2018, Santiago. Traducción y edición de Diego Milos.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

41


El ngen del bosque

encantado de Isla

Mocha

42 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

Fotografía / Patricio Rosas Barriga.


a historia del arrayán colorado –que se

L

le calcula en 600 años- es la historia

de la presencia del ngen vegetal del

bosque. Específicamente, se trata del

ngen o “dueño” de los árboles o de los

elementos del mundo natural en general.

En la cultura mapuche-lafkenche, todos las lawen

o plantas medicinales, todos los árboles, tienen un

espíritu o püllü, sin olvidar que esto es extensivo a

todos los elementos que forman el mundo mapuche.

El ngen de los gigantescos kollimamüll o arrayanes

del bosque de La Mocha, es el espíritu dueño de ese

árbol en particular -o a veces, como sería nuestro caso,

de todo un sector de árboles- en cuanto que todos los

seres sintientes poseen una inteligencia dominadora,

propia del colectivo de una especie o elemento.

Así, todas las plantas o árboles de una tupida montañacomo

es por ejemplo el enjambre de árboles y plantas

de la Laguna del Huairavo- estarían cuidadas por un

ngen específico, ya que así han sido dejadas a los

hombres por los dioses creadores del ancestral mundo

mapuche. Dicho espíritu protege al vegetal y lo vincula

con otras realidades no ordinarias y no perceptibles

para el ojo humano. Ello explicaría, por ejemplo el

repetido relato de quienes cruzan el bosque de manera

inconsciente, o se ponen a hacer actividades en el

bosque sin pedirle permiso a este ngen del arrayán, se

perderían, desesperados por encontrar la salida. Con

mayor razón si se ha ofendido con actos inconscientes

y sin respeto, al gran arrayan colorado, el que bien

parece ser un ngen tutelar, es decir, el espíritu madre

de los demás arrayanes. Fue el caso de unas jóvenes

misioneras llegadas del continente, las que durante

toda una noche deambularon asustadas al nivel del

terror por no poder encontrar la salida del bosque,

confundiendo los senderos que antes les parecieron

tan claros.

En ello también debe haber influido la realidad no

ordinaria de la brujería, dicen los colonos nativos, dado

que el huairavo es el ave predilecta de los brujos, para

ellos desdoblarse astralmente y volar de incógnito,

robando la energía de la gente.

“Si no respetas a los arrayanes, ellos te castigan”,

se escucha como sentencia precautoria en la Isla. Lo

mismo ocurría con el ngen de la Laguna Hermosa.

Hasta el 2014, año en que se seca, algunos podían

advertir al “Cuero”, una entidad viva que cuidaba

la laguna cuando alguien la deseaba manchar o

contaminar.

Abundaron las historias de gente que fue atrapada

o agarrada por el “cuero vivo” con la intención de

ser sumergida, una fuerza que venía del hoyo más

profundo de lo que fue la laguna.

El nguen del bosque encantado de Isla Mocha cuida

las almas de los cientos de lafkenche que resistieron

y murieron el desalojo mandado por los españoles en

el siglo XVII, en que expulsaron a los lafkenche por

acusarlos de ser ayudistas de los corsarios y piratas

ingleses y holandeses, estos fueron capturados y

enviados a un destierro que fue un genocidio en lo

que hoy es La Mochita en Concepción, pero muchos

arrancaron al bosque y no fueron capturados y otros

murieron en combate, hombres, mujeres y niños,

jóvenes y ancianos, cuyas almas vivieron solas en

la Isla durante 200 años, hasta que fue nuevamente

poblada.

El nguen no solo cuida las obras divinas de piedra,

agua, y vegetales, sino que también a quien le invoca,

tal como en el relato de Luz Mariñan ¹⁷:

“Yo escuché un perrito ladrando y había escuchado que

existían los nguen, y entonces me arrodillé y le pedí al

nguen que me protegiera a mis niños y en la noche tuve

un sueño en que yo pasaba por un camino con niebla y

telas de araña y al fin pasé las telas de araña y la pase y

mi mente quedó en blanco, y luego mi hijo estaba triste

y le pedí por mi hijo y soñé que afuera de mi casa tenía

toronjil y yo sentí que tenía que darle toronjil. Otra vez

le dolían las muelas a mi hijo y soñé con la machi en un

canelo y le eché después jugo de canelo y se le pasó. Le

decía al guenchito que necesitaba esto o esto otro. El

nguen es el dueño de la naturaleza, es el dueño del río,

del lago, la cascada, es dueño de todo lo que yo pueda

ver, sentir, tocar, y oler”.

El nguen del kollimamüll, y todos los nguen del bosque

encantado de Isla Mocha, te protegerán si les pides

permiso para entrar (al bosque) y respetas la vida

de los seres que viven allí y de la que éstos son sus

dueños.

¹⁷ Luz Mariñan, relato entregado en marzo de 2012 en Tirúa al

antropólogo Iván Pérez Muñoz.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

43


Corsarios y lafkenche:

Un recuerdo

para el corsario

Cuento adaptado de una historia de

Iván Pérez & Ziley Mora por Estela

Drake.

uscando estar cerca de mi casa, pero

B

lejos de todo; buscando ver encenderse

las olas; vuelo hasta la Isla Mocha.

Me seduce la propuesta de una magia

sin estridencia en sus senderos y arenas

opacas; la promesa de un mar de fuego; la oferta de

un silencio que ya casi no queda en el planeta. Todo

eso me atrajo, pero reconozco que también me atrae el

saber qué paso con el mal llamado oro de los chinos,

ese tesoro encontrado silenciosamente en la Isla, la

verdad que no es el oro de los chinos, es el oro de Drake.

Allí lo puso el corsario en la larga procesión corsaria de

esconder, sacar, esconder, gastar… solo que esta vez

no volvió….al menos ese Drake me digo a mí misma.

10 minutos en avioneta: una ganga. Leo distraída en el

avión algo sobre la Isla:

“Los mapuche-lafkenche fueron los dueños de la

isla, antes que los colonos chilenos y antes que los

españoles. El 25 de noviembre de 1578, y luego de un

convulsionado viaje por el Estrecho de Magallanes

y los mares australes, desembarcó en la isla el

corsario inglés Francis Drake, buscando papas, raíces

y guanacos. En ese entonces era un corsario que

trabajaba para el servicio ultramar de la Corona inglesa

y la Reina Isabel de Inglaterra, se vio en la necesidad

–o quizá tuvo la mala idea- de desembarcar en la Isla

Mocha para abastecerse de víveres”.

La gente de la isla, ajena a los afuerinos, corsarios y

reinas, le dio el trato correspondiente a una “persona

non grata”; y allende otros desaires, Sir Francis Drake

recibió la herida que le dejó una característica cicatriz

en el rostro y casi lo deja ciego. Daño menor si se

considera que dieron muerte a su cirujano, algunos

marineros que lo acompañaban y casi pierde él mismo

la vida.

Se fue con una cicatriz que -político avezado- adornaría

en un mito ostentoso que enarbolaría su valentía y la

fidelidad a su reina.

44 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


“Fue el corsario más temible del mundo en esa época

y el segundo hombre en dar la vuelta al mundo… pero,

de la Mocha se fue con lo puesto. Con lo puesto y una

cicatriz. Es brava la gente del mar. Y peor la gente del

fin del mundo…”.

Con una risa nerviosa cierro el libro de tapas gruesas

y con la mano sudorosa, inconscientemente aprieto la

cartera donde va mi carné de identidad. Quizás alguna

vez vi esto en Historia... No recuerdo, pero la memoria

está hecha más de olvidos que de recuerdos. ¿Como

andará de rencores la gente de La Mocha? Me pregunto.

Aterrizamos.

Respiro hondo y bajo con la ayuda del piloto.

-¿Usted es de acá? ¿De la Isla? -le pregunto todavía

inquieta.

-Sí señorita… ¿cuál es su nombre?

-Estela, me llamo Estela.

-Señorita, Estela... Por aquí … - Me indica el sendero,

mirándome como esperando que complete mi nombre.

Finjo mirar alrededor para poner fin al diálogo. Con eso

alcanza. No necesita saber que me llamo Estela Drake.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

45


46 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Selección de Cuentos

Eugenio Salas Olave

Pintura “Kolli Mamull“ del artista visual / Eugenio Salas Olave

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

47


Weulliche, el antiguo

nombre de la Isla Mocha

Relato del Ñidol Lonko Juan Segundo Huenupil

Nahuelpan (1933-2008). Comunidad Comillahue,

Tirua.

“La gente antigua contaba que esta parte del mar,

parecía un río, era tranquilo; ellos se iban en wampo

para la isla, así decían los mayores.

El wampo lo hacían de la madera de laurel. Al trozo le

sacaban toda la parte de adentro con hacha y azuela

de mano. También ocupaban el coipu, una especie de

azuela curva. Con estas herramientas y mucho trabajo

tenían su canoa. Escuché decir en mi juventud que, más

antiguamente, el wampo lo hacían quemando la parte

interior del tronco, porque no tenían herramientas de

fierro.

Luego que tenían el wampo, venían los remeros, se les

llamaba paleteros: cuatro por lado. Y salían remando

para la Isla Mocha. Ellos iban a buscar el boqui para

hacer la era, para trillar.

Una vez escuché decir a mi abuelo que se contaba que

a los lonko importantes los llevaban a sepultar en la

Isla. Yo nunca vi eso, pero escuché que los viejitos

lo contaban. Por eso los antiguos decían que la Isla

Mocha, se llamaba Weu lli che, lo que los antepasados

conquistaron, porque ellos vivieron allá desde tiempos

antiguos.”

Zahuenco, el chanchito

fantasma

Narrado por Don Jorge Aguirre Aguirre (1959),

pescador artesanal Isla Mocha.

“Esto sucedió hace muchos años, yo vivía en la parcela

3, era de noche, como las 23 horas más o menos,

estaba claro por la luz de la luna. Iba caminando en

un sendero; de pronto vi un cerdito pequeño que venía

frente a mí. Traté de tomarlo, pero pasó en silencio

por entre mis piernas, y de nuevo regresó para pasar

de entre mis piernas y así tres veces, sin que pudiera

tomarlo. Al fin pasó delante de mí y se perdió en un

matorral cercano a solo unos metros delante de mí.

Se perdió y no se vio más; cuando conté

esto me dijeron, es un chanchito fantasma”.

Nota correctora chedugun: Preferir Zañweko por

Zahuenco.

Nacimiento de los

arenales y el enojo del

lafquen mapu

Relato del Ñidol Lonko Juan Segundo Huenupil

Nahuelpan (1933-2008). Comunidad Comillahue,

Tirua.

“Dicen que salieron dos hombres del otro lado,

de la isla salieron. Llevaban arena y piedras en su

embarcación; salieron decían en dirección al norte y

luego se acercaron a la orilla. Decían que la arena la

tomaban con sus manos, en puñado y la iban arrojando

en montoncitos en las orillas del mar, así se formaron

las playas y los arenales. Donde dejaron poca arena

hay playas chicas, donde dejaron más arena hay playas

grande, arenales y dunas.

Las piedras que llevaban en el bote las fueron arrojando

en el agua, en medio del mar. Por esto dicen que las

aguas empezaron a moverse y el mar desde ese tiempo

está siempre enojado.”

El Witranalhue de la Isla

Narrado por Don Juan Varela (1929). Lobero, Isla

Mocha.

“Una vez íbamos con un vecino y amigo a pescar al lado

sur de la Isla. Íbamos por el camino, cerca del lugar

en que naufragó el barco Santiago, entonces delante

48 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


de nosotros vimos un marino, un hombre vestido con

chaquetón largo de marino. Este hombre pasó a la

playa, se acercó al refugio de madera, que tenían los

pescadores y allí se nos perdió, nosotros curiosos por

la visión del marino, nos acercamos al refugio, con

la seguridad de que estaría allí. Al llegar al lugar, no

había nadie, había desparecido, así supimos que era

una parición.

En otra ocasión, andábamos pescando, se había

oscurecido recién. De pronto cerca de nosotros vimos

un hombre pescando, recogía su lienza y la tiraba

de nuevo, así por un rato. Lo veíamos agacharse y

moverse, así estuvo un buen rato. Nosotros estábamos

a unos 50 metros, nos acercamos para saber quién

era. Cuando estábamos a unos 10 metros le hablamos,

saludándolo. En eso se desapareció y no se vio más”.

La llorona del pino huacho

Narrado por la Señora Elizabeth Moya Varela

(1957), Isla Mocha.

“En el lado sur de la Isla, en un sector llamado Pino

Huacho, se aparece la llorona; algunos dicen que se ve

esa alma en pena; porque allí está enterrado un tesoro.

Mi madre Delia Varela Duran, me contó que ella sabía

de esto, que siempre la gente decía que en ese lugar,

cerca del pino huacho salía una mujer en las noches.

Era una vieja que andaba montada en un caballo,

siempre vestida de negro y se le escuchaba llorar.

Aunque la aparición de la llorona se veía en cualquier

parte de la Isla, era más común verla en el pino huacho.

Mi mamá contaba por mucha verdad que una vez la

llorona se subió al anca del caballo de un hombre que

pasaba por el lugar. Este huyó con la mujer montada

llorando, asustado y contó lo sucedido a otra gente de

la Isla.

También se contaba que la llorona aparecía al

atardecer, y en las noches, y que si encontraba a algún

niño se lo llevaba”.

Nomtuve

Versión de Eugenio Salas Olave, Investigador

“Karkulabken, es la isla de la gente tramontada, los

que viajaron a la tierra que flota sobre el mar y que no

puede ser inundada por la furia de Kay - Kay, la tierra

que crece como un Tren Treng, desde los primeros

tiempos.

Sabemos por tradición que cuando una persona va a

fallecer, su alma sale del cuerpo al anochecer y va al

mütruntue, un cerrito que está en el borde del mar y

desde allí grita hasta la Isla, pidiendo un wampo que lo

venga a buscar porque pronto va a morir; cuando grita,

la gente sabe que alguien va a fallecer.

Algunas personas fallecidas pueden ser transportadas

a la Isla de los antepasados; los que no tienen

fuegos, los que son muy materialistas, los que solo se

preocuparon de las riquezas terrenas no pueden ser

tramontados. Así decían los antiguos.

Dicen que cuando fallece una persona con fuegos, su

alma llama pidiendo transporte; desde la Isla lo escucha

el Nomtuve (el que transporta los difuntos), quien,

sube a un wampo (embarcación o canoa hecha de un

solo tronco, con un remo o paleta) y viaja en dirección

a la costa, al lugar en que se encuentra el difunto; éste

es un viaje de noche, por eso la gente no puede verlo y

antes del amanecer ha llegado al lugar donde le espera

el difunto. Cuando lo ve, le saluda con la amabilidad

acostumbrada de los mapuche antiguos: mari, mari

peñi o mari mari lamuen, según el caso; ¿Kupawen mi

kae?: ¿te hiciste la ceremonia del fuego?. Mari, mari

peñi; inche kupawen y en señal de estar preparado,

extiende ambos brazos y sopla, encendiendo hasta

cuatro fuegos en sus antebrazos, frente a Nomtuve; que

observa con serenidad al difunto. Está bien peñi, dice

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

49


Nomtuve, puede subir al wampo.

Se inicia así una travesía tan peligrosa como bella, el

viaje a la Isla de la gente tramontada, para encontrarse

allá con sus antepasados y con el fuego que nunca se

apaga.

Está a punto de amanecer, el difunto se tiende sobre

el wampo, viaja con los ojos abiertos, descansa; lleva

en su pecho un collar de llanka (piedras) redondas y

verdes: Nomtuve observa el mar, todo está en calma.

A la distancia una mancha oscura, azul, como una

ola se acerca; allí está yene, la ballena, la dueña

de las profundidades y sobre su lomo montada la

Trempüllkawe; una anciana malhumorada, de cabello

blanco y largo, de rostro imperturbable, se acerca al

viajero, preguntando a Nontufe quien es el difunto?,

de que lob ha venido?; tiene parientes tramontados?;

tiene los fuegos encendidos?; la ballena gira, rodea el

wampo; en los antebrazos del difunto los cuatro fuegos

siguen encendidos, la ballena y la Trempülkawe se

alejan; los viajeros siguen el viaje sin contratiempos.

Nontufe, sabe del mal humor de la Trempüllkawe, de los

fuegos. Esta vez el difunto tiene todas las ceremonias,

es un gran un kimche, lonko, machi, un ulmén o ngenpin

como los de antes. Pero, hay otros difuntos, que solo

tienen tres fuegos y la Trempülkawe, vendrá dos veces.

La primera para verificar que lleva fuegos encendidos y

que Nomtuve no trate de engañarla, por si es conocido

del difunto; la segunda vez volverá para contar los

fuegos; decían los antiguos que allí Nomtuve, debía

sacar el collar de llanka y arrojarlos al mar y así pagar

la continuidad del viaje.

