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Revista chilena del transporte e industria automotriz Revista chilena del transporte e industria automotriz

15.06.2020 Views

OPINION EXPERTOEl camino haciala seguridaden la rutaPOR RODRIGO SERRANO, VICEPRESIDENTECORPORATIVO DE INNOVACIÓN Y DESARROLLO DEWISETRACK CORPAllan Watts, filósofo británico, escritory sacerdote anglicano decíaque para lograr la seguridadno hay que enfrentarse a ella,sino incorporarla a uno mismo,tener un “estilo seguro”, una manera deactuar integrada a todo lo que hacemosy no como algo externo o a ratos. Nodeberíamos “tener un actuar seguro”sino que deberíamos “ser seguros en elactuar”.Esta filosofía cobra más relevancia alconducir un vehículo, porque nuestroactuar no solo nos involucra a nosotroscomo individuos, sino también a terceroscomo peatones, pasajeros, ciclistasy todos con quienes compartimos la víapública y, por supuesto, nuestras familias,colegas y seres queridos que se verán,directa o indirectamente afectados,si es que nos pasa algo durante el viaje.Datos como que en Chile, el año 2019,murieron casi 900 personas por algunaactitud de riesgo, que el 82% de todoslos accidentes se produce por imprudenciadel conductor, incluyendo el manejarfatigado y que el 18% se produce exclusivamentepor fatiga y somnolencia, sonalarmantes, más aún cuando luego delanálisis, queda claro que la mayoría soncompletamente evitables: no respetarvelocidades máximas permitidas o recomendadas,no respetar señales del tránsitoo semáforos, utilizar el celular o fumarmientras se conduce, conducir consueño o cansancio, cambios de pista sinseñalizar o realizar maniobras imprevistas,no mantener una distancia prudentecon otros vehículos o peatones, conducirbajo la influencia del alcohol o de drogas,no estar atento a las condiciones yestado de la vía, entre otras causas.¿Cómo podemos evitar o disminuirestas conductas de riesgo?La respuesta tiene tres etapas: La primeraes poder detectarlas, alertarnos deellas en el mismo momento en que sucedenpara poder corregirlas y así, mantenersiempre la mente en alerta de queesas conductas de riesgo, que quizás ejecutamossin pensar, se hagan evidentespara nosotros mismos.La segunda etapa es analizarlas, el descubrirel porqué de su causa, el motivopor el cual, sabiendo que son riesgosaslas tenemos igual. Ahí las causas son diversas:trastornos de sueño, exceso dehoras de conducción, procedimientosmal diseñados, falta de entrenamiento oconcientización, entre otras.La tercera y última etapa es generar lasacciones que permitirán a los conductorescambiar su comportamiento y no“enfrentarse al riesgo”, sino que hacerloparte del día a día a través de “actitudesseguras”, que si se fomentan y entrenan,de forma natural se actuará de formamás segura evitando las conductas deriesgo.Las actitudes seguras son principalmentecuatro: la empatía, la capacidad deponerme en el lugar del otro; el altruismo,la preocupación por el bienestar delos demás; la responsabilidad, cumplircon las obligaciones deberes y tareasencomendadas, y la previsión como lacapacidad de adelantarme a potencialespeligros y tomar las medidas para evitarlos.Al llegar a este punto, los conductores nosólo estarán beneficiándose a sí mismos,sino también a su familia y a toda la comunidadcon la que interactúa y no porquese sientan obligados o controladossino porque se habrán dado cuenta deque el riesgo es inminente a cada viaje,por sus características y nuestra condiciónde humanos imperfectos, por loque sólo un trabajo conjunto, dedicado ycon la correcta tecnología los hará llegarcada día a su casa sin ninguna tragediaque lamentar.4

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OPINION EXPERTO

El camino hacia

la seguridad

en la ruta

POR RODRIGO SERRANO, VICEPRESIDENTE

CORPORATIVO DE INNOVACIÓN Y DESARROLLO DE

WISETRACK CORP

Allan Watts, filósofo británico, escritor

y sacerdote anglicano decía

que para lograr la seguridad

no hay que enfrentarse a ella,

sino incorporarla a uno mismo,

tener un “estilo seguro”, una manera de

actuar integrada a todo lo que hacemos

y no como algo externo o a ratos. No

deberíamos “tener un actuar seguro”

sino que deberíamos “ser seguros en el

actuar”.

Esta filosofía cobra más relevancia al

conducir un vehículo, porque nuestro

actuar no solo nos involucra a nosotros

como individuos, sino también a terceros

como peatones, pasajeros, ciclistas

y todos con quienes compartimos la vía

pública y, por supuesto, nuestras familias,

colegas y seres queridos que se verán,

directa o indirectamente afectados,

si es que nos pasa algo durante el viaje.

Datos como que en Chile, el año 2019,

murieron casi 900 personas por alguna

actitud de riesgo, que el 82% de todos

los accidentes se produce por imprudencia

del conductor, incluyendo el manejar

fatigado y que el 18% se produce exclusivamente

por fatiga y somnolencia, son

alarmantes, más aún cuando luego del

análisis, queda claro que la mayoría son

completamente evitables: no respetar

velocidades máximas permitidas o recomendadas,

no respetar señales del tránsito

o semáforos, utilizar el celular o fumar

mientras se conduce, conducir con

sueño o cansancio, cambios de pista sin

señalizar o realizar maniobras imprevistas,

no mantener una distancia prudente

con otros vehículos o peatones, conducir

bajo la influencia del alcohol o de drogas,

no estar atento a las condiciones y

estado de la vía, entre otras causas.

¿Cómo podemos evitar o disminuir

estas conductas de riesgo?

La respuesta tiene tres etapas: La primera

es poder detectarlas, alertarnos de

ellas en el mismo momento en que suceden

para poder corregirlas y así, mantener

siempre la mente en alerta de que

esas conductas de riesgo, que quizás ejecutamos

sin pensar, se hagan evidentes

para nosotros mismos.

La segunda etapa es analizarlas, el descubrir

el porqué de su causa, el motivo

por el cual, sabiendo que son riesgosas

las tenemos igual. Ahí las causas son diversas:

trastornos de sueño, exceso de

horas de conducción, procedimientos

mal diseñados, falta de entrenamiento o

concientización, entre otras.

La tercera y última etapa es generar las

acciones que permitirán a los conductores

cambiar su comportamiento y no

“enfrentarse al riesgo”, sino que hacerlo

parte del día a día a través de “actitudes

seguras”, que si se fomentan y entrenan,

de forma natural se actuará de forma

más segura evitando las conductas de

riesgo.

Las actitudes seguras son principalmente

cuatro: la empatía, la capacidad de

ponerme en el lugar del otro; el altruismo,

la preocupación por el bienestar de

los demás; la responsabilidad, cumplir

con las obligaciones deberes y tareas

encomendadas, y la previsión como la

capacidad de adelantarme a potenciales

peligros y tomar las medidas para evitarlos.

Al llegar a este punto, los conductores no

sólo estarán beneficiándose a sí mismos,

sino también a su familia y a toda la comunidad

con la que interactúa y no porque

se sientan obligados o controlados

sino porque se habrán dado cuenta de

que el riesgo es inminente a cada viaje,

por sus características y nuestra condición

de humanos imperfectos, por lo

que sólo un trabajo conjunto, dedicado y

con la correcta tecnología los hará llegar

cada día a su casa sin ninguna tragedia

que lamentar.

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