Cuarentena a la Carta
Un fanzine que nace de interrogantes en torno a la re-configuración de nuestra relación con el alimento y la comida en tiempos de cuarentena.
Un fanzine que nace de interrogantes en torno a la re-configuración de nuestra relación con el alimento y la comida en tiempos de cuarentena.
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Dedicado a todas las personas que sufren porque
no han podido salir de brunch esta cuarentena.
Queremos que sepan que entendemos su dolor.
O sea, no hay nada peor que eso... ¿No?
Llevo mucho tiempo
reflexionando sobre
la comida y tenía
que compartirlo
Probablemente sea por culpa de la ansiedad y agobio
que esta situación me ha causado por momentos, pero
últimamente no paro de probar nuevas recetas, ver
documentales en netflix sobre cocina (si, documentales),
y comer, comer, comer!! Tanto he pensado sobre comida,
que sentí el llamado de crear un fanzine al respecto.
Este tiempo que he pasado en casa, me ha hecho
reflexionar en torno a la forma que nuestra relación
con los hábitos cotidianos se ha visto re-configurada.
La comida es un claro ejemplo. He de admitir que en el
pasado daba por sentado abrir mi nevera y encontrar algo
que comer; puesto ahí por arte de magia y no gracias a
mi papá que cocina (su comida es mi favorita) y que salía
todas las semanas a la tienda. Ahora hacemos mercado
por internet, y cuando la comida llega la desinfectamos
meticulosamente, un proceso que puede tomar horas. Hace
tres meses no me habría imaginado haciendo esto, nunca.
Además, pedir domicilios todo el tiempo no es viable, así
que economizamos los alimentos lo más que podemos.
Literal mi mamá planea menús para cada día.
¿Cosas que aprecio estos días? Sentarme a comer y
hablar con mi familia. Retomar mi pasatiempo de
hornear postres y encontrar paz en lavar los platos.
Tener un plato sobre la mesa a diario.
Cuarentena: la
ansiedad, la comida
y el cuaderno.
Perdón por comenzar así, pero tengo que decirlo: Los
colores de esta página no dejan de hacerme pensar en una
deliciosa torta Red Velvet. Ya, lo dije.
Ahora sí puedo empezar tranquilo.
Como se puede leer en el collage, mi nombre es Luis.
Aquí les hablaré de mi experiencia con la comida en la
cuarentena. Para mí ha habido dos etapas muy marcadas.
Viviendo con mi novio era usual comer comida
congelada, pero deliciosa, si estábamos muy ocupados.
¡Algunas veces de tanto pensar en la Universidad se
me olvidaba completamente comer! Y algunas
otras la Universidad me causaba tal ansiedad que
comenzaba a comer todo lo que me encontraba. Aún
así, compartimos mucho cocinando juntos cuando
podíamos hacerlo, y todo sabía delicioso así fueran los
platos más sencillos. ¡Ay, el amor!
En este momento estoy con mi mamá, porque me hacía
mucha falta. Aquí no pasa un día sin que se cocine algo
delicioso, y más si hay una ocasión especial.
Le abono a la cuarentena que me devolvió las pequeñas
charlas en el comedor con mi familia.
Por la situación, soy ENEMIGO de los domicilios, pero
si en algún momento los hago o salgo a comprar algo, sé
que puedo contar con la eficacia del alcohol:
SOY SU FAN #1.
Lo que más
hemos visto en
redes sociales
durante estos
días: Comida
Tenemos la certeza de que más que nunca, las redes sociales
están llenas de fotografías de comida preparada por nuestros
amigos e influencers favoritos. Probablemente sea la manera
que hemos encontrado para seguir mostrándonos frente a los
otros, de sentir que tenemos esta situación bajo control, o de
llenar ese “vacío existencial” que por estos días nos da más duro.