Contaban los mayores que cuando el difunto tenía

solo dos fuegos, tenía que rogarle a Nontufe, que lo

pasara para la Isla, quien muchas veces dudaba de

llevarlo; pero como el difunto era un buen hablante

de la lengua mapuche, lo convencía. Ya en medio

del mar, la Trempülkawe pedía el pago del collar de

llanka, después de un rato regresaba, amenazando

con llevarlo al fondo mar, la única forma de proseguir

el viaje era que Nontufe buscara su cuchillo de plata y

con él le sacara un ojo al difunto y así pudiera llegar a

la Isla.

Contaban los abuelos que cuando el difunto tenía un

solo fuego era muy difícil que Nontufe quisiera llevarlo,

le pedía que le contara la historia de su linaje, de su

lob, y la historia de su pueblo; solo así le permitía

subir al wampo y aún así el viaje era inseguro, porque

el mal humor de la Trempüllkawe le haría pagar su

atrevimiento. Cerca de la mitad del mar aparecía la

ballena y en su lomo la anciana malhumorada, con

su pelo largo y blanco; daba una vuelta alrededor del

wampo, verificaba el fuego encendido; pero regresaba

cuando los viajeros iban en medio del mar. Allí Nontufe

sacaba el collar de llanka desde el pecho del difunto

y lo arrojaba al agua, se escuchaban las piedras al

caer y con esto proseguían su viaje. Un rato después

regresaba y pedía un nuevo pago, un ojo del difunto.

Así proseguían el tormentoso viaje; decían los mayores

que el difunto estaba muy asustado por el ruido del

agua golpeando el wampo, Nontufe le tiraba agua en el

rostro al difunto, para calmarlo y mantenerlo despierto

y así proseguir el viaje. En la última parte, cuando ya se

veía la Isla, regresaba la Trempüllkawe, con mayor furia

y la ballena empujaba el mar y hacía círculos cada vez

más cerca del wampo; a toda prisa Nontufe sacaba el

otro ojo del difunto con su cuchillo de plata y lo arroja

al agua; solo así se calmaba la Trempüllkawe y se

alejaba en la ballena de las profundidades. Contaban

los antiguos que en el pasado muchas veces la furia de

la Trempüllkawe y la ballena dieron vuelta el wampo y

se llevaron junto al difunto hasta el fondo del mar.

La tradición dice que no todos los hombres o mujeres

50 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


podían ser tramontados. Los que no tenían ningún

fuego, los que habían vivido sin espíritu o que su

espíritu los había abandonado antes de morir, no

podían ser llevados a la Isla; decían los antiguos

que esta gente era trabajada por los brujos, quienes

los transformaban en Witranalwe (gente con el alma

succionada), eran como sombras condenadas a vagar

en la noche, sin descanso, durante mucho tiempo,

hasta que sus sombras se borraran de la tierra por

completo.

Los antiguos contaban que al otro lado de la Isla, existe

un lugar sobre el mar, donde se puede ver el fuego

sobre el agua, las olas y la lluvia no lo apagan; es el

espíritu de los antepasados que sube al Wenu mapu;

es el fuego de los que trascienden la muerte y el olvido.

Por eso la gente antigua decían que vivir es fácil, basta

con respirar, recordar, comprender y agradecer; pero

morir es más difícil, la gente teme a la muerte, porque

durante su vida no recuerda nunca que los cuatro

fuegos pagan el viaje a la isla de la gente tramontada.

A veces pienso me gustaría ir a la isla Karkulabken,

para mirar la laguna en la espalda del Treng - Treng, ver

el fuego que dejaron encendido sobre el mar nuestros

antepasados, y traer el newen de esa isla, para que

nuestro pueblo recupere la memoria y el kümun de

nuestros antiguos Kimche”.

Nota correctora de chedugun:

¿Kupawen mi kae?: ¿te hiciste la ceremonia del fuego?

El relato fue levantado así en terreno, pero pudiera

escribirse como ¿küpawimi kay? y se traduciría como

“entonces viniste”.

Pintura “Mocha Huapi“ del artista visual / Eugenio Salas Olave

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

51


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.


TERCERA PARTE

Relatos marinos de

Isla Mocha

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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La fiesta navegable

de San Pedro

Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

escar en la Isla Mocha requiere de un

P

coraje, de una suerte y de una fe especial,

si es que se desea volver vivo a casa.

Porque si en el continente las posibles

desgracias son frecuentes, éstas lo son

mucho más en el mar abierto y bravo de esta última

Isla, donde tantos han naufragado.

En las largas noches de travesía, la mayoría de las

veces peligrosas, casi siempre frías, los hombres del

mar confían en que en sus barcas los acompaña uno

que fue como ellos, un pescador, llamado por Jesús y

escogido para ser “pescador de hombres”.

Porque la historia de San Pedro es la historia de todos

ellos, pescadores, que esperan de su patrón celestial

la protección y la intercesión por los buenos frutos de

su trabajo. Por eso, la caravana de botes del lado sur

parte justamente del “Islote del Trabajo”. La fiesta va

acompañada de platos y bebidas del océano, donde

abundan los pescados y mariscos preparados de

distintas formas.

Durante el año, la imagen de San Pedro, el llamado

“bulto” o estatua, está emplazada en la caleta, en un

lugar de preeminencia, en un bien visible montículo,

mirando hacia el mar y protegiendo a quienes pasan

54 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


parte de sus vidas en sus barcas.

Al observar ese rostro acongojado del apóstol, uno no

puede dejar de pensar en la pregunta del Evangelio que

Jesús le hizo a Pedro “¿Me amas?”, porque con esta

pregunta lo quería liberar de la tristeza del pecador.

Con aquella interrogación, Jesús invitaba a Pedro a

escuchar su propio corazón y a aprender a discernir.

De algún modo, los pescadores en su fiesta allí en La

Mocha quieren responder y también ser perdonados

para convertirse, a su modo, en constructores del mar

y apóstoles de Cristo.

Seguramente la tradición de festejar el Día de San

Pedro surge traída desde el continente, cuando una

vez debió haber pasado más de alguna desgracia en

el mar de la Mocha y precisamente ese día o cerca de

esa fecha. Lo cierto, es que tanto el sindicato como el

grupo de pescadores de la Isla, una tarde sintieron que

debían traer una imagen del santo a la Isla.

Muy pronto vino el acuerdo de levantarle una gruta o una

eremita especial, mirando al mar para que el apóstolpescador

del Cristo bendiga las diarias jornadas de las

redes en alta mar y a toda la pesca de orilla.

Difícil es comprender la fiesta popular y todo lo que

ocurre en ella descontextualizada de la historia cultural

de la que es manifestación.

La fiesta popular del 29 de Junio de Isla Mocha es a la

cultura como el mestizo es a la sociedad. Resultado de

encuentro entre culturas, de influencias múltiples y de

re-significaciones.

En la fiesta popular confluyen pues historias y

devociones más antiguas. Esta historia puede leerse

en sus simbolismos y rituales al igual que la historia

que se lee en la corteza de un viejo árbol.

En este tronco, que es la fiesta popular, se ven sin duda

remotos elementos de herencia indígena, por ejemplo

de los rituales de festejo por la abundancia, los que

conviven con elementos de herencia mestiza chilena

continental.

Esta fiesta en la Mocha, tal cual ocurre en otras partes

de la costa de Chile, se caracteriza por la saturación y la

abundancia, y a veces, particularmente cuando había

aquella proverbial abundancia de mariscos y peces.

En el bote del Santo y en todos los otros botes, los

acompañan comidas diversas, platillos con ceviches

locales, colores, música, cantos, flores de papel,

guirnaldas plásticas multicolores.

Lo central es la navegación festiva con el Santo,

acompañarlo en una larga vuelta por la costa y mar

adentro. Allí hay alegría, jolgorio y cantos, en medio

de brebajes y brindis por el buen augurio de la futura

pesca. Mientras en la orilla, en el “muelle de San Pedro”

esperan a la flotilla de adornados botes, los invitados

y los más ancianos y ancianas de la Isla, junto a los

encargados de las frituras, las empanadas, las jaibas,

el vino blanco, los mariscos y los ceviches. Culmen de

la fiesta es el encuentro entre esos dos grupos: los que

navegaron y los que aguardan.

En medio de alegría, silbidos y aplausos, un jurado

procede a premiar el ornamento y la atención

gastronómica de las embarcaciones. Luego de ello,

la fiesta termina –o quizá más bien recién empiezacuando

un grupo de hombres transporta la imagen

de San Pedro a su gruta, a su pagoda de veneración

de donde salió, en donde permanecerá observante

durante todo el resto del año. Viene la gran comida, el

gran baile, la confraternidad.

No obstante, el mayor de los privilegios, el signo mejor

de ser favorecido por el Cielo, es llevar en andas o en

hombros la pequeña embarcación en que se aposentan

los pies de San Pedro, pies que nunca se enfriarán

en ningún mar. Y para eso, para asegurar eso, pues

también están los brindis.

La fiesta se celebra en el lado Sur y el lado norte, cada

uno con sus particularidades, pero ambos lados unidos

en la fé.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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El comienzo de la

aviación de Isla

Mocha

C

erca de sus ochenta años, el anciano

Armando Ortiz Rojas, avezado pescador,

el último que se aventuró a remo desnudo

a la mar, retiene ese suspiro anterior a

las lágrimas que apenas impide el llanto.

¿El motivo de su emoción? Evocar a quien le trajera del

cielo su primer regalo de Navidad, esa hasta entonces

desconocida fecha que en su alma de niño dejara de

ser algo abstracto y se transformara para siempre en

fiesta verdadera y sagrada: sentir entre sus dedos el

gozo de unos soldaditos de plomo con unos pitos, su

primerísimo e inolvidable regalo.

Jamás se lo borraría de su memoria, porque ese

personaje, ese “Santa Claus” bendito llegó nada

menos que del aire, en el primer avión que vieron sus

asombrados ojitos, porque era también el primer avión

que llegaba a la Isla donde él y otros niños habían

nacido. Se trataba del piloto Edgar Blackburn Melin.

Los recuerdos parten por los más duros, donde

justamente se hacen más dulces las ayudas. A los pocos

días del gran terremoto y maremoto del año 1960, el

consuelo a la arrasada Isla llegó por el aire. “Desde allí

vimos llegar y acompañar al afuerino que yo más valoré

en mi vida: el piloto don Edgardo Blaukburn”.

Esa vez, y como siempre lo hacía, trajo remedios,

frutas, verduras, diarios, libros y vendas para nosotros.

Estacionó en la playa su avión y pronto se fue a cazar

unas aves para la comida, unas casinas que caminan

en la desembocadura de los esteros, acompañado de

dos chicos, el Anselmo Astete y el Lelo.

Y sin aviso, el mar los atrapó a los tres con una ola

inmensa. Pero los tres se salvaron de milagro porque

sin jamás soltarse, se aferraron firme a una estaca en

que la misma fuerza del agua más los amarró con los

alambres de púa.

Pero a diferencia su avión, fue levantado por el tsunami

encima de la copa de cuatro boldos. Allí estuvo por

años flameando como una bandera metálica”.

Para todos, primero –y mucho antes del maremoto-

56 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


fue el impacto de ver sobrevolar un pájaro de acero

una inesperada mañana cuando los chicos y jóvenes

jugaban su fútbol en la rústica cancha. Hacia 1940, en

la remota Isla Mocha reunirse en torno a la pelota era el

acontecimiento social de casi todos.

No en vano, el padre de Armando en los años 30 había

formado el Club de Futbol “Huracán”, el primero en la

historia insular.

Pero a partir de ese domingo de diciembre otro huracán

se iría a asomar y que a la postre iría a transformar la

isla. El todavía joven piloto, sobrevolando muy bajo la

cancha, apaga un tanto el motor y les grita a la gente de

allí abajo: “Prepárenme una pista de aterrizaje: volveré

pronto, avísenmeeeee”, a la vez que les lanzaba

un papel con algo más de detalle de la operación. Y

aunque algunos recuerdan que dijo “volveré el otro

domingooooo”, lo cierto es que sí ocurrió muy pronto:

todos se esforzaron en nivelar con pala, picota y

carretón una alfombra de conchilla del loco y arena que

recepcionó con vítores la pequeña avioneta.

La emoción de Armando, sus hermanos y toda la gente

congregada alrededor de esa larga cinta de tierra

a orillas de la playa no podía ser mayor. Por primera

vez llegaba una nave aérea y para siempre la Isla sería

menos isla. Además ese misma tarde, y casi llamado

por la Providencia, el piloto Edgar transforma su avión

en ambulancia y pudo llevarse al continente a Juan

Varela, el primer enfermo– de una serie de muchos

otros que se sucederán- accidentado con una muy

seria quebradura de huesos.

Cuando habla de aquel piloto de Traiguén, Armando se

quiebra en su emoción. Para el anciano no ha pasado

el tiempo. Permanece intacta y fresca en la memoria de

su corazón de niño la primera vez que aterriza, luego

que antes volando bajito y apagando el motor, les

avisara a los muchachos de la pelota que le despejaran

una cancha para aterrizar al domingo siguiente.

Ese día inolvidable cayó 4 de julio de 1956. Lo ve

acercarse nítido, siempre sonriente, bajar en su avión

y saludar de mano a los niños con los primeros regalos

de Navidad que él conociera en su vida: inolvidables

esos primeros soldaditos de plomo y esos pitos de

colores que les trajera desde ese más allá del ensueño,

desde la patria de los juguetes.

No olvida la bondad de ese hombre que a veces

cada semana si era preciso, se llevaba enfermos al

continente y los devolvía sanos a la Isla. “Una amistad

eterna que se va a quedar más allá de lo que dure

este mundo”, asegura Armando, secándose unas

lágrimas que rebeldes, afloraron no más a pesar de sus

esfuerzos de compostura.

“A mis estimados y apreciados amigos

de la Isla Mocha, los saludo

cariñosamente, con motivo de cumplir

doscientos vuelos a ese lugar desde mi

aeródromo La Colmena”.

4 de Julio de 1956

Edgardo Blaukburn

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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El misterio de los

naufragios en Isla

Mocha y su vínculo

con el Lago Llew-Llew

Fotografía / Gentileza Ilustre Municipalidad de Tirúa

¿Por qué tantos y tantos naufragios

P

inexplicables en La Mocha?

¿Por qué las ondas radiales y de telefonía

se pierden misteriosamente?

¿Por qué los roqueríos traicionan tanto a

los navegantes?

¿Será por la roca blanda, acaso?

¿Por qué la tormenta del mar aquí revuelve el fango con

la tosca blanda y la vuelve obscura por cuatro días, la

cifra sagrada mapuche?

¿Por qué el mar se traga las almas de tantos navegantes?

¿Será porque es el mar sagrado de la Trempülkawe

donde ocurre el juicio a las almas?

¿Por qué la neblina, la obscuridad, la ausencia de

estrellas provoca el estrellarse y la muerte de los

barcos?

¿Es que estamos en presencia del “Triángulo de la

Bermudas” de Chile y del Pacífico Sur?

Antes de intentar un esbozo de respuesta, repasemos

un poco los principales: El Rossetta inglés naufragado

con lingotes de oro, el Valdivia hundido con 230

toneladas de cobre, el encallamiento misterioso del

Santiago post maremoto, el hundimiento de La Fragata,

el demoledor choque con los roqueríos del Longaví,

etc., etc.

Cuando el gran buque Santiago, con ocasión del

terremoto extravía absolutamente su brújula, lanzaba

sus llamativas bengalas de auxilio, la gente realmente

creyó que eran las trompetas finales del Apocalipsis.

Allí desde que se tenga memoria, al parecer la muerte

espera selectivamente a los que navegan. Aunque con

los ingleses es evidente que se ha ensañado, pues el

fondo del lecho del mar de La Mocha está sembrado de

barcos ingleses, por eso el primer faro fue de factura

inglesa.

Evidentemente, la mayoría de los naufragios se dieron

58 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


antes de 1914, cuando aún ausente la construcción del

paso llamado Canal de Panamá, el tráfico marítimo era

muy intensivo y obligado por estas costas del Pacífico.

El misterio de estas Bermudas australes parece

despejarse un poco por las luces que arrojan las

propias palabras de un mochano. Se trata del buzo

y cateador de tesoros submarinos, pescador de

ancestrales naufragios, quien partió buceando el año

1960: Jaime Hahn Cortés. Según él explica, el secreto

estaría en un lugar que queda paralelo a la Mocha, pero

tierra adentro, en el continente. Jaime está seguro que

el factor que desorienta todas las brújulas magnéticas

y atrae como un imán a todo lo que contenga fierro,

está sepultado en el lecho del lago Llew-Llew.

Lo interesante del caso es que allí se ha probado la

existencia de un enorme manto de hierro, acaso el

yacimiento más grande del sur, el mismo que intentó

explotar Farkas, el millonario.

Probablemente, y ésa es también parte de la hipótesis

de Hahn, que el lugar desconcierte y atraiga no solo

barcos, sino la cálida corriente de San Andrés, la

misma que trae la albacora. A causa de ella, el mar

de la Mocha gradúa también su temperatura, en un

promedio de 18 grados, lo que explica que en la isla

se den la papaya, el tumbo, la maracuyá y la chirimoya.

Los barcos hundidos en la Mocha son la pasión de uno

de nuestros más importantes informantes de la Isla. “-A

mí el mar me fascina; debe ser por todos los misterios

que esconde”, confiesa el muy experimentado ex-buzo

Armando Ortiz Rojas que ahora le cuesta armar su vida

sin salir a la mar. En su vida de buceador y pescador,

le persigue siempre el dato aquel del Rosetta, un barco

que en 1769 naufragara en esas costas con trescientas

barras de oro, un galeón de otras trescientas toneladas.

En verdad, encontrarlo, para el alma inquisitiva de

Armando habría sido como descifrar “la piedra rosetta”

de todos los misterios del mar y de la historia de la

Isla. Desfilan en su memoria y en los papeles de su

biblioteca, casi todos los naufragios como oleadas de

agua sobre la cubierta de su mente. Por ejemplo, el del

Illimani, que fondeó en la Punta Charles y que se dirigía

a Liverpool; o bien el del “Santiago” que encalló en el

islote de Quechol y todos los más de ochenta pasajeros

se salvaron, a pesar que el maremoto lo arrastrara 150

kms. más al norte, desde Valdivia. Asombradísimo,

recuerda que el capitán del Santiago esa mañana no

podía salir de su estupor de que estuvieran tan al norte

de su último muelle en que la anoche anterior habían

atracado: “Usted está en La Mocha, capitán, y no en

Puerto Saavedra como cree”, le dijo el muy potentado

vecino Carlos Brendenn quien parlamentaba desde su

caballo, intentando rescatar a los embarcados.

Y aquí quizá la más extraña de las historias de los

naufragios, de la misma boca de Armando, uno de

los buscadores de sus tesoros, quien junto con Jaime

Hahn Cortés, en la Isla han sido los más amantes de

las profundidades. Armando había aprendido a bucear

de un buzo francés, su maestro, que bajaba al fondo

a 35 metros sin oxígeno, a puro pulmón, y aguantaba

más de tres minutos bajo el agua.: “-Yo andaba un día

bogando por el lado donde se hundió el Rosetta con la

esperanza de encontrar algo. Me acompañaba el joven

Manuel Soldado que puede atestiguar todo esto que

cuento.

Entonces algo nos dejó helados: ambos sentimos un

extraño ruido de cadenas, muy claro y fuerte, como ese

ruidajal que se debe producir en un naufragio”. Los

pescadores dicen que es el ancla del Rosetta la que

caía al fondo del mar, un ancla que ya lleva 250 años

bajando y asustando a los buzos, como un recordatorio

de que el Rosetta sigue vivo, un barco que según Hahn

ayudo a hundir el LlewLlew.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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El velorio de Gonzalo

Zúñiga con Tránsito,

la viuda incluida

a conversación de Armando Ortiz Rojas

L

fluye como la vida misma: diversa y

espontánea, mezclando lo triste con lo

alegre. Y de repente, pensando en los

barcos, otra de sus pasiones, se le asoma

el nítido recuerdo de Gonzalo Zúñiga, un paisano que al

evocar su anécdota, aún le hace sonreír abiertamente.

Esto le ocurrió a aquel mochano de la parcela 13 mucho

antes del terremoto, la gran cicatriz del sur de Chile.

Un día llegó al puerto un barco especial cuyo capitán

desembarcó por unas pocas nocturnas horas, El jefe,

un marino de la Armada nacional, fue espontánea y

cariñosamente atendido por la familia de Gonzalo. Y

a éste le nace el deseo de conocer y pasear por tierra

continental, siendo invitado sin más trámite por el

visitante. A la mañana siguiente, todos temprano

le ven a ambos subirse y partir en el buque. Pero a

menos de un kilómetro de adentrarse en el mar, éste

abruptamente colapsa y se hunde. Grande espanto en

la orilla, gran llanto de su mujer e hijos, tragedia total

que rápido sume en congoja a la isla entera.

Pero lo increíble y asombroso se produce un par de

semanas después: la viuda de Zúñiga, la Sra. Tránsito

toda entera vestida de luto no puede creer que ahora

su marido ha vuelto ¡y en ese mismo barco!

Sin duda que se trataba de un milagro, el del breve

tránsito de la vida a la muerte y de ésta de nuevo

y rápidamente a la vida. Todos rodean al difunto

resucitado, sin creer lo que está pasando ante sus

ojos. La explicación llega pronto: Gonzalo Zúñiga esa

mañana había sido el primer isleño en inaugurar y

abordar ¡un submarino!

60 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


“Hasta el lunes dijo

don Cata”

entro de las pequeñas-grandes historias

D

de un territorio, está sin duda el

repertorio de las sencillas emociones

humanas.

Y mientras menos afectada por la

vanidad de la frívola vida de los urbanos salones, más

intensas y puras se nos aparecen éstas.

En la sobria y muy acogedora casita de madera de

Armando, el pescador que custodia la historia de

La Mocha, destacada una muy especial anécdota,

referida a un personaje menor, sencillo pero muy

sensible y auténtico, tal como lo fueron y aún lo son

la mayoría de los habitantes. Se trataba de uno que

fue especialmente querido por todos los niños de su

época:

“Don Cata”, Catalino Mondaca, un mozo o mayordomo

de “la Hacienda”. Juguetón con los chicos, las más

de las veces de su tiempo compartía con ellos sus

inocentes diversiones y les ayudaba en sus necesidades

y problemillas.

Pero un día, después de enviudar, le tocó dejar para

siempre la Isla. Esa mañana de sábado los niños

llegaron en pelotón a despedirlo a la playa, porque el

querido Don Cata debía subir a un pequeño bote que

lo iba a alejar y llevar al barco grande que lo esperaba.

El afecto contenido le impidió despedirse uno a uno de

mano, y una vez en el bote, solo fue capaz de decir lo

de siempre: “Hasta el lunes, niños” volviendo la cara…y

nada más. De lo contrario, recuerda emocionado

Armando, “se iba a quebrar y con ello entristecer a

todos los muchachitos”, ya de por sí afligidos por esa

inmensa pérdida.

Desde ese momento, y como recuerdo de tal inolvidable

afecto, se instaló entre todos los de la Isla, hasta el día

hoy la clásica fórmula de despedida para cualquier

persona: “!Hasta el lunes niños, dijo Don Cata!”.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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Los hacheros del bosque

uentan que una vez Abel Rojas y José

C

Parra, motivados por lo que escuchaban

de los cuentos, invocaron al Diablo para

que les ayudara a cortar leña.

Y efectivamente, sus voces canalizaron

la petición. Y en medio del bosque el mismísimo Diablo

esa misma tarde les habló “!Aquí estoy!”

Los dos pobres muchachos dejaron ahí mismo sus

hachas y salieron huyendo despavoridos. Aprendieron

la inolvidable lección del poder materializador de la

palabra.

Aunque algunos, mas racionalistas, consideran que la

tal voz era simplemente la de un travieso Daniel Durán,

quién les habría respondido desde un escondite. Pero

lo que no es travesura, y a la vez lo más extraño y

frecuente hasta hoy es la historia de los lamentos y de

los hachazos en el bosque. –“Aquí, a veces de la nada

se sienten hachando y talando árboles, sin que nadie

haya subido a hacer leña con hacha al bosque”.

Entonces interviene Teresa de Ortiz reafirmando

y aportando:” - Yo a veces escucho algo que da

escalofríos: escucho murmullos de muchas personas

y gritos de varios niños como jugando. Lo escuchaba

más cuando estaba embarazada y eso me daba terror”.

-Yo creo, retoma Armando Ortiz, eso de los hachazos

son las almas de los antepasados trabajando de

nuevo duro en el bosque, porque los lafkenche de

antes trabajaban con hacha no más. Y entonces,

abruptamente recordamos que, según tradición

mapuche, las almas que vivieron o que murieron mal

se quejan como si estuvieran hachando…

Dicen que antes, nos complementa el viejo historiador,

que los lafkenche navegaban en balsas de totora…Y

fueron llevados a Concepción por los españoles como

castigo porque comerciaban con los corsarios ingleses.

Allá los hicieron esclavos y murieron de pena…Por eso,

quizá sus almas se volvieron aquí para lamentarse “.

62 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


El oro de los chinos

s probable que el tan mentado y muy

E

conocido “tesoro de los chinos” haya

venido en un barco inglés. O más bién,

sea un famoso entierro de un tesoro que

éstos, los ingleses, quisieron esconder

en la Isla. Es probable que se trate, por cierto de un

cofre del tesoro tan propio de la tradición de los

piratas: ellos debían esconder muy bien su botín para

no exponerse a ser confiscado por la Armada española.

Es probable, en fin, que el llamado “Oro de los Chinos”,

sea el que se enterró en aquel cerro de la Mocha con

forma de sombrero chino por lo demás, en una de

esas comunes estrategias de ocultamiento temporal

de los corsarios. Amén de que todavía hay memoria

y tradición en la Isla “que los ingleses tenían en sus

barcos puros chinos de tripulación”. Y así quedó la

curiosa tradición del nombre “cerro de los chinos”

asociado a un fabuloso tesoro.

Al respecto, pescadores no solo han registrado las

extrañezas de la playa, de los roqueríos y del mar de

la Isla, sino también nos han participado de los ruidos

y de las extrañas voces de la tierra y del bosque. “Los

entierros aquí penan y avisan como lamento de niño”,

lo que nos clarifica las señales de lo misterioso que

ocurre en tierra.

Así por años, los lugareños del lado norte, vieron casi

todos los días “entierros”, particularmente en ese

preciso cerro de “Los Chinos”. Es decir observaban

luces fatuas brillando sobre dicho cerro en medio de

las chupallas, unas matorrales. Asegura que Sergio

Parra, un isleño aún vivo, participó allí en la noche del

desentierro del misterioso y un valioso cofre. El patrón

del sitio se llamaba Ruperto Varas y la gente asegura,

que con ese tesoro después compró parcelas y quintas

por Talagante. “Y de eso, hoy todo se lo quedó el

abogado…”

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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Selección y adaptación de cuentos mochanos

Iván Pérez Muñoz

Ziley Mora Penrose

64 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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66 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

Fotografía / Patricio Rosas Barriga.


El Buque Santiago

y las historias marinas de Armando Ortíz Rojas

Adaptación del relato de Armando Ortiz por Iván Pérez & Ziley Mora.

“Yo no me explico tanta fuerza del mar: el buque

Santiago estaba anclado en Corral y la marea alta

del maremoto lo trajo hasta aquí mismo”... ¿Cómo

esa fuerza tan grande lo hizo encallar, con el ancla

a la rastra y con más de cuarenta personas a

bordo?,

n la víspera de la Fiesta de San Pedro

E

y luego en la Fiesta de San Pedro en el

lado sur, conocimos a Don Armando

Ortiz Rojas. Escuchar sus relatos, y su

historia de vida es como una novela de

Ernest Miller Hemingway, en especial El Viejo y el Mar,

aquella novela escrita en Cuba y que publico en 1952.

Don Armando nos cuenta “Yo nací al lado

norte de la Isla. El año 1943, 7 de noviembre.

Fue una niñez buena, fue muy buena. Con mis

hermanos todos. La gente del lado norte era unida en

esos años, muy unida. Ahora ha cambiado un poco,

bueno no se… la juventud está distinta… De ahí nos

vinimos en el año 1954 a esta parcela, porque mi

papá trabajaba en la Caja de Colonización Agrícola,

estuvo 20 años trabajando allí, en la oficina”.

“Nosotros nacimos acá porque había matrona

en ese tiempo, la señora Rebeca Bustamante,

que falleció para el terremoto del ‘60, por ir a

buscar un reloj de oro que tenía…no alcanzó a

escapar…era corpulenta y no alcanzó a arrancar”.

“Nos quedó marcado para siempre a todos los hermanos

(el terremoto). El mismo día, hacían 2 horas que

habíamos sepultado a mi papa, y empezó el terremoto

y maremoto. Mi papá falleció el 20 justamente, cuando

hubo el primer temblor en Concepción, a la madrugada,

a las seis de la mañana. Fue fuerte acá también, y el 22

ya fue como cataclismo, 12 minutos más o menos sin

parar el terremoto, y eso me marcó para siempre.De

ahí seguimos trabajando, yo quede solo jovencito, mi

mamá nos acompañó seis años después nomas, falleció

joven también, y al final yo quedé solo en este campo

en la casa. Todos los isleños pensamos que íbamos a

perder el campo por lo joven que éramos, pero no fue

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

67


así, seguimos adelante y lo logramos. Yo tenía 15 años”.

“Nos quedamos al lado norte para el terremoto, allí

en la casa de mi hermano nos arranchamos, un poco

lejos de la montaña y el mar, toda la gente junta.

Tuvimos más de un mes, había réplicas muy fuertes, a

cada rato, tuvo cuatro a cinco años para establecerse

bien la Isla. Fue demasiado las réplicas que había.

Un desastre, y así fue con mi vida, yo estuve 20 años

solo acá en la casa, mi señora no me cree, y ahí

salía a pescar con buen tiempo así como ahora, mar

mansita con un bote a remo. Por eso vi naufragios

también allá, veía los timones de los barcos, que acá

los isleños no creen y están los buques allá, es bonito

verlos por encima cuando el agua esta clarita y pasar

por el lado de ellos, yo navegué harto por esta zona

y a puro remo, inmensos buques. Y ahora tengo un

libro de más de mil naufragios, un amigo me lo regaló,

anoche lo estuve viendo, todos los barcos de la Isla,

están ahí. El libro tiene más de más de mil páginas” .

“Se ve el último, que fue el buque Santiago, llegó de

Corral para el terremoto del ‘60. Llegó como a las tres

de la madrugada, ese mismo día el 23, con hartas

personas, señoras, niños también llegaron. El barco

estaba fondeado en Corral y lo pilló el terremoto y

maremoto, saltó por sobre el muelle de Corral, yo tengo

el libro de Horas de Tragedia de Hernán Olave y ahí sale

el relato del capitán, dice que la mole ha dado el salto

más grande del mundo, saltó por sobre el muelle, 18

metros por sobre el mar y llegó a la Isla de madrugada

y todos los años recuerdan el terremoto del ‘60 en

Valdivia y se acuerdan del naufragio del Santiago y lo

dan hundido en Niebla yo quiero anotar el teléfono de

la radio; él es hijo del señor Olave, el escritor, lo da

por perdido en Niebla y está en la Isla Mocha. Lindo el

barco oiga, precioso, íbamos nosotros con mi hermano

cuando se estaba hundiendo todavía, sonaba el barco.

Se partió al medio primero. Entonces nosotros íbamos

en bote, estaba cerquita, subíamos al bote y empezaba

a sonar. La popa tenía una hélice de repuesto. Acá los

isleños se acercaron al barco, le gritaron a caballo,

los mayores que habían en esos años, que él estaba

en la Isla Mocha, y el capitán les decía que no, que

estaba en Puerto Saavedra. Es un verdadero milagro

que se hayan salvado y le han dado poca importancia.

Eso es para una teleserie, para una novela”.

Asombradísimo, recuerda que el capitán del Santiago

esa mañana no podía salir de su estupor, de que las

aguas lo dejaran tan al norte de su último muelle en el

que la anoche anterior habían tranquilamente atracado:

“Usted está en La Mocha, capitán, y no en Puerto

Saavedra como cree”, le dijo el muy potentado vecino

Carlos Brendell, quien fue el primero en parlamentar

con él desde su caballo, intentando desengañar a un

muy incrédulo capitán y rescatar a los embarcados. Se

cuenta que esa noche en la Isla fue tal el descalabro

telúrico vivido, que el miedo ante el tronar de la tierra,

el bramido del mar y la aparición de barcos fantasmales

sin brújula alguna, que cuando el Santiago lanzaba

sus llamativas bengalas de auxilio, la gente realmente

creyó que eran las trompetas finales del Apocalipsis.

Esas bengalas teñían de rojo espectral todo el cielo.

El libro del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de

la Armada de Chile (2000), indica que efectivamente

el Buque Mercante Santiago se encontraba en la

Bahía de Corral el día del terremoto y que habría

resistido las dos primeras olas y que en la tercera

fue arrastrado mar afuera y que habrían sido las

corrientes anormales producidas por el maremoto

las que lo hicieron encallar en Isla Mocha.

En el mismo libro se relata la posición de los tres buques

atracados en Corral el día del terremoto de 1960:

“En el momento de producirse el terremoto, los

68 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


buques se encontraban en las siguientes posiciones:

“«Carlos Haverbeck»… Fondeado a la gira con dos

anclas, estribor con 8 paños de cadena y babor con 4

paños de cadena, esperando marea para acoderarse a

la boya N.º 2, pues había recalado al puerto a las 13.35

horas. «Canelos»... Acoderado a la boya N.º 1 con tres

alambres de 1 ” y una espía de 8 ” y fondeado con dos

Fig. 25: El achurado indica el alcance de las olas que penetraron la

Isla Mocha durante el maremoto de 1960.

anclas, estribor con 7 paños de cadena y babor con 5

paños de cadena”. «Santiago»... Atracado al muelle

Francés, fondeado con dos anclas y con dos espías

pasadas a una boya a proa babor, dos espías a tierra por

la popa babor y una espía a una boya a popa estribor”.