Sin embargo, esta avalancha de recetas que estamos preparando
“por pasar el tiempo”, “porque estamos aburridos”, o “porque hay
que ser productivos durante la cuarentena”, nos ha puesto a
reflexionar sobre cuestiones alarmantes de privilegio. Este
tipo de discursos perpetuan una mentalidad individualista e
invisibilizan a aquellos que se ven en la obligación de seguir
saliendo de sus casas para comprar el alimento de la semana
o del día, y a los que se han visto afectados por la situación
de forma que no les da tiempo para “aburrirse” o “aprender a
hacer algo nuevo”. Podrá sonar raro, pero una simple historia
de Instagram puede hablar de las relaciones de poder en las que
estamos inmersos y de nuestra falta de sensibilidad
frente a las realidades de los demás.
No, no estamos diciendo que cocinar y compartir lo que
cocinamos es malo, de hecho lo animamos a que lo haga. Pero
sea consciente de lo privilegiado que es por poder hacerlo.
Redescubrimos el
alimento como un
espacio de diálogo
y creación de
comunidad
Les vamos a contar una anéctoda de Melissa: hace
unos días, le llegó al correo un extenso recetario que la
universidad creó pensando en los estudiantes, con pasos
sencillos e ingredientes nutritivos y fáciles de conseguir.
Este gesto, aunque parezca simple, la hizo sentir cuidada
y nos recordó el poder subestimado que tiene la
comida para unirnos y demostrar cariño.
En medio de esta situación, los límites físicos a los
cuales debemos atenernos cotidianamente se han
hecho aún más evidentes. Esto ha dado paso a una
búsqueda de estrategias para mantenernos en contacto
y, al surgimiento de interesantes iniciativas en redes
sociales. Así, miles de personas han empezado a reunirse
alrededor de dinámicas y proyectos que involucran
compartir recetas, tutoriales, transmisiones en vivo y
videos de cocina. Aunque no lo creamos, estamos ante
el orígen de nuevos territorios en los que se construyen
redes de intercambio y soporte.
Las redes sociales no son el demonio, no necesariamente nos
tienen que distanciar. Al compartirle a alguien ese truco para
que las galletas de chocolate le queden con la textura perfecta,
usted se está sumando a la construcción de comunidad.
Los menjurjes y la
locura del alcohol
“Cuando hay un fenómeno de gran relevancia,
pero con un escaso nivel de conocimiento se
generan toda clase de mitologías y de actitudes
exageradas”
~Manuel Castells
Hay que aceptarlo: todos nos hemos vuelto un poco locos
con la pandemia. Un ejemplo de ello es la obsesión con
la limpieza. Si hay que salir por algún motivo o recibir
algo del mundo exterior, tenemos preparado todo un
protocolo para desinfectarlo todo. Sin embargo, algunos
se lo han tomado demasiado en serio, así como el papá de
un amigo de Luis, quien le hechó antibacterial a un pan
antes de comérselo. Sí, A UN PAN.
¿En serio estamos tan locos?
También existe la otra cara de la misma moneda. ¿No
le gusta el alcohol? Tranquilo, en internet se le tienen
todos los menjurjes y preparaciones divinas que
mantendrán al coronavirus fuera de su casa. Por
ejemplo, ¿tiene una biblia en casa? ¡Pues ya está a salvo!
Ábrala y justo en la mitad encontrará un pelito divino.
¿Que si el pelo es suyo? ¡Qué va! ¡Es un pelo de ángel!
Hiérvalo, tómese el agua y santo remedio: ahora es
inmune al coronavirus. Y si no es creyente, también se
le tiene una sopita de ajo, cebolla, jengibre y limón, que
con su poder antimicrobiano lo mantendrán como el
vencedor en la batalla contra el coronavirus. Así de fácil.
Hay toda una comunidad que cree todo esto, llevada por
la desinformación y la locura del encierro. Por favor, no
haga parte de ella. Infórmese.
¿Ya acabaste de
comer?
A EJERCITARSE
Era de esperarse: Si la comida es un “trending topic” en
todas las redes sociales y en la propaganda durante la
cuarentena, el ejercicio también lo es. Nos ha pasado
que al revisar nuestras redes luego de quedar satisfechos
(o a veces más que satisfechos) lo primero que vemos
son historias o posts de nuestros amigos o de otras
personas haciendo ejercicio. De inmediato emerge un
sentimiento de culpa y una variedad de preguntas: “¿Estoy
gordo?”, “¿Por qué no estoy haciendo ejercicio ahora
que tengo “tanto” tiempo libre?”, “Ay Dios, Luis, mira esa
ensalada... ¿Debería hacer dieta?”