“Todavía alcanzó a soportar el «Santiago» la

tercera ola, pero al producirse la vaciante el buque

fue arrastrado con gran velocidad hacia afuera,

con su proa hacia el sur. El «Santiago» salió por

una especie de canalizo que se había formado

entre la costa y el banco Tres Hermanas…” (p43).

“Si bien el «Santiago» logró salvarse del maremoto

en Corral no llegó a Valparaíso, pues encalló en

una punta de la Isla Mocha, debido a las corrientes

anormales que se formaron por el maremoto, que

hicieron equivocar la estima. El radar del buque estaba

descompuesto y no había podido ser reparado antes del

maremoto. El «Santiago» se perdió totalmente” (p 43).

El mismo libro del SHOA (2000) expone una

descripción del terremoto de 1960 en la Isla Mocha:

“La Isla Mocha sufrió grandes derrumbes en los cerros

y algunos desplazamientos de tierra que arrasaron con

cuanto encontraron a su paso como árboles, animales,

etc., al producirse el terremoto que fue sentido con gran

intensidad en la isla. En algunos puntos de la isla se

produjeron grietas en el terreno. El maremoto comenzó

aproximadamente diez minutos después del terremoto,

siendo su primera evidencia un recogimiento de las

aguas en 100 a 200 metros. Luego siguieron tres ondas

que se desplazaron hacia la isla desde el suroeste,

afectando por lo tanto con mayor intensidad la costa

sur y oeste. La primera onda fue la más alta alcanzando

una altura estimada en 15 metros. Las casas de los

pobladores, como asimismo las dependencias del faro,

muelle, etc., ubicadas en caleta La Hacienda fueron

arrasadas totalmente. La isla y sus zonas adyacentes

sufrieron un levantamiento que ha sido estimado en

1,70 metro. Esto se ha comprobado por rocas que han

aflorado, como asimismo por sondajes efectuados

dentro del nivel de los 10 metros en que se comprobó

que las sondas son menores en 2 metros” (p 52).

Antes de jubilarse de la barca, de sus últimas

aventuras marinas, de unos quince años atrás,

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

69


Armando Ortiz extrae de un recodo aún accesible

del mar de sus memorias, la anécdota que él define

graciosamente como “Nunca más sin Armando”.

Les voy a contar la historia de un yate de

Estados Unidos (USA), del cual fui su guía.

para la tripulación, estaba todo ahí. Una vez íbamos a

ir a buscar petróleo a Valdivia, estábamos listos con las

anclas arriba, y se arrepintió Marcos Stefan de ir, sino

habríamos ido en el yate a buscar petróleo. Esto fue

hace como 15 años atrás”.

El Yate Psicosis de USA

“Por eso que los cabros jóvenes a veces me dan rabia,

no reconocen lo que uno sabe, se ríen de mí, que si don

Armando no ha navegado nunca, y yo salí en el yate

más lujoso del mundo en esa época, en el Psicosis,

a la Albacora claro corríamos cinco horas a 30 nudos

por hora aquí afuera, hacia el weste, el dueño era

Marcos Stefan era de lujo, y yo el único mochano con

referencias y me llamaron, y lo fui a esperar en mi bote

(al sector Islote del Trabajo). Un día yo llegué un poquito

tarde allá y salió antes él solo y chocó con el yate a la

vuelta pero el gringo no darse cuenta que tenía todos

los instrumentos, le venía bajando la profundidad y de

repente chocó con una roca e hizo tira las dos hélices y

ahí les decía a los isleños, “nunca más sin Armandus”,

y después me llevaba al ladito de la cabina. Era un

placer ese yate, 3 motores, 450 HP corriendo, livianito,

12 metros de eslora el barco, el barco precioso el

barco vino a la albacora, tenía el récord mundial de

la albacora, pesca a lienza con 0,80 delgadito, pesca

deportiva, y también traía sus nadadores de Estados

Unidos. Tenía dos asientos a popa para pescar, pero

vinieron muy anticipados y después vinieron en febrero

y se abrió, la albacora andaba acá mismo y llegaron en

avión los senadores norteamericanos acá andaban

con el, traían la carnada de Brasil, unos pulpos,

ahí los conocimos, trago había para… cualquier

trago, cerveza, buenos para la cerveza los gringos,

whisky. Tenían de todo, dinero en la mesa, un cajoncito

Con su ayuda, y luego de ese nuevo viaje, ahora sí

con Armado a bordo, la pesca con lienza arrojó un

extraordinario resultado. Stefan pudo finalmente

presumir frente a sus conspicuos acompañantes, una

corvina de 22 kilos y un atún mayor e increíble de

nada menos que de ¡32 kilos! Esa fue la ocasión que

más lejos se alejó de la costa mochana mar adentro:

doscientos kilómetros hacia el oeste del Pacífico.

“Cuando cabro si, venía un amigo francés, Raimond

Rosamut, era buzo profesional, bajaba 32 metros a

pulmón, quiso enseñarme a bucear y mi señora no

quiso, sino me habría gustado aprender para ver los

naufragios, mirarlos nada más. Él bajaba 32 metros

con un Zodiac de Francia que trajo y llegaba a mi casa,

salía yo con él a bucear en un Zodiac, solitos los dos.

Era impresionante. Una vez lo pillaron unos buzos de

Coronel bajo un barco, y sacó un cenicero. Yo le contaba

antes a los buzos, que venían de Lota y Coronel que

ese buzo bajaba 32 metros, 35 metros a pulmón, no

me creyeron. Y cuando lo vieron cuando estaba abajo,

después me dijeron, Armando ahora te creemos que

este caballero baja, cuando lo vieron, estaba a 12

metros de profundidad con el buque, y el bajó y sacó

un cenicero, y estaban todos ellos trabajando al lado.

Claro, para qué voy a mentir, aguantaba como 3 y tantos

minutos. Era alumno de Jacques Cousteau”.

Tengo sueños con el mar, es que a mí me gusta el mar.

“Siempre me recuerdo de la Caleta La Hacienda, donde

70 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


jugábamos cuando niños nosotros, veo el muelle

y todo. En la Caleta “La Hacienda” embarcaban los

buques cuando pasaban todos los meses a la Isla, nos

quitaron el cabotaje el año 1960 las empresas, de ahí

ya la Isla quedó a la deriva. La Isla producía mucho en

esos años, 5 mil quintales de arvejas para exportación,

Jacob y Cia. las llevaba, 2 mil vacunos anuales de

primera calidad, ajos, de todo, papas, zapallos,

corderos. Los colonos iban a buscar el dinero a la

Feria Briceño en Talcahuano, le hacían los descuentos,

tenían una romana a la entrada del muelle, menos de

500 kilos lo rechazaban y sobre 500 kilos salían todos,

y los peleaban los animales de la Isla porque iban

“destalaos” sin comida sin nada, no ve que iban una

noche navegando. Compraban los abasteros pura carne

no más, cerraban la feria pa’ los otros, pa’ las otras

personas, cuando llegaban los vacunos de los isleños,

por la calidad y destalaos; eran pura carne no más, claro

no tenían nada de comida adentro 40 ó 50 kilos menos”.

“La Feria Briceño los compraba, los colonos iban

a buscar su cheque, fue la mejor época de la Isla,

ya después del 60 nos quedamos sin embarcación

quitaron la subvención, quitaron las motonaves”.

Illimani y el Roseta, unos barcos que están hundidos

acá en la isla

“Yo soy buzo sin oxígeno y salía con mi bote a pura

fuerza de remo. Con el agua clarita, todavía se pueden

ver los naufragios. El último, hace unos pocos años, fue

el “Don Ricardo”, un barco de Lebu naufragado y que

todavía está su esqueleto en el sector norte de la Isla”.

“El Illimani chocó en Quichol donde están los lobos,

iba para Liverpool, iba con turistas, y el Roseta que iba

con oro por eso me molestan que diga dónde está. Esos

son los más importantes y “Don Juan” que llevaba oro.

Hay una corriente marina que los tira una milla por hora

para la Isla, el Roseta era un galeón español de 300

toneladas, eran más o menos grandes, ese llegó roto

en la Punta Charles y al otro día ya no estaba. Según

los primeros habitantes se acuerdan en 1883 bajaron

con un cofre los españoles fondearon en la punta que

hoy lleva el nombre del capitán (Punta Charles); al otro

día el barco ya no estaba, quedó fondeado haciendo

agua. El Illimani chocó en Quechol, felizmente

estaba bueno el tiempo y se salvaron excelente

el rescate, los rescataron y atendieron. El señor

Alemparte (arrendaba la isla en ese tiempo), mientras

llevaba carga diversa, luego nosotros estábamos

chicos y vinieron unos buzos con escafandras y

no encontraron nada, el Roseta iba a España”.

Roseta, El barco fantasma

“Yo andaba con un joven de Nehuentue y nosotros

andábamos a remo, y de repente escuchamos que

fondeó un buque con cadenas y yo le dije anda a popa

porque suenan las cadenas. No hay nada Armando me

dijo, a popa de nosotros fondeó el barco, la sonajera, y

se sintió como un ruido de un barco inmenso. Yo pienso

que el ruido es un anuncio de donde está el barco,

los dos lo escuchamos, nos dio miedo y nos vinimos

a tierra en los barcos a veces penan los entierros”.

Cae la tarde y desde la ventana de Armando y su biblioteca

vemos un horizonte que nos parece más glorioso y

mágico con estas historias relatadas por este verdadero

tesoro vivo de Isla Mocha. Sin duda las memorias y

vivencias de Armando Ortíz Rojas y su generosidad para

compartir la historia de su Isla y su mar, constituyen la

máxima expresión de patrimonio inmaterial cultural.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

71


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.


El Pino Huacho y la aparición de “el

Diablo” bajo una granizada

de cascajillos

a gente rápidamente asoció la increíble

L

visión que tuvo Armando Ortíz en el

sector de Pino Huacho con lo único que

conoce de su imaginario: el Diablo.

Pero en verdad no se trataba de otro

cuento más de esos, ni de una nueva versión de

esas apariciones de “Don Sata”, tan frecuentes en la

tradición del folklore del Chile central. Algo especial

debe tener este hombre, aún muy atlético para sus 78

años, que fue objeto de la visión de un puma, “pero

que más parecía tigre”, acaso el mismo jaguar extinto

en la Araucanía hace siglos. En verdad, hace unos 40

años Armado Ortiz experimentó un insólito perimontu,

sin ser él directamente indígena. Así le llaman los

viejos mapuche-lafkenche a ese tipo de experiencias,

a una visión sobrenatural que acaece abruptamente en

un estado alterado de conciencia, la que sobreviene a

la persona para anunciarle algo importante. Y ocurrió

en un lugar más improbable, un sitio donde jamás

siquiera antes han existido, al menos así lo dicen los

restos arqueológicos de la fauna ancestral. La tradición

mapuche dice que solo los guerreros, esos que “los

apoya el sol” tienen ese raro privilegio de empoderarse

con tal visita. Cierta noche, cuando volvía de vuelta

de compartir en la casa de su hermano, ocurrió ese

encuentro que lo acompañará hasta que descienda a

la tumba. A la altura exacta de un solitario y viejo pino

“Pino Huacho”, y disminuyendo al máximo el ruido

y la velocidad de su moto Yamaha 125, allí en el sur

de la Isla Mocha, tuvo esa noche la cita de su vida: se

trataba de un Füta Nawell, de un “Gran jaguar” que se

le cruzó en el camino. Y el otro elemento raro que notó

de inmediato Armando fue el sentido de ese cruce:

es decir, el gran felino subía hacia el cerro, hacia el

bosque, desde la playa, como saliendo del mar. Lo

inexplicable de la visión, lo incomprensible del tipo de

animal llevó la gente a asimilarlo a lo conocido, a las

categorías que le son típicas y familiares: si “el diablo”

se aparece en la noche bajo la apariencia de un perro

negro grande, entonces lo que vió Armando no puede

ser otra cosa que el mismísimo Diablo. Bien pronto

así fue representado por los escolares de La Mocha en

cada concurso de leyendas, pero lo que en esencia deja

afuera la importancia de la visión del nawell mapuche o

tigre, especie que al parecer jamás existió en esa Isla.

Hay algo en el monte que avisa y preanuncia. Cuando

repentinamente un árbol del cerro se quiebra, es fijo

que anuncia la llegada de un temporal. A las horas llega

con furia el viento y la lluvia imparable. Manifestación

de aquella extraña fuerza invisible del cerro debe ser la

que también se manifiesta, justo allí, en el mismo sitio

de Pino Huacho. Y también en noches cerradas. Porque

tanto Armando como varios otros isleños, al pasar por

aquel lugar, sobre el poncho de medianoche que los

cubre, junto a atemorizantes silbidos que escuchan, se

les suele tapar su cabeza y espalda de arenisca gruesa

y piedrecillas. Estas inexplicables “granizadas” son

como lanzadas y llovidas desde el costado de arriba

de ese cerro. Nadie ha podido explicarse esto, dado

que el cerro está a unas varias decenas de metros del

camino. “Esa nube de cascajillos como que de golpe

lo despierta a uno”, observa sentencioso el viejo

pescador.Tampoco nadie se explica que prácticamente

solo allí, cuando hay terremotos, la tierra se desprende

de las tupidas raíces de los árboles y se derrumba

hacia el mar.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

73


Ricardo Hoppe

el lobero más viejo de

Isla Mocha

us ancestros alemanes llegaron

S

a mediados del siglo XIX para

ser expertos cazadores en el mar

de Chile. Y el lugar óptimo para

semi-asentarse que eligieron esos

corajudos navegantes fue la Isla Mocha.

Hijo de un capitán de barco de pesca del lobo

marino, nieto del último capitán ballenero, fue

también parte de la última expedición mochana

para cazar una ballena. Fue una cacería fallida,

asunto que en el fondo al quinceañero cazador

Ricardo Hoppe Guzmán le alegró el alma. Por

Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

tanto, cuando en un no lejano día navegue su alma

por las obscuras aguas de la muerte, y sereno se

presente ante el juicio de la Divina Ballena, el

anciano de seguro pasará la prueba: “me dejaste

vivir, por tanto yo te dejo vivir como capitán de tu

destino”.

“A pesar de que mi papá fue un respetado capitán

de pesca aquí en la Mocha, él deseaba que fuera

agricultor, pero a mí me gustaba estar embarcado,

más que la faena con los lobos marinos”, declara

con orgullo. Lo primero que hice fue navegar para

Valdivia donde hice mi primer trabajo por dinero.

Pero estar en tierra me duró poco. “Luego me volví

aquí a trabajar con Otto Brendenn que construyó

un barco de doce metros, con la cual iba y venía

a Lebu. Luego tuvieron una goleta, que también

74 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


navegué yo. Le pusieron “Germania”, hacía

veinte vacunos los que al final llevaban a la feria

Briceño de Concepción. Luego me embarqué con

otro dueño que tenía una chalupa y que también

llevaba animales para Lebu”. Los rumbos más

australes que recorrió el último ballenero y lobero

de Isla Mocha, fue el Cabo de Hornos, pero nunca

lo cruzó por lo peligroso de su paso: “Allí bien al

sur uno en las noches fondeaba su bote en los

canales; el barquito se fondeaba porque con la

baja de marea el canal quedaba seco”.

Y en la misma Mocha la cacería también quedó

seca cuando a causa de una maldición que echaron

los pescadores de una goleta-empresa afuerina,

los lobos marinos se alejaron del famoso Islote

del Trabajo, donde otrora se faenaban casi todos

los lobos. Su padre, Martín Hoppe, respetadísimo

Capitán de Pesca, junto a otros como Segundo

Riffo y Félix Durán, que debía instruir a sus

ayudantes en el proceso, no les autorizó matar y

sacarles el cuero a los lobitos nuevos y a los recién

nacidos que abundantes retozaban en la “Piedra

del Consuelo”. Era el mes de marzo del año 1968,

el de mayor caza, pues se trataba de la estación

en que nacían los nuevos lobitos. Y en ese

determinado punto de la Piedra del Consuelo dejó

de ser consuelo para los cazadores, quienes de

a poco tuvieron que reinventarse en pescadores.

Era la época, y lo fue durante varias décadas del

siglo XX, donde La Mocha era sinónimo de caza y

faenamiento de aceite de lobo marino junto a su

apreciado cuero, con el que se confeccionaban

todo tipo de cuerdas. Habían días de caza en

que se llegaba a matar ¡mil lobos por jornada!.

Era la época en donde el trabajador herido en

faenas loberas como fuera el caso de una mordida

profunda, este recibía el pago de una licencia

médica de varias “correas” diarias de parte de

cada uno de los compañeros de caza, quienes

compartían así una fracción de su salario.

Con ello compensaban los días o semanas que

el herido pasaba sin trabajar, pues las dichas

correas de cuero eran el semi-procesado producto

a vender. “Carlos Hahn compraba todo, tanto las

correas de cuero como la grasa de lobo. Y todo

ello se faenaba en el Islote del Trabajo, y por eso

el nombre que hasta el día de hoy lo tiene”, nos

informa con detalle el sobrio y sereno anciano

Ricardo. “Yo, cuando fui trabajador del lobo,

recuerdo que de éste se sacaba dos bolsas de

cuero, de donde luego se cortaban las tiras o

correas” agrega Ricardo quien debió pasar todas

las etapas que exigía ser un ayudante del Capitán

de Pesca. Su padre fue especialmente riguroso

e impersonal con su aprendizaje. Pero también

justo, cuando percibió sus cualidades para el

lanceado. Por ejemplo, los principiantes no podían

ultimar a los lobos, dado que su inexperiencia los

podía hacer sufrir innecesariamente o espantar

de un modo prematuro a la camada y abortarse

así una buena jornada de cacería. “Después lo

pude hacer”- recuerda nostálgico nuestro viejo

lobero- pero ya cuando pasé la etapa de ayudante

en el arreo hacia el caletón de La Fortuna. Allí se

les encerraba para luego los lanceros matarlos a

lanza y con un mazo o mazeta muy dura hecha de un

palo de boldo asestado en plena cabeza. La lanza

era para los machos y la porra o mazeta era para

las puras hembras. Como el lobo mueve mucho

la cabeza, por eso se le tenía que lancear debajo

de la paletita o en el pecho. Y como el capitán

vio el primer día mi habilidad, de inmediato me

pusieron a lancear”. Y nos da el detalle que todo

este despliegue comenzaba muy de amanecida,

porque al rayar el sol era el momento, “la hora

precisa pues era cuando el lobo estaba con más

sueño y embotado”.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

75


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.


Las nuevas

Generaciones

de Isla Mocha

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

77


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

El premio de San Pedro:

El triunfo del niño

Joaquín Astete

sa gloriosa tarde del 29 de Junio del

E

2019, las mejillas del niño Joaquín eran

más rosadas que de costumbre. No era

por los brindis que ya se regaban entre

los premiados en medio de acordeones

y ánimos de fiesta comunitaria. Tampoco por el clásico

frío propio del crudo invierno de la Isla, acentuado

por la brisa persistente del borde-mar siempre ruda,

punzante y limpia. La causa era muy otra, era interna.

Era una gozosa sensación de un primer gran triunfo, es

decir, una experiencia de realización plena en el alma.

Se trataba de su primer triunfo como navegante. Un

sencillo pero experimentado jurado lo declaraba

“Primer Ganador del Festival de Embarcaciones de la

Fiesta de San Pedro”, la que también por primera vez

se celebraba en el lado Sur de la Isla Mocha. De pie allí

en el Islote del Trabajo, el orgullo de este joven capitán,

cabeza de un bote y miembro de una corta flotilla de

cuatro barcos, no podía disimular su sobrio contento

al recibir su distinción.

Algo especialmente significativo se adivinaba adentro

y tras su fácil sonrisa de niño. Desde hacía varios días

antes, había insistido con sus padres para pedirles

autorización para participar, y ayuda en aderezar el

ornamento de la embarcación.

Se necesitaba salir a buscar ramas verdes del bosque,

flores, guirnaldas, globos y alimentos, muchas

empanadas, anticuchos y una importante variedad de

bebidas para su tripulación, sus amigos y parientes

que lo iban a acompañar ese día en el mar. Es decir,

para todos aquellos que se subieran a su bote cuando

la flotilla santa surcara las aguas con San Pedro como

brújula y Gran Capitán de los mares interiores de la

Mocha.

78 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Antes que al timón, la semana previa tuvo que ponerse

al frente de la organización y ser muy activo para que

su bote y su navegación pudieran salir premiados.

Sus padres le ayudaron y secundaron detrás, pero él

tuvo que poner la cara y declarar que él mismo iba a la

partida como capitán.

Aparte de todos los preparativos, debió buscar lo más

simbólico: pedir prestada la bandera de La Mocha al

custodio de los tesoros insignes de la isla: al historiador

y otrora experimentado pescador, Armando Ortíz Rojas.

Han pasado dos días. Ya ha compartido lo suficiente

la inolvidable experiencia con Derick, su mejor amigo,

hijo de un pescador. Pasada la emoción, y ya con el

galardón en casa, Joaquín, sirviendo la mesa de los

turistas y lavando los pequeños platos de ceviche que

se habían ocupado en la fiesta, se mostraba reflexivo y

más calmo que en los días previos.

“Ahora, después de esto, nos decía, mi sueño más

grande es estudiar, salir a estudiar algo relacionado

con el mar y el turismo, y luego volverme a la Isla para

practicar lo aprendido”.

Es decir, como Ulises, salir de casa, vivir su propia

odisea mar afuera, aprender y regresarse sabio y

maduro al hogar, para luego continuar la misma

tradición de sus antepasados. Es decir, como Luis, su

papá, su modelo y referente.

Después de la entrevista, siguen aún más rosadas las

mejillas del joven capitán.

“Ir al timón me produce mucha alegría,

navegar es bonito, pero lo que más me

gusta es la pesca“, nos confiesa, subrayando

especialmente “pero el momento de mayor

alegría del día es ayudar a mi papá”.

Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

79


La historia de Tiare

Varela, una joven

líder ambiental

Fotografía / Mauricio Valverde Sandoval

Ella supo del mundo santiaguino y

E

volvió. La conocimos explicando un

artístico mural pintado en el Jardín

Infantil de la Isla. En éste destacaban

los colores de la fardela blanca, su ciclo vital y sus

hábitos migratorios.

Le interesa educar la conciencia de los niños,

único camino para asegurar un amor y una

revalorización a tiempo de este entorno tan

especial en el sur de Chile.

Tiare tuvo una infancia que hoy, y desde la

perspectiva de la ciudad, fue a todas luces

privilegiada. Tuvo el privilegio único de poder ir a

ver, por ejemplo, a un arrayán abrazado en espiral

con un olivillo, o conocer la Laguna Hermosa, años

antes de que secara.

Sin televisión ni electricidad en la Isla, los

atractivos mayores para una niña como Tiare eran

salir a caminar hacia un lugar y vuelta a caminar.

Y al llegar al punto de reunión, juntarse al lado de

80 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


la cocina a leña, y de su calorcito, con sus amigos

y desplegar un juego de mesa, el que a veces se

hacía sobre las tablas del piso.

Podríamos decir, que en los temas ambientales

ella ahora es una lámpara que ilumina y educa

en pro de la Isla, y el aceite de la lámpara, es su

compromiso, su fuerza, su simpatía y paciencia

para hacer entender -a niños y adultos- lo clave que

es cuidar un nido, o no introducir depredadores a

la Isla, cuidarse del fuego devastador, reforestar

con las especies que se están muriendo, etc.

Tiare trabaja en la ONG ambiental Oikonos (en

conservación) y nos comenta: “…en la ONG

trabajamos en temáticas de conservación, resulta

ser un trabajo muy desafiante”, nos declara

tranquila, pero con evidente dejo de tristeza, a

causa de la incomprensión de mucha gente, “…es

difícil poder conservar un ecosistema donde muy

poca gente apoya en el cuidado de nuestra propia

Isla”.

Lo que le preocupa y ocupa a esta joven mujer

líder de la Isla Mocha, es conservar el patrimonio

de preciosas reservas que posee la ínsula. Ella se

ve en una cruzada transgeneracional.

Como buena artesana y ambientalista, Tiare es

consciente de las ventajas competitivas y las

diferencias únicas que tiene su isla con respecto

al resto de los territorios. Valora como nadie el

exclusivo y exquisito condimento como el hongo

de ajo, además, por cierto, del palo negro que

sirve contra el cáncer, la nalka, la mermelada de

maqui, etc.

Cuando se le preguntó por qué decidió establecerse

en la Isla, y por qué la Mocha le atraía tanto a ella,

Tiare tenía más que clara su respuesta:

“Esta Isla tiene algo muy especial que las

demás no tienen, y la fardela lo sabe, por eso

viaja más de quince mil kilómetros cada año.

Y eso especial es el tipo de bosque tan único

de aquí. Se trata de las raíces, mías y de ellas.

En las raíces de estos árboles, de dos metros

de profundidad, ellas hacen sus madrigueras.

Allí anida el ave, “y por eso anido yo aquí”.

Con su respuesta nos quedó muy claro el por qué

aquí anida el ave más extraordinaria de todas,

que bien supo encontrar la isla más extraordinaria

de todas.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

81


Fotografía “Faro Punta Sur”/ Patricio Rosas Barriga.

82 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Mujeres de la

Isla Mocha

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

83


Enevadita Riffo

Las recolectoras de luga de Isla Mocha:

“Un tipo de cultura temporera”

Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

a luga es un alga muy popular en las

L

costas de la Mocha. Popular porque

su recolección de temporada convoca

a muchas, siendo complemento -y

en muchos hogares salvación- del presupuesto

hogareño. Y sobretodo porque ha sido generadora

de diversos vínculos, entre ellas, las recolectoras.

La luga ha sido generadora de comunidad, de

vínculos, algo más estrechos y profundos que

solo un sindicato y más importante que el dinero

que se paga por ella. A las mujeres de todas las

edades vinculadas al proceso de la luga, quizás

se les deba la creación de toda una cultura

propia, probablemente tan fuerte como la de los

pescadores varones, la que por ello es generadora

de prácticas, de lenguajes, de valores y estilos de

vida.

Y «aunque no es agradable ser alguera porque

es un gran sacrificio», según Enevadita Riffo (42

años, con una hija también alguera), ella aprecia

el oficio porque con él ha podido sostener su

hogar y el gremio de sus colegas. Actualmente es

la tesorera del «Sindicato de mujeres recolectoras

de algas marinas y otras afines». Tanto Enevadita

como varias de sus compañeras, desarrollan la

actividad trabajando en familia. La temporada

dura cuatro meses, los que coinciden más o menos

con la plenitud del verano. Y ello es lo interesante

de este oficio cosechador de un recurso de orilla

marina: en la Mocha lo han tornado una ocasión una

84 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


forma de hacer vida de familia variando de lugar

o de hábitat. Digamos primeramente que la luga

es un producto muy apreciado, que se constituye

en materia prima para la fabricación posterior de

jabones, cosméticos, sushis y algún sucedáneo

del plástico. En esos cuatro meses ellas, las

temporeras, extraen, seleccionan, secan, limpian

el producto antes de la venta a un intermediario,

el comprador. Deben tender la luga y secar al

sol hoja por hoja, cuidando muy bien que no se

reseque. En el Sindicato de Enevadita, llegado el

momento y coincidente con las vacaciones de los

escolares, once son las familias que abandonan

su hogar en pos de la luga. Se suben a un carretón,

transportan lo indispensable, y se van todos a

la playa. Niños pequeños, grandes, ancianos,

mascotas incluidas, viajando unos 20 kms. lejos

de casa. Durante ese tiempo permanecen allí,

sobretodo en la playa del sector sur, donde es

más abundante el producto, algunos hasta el mes

de abril.

Una vez en el campamento del trabajo, cada

familia construye o prepara una rancha para hacer

vida de hogar con todos y cerca de otras ranchas

de trabajo. Cuando hay güagüa, solo la madre se

queda en el rancho y se van todos a la saca del

alga por una extensa orilla de roqueríos. En esas

condiciones, obviamente se duerme poco, porque

además, en las más de las noches, suele haber

cena compartida con invitados que no faltan, con

fiesta y baile comunitario, sobretodo si esos afuerinos

saber cantar o tocar la guitarra. Junto a ello,

pronto surge el otro compartir, el de la comida

junto al fogón, el patache con pescado frito antes

pescado en la misma tarde, las sopaipillas, el

mate si hace frío, etc. Por eso, al día siguiente, «la

levantada es a cualquier hora luego del mariscal»,

afirma Enevadita, quien cada año lucha para

hacer más grata y humana dicha estancia. Puja y

reclama por tener allí agua y baños.

Además de los trabajos del alga, allí en la playa

se dan y se aprovechan otras oportunidades de

negocios. Es el caso de las cabalgatas turísticas o

caballos en arriendo, que generalmente algunos

varones concretan con éxito. A pesar de las

incomodidades, lo que más valoran las familias

son estas instancias que nosotros aquí hemos

denominado «generadoras de cultura». Allí, a

causa del contacto estrecho, de pequeños favores

domésticos, del lenguaje de intercambios, se

fortalecen lazos, se estrechan relaciones, nacen

amistades y se practica la solidaridad.

En síntesis, la comunidad de temporeras de la

luga de la Mocha, evoca aquellos viejos tiempos

de los primeros parceleros en que todos eran

uno en la Isla, en aquellos tiempos de la minga

y de las fiestas comunes donde todos aportaban

y celebraban el trabajo colectivo. Cada verano, y

por momentos, la luga acerca aquellos tiempos

en que tanto durante los días de trabajo como en

los días de paseos, toda la gente almorzaba junta.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

85


Virginia González

Campos

Una Mujer holística en una Isla Mágica

as mujeres de Isla Mocha son

L

protagonistas absolutas de la vida en la

Isla. Lideresas sociales y ambientales,

recolectoras de frutos marinos,

artesanas, cocineras territoriales,

enfermeras, especialistas en contención emocional y

coaching, mecanicas, recicladoras y sabias agricultoras

y hoy nuevas guias de turismo histórico cultural,

emprendedoras y profesionales.

Virginia representa ese todo holístico que es la mujer

mochana, con una inquietud incansable por el capital

social comunitario y la educación e identidad local.

Secretaria de la Junta de Vecinos Sector Norte;

Presidenta del Centro General de Padres y Apoderados

de la Escuela Armando Arancibia Olivos; Tesorera del

Sindicato de Algueras; Presidenta de la Agrupación

de Artesanos. Casada y madre de dos hijas de 21 y 12

años. Virginia es hija de agricultores de la Isla Mocha

y es capaz de caminar 20 kilómetros al Viejo Faro, ir

a buscar luga al mar, construir una choza para vender

artesanías a los turistas, cocinar platos con productos

locales, y claro, participar de muchas reuniones para lo

que falta porque “no llega solo” dice.

“No necesito teléfono celular” explica, “acá no

se sabe cuándo habrá señal, por lo que leemos

nuestros mensajes cuando se puede, y estamos más

concentrados en hablar entre nosotros. La tranquilidad

que tengo para dormir y andar sin peligro a que me

atropellen o me llegue alguna bala loca es algo de

lo que tengo conciencia que está en mis ganancias

por ser mochana. Tenemos una naturaleza libre de

contaminación -todavía- y podemos respirar aire

puro todos los días. Lo que sembramos se nos da sin

echarle abono a la tierra y nuestra reserva es lo más

maravilloso que tenemos”.

Sin duda el chauvinismo de Virginia da envidia, y

cuando estás en la Isla y pruebas sus productos, y

cuando estás en la Isla y la conoces a ella sabes que

86 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

estás en una Isla mágica y con un ser maravilloso y

lleno de bondad.

Virginia nos cuenta que en la Isla hacen artesanía en

conchitas, en madera, en cuero y lana de oveja y que

todo es hecho reciclando lo ocupado y cuidando el

barco en el que viven, por que una isla es un barco, un

punto en el mar, pero a la vez un sistema que al tener

humanos, éstos deben estar conscientes que tienen la

“capacidad” de destruir los ambientes incluso donde

viven, algo que no hace ningún otro animal.

Al terminar este libro Virginia trabaja en la Isla en los

preparativos para formar la Mesa de Cultura de Isla

Mocha. Nunca se detiene y siempre haciendo más por

los demás, así son las mujeres mochanas, integrales

y holísticas, personas que viven en la abundancia de

una Isla donde aunque también tiene carencias, saben

que son dueñas de un tesoro, un tesoro vivo que brilla

en el corazón de estas mujeres lideresas.

Al final de la entrevista se le pregunta si quisiera que

algo especial personal fuera publicado, y responde:

“solo mi nombre, que no me gusta andar demostrando

lo que hago”.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

87


Los Versos del Capitán

de Lilian Vera

Presidenta Junta de Vecinos Punta Sur

Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

L

ilian Vera es una nueva mochana. Como

varias historias de mujeres que llegaron

a la Isla por amor a un mochano y nunca

más volvieron al continente, es el caso

de Lilian Vera. Ella hace 17 años llegó a

Isla Mocha y la Isla en premio le regaló un hijo, que hoy

ya tiene 12 años. Él es un nuevo capitán, como el poema

de Neruda, “maravilloso y soñador”.

Liliana, como las mujeres mochanas, no puede hacer

solo una cosa, en una isla en medio del océano se debe

saber remar, cocinar, plantar, cosechar, resistir y amar.

El turismo de experiencias de la Familia

Astete - Vera

De su emprendimiento Hostal Punta Sur nos cuenta:

“Empezamos de a poquito, un pequeño emprendimiento

con una piececita en la casa, después dos, así

lo fuimos ampliando y el tipo de turismo que nosotros

damos es turismo de experiencias que llaman. Todo lo

que se come lo producimos nosotros acá también, el

huevito de campo, la lechecita, el quesito, el tema de

la pesca que da mi esposo, todos los productos de la

huerta pues son todos productos orgánicos que hay

que sacarles provecho. Así que tenemos una quinta

para hacer las mermeladas, acá son todo tipo de productos

caseros, todo se hace, todo lo que se cosecha.