La gran cantidad de posts sobre una vida sana y fit hacen
que las dudas e inseguridades salgan a flote. Puede
que vivas una vida sana e incluso que comas bien, pero
ver cuerpos esculturales forjados en la cuarentena te
puede llevar a pensar en que has hecho todo mal y debes
hacer ejercicio siempre que puedas. Y no solo eso:
a veces tus propios amigos, metidos en el cuento del
ejercicio, alimentan tus inseguridades con sus mensajes
sin siquiera saberlo.
Porque las palabras pesan más que “unos kilitos de más”.
Es cierto que hay que cuidarse, y más en esta época que
estamos encerrados y la ansiedad crece.Sin embargo,
es importante saber que tener una vida sana no
necesariamente está ligado a tener un cuerpo perfecto.
La propaganda y
el discurso de
las emociones
¿Quién ha pasado la cuarentena sin ver un solo anuncio?
Exacto. Nadie. Todos convivimos con los anuncios en
nuestra vida diaria: en televisión, en redes sociales, hasta
en nuestro juego favorito. Sin embargo, la propaganda
ha mutado considerablemente en estos tiempos de
cuarentena, llevada fuertemente por el aumento de los
domicilios y el discurso de las emociones.
Un ejemplo de ello es el día de la madre. Este día ya es
conocido por las frases: “consiente a tu mamá” o
“hazla feliz en su día”, las cuales llevaron a miles de
personas a adquirir productos deliciosos sin los que sus
mamás no serían felices. Además, tantos anuncios llevaron
a múltiples publicaciones de “lo que le cociné a mi mamá
hoy”. Lo triste es pensar en lo efímero de estos actos y
celebraciones. ¿Por qué no celebrar a nuestras madres
y consentirlas todos los días?
Otro es el caso de Rappi. Al estar encerrados, muchas
veces pedimos domicilios de tal forma que alguien más
se arriesga por nosotros. Por ello los llaman “Héroes,
que siempre están con nosotros”. Sin embargo, llamarlos
héroes no soluciona ninguno de sus problemas y es solo
una forma de sentir que los “reconocemos” y los “apoyamos”.
No decimos que los rappitenderos no sean héroes.
De cierta forma, sí lo son. Lo que no aceptamos es que
invisibilicen su verdadera situación con tan vacía palabra.
La importancia
de comer
local, ético y
responsable
Sí, todas las imagenes que incluimos en el collage de la
izquierda son de emprendimientos y negocios locales
en nuestro país. Y ustedes todavía comprándole sus
almuerzos a una cadena extranjera de comidas rápidas, que
probablemente no le está pagando bien a sus empleados, y
mucho menos durante estos días.
Una de las cosas que nos ha enseñado la situación
actual, es que el modelo de consumo al cual estamos
acostumbrados es insostenible y, más que nunca,
comprendemos la necesidad de mantener la economía
y tradición local a flote desde hábitos tan aparentemente
sencillos como la alimentación. Así como los campesinos
y restaurantes locales contribuyen significativamente a que
nuestras mesas aún tengan alimento y a que la tiendita de la
esquina se mantenga surtida en medio de esta coyuntura,
también está en nuestras manos ayudar y crear una red de
apoyo en torno a ellos. Ya sea para realizar mercado o para
pedir comidas a domicilio, los emprendimientos han creado
alternativas muy interesantes para llegar a nuestras casas.
Aproveche todo el tiempo que está pasando en Instagram
durante la cuarentena y busque negocios de comida locales.
Se va a sorprender con la variedad y calidad. Si quiere y
tiene la posibilidad, vale toda la pena apoyarlos!
Esperamos que estos interrogantes que nos surgieron
a nosotros, despierten en ustedes la necesidad de
reflexionar y re-pensarse en torno a sus propios hábitos
de consumo. La comida, por más sencilla que parezca,
es un acto político y uno de los pilares desde los cuales
construimos sociedad.
No la de por sentado.
Bye!