Lo que se produce es lo que nos da la tierra, y también

a la vez, al turista le gusta mucho ir a sacar leche con

uno, ir a recoger los huevos, eso lo agradece porque

hay muchos niños, y ellos son los que más disfrutan.

Son cosas que ellos no ven a menudo, entonces salir a

buscar los caballos cuando salen a hacer cabalgatas,

por ejemplo, es impagable. La idea es hacer un turismo

más familiar, incorporar a la gente en las rutinas dia-

88 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

rias que tiene uno para que así ellos puedan adquirir

nuevas experiencias también”.

El terremoto de 2010

Lilian Vera es dirigente vecinal, Presidenta de la Junta

de Vecinos Sector Sur, ese que mira al Pacífico con el

Faro antiguo, donde Drake quiso “ganar el quien vive”

a los antiguos lafkenche.

Lilian tiene una hija que está fuera, quien los visita

cada cierto tiempo.“Es la mayor sorpresa que puedo

recibir” confiesa, pero cuenta que también ha tenido

sorpresas negativas como el terremoto del 2010:

“Aquí fue impresionante, porque mi cocina se cayó

toda, la loza, todo y el susto fue porque yo no asocié

que era terremoto. Cuando desperté a esa hora yo

pensé que alguien andaba en la cocina botando las cosas,

eso pensé, ahí todavía no teníamos luz eléctrica...

Arrancamos solo un poquito para el cerro, porque para

el ’60 el cerro se cayó”.

Lilian ama ante todo la tranquilidad de la Isla y ha construido

su paraíso con la vista del Pacifico frente a su

casa y con el sol que la bendice desde la reserva Natural

Isla Mocha, en su hogar donde tiene su invernadero,

sus gallinas, su pangal, sus papayas y sus manzanas.

“Sino se trabaja en equipo el bote no sale y la

huerta no crece”.

Vive en paz con todos los logros alcanzados y por alcanzar

como dirigente, una nunca se detiene. Nada

ha sido regalado, todo ha sido obtenido con trabajo,

rabias, unidad, a veces caminar en soledad, pero al final

en una isla, cada logro se debe multiplicar, el aislamiento

hace que nuestros logros valgan por 4.

“La familia mochana está obligada a ser unida” comenta,

“sin unidad no se sobrevive, porque no se puede

vivir solo del mar, si no se trabaja en equipo el bote no

sale y la huerta no crece”.

Sin un segundo de duda explica doña Lilian “aquí todo

es una odisea, pero Dios está aquí para ayudarnos a

salir al mar, para volar al continente, para tener una

salud más robusta, porque un mochano no se puede

enfermar a cada rato”.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

89


Fotografía 90 Isla / Patricio Mocha / Selección Rosas Barriga. de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Patrimonio gastronómico y

alimentario de la

Isla Mocha

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

91


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

radicional e históricamente la

T

gastronomía ha girado asociada

tempranamente en torno a las clásicas

hortalizas que hicieron famosa a

la Isla Mocha en el continente. Nos

referimos particularmente a la extraordinaria calidad,

a la exquisita dulzura de las arvejas, que aquí se

llegaban a cosechar por cientos de sacos y quintales,

embarcándola al continente. Le siguen en prestigio las

papas (papa colorada, desiré), los ajos, la cebolla, el

tomillo, los porotos, el zapallo, el repollo, etc. No es

difícil deducir que la razón de dicha fama ha sido el

humus del subsuelo, la calidad natural de la tierra

y sus abonos y a la producción orgánica estricta,

libre totalmente de cualquier agroquímico, los que

lamentablemente ya empiezan a ser conocidos en la

Isla. Obviamente, esta cualidad se traspasa al otro

reino alimentario: a la calidad orgánica de las carnes y

sus subproductos.

Todas estas hortalizas y legumbres se acompañan con

el otro gran patrimonio gastronómico de la Isla: las

carnes. Y particularmente las de cordero y de caballar,

muy famosa hace unas tres décadas en todo el Biobío

y la Araucanía. Antes habían abuelos parceleros

que para ellos era común criar hasta 200 animales.

También era muy famoso en el continente, en Cañete

y Concepción, la apetecida y muy popular carne de

caballo, la que se llevaba de los mataderos de la

Mocha, y particularmente la muy exquisita, sabrosa,

orgánica y fina carne del «cordero mochano». Hasta hoy

es proverbial la expresión «cordero mochano» a causa

de lo sabroso de sus partes, sean asadas, guisadas

o en cocimientos varios y diversos. La causa, junto

con el tipo de alimentación y hierbas que consumen,

es atribuida a su perfecto equilibrio en grasa y fibras

musculares, las que no se endurecen dado que los

animales solo caminan en praderas. Respecto al

ganado vacuno pasa algo parecido con el cordero, pues

es posible apreciar al ganado aproximarse a la playa y

allí desayunar algas diversas como el cochayuyo, lape,

92 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


el luche, ulte y la luga.

Un tercer rubro gastronómico de evidente calidad y

valor patrimonial son los mariscos y los peces. Y acaso

éste sea, hoy por hoy, el más significativo y creciente en

importancia. Entre los primeros, las palmas culinarias

se la llevan, según las temporadas, los locos, piures

y erizos. Asimismo las jaibas, navajuelas, choritos,

cholgas y picorocos. A pesar de la excesiva extracción

y depredación del mar, en la Mocha se consume

excelente corvina, lenguado, albacora, congrio dorado,

reineta, jibia, bacalao, merluza, etc., todo conseguido

en pesca de orilla. Antaño, hace unas tres décadas,

desde el punto de vista comercial, hubo «épocas de

oro» tanto del loco como del lenguado. Un antiguo y

poderoso tónico reconstituyente para enfermos es

el aceite de lobo de mar: se toma durante siete días

en ayunas. Pero para quien sufre de frío, solo una

cucharadita.

Mención especial se debe hacer aparte de las clásicas

humitas, de las empanadas de caracol, el

antiguo guiso al horno o a la olla de la «guatita de

cordero rellena», y el tradicional caldo de verduras

con hervido de pollo mochano. Éste es, a la fecha, un

muy famoso reconstituyente para enfermos graves y

para recuperar a madres en su posparto y puerperio.

Al día de hoy, fuimos testigos de cómo una familia

enviaba con nosotros al continente el encargo de un

par de pollos faenados. ¿Objetivo?: ser entregados a

un enfermo convaleciente en el hospital de Cañete.

Las cazuelas, antes del arroz, invariablemente se

servían con trigo «al locro y a la chuchoca». Incluso a

veces acompañaban al pescado frito junto a la papa

cocida. Hay recuerdos recientes de que en Isla Mocha

se comía muy sano, prácticamente con la totalidad de

los alimentos de la huerta o de la pradera o del mar

enfrente. Hasta no hace veinticinco años atrás, solo se

Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

consumía café de trigo y sin azúcar. Se hacía un tipo

de polenta con choclo (maíz) cocido y luego molido. El

choclo se cocía al estilo curanto de hoyo. En casa de

un colono de ascendencia alemana, hay testimonio de

elaboración casera del chucrut: se dejaba macerar el

repollo durante varias semanas en barriles, cubiertos

con un poco de agua y buena cantidad de sal. En las

fiestas como la Semana Mochana (12 de febrero), el

18 de septiembre o la Novena de la Virgen Purísima,

eran populares – aunque aún lo son- los estofados de

vacuno y de cerdo, un tipo de olla al jugo provista de

todo tipo de verduras. Muy populares entre las mujeres

eran las “agüita de cedrón y manzanilla luego de las

comidas”. Los licores también se fabricaban en casa:

se confeccionaba licor de murta y pasas, las que se

dejaban reposar en aguardiente. Asimismo, antes se

hacía un conocido licor nativo de arveja: basta cocer la

cáscara (vaina o kapi) de la arveja y luego se la dejaba

algunas semanas «enjuertar» (fermentar). Del bosque

se extraen bayas para la fabricación de mermeladas

diversas: de maqui, murtilla, alcayota y también de

nalcas.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

93


cariño única y esto expresado en una de las tantas cosas

que tan bien saben hacer...“cocinar”.

Pescados, mariscos, moluscos, carnes, vegetales, dulces

y por supuesto algunos de sus brebajes mágicos y

relajantes. Cada uno de los bocados llenos de intensión,

puede gustar más o menos, pero ninguno falto de

este afán de querer satisfacer al comensal, de querer

entregar la experiencia de pasar por esta isla y llevarse

un recuerdo inolvidable junto a sabores, aromas, texturas

y momentos que jamás se irán de tus recuerdos, los

que harán este pasar una sensación mágica.

La cocina de

Isla Mocha

Alonso Barraza Sáez

Isla Mocha está siempre presente, a la vista y en la historia

regional. No es mi primera visita y ahora seguro

no será la última. De hecho, cada vez que vengo tengo

sorpresas y van en aumento. Al pensar en la gastronomía

de la Isla quizás la primera imagen es limitada.

¿Qué se comerá?, ¿Poco debe haber?... pero seguro es

bueno... muchos pescados y mariscos... por ser Isla

dice uno, en fin, mil cosas así y otras más.

La comida es cultura, tradición y seguro representa a

su gente y la localidad, lo visto acá es tal cual. La experiencia

de vivir en la Isla Mocha ha entregado a su gente

la condición de hacer lo mejor con lo que tienen...

aprovechándolo en su máxima expresión.

He tenido el privilegio de disfrutar de una muestra de

Este lugar está lleno y rodeado de productos inigualables

(hasta papayas encontré en el patio de la casa de

la señora Lilian Vera). Extraordinarios productos que

demandan un buen trato, estos vienen a poner a prueba

las manos de un cocinero en continuar con la línea;

esa del cuidado, del cariño de sus creadores, que durante

su formación están llenándose de sabor, conformándo

así su composición y texturas únicas.

Al llegar a la mesa de cocina, la responsabilidad final,

está ahora en manos de los cocineros, son estos los

responsables finales, para entregar a los paladares de

los comensales el motivo pleno por el cual fueron creados.

Acá en la Isla, esto es ley, se cumple estrictamente.

No hubo, ni un solo momento en el cual no pudiera

sentir, disfrutar y sorprenderme de lo presentado, hasta

en lo más simple; lleno de sabor y cuidado.

Una característica de lo probado en manos de varias

cocineras distintas es su punto de sabor, todos ellos

en el mismo nivel y no digo esto para quedar bien, no

fui invitado a ser parte de este libro para ello, lo digo

porque es la verdad, los sabores están perfectamente

equilibrados, entre los condimentos aplicados, que dicho

sea de paso, no superan los 3 a 4 incluyendo la sal

y los sabores de los productos y la interesante forma

de amalgamar éstos con sus técnicas culinarias. Quizás

porque ellas entendieron lo que se debe hacer con

94 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Fotografía / Mauricio Valverde Sandoval

buenos productos desde el origen, o simplemente

porque es la magia de esta isla para quienes viven y

disfrutan de ella.

-Comentario aparte dejaré lo de un cordero mochano

asado que fue puesto a la mesa por don Luis Astete

para disfrutar de una cena de aquellas-.

Conozco mucho “el cordero” después de trabajar

durante más de 12 años en la Patagonia Austral y

vivir allí desde ya hace 8 años. Es quizás mi carne

preferida. No es para descubrir que en Chile hay cordero

desde bien entrado al norte hasta los famosos

magallánicos, y que ya son parte de nuestra canasta

de alimentos y de la mía particularmente, casi imprescindible

en lo que a carnes se refiere.

Lo encontrado en el cordero mochano es sorprendente,

siendo una raza existente en otras latitudes

(cabeza negra), la diferencia es notoria, su alimentación

y su vida aquí en la Isla Mocha seguro hacen

la diferencia.Una carne suave, que en su proceso de

cocción prácticamente no requiere sal, esto seguro

debido a parte de su alimentación, ya que por las

mañana estos ponen en su dieta algas frescas (cochayuyo

y luche) a orillas del mar. Más tarde del día,

se van hacia el interior de la Isla en búsqueda de

un pasto común, pero también influenciado por las

sales de la costa. En su proceso de cocción, asado a

pura braza de leña local, su dorado fue muy rápido,

aproximadamente ya a la hora estaba con ese color

y crocancia que cautiva a los amantes de estas carnes

y esta técnica.

En boca es suave, de seguro su pasar en estas tierras,

lejos del ruido, ajetreo y la paz local hacen lo

suyo. En lo que a grasa se refiere, tiene lo necesario

para aportar sabor y muy lejos de aquello que aleja

a muchas personas de poder disfrutar de este producto.

Mi recomendación final es simple. No se niegue,

déjese querer por este lugar mágico y solo viva Isla

Mocha.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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96 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Rollitos de

pejerrey con luche

(para 4 personas)

Receta de

Lilian Viviana Vera Pérez

(+56 9 838 09 802)

Preparación

Ingredientes:

8 un. de Pejerreyes

100 grs. Mantequilla

1 Cebollas (picada fina)

4 dientes de ajo (picados fino)

200 grs. de luche fresco

80 grs. Queso parmesano o pan

rallado

Merkén a gusto

25 un. mondadientes

Salsa

50 grs. de mantequilla (en trozos

muy fríos)

4 dientes de ajo (laminados)

1 Cebolla cortada en cuadros

Vino Blanco (ideal chardonnay)

Jugo de naranjas recién exprimido

Cilantro

Limpiar muy bien los pejerreyes, eliminar espinas,

cortar a la mitad (por su largo), condimentar con un

poco de sal y aceite. Para el relleno: Sudar las cebollas

y el ajo en la mantequilla. Una vez transparentes,

agregar el luche fresco y cortado fino, luego el queso

parmesano o pan rallado según su preferencia.

Finalmente condimentar con sal y Merkén.

Disponer los pejerreyes sobre una tabla estirados

perfectamente, disponer el relleno sobre éstos y

enrollar suavemente. Cerrar con mondadientes.

Hornear por 10 minutos.

Para la salsa: Sudar (a fuego suave) la cebolla junto

al ajo; después de unos minutos agregar el vino

chardonnay y dejar reducir por unos minutos, agregar el

jugo de naranjas, luego los trozos de mantequilla y batir

enérgicamente, esto permitirá que la salsa se emulsione

y tenga la consistencia necesaria y finalmente agregar el

cilantro cortado irregularmente.

Presentación

Servir en plato bajo, dos o tres rollitos, incorporando

abundante salsa. Decorar / condimentar a gusto con

cilantro u otras especias según preferencias.

Maridaje

Vino Cinsault Rose 2016, D.O. Valle del Itata- Chile.

Viña Mora Reyes.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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98 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Budín de Lapas

Receta de

Teresa Isabel Rivas Vera

+56995571447

Instagram:

@casaortizislamocha

Ingredientes:

1 kilo de lapas de Isla Mocha

2 Panes amasados

½ cucharada pequeña de merkén

6 Huevos de gallina koyonka

2 Cebollas chicas

½ Cucharada de té de orégano

Preparación

Sal a gusto

¼ mantequilla

Aceite para base de fuente

3 dientes de ajos medianos

Se lavan las lapas y se cuecen. Luego se muelen en máquina de moler

carne. La cebolla se pica en cuadritos y se junta con el ají, el orégano y

se sofríe. Los ajos se pican y se mezclan con la cebolla. El pan se remoja

en agua y se estila, luego se adhieren los huevos y finalmente se juntan

los chapes y va a la budinera. Se integra todo y se revuelve con una

cuchara de palo. Al final se le agrega la mantequilla para dorarse.

Presentación

Se dispone en un plato (emplatar) y se puede colocar una rodaja de

tomate o papa cocida.

Maridaje

Vino blanco Muscat 2016 Secano. D.O.Valle del Itata- Chile. Viña Mora

Reyes

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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100 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Cochayuyo

primavera

Receta de

Susan Kuiny Alvarez Berrios

+56 9 680 40 878

kuinny_19end@hotmail.com

Ingredientes:

1 atado de cochayuyo

2 tomates

2 pepinos

2 paltas chicas

1 cebolla

½ pimentón

Preparación

Cilantro

Limón

Sal

Comino a gusto

1 cda. de aceite maravilla

4 Papas

Cocemos el atado de cochayuyo, picamos la verdura. La cebolla

se corta en cuadros (todo a cuadros), se pone en un bol donde se

juntan los ingredientes y al final se mezclan con los aliños. Se enfría

en el refrigerador unos cinco minutos. Se sirve con papas cocidas de

acompañamiento.

Presentación

Se dispone en un plato (emplatar) y se puede colocar una rodaja de

tomate o papa cocida.

Maridaje

Vino blanco Muscat 2016 Secano. D.O.Valle del Itata- Chile. Viña Mora

Reyes.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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102 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Locos Salteados

en Salsa Blanca

Receta de

Susan Kuiny Alvarez Berrios

Ingredientes:

½ docena de locos

1 cebolla

1 pimentón

Cilantro

7 papas

2 cucharadas de té de mantequilla

2 cucharadas de té harina

200 grs de queso

Tomillo

Una pisca de pimienta y

Una pisca de comino

Sal a gusto

Preparación

Se pone a cocer el loco una hora aprox. Una vez

cocido echamos a cocer las papas con cáscara (papa

rústica). Luego se agrega margarina en un sartén y allí

se empieza a saltear la papa con pelo, tomillo y sal

a gusto. Posteriormente, se prepara un salteado de

verduras con pimentón, cebolla a cuadros, margarina

en un sartén y luego se agrega el loco desmenuzado.

Una vez listo se le agrega un poco de agua y harina y se

Presentación

Una vez listo agregar las papas rústicas en un plato y

encima la mezcla del salteado de verduras con loco en

salsa blanca. La pongo en un plato de greda.

mezcla la harina con los ingredientes, se hace la salsa

blanca y se revuelve a fuego lento.

Se saltean las verduras junto con el loco cocido y

desmenuzado y se hace una mezcla y al final se agrega

la harina para darle consistencia al salteado.

Con el calor de la cocina se va revolviendo y va tomando

consistencia la mezcla.

Maridaje

Vino blanco Muscat 2016 Secano. D.O.Valle del Itata

Chile. Viña Mora Reyes

* Los productos “locos” de todas las recetas fueron aportados en plena

cosecha 2019, con autorización sectorial y donados para las demostraciones

del libro.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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104 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Pizza de Carapacho

Receta de

Daniela Francisca Coelho Araya

+56 9 75 11 69 47

islamochaindomita@gmail.com

Preparación

Ingredientes:

Para la masa

1 kg. de harina y 20 grs. de sal

10 grs. de levadura

60 ml. de aceite de oliva

600 ml. de agua

Sémola a gusto

Para el relleno

½ cebolla, 2 ajos y ½ tomate

200 grs. de jaiba reina de Isla Mocha

180 ml. de crema de leche

100 grs queso mozzarella

Una pisca de azúcar, Pimienta y Sal

La masa es con un kilo harina. Pesamos la sal y la

levadura. Entibiamos el agua y agregamos aceite de

oliva y el agua tibia, la masa se prepara 24 horas antes

de hornear la pizza, la masa se “amasa sola”, o sea la

masa sube y se trabaja en la mesa harinada y se pliega

como doblar un mantel. Eso se repite 4 veces cada 10

minutos y luego se deja reposar toda la noche.

Antes de hornear trabajamos la masa y le damos forma

a 400 grs de masa para una pizza y le damos forma

con sémola, y se va al horno por 15 minutos con 250

grados.

La cubierta cuenta con el ajo machacado y reposado en

aceite de maravilla se calienta el sartén y agregamos el

ajo la pimienta y revolvemos.

Luego la cebolla picada en cubos, sal y una pisca de

azúcar que cubra toda la superficie, luego la cebolla

y la jaiba, que se agrega desmenuzada junto con la

crema de leche.

Se revuelve antes que hierva y esta listo para rellenar o

cubrir la pizza. Se agrega tomate

Presentación

Se dispone en un plato de madera (emplatar) y

cubrimos con ciboulette picado fino y cortamos un

trozo para servir.

Maridaje

Vino Merlot 2016, Arrebato . Valle del Itata- Chile. Viña

Mora Reyes.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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106 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Papas rellenas con

jaiba y queso

Receta de

Daniela Francisca Coelho Araya

Ingredientes:

Un kilo de papas

Sal & Pimienta

Para el relleno:

1/2 kilo de jaiba desmenuzada

300 grs. de Queso y orégano a gusto

Preparación

Debemos cocinar las papas para posteriormente moler

y dejar enfriar. Luego se ralla el queso y se une con la

jaiba desmenuzada y el orégano.

Con las manos enharinadas tomar una porción de

puré de papas y aplastar sobre la mano. Agregar una

Presentación

Servir bien caliente / comer de inmediato.

cucharada de la preparación jaiba - queso y unir con la

mano cerrando los bordes.

Cubrir con harina y reservar en el congelador por 15

minutos antes de freir.

Maridaje

Vino Merlot 2016, Arrebato.

Valle del Itata- Chile. Viña Mora Reyes.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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108 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Empanadas de

jaiba-queso y

empanadas de

cochayuyo-queso

Receta de Daniela Francisca

Coelho Araya

Preparación

Ingredientes:

Ingredientes de la masa:

1 kg. de harina

20 grs. de sal

1 cdta. de polvos de hornear

400 ml. de agua

100 ml. de vino blanco

Ingredientes del relleno:

400 grs. de jaiba

300 grs. de queso

Cibulette

Empanadas de cochayuyo:

400 grs. de cochayuyo

300 grs. de queso

Ciboulette

Después de hacer la masa, rayamos el queso y

mezclamos con la jaiba reina desmenuzada.

Para las empanadas de cochayuyo hacemos el mismo

procedimiento, pero mezclamos con el cochayuyo.

Presentación

Servir apenas salga del aceite.

Luego estiramos la masa delgada llenamos una

cucharada de la preparación y cerramos en forma

tradicional de empanada, para posteriormente freír.

Maridaje

Vino Cinsault Rose 2016, D.O. Valle del Itata-Chile.

Viña Mora Reyes.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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110 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Entrada de jaibas

con Nalkas

de Isla Mocha

Receta de Virginia del Carmen

González Campos

(+56 9 851 866 64)

Ingredientes:

½ kilo carapacho de jaibas

½ Nalka Isla Mocha

10 grs. de cilantro

1 limón

½ cucharadita de sal

1 hoja de lechuga

Preparación

Picar la Nalka en cubos

Se mezclan los ingredientes y se aliña con limón y sal.

Presentación

Se sirve encima de una hoja de lechuga

Maridaje

Vino blanco “cosecha tardía” Secano. D.O.Valle del Itata - Chile.

Viña Mora Reyes.

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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Cocina territorial

mochana

Carlos Beltrán Torres

n la Isla podemos identificar claramente

E

el patrimonio alimentario que la caracteriza,

no en lo endémico de sus productos,

sino en la diferencia notable respecto

a los mismos recolectados, cultivados

o criados en otras latitudes. Solo algunos ejemplos:

Las nalcas de una jugosidad tan abundante como ácida

y la fibra tierna casi como su carne, características

presentes aún en tamaños inusualmente grandes. Absolutamente

diferentes a las continentales en su textura

y frescura, permaneciendo en común el sabor característico

de este tallo.

El maqui con un dulzor un tanto tímido comparado con

el fruto de valles y precordillera, lo que no es una des-

ventaja, portador de un sabor a sal tan sutil, que abre

la imaginación para muchos usos culinarios.

La huerta mochana eterna es alimentada continuamente

de semillas y pequeñas plantas. Se le mira con

orgullo y se le trata con cariño casi maternal bajo los

plásticos contemporáneos que hoy la cobijan. Sin

ella sería imposible satisfacer las ollas y sartenes que

siempre demandan zapallitos, cebollines, ajos isleños,

papas, zanahorias, puerros y un cuánto hay de otros

vegetales que acá en tamaño, intensidad de sabores

y colores, superan a los que llegan desde afuera,

pero la diferencia determinante la hacen los alimentos

arrebatados heroicamente al mar, aquellos frutos que

112 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


encierran historias que se funden con el mito isleño,

historias que determinan la importante carga cultural

y emocional que los soporta, pero no solo eso, son

también una explosión literal de sabor. Cada uno con

sus características tan particulares como el piure con

su indiscutible y perfecto dulce y salado, como el emblemático

y conflictivo loco, hoy sabiamente manejado

por sus guardianes, que nos ofrece en la mesa esa cremosa

resistencia que son parte de ese sabor indescriptible

aunque conocido. Y así también el cochayuyo, el

ulte, el luche, la luga forman parte de los insumos que

a diario solucionan sabrosamente a los isleños la necesidad

de alimentarse.

Y como un espíritu de la montaña todos han oído hablar

de él, pero solo los elegidos lo conocen; el fabuloso

“camarón de río de la isla”. Grande, suculento y

algo escurridizo, ahí está esperando a ser encontrado

para volverse héroe de las corrientes entregándose a

nuestros paladares.

No debemos ni podemos omitir a uno de los productos

embajadores, “El cordero mochano”. Quienes hemos

degustado sus carnes asadas o guisadas sabemos perfectamente

de qué estamos hablando. Menos grasa y

salobridad distintiva. Lo anterior hace de ésta singular

carne el ingrediente protagónico perfecto para un plato

sabroso y proteico sin la parafernalia acompañante

con que a menudo se matan estos privilegios. Magistralmente

asado directo a las brasas y acompañado por

unas insinuantes papas de la Isla con un “perfumito

de ajo”, chicha de manzana y muchos otros sabores,

todos de la Isla.

Isla Mocha reclama el momento de escenario para el

teatro de su cocina territorial, esa que no se improvisa,

que no se hace, que no se compra, pero que necesita

ponerse en valor por su gente. Isla Mocha la tiene y

grandiosa, pero debe visibilizarse, ese es el agua de su

riego con el que da el abono al alma de su gente.

Carlos Beltrán Torres

Cocinero Territorial

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

113


El Ulte; pareciera que esta antigua, noble y usada alga fuera

igual en todas partes en donde ondulante y sub acuática se

ofrece casi sin resistencia, siempre y cuando el mar esté de

acuerdo. Pero no, no es igual en La mocha. Y no es poetizar o

ensalzar para la ocasión, solo con percibir el dulzor etéreo y

distintivo que nos queda después de cada bocado sabemos

que es distinto. Además su intenso color opaca a su símil que

crece y alimenta en otras latitudes, lo que estoy seguro se

debe al secreto de cocerlo con algo de jugo de limón. Y el

aroma pone en alerta al paladar, como profecía de que si o si

se cumplirá…y se cumple.

Perfectamente cortado, sabrosa y sencillamente aliñado

como un pebre tradicional, solo cebolla, cilantro, un chorrito

de aceite, sal y jugo de limón.

Lo interesante aquí no son las proporciones de cada uno

de estos ingredientes, sin cantidades exactas ni repetidas,

son las cucharadas y pizcas de sabiduría y corazón de mujer

mochana.

La Jaiba; entre todos los cangrejos, distinta más si se sube

a los botes mochanos para viajar hasta la orilla y después

entregar su armadura consistente, su carne suculenta y

jugosa al calor intenso que encierran los fondos alentados

por la leña. Y entonces, después de sucumbir ante el destino,

nos deslumbra con su cambio de color, de pardo a intenso y

colorido rojo. Después del impaciente reposo hasta que las

jaibas mochanas estén frías, comienza la arrítmica cantata

de las piedras lisas y milenarias que ayudan al despoje del

grueso y colorado ropaje para dejar al descubierto todo el

sabor húmedo y aromático del inigualable regalo de esta

costa redondeada.

Para la delicadamente desmenuzada carne de jaibas un

poquito de mayonesa casera hecha con huevo azul de

kollonka, algo de verdeo de cebollín, otro algo de cebolla,

sal, jugo de limón, cilantro el infaltable y ¡oh sorpresa de

sorpresas! esta sublime preparación se ha instalado dentro

de un tomate liberado de sus interiores los cuales fueron

incorporados a esta mezcla deleitosa. Rico, inusual.

“Con estos ingredientes la señora Nelda nos confirmó donde

estamos. En la Isla Mocha aprendiendo y degustando esta

delicada y sabrosa combinación de productos territoriales

en la cual la técnica se rinde ante el sustento emocional

y cultural que soportan el plato” - Carlos Beltrán Torres /

Cocinero

114 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Ensalada de ulte

mochano y tomate

relleno con jaiba de

la Isla

Receta de Nelda Moya Varela,

Parcela 32,

+56 9 757 75477

Ingredientes:

Ulte

Jugo de limón

Carne de jaiba

1 Tomate

1 Cebolla

Mayonesa casera, cilantro, morrón

Preparación

Cocer el ulte con agua y jugo de limón durante dos horas. Cocer las

jaibas y sacar su carne. Extraer la pulpa del tomate y mezclar con la

carne de jaiba. Picar la cebolla en cuadros finos. Agregar mayonesa

casera, cilantro, morrón y sazonar a gusto.

Presentación

Montar las patitas de jaiba en el plato y decorar con pimentón, rojo y

verde, cilantro y/o ciboulette.

Maridaje

Sauvignon Blanc, Viña Pandolfi Price, Año 2018

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

115


Las Nalcas

Desde lo profundo y oscuro verde bajan casi resbalando las

esbeltísimas nalcas, únicas e irrepetibles las de estas tierras,

de manzanosa carne, de acidez y crocancia placentera

desbordando savia refrescante.

Elegidas como el dedicado al oficio solo sabe y después

atadas de a montón espalda con espalda casi doblegan al

que las trae.

Peladas y cortaditas a mano para que “no se amarguen”,

como recomienda la señora Sandra, se dejan en agüita con

limón y un poquito se sal

El Luche

“Calientito el luche calientito”. Se me vino a la memoria el

grito armonioso que alguna vez escuché en las calles del

continente.

Tan aferrado a la piedra como a la vida misma de los

isleños, salvador humilde de hambres y componente

delicioso de gulas trasnochadas. Capitán de madrugados

desayunos antes de subirse al bote. De la mano con el pan

y el vino ha esperado desde siempre que alguien se siente

respetuosamente a la mesa.

Y se juntan la falda del cerro y la orilla salada, nalca y luche

con un tanto de apio deshilachado y cortado en trozos

pequeños, cebolla en cuadraditos chicos, cilantro, merkén,

sal mesurada y jugo de limón. Todo bien revuelto para

integrar productos.

El plato me obliga a cerrar los ojos. Sedosidad con esa

técnica de terminar la cocción del luche con manteca,

frescura, sabor profundo a mar, crocancia, acidez. Todo en

perfecta armonía. Y de pronto lo metálico de la nalca y del

luche aparece sutilmente. Interesante es poder apreciar que

estando tan unidos en este plato se muestran cada uno con

sus personalidades.

Solo me faltó un poco de color, aunque no me atrevo a

sugerirlo por el temor de faltar el respeto a tan territorial

sabiduría. El vino más amigable para este plato fue, aunque

difícil por la nalca, Chardonnay, etiqueta Los Patricios, Viña

Pandolfi Price

116 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Ensalada de Luche

con Nalka de Isla

Mocha y apio

(8 personas)

Receta de Lucy Aguirre Moya

Ingredientes:

Luche 300 grs

1 cebolla

1/ nalka

Cilantro

Apio una mata

Limones

Preparación

Cocer el luche a fuego lento por dos horas, con un poco de

manteca y un poco de agua al final. Una cebolla se pica en

cuadros pequeños, junto a un poco de cilantro picado fino.

Se corta el apio en torrajas y se le agrega jugo de limón y sal a

gusto.

Presentación

Montar en un plato amplio, con rodajas de limón.

Maridaje

Chardonnay, Viña Pandolfi Price, Año 2016, Valle del Itata

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

117


Los locos

¿Se deberá el nombre popular a la locura que desatan?

Placeres, disgustos, encuentros buenos y malos, riqueza

en su máxima expresión para unos pocos, pobreza para

muchos, vidas arrebatadas por la codicia, por el vicio mismo

que embelesa a tan extraordinario y nuestro loco. Pero los

isleños aprendieron desde la lujuria que produjo en la selva

oscura, en las playas sorprendidas de tanto que fueron

traficadas, aprendieron a que fueron, son y serán parte

de su vida. Acá son grandes de verdad, como en ninguna

otra parte, porque los crían y los cuidan celosamente, no

como antes, hasta que el buzo experto avisa que están

listos. Entonces se transforman en bandera, estandarte, en

territorio, en patrimonio, en sustento y sobre todo en singular

alimento. Cocidos de una forma distinta a como lo hacemos

los continentales que damos horas y horas de baño caliente,

acá son entre salteados y hervidos, extraño por decir algo.

Pero la blancura amarillenta que presentan es imposible

de catalogar. La textura mantequillada y algo resistente a la

vez se convierte en un desafío al querer explicarla. El sabor

suave a mar abierto en calma evoca paraíso. Realmente es

un orgullo saber que este regalo profundo es nuestro, digo

nuestro porque está ahí, en la mesa con mantel de la Isla

Mocha.

Las papas, que son sembradas casi hasta perderse en las

olitas pequeñas, son crema firme una vez que Sandra las fríe

enteras y “con pelos”. Luego el cuchillo gastado asegura el

corte en rebanadas gruesas y se van al sartén pintado con

aceite, fiel sartén que las dora por sus caras. Acto sencillo y

maravilloso. Al plato llegan como venidas de unas bronceadas

vacaciones en alguna de estas playas.

Simplemente una cama de lechugas de alguna huerta

cercana o de algún invernadero “más moderno” de esta isla,

bien aliñaditas con sal, limón y aceite, crujientes y sedosas

como esperando lo que viene. Sobre este verdor suficiente se

acurruca el desmenuzado de jaibas, preparado casi igual que

el de la señora Nelda, y sobre éste alternadamente caen las

sabrosas rodajas de papas y de locos. Mayonesa casera solo

para intentar acompañar en colores porque “mucha queda

muy pesado”. Una vez más miles de mis dudas de cocinero

han sido aclaradas por esta humildad pretenciosa. Solo

agradezco.

118 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Jaibas con locos

de Isla Mocha

Receta de

Sandra Muñoz Muñoz

Ingredientes:

10 locos

½ lechuga

Porción de Jaibas de Isla Mocha (200 grs)

5 papas de Isla Mocha

Mayonesa casera

Cilantro y Jugo de limón.

Preparación

Se cuecen los locos con un poco de aceite de oliva en una olla. Se agrega

una cucharada de aceite y se pone aceite en la olla, se sienta, los locos

y se tapan. Se agrega ½ copa de agua y se va agregando agua a medida

que se va secando. La papa se lava y se fríe con pelo. Se rebana y se

pone en una sartén con aceite de oliva y se dora por ambos lados. La

papa cortada en rodajas, se “sella” por ambos lados.

Presentación

Se pone la lechuga como base del plato, encima la jaiba preparada y

los locos más las papas en rodajas. Agregamos un toque de mayonesa

casera para decorar.

Maridaje

LarkÜn, Sauvignon Blanc, de Viña Pandolfi Price / Valle del Itata

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

119


El sofrito legendario, institucionalizado en cada una

de las cocinas de nuestros viejos, de nuestros pares y

puedo asegurarlo que en las cocinas chilenas venideras

que se precien de tal. Es el comienzo humilde de la

mayoría de las preparaciones que nos dan patrimonio y

como tal no podía faltar en la Isla. Pero con la variación

propia, como casi en todas partes.

Cebolla cortada finamente en cuadritos, zanahoria

rallada, orégano, sal y si quiere algo de merkén. Pero lo

insustituible en esta tierra es el ajo mochano. Colorado

y albo su vestido. Picantitos y dulces sus dientes

vainilla clara. Delicadamente intenso.

El sartén espera humeante, maquillado con aceite

o con manteca. Primero las valientes, cebolla y

zanahoria, luego la estrella del sofrito, el ajo mochano

triturado rítmicamente en el mortero heredado. Luego

los últimos del reparto aunque no por ello menos

importantes.

Después de unos 5 minutos el luche ya cocido se

incorpora deseoso. Ya dentro del sartén se confunden

cada vez más verduras de mar y tierra con las sucesivas

revolturas de la cuchara de palo. Y sucede lo inesperado,

en la mano de Elizabeth aparece una generosa taza de

leche, inmaculada, blanca y con prestancia se lanza

sobre lo que hasta ahora es un revoltijo. De aquí en

adelante cambia todo para bien. Color, aroma y sabor

se hermanan y quedan absolutamente dispuestos a

ser juzgados. Pero aún no estaba todo dicho, faltaba la

lluvia dispersa de hierba buena cortada pequeñita que

coronó las sensaciones.

El luche prolijamente moldeado se nos presenta junto

a dos papas humeantes y floreadas, cocidas casi a la

perfección. Acompañaron unas tiernísimas hojas de

lechugas bien aderezadas y unas rodajas de tomate

que me parecieron en su conjunto como el invitado

de piedra a esta magnífica fiesta. Personalmente me

habría gustado la ensalada aparte. En todo caso un

plato ancestralmente humilde, sabroso y consistente,

diferente a otros en las sutilezas que solo saben dar las

mujeres mochanas

120 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Mar y Tierra

Receta de Elizabeth

Moya Varela

Parcela 32

fono 83873363.

Ingredientes:

Cebolla picada a cuadros

Zanahoria (1)

Ajo mochano (1 cabeza)

Orégano (1 cucharada te)

Luche ½ kilo

Leche 1 taza

Hojas de Hierbabuena

Sal

2 papas mochanas grandes

Preparación

Freír la cebolla junto con la zanahoria y el ajo, agregar orégano y ½ kilo

de luche: freír en una sartén precalentado. Una vez frito, sazonar con sal

a gusto y cuando la cebolla esté lista agregar la taza de leche.

Presentación

Colocar el luche en un molde para decorar y al lado las 2 papas y una

hoja de lechuga con 3 rebanadas de tomates.

Maridaje

Agradable sorpresa resultó maridar con un Malbec, Burdeo de Viña San

Roke / Valle Bio-Bío

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

121


122 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Cordero

Motemar

Receta del cocinero

Carlos Beltrán

Ingredientes:

600 grs.

30 cc.

1/4 cda.

3 cdas.

1/2 cda.

100 cc.

Pierna de cordero deshuesada y en cubos

Aceite vegetal neutro

Merkén

Ajo molido

Chaskú (tomillo) seco molido

Chicha de manzana fuerte

Sal a gusto

Preparación / paso a paso

1. Hacer un adobo con el merkén, el ajo y el chaskú más

una cucharada de chicha de manzanas.

2. Adobar el cordero y dejarlo reposar por unos 30

minutos

3. Calentar el aceite a punto de humo

4. Saltear el cordero por unos 2 minutos moviendo

constantemente

5. Desglasar con el resto de la chicha de manzanas

6. Tapar y dejar cocer a fuego bajo por unos 20 minutos

7. Cuidar de que no se seque ni se pegue el cordero.

Para ello disponer de un caldo de verduras o agua

simplemente e ir agregando si fuese necesario

8. Apagar fuego y reservar en el mismo sartén tapado

9. Agregar el cordero y sus jugos al mote con piures

Emplatado

Servir caliente con hojas de perejil cortadas muy finas

Maridaje

Cinsault 2017, Viña Juan Segura, Valle del Itata

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

123


124 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Mote con

piures

Cocina colaborativa

(Receta del cocinero

Carlos Beltrán)

Ingredientes:

800 grs.

30 cc.

4 cdas.

2 cdas.

1/2 cda.

2 dientes

300 grs.

Mote fresco o trigo mote cocido

Aceite vegetal neutro

Cebolla mediana cortada en cubos pequeños

Puerro cortado en cubos pequeños

Morrón rojo cortado en cubos pequeños

Ajo molido

Piures frescos y limpios

Sal a gusto

Preparación / paso a paso

1. Hacer un adobo con el merkén, el ajo y el chaskú más

una cucharada de chicha de manzanas.

2. Adobar el cordero y dejarlo reposar por unos 30

minutos

3. Calentar el aceite a punto de humo

4. Saltear el cordero por unos 2 minutos moviendo

constantemente

5. Desglasar con el resto de la chicha de manzanas

6. Tapar y dejar cocer a fuego bajo por unos 20 minutos

7. Cuidar de que no se seque ni se pegue el cordero.

Para ello disponer de un caldo de verduras o agua

simplemente e ir agregando si fuese necesario

8. Apagar fuego y reservar en el mismo sartén tapado

9. Agregar el cordero y sus jugos al mote con piures

10. Volver a integrar muy bien todos los ingredientes

Emplatado

Acompañar de tortilla al rescoldo con pebre de cebolla

y cilantro al limón

Maridaje

Malbec, Burdeos de Viña San Roke

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

125


Fotografía / Patricio Rosas Barriga.

126 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Imágenes

de la Isla Mocha

por Patricio Rosas Barriga

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

127














Bibliografía

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Armada de Chile. Chile.

Biblioteca Nacional de Chile (1997). “La Isla de las palabras rotas”. Quiroz, Daniel &

Zumaeta, Héctor (1994), En: Ecología, Historia y Cultura de la Isla Mocha, provincia

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Santiago, Chile.

Cartes, Armando (2015). Los cazadores de Mocha Dick. Pehuén Editores, Santiago,

Chile.

Coloane, Francisco (1978). El camino de la ballena, Edit. Zig-Zag, Tercera Edición,

Santiago, Chile.

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Goicovich, Francis & Quiroz Daniel (2008).De insulares a continentales. La historia

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Quiroz, Daniel & Sánchez, Marcos (1997).La Isla de las palabras rotas, Marcos

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Quiroz, Daniel (2007). LA CAZA DE LOBOS MARINOS EN Isla Mocha:¡Solo para

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Quiroz, Daniel (2003) . Los mapuches de Isla Mocha desde la óptica de los

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Valdés, Guillermo (1978). Seminario Historia de Concepción, 1860-1870. Universidad

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Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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Enlaces Digitales

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Pilcomayo” al mando del Cap. de Frag. Sr. Froilán González T. en 1892-1893.

http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:157349

Isla Mocha [material cartográfico] / por la Armada de Chile. Valparaíso: Armada de

Chile, 1941.

http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/631/w3-article-317725.html

Material Isla Mocha. Creado por Daniel Quiroz 1999.Departamento Antropología

Universidad de Chile.

http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/biblioteca/docs/islamocha/islamocha.

pdf

Etnografía

1. La entrevista al Lonko Teodoro Huenuman Llancapan, fue realizada en la casa del

lonko, el año 2006.

2. La entrevista al Ñidol Lonko Juan Segundo Huenupil, fue realizada en su casa en

la comunidad de Comillahue, en la primavera del año 2006.

3. La entrevista a don Juan Varela se realizó en su casa de Isla Mocha, en febrero del

año 2007.

4. La entrevista a don Jorge Aguirre Aguirre, se realizó en su casa de Isla Mocha, en

el mes de febrero del año 2007.

5. La entrevista a la Señora Elizabeth Moya Varela, se realizó en su casa de Isla

Mocha, en el mes de febrero del año 2007.

6. El relato de Nontuve es el resultado de una serie de relatos fragmentados, sumado

a la experiencia de haber visitado en varias oportunidades la Isla Mocha.

142 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Equipo

y sus roles dentro del libro

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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Equipo

Iván Pérez Muñoz

Director, Investigador, Editor, Escritor

Antropólogo Universidad Austral de Chile.

© Magíster Gestión del Patrimonio y Turismo

Sostenible de la Universidad Autónoma de Chile.

Diplomado Internacional de Especialización en

Derechos Sociales, Políticas Públicas y Gestión Global

de la Fundación Internacional Henry Dunant.

Director empresa de turismo sostenible Patagonia

Arauko (www.patagoniarauko.travel)

Director Propietario de la consultora Glocal Chile

(www.glocalchile.cl)

director@glocalchile.cl

Móvil: +56967897145

Pamela Guzmán Moncada

Corrección de Contenidos, Pruebas y Transcripciones

Egresada de Periodismo Universidad de Concepción.

Psicóloga Educacional Universidad del Desarrollo.

Magíster Psicología Educacional Universidad del

Desarrollo.

Doctoranda Universidad Iberoamericana, México.

psicologa@glocalchile.cl

Angela Morales Cariman

Angela Morales Cariman. Magister en Gerencia

Social de la Universidad de la Frontera. Profesora de

Educación Básica.

angiemoral29@gmail.com

Susana Gatica Gacitúa

Dirección & Edición Digital

Secretaría Regional Ministerial de las Culturas, las

Artes y el Patrimonio Región del Biobío.

Periodista

Ricardo Riffo Cortez

Periodista

Magíster en Comunicación Estratégica

ricardoriffo@gmail.com

Móvil: +56 9 5607 1440

Mauricio Valverde Sandoval

Diagramación, diseño, ilustraciones y fotografía

Diseñador Gráfico Universidad del Bio Bío.

Magíster en Comunicación Creativa UCSC

mauricio@estudiocienpies.cl

Móvil: +56981723666

Patricio Rosas Barriga

Fotografía

Director de Witran Fotografía.

https://www.instagram.com/patriciorosas71

witranfotografia@gmail.com

Móvil: +56 9 88190444

144 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Alonso Barraza Sáez

Chef Territorial

Cocina Internacional INACAP.

Diplomado en Administración de Cocina Comercial

INACAP.

alonso.barraza@gmail.cl

Móvil: +56 9 91221741

Carlos Beltrán Torres

Chef Territorial / Cocina Territorial.

Docente Carrera de Gastronomía Intercultural

Universidad Católica de la Santísima Concepción,

Sede Cañete.

lasazondelago@gmail.com

Móvil: +56 9 91008551

Ziley Mora Penrose

Investigador, escritor

Pedagogía en Filosofía de la Universidad de la

Frontera.

Licenciado en Educación de la Universidad Austral

de Chile.

Investigador en procesos humanos, coach y escritor.

ziley@escribirparasanar.com

Eugenio Salas Olave

Investigador, escritor

Artista visual, investigador de pueblos originarios,

escritor y académico, consultor y conferencista sobre

patrimonio indígena.

Pedagogía Media en Artes Plásticas Universidad

Católica de Temuco.

eugenio.salas@gmail.com

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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Agradecimientos

Instituciones

Glocal Chile Consultores.

EstudioCienpies (Diseño & Comunicaciones)

Witran fotografía profesional.

Agrupación de Artesanos Isla Mocha.

Armada de Chile – Isla Mocha.

Asociación Gremial de Pescadores Sector Norte, Isla

Mocha.

Colegio Armando Arancibia Olivos de Isla Mocha.

Centro de Padres y Apoderados Colegio Armando

Arancibia Olivos de Isla Mocha.

Comunidad Mapuche Pascual Mellado de Tirúa.

y otras afines de Isla Mocha.

Sindicato de Pescadores Isla Mocha.

Viña Juan Segura, Quirihue, Valle de Itata, Región de

Ñuble.

Viña Mora Reyes, Guarilihue, Valle de Itata, Región

de Ñuble.

Viña Pandolfi Price, Chillan Viejo, Valle de Itata,

Región de Ñuble.

Viña San Roke, San Rosendo, Valle Biobío, Región del

Biobío.

Personas

Corporación Nacional Forestal-CONAF.

Dirección General de Aeronáutica Civil. DGAC Isla

Mocha-Tirúa.

Ilustre Municipalidad de Tirúa.

Ilustre Municipalidad de Lebu.

Junta de Vecinos Sector Sur, Isla Mocha.

Junta de Vecinos Sector Norte, Isla Mocha.

Museo de Historia Natural y Marino de Isla Mocha.

Reserva Nacional Isla Mocha – CONAF.

Empresa Turística Isla Mocha Indómita

Servicio de Registro Civil – Sucursal Isla Mocha.

Sindicato de Mujeres Recolectoras de Algas Marinas

Armando Ortiz Rojas, historiador local de Isla Mocha.

Lilian Vera Pérez. Presidenta Junta de Vecinos Sector

Sur Isla Mocha. Hostal Punta Sur, Isla Mocha.

Luis Astete Castillo. Tesorero Sindicato de Pescadores

Isla Mocha. Gerente Hostal Punta Sur, Isla Mocha.

Angela Morales Cariman. Asesora chedugun.

Anny Cid Duran. Oficial Servicio Registro Civil Isla

Mocha.

Cristian Rozas Leiva, Representante Viña Sanroke.

Elizabeth Moya Varela.

Enevadita Riffo Riffo, Tesorera del Sindicato de

Mujeres Recolectoras de Algas Marinas y otras afines.

Enzo Pandolfi Price, Gerente. Socio Viña Pandolfi

Price.

146 Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas


Estela Drake Mendoza, escritora, Directora Artemisa

Consultores.

Etelinda Leonor Rojas Herrera. Camping Tia Peta.

Isla Mocha.

Fabián Mora Reyes, Socio Propietario Viña Mora

Reyes.

Gastón Varela Durán. Dirigente Deportivo Isla Mocha.

Héctor Yévenes Rojas. Carretonero Isla Mocha.

Jaime Hahn Cortes. Empresario agrícola y ganadero

Isla Mocha.

Jaime Herrera Rojas. Guardaparques Reserva

Nacional Isla Mocha.

Joaquín Astete Vera. Ganador Concurso Fiesta San

Pedro Navegable 2019 Isla Mocha.

Juan Guzmán Valdés. Administrador Camping Tia

Peta. Isla Mocha.

Julio Hahn, Gerente Lodge Punta del Saco, lado Sur,

Isla Mocha.

Pescadores de Isla Mocha.

Petronila Guzmán. Propietaria Camping Tia Peta, Isla

Mocha.

Rosalba Nuñez

Rigoberto Astete Herrera (Moroco). Camping Hostal

Punta Sur. Isla Mocha.

Sandra Muñoz Muñoz.

Susan Álvarez Berrios.

Teresa Rivas Vera, Hostal Casa Ortiz de Isla Mocha.

Tiare Varela Durán, Tesorera Agrupación de

Artesanos/as. Profesional ONG de Conservación

Ambiental Oikonos. Isla Mocha.

Víctor Mora Canales, Viña Mora Reyes.

Virginia González Campos. Vicepresidenta Junta e

Vecinos Sector Norte Isla Mocha.

Ximena Ortíz Rivas, Representante Hostal Casa Ortíz

de Isla Mocha.

Lucy Aguirre Moya.

Daniela Coelho Araya, Guía Turística y Propietaria

Isla Mocha Indómita.

Luis Ortíz Rojas, Director Museo Historia Natural y

Marino de Isla Mocha.

María Valenzuela Sandoval. Artesana Isla Mocha.

Nelda Moya Varela. Restaurante El Estero Isla Mocha.

Óscar Pailaya Painen. Operador de vuelos Aeródromo

Isla Mocha.

Patricio Parra Astete. Presidente Sindicato de

Isla Mocha / Selección de mitos, relatos, cuentos y leyendas

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