Lepe Actual - Mayo 2020 - 080520

08.05.2020 Views

4DEpor José Dacosta RamírezEL PESO DE LAS CRUCESNos iba más o menos bien; estábamos a la cabeza deEuropa en crecimiento, y casi olvidando las penuriasdel último desastre económico.Y cuando todo tenía buena pinta, excepto algunosmiembros del gobierno, llegó el “Covid-19” quefue recibido por una inexplicable y multitudinariamanifestación feminista en Madrid.Fueron de las primeras en contagiarse porque allí hubobesos, arrumacos, jolgorio, alegría para el cuerpo, y lacapital se infectó todita.La verdad sea dicha, el asunto de la pandemia no espara frivolizar porque se está llevando demasiadasvidas; pero tampoco para tomárselo con pesimismo,como intentarán que lo enfoquemos los agoreros del“fin de los tiempos” para pescar en rio revuelto.Pero es cierto, que a esta soberbia y egoísta civilización,a nosotros los terrícolas que nos creemos el no vamás del universo, nos ha parado los pies un diminutoDavid, que si bien no viene armado de una honda, sínos sumirá en otra honda de depresión económica eincluso existencial.Nos deja sedientos de ferias y romerías la dichosamolécula que nos ha quitado el confort de los abrazosy diezma nuestra especie, y también hambrientosde Semana Santa aunque nos haya hecho cargar condemasiadas cruces.De ahí que con el peso de las mismas, hayamos “caído”en la cuenta, de que no somos invencibles y de que notenemos que mirarnos tanto por encima del hombro.No hay mal que por bien no venga, y el miserablemicrobio ha hecho que aflore al menos un atisbo dehumildad entre los ególatras o adoradores del becerrode oro de la abundancia.Desde mi pesar por las víctimas, y mi reconocimientoa los que hacen peligrar sus vidas para salvar lasnuestras, rompo una lanza a favor de los actoressecundarios de este drama: agricultores, ganaderos,pescadores, y otros currantes del sector primario.Cargan con la cruz de ser los peor pagados en unescenario sin aplausos, y siguen dando el callo paraabastecernos, mientras miramos en la tele groserastertulias entre personas de escasa formación ymenos vergüenza que ganan dinero a patadas sin darun palo al agua.

EditorialMAYO VOLVERÁ A FLORECERpor Paco CorderoQué raro se nos va a hacer el mes de mayo. Elduende de la historia, si es que lo hay, ha queridomarcar este mayo de 2020 de gris, pero de un grisoscuro y extraño. Nunca antes el gris que conocemos, el delas nubes y la lluvia, había impedido que Lepe se llenasede colores en primavera, que acompañase a su madre haciasu ermita romera... Pero después de 53 años de Romeríasininterrumpidas, el destino nos está jugando una malapasada.Pero Mayo volverá a florecer. Volverán los nerviosde los días previos y volverán a lucir de blanco impolutolas fachadas. Volverán las flores a inundar la calle Iglesiay los papelillos azules y blancos nos guiarán de nuevohasta fuente vieja y los cruces para encaminar El Terrón.Volverán los abrazos, los amigos, los cantes, las palmas,los tambores, el vino, el camino, las plegarias, los rezos,las promesas cumplidas. Volverá el sol a ponerse sobre ElTerrón cuando vea llegar a su madre para bañarla de oro.Volverán las estrellas a las noches, las antorchas a alumbrarel recinto, las candelas abrigarán al amigo que te brinda suhermandad y que en una copa de aguardiente desgañita unpiropo por sevillanas a la más Bella. Volverán las medallasa lucir en los pechos, junto a los corazones... Volveremos aestar con Ella en la velada y ya jamás volveremos a dejarlasola, aunque nunca se ha sentido así, y así nos lo transmiteahora, desde su ventana del Camarín.Y… como dice nuestro amigo “Espiri” en su sevillana…<<se habrá acabao la espera>>, y vestido de primavera,Lepe será de nuevo alegría, y con su Virgen de la Bella,andando, volverá de Romería.

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DE

por José Dacosta Ramírez

EL PESO DE LAS CRUCES

Nos iba más o menos bien; estábamos a la cabeza de

Europa en crecimiento, y casi olvidando las penurias

del último desastre económico.

Y cuando todo tenía buena pinta, excepto algunos

miembros del gobierno, llegó el “Covid-19” que

fue recibido por una inexplicable y multitudinaria

manifestación feminista en Madrid.

Fueron de las primeras en contagiarse porque allí hubo

besos, arrumacos, jolgorio, alegría para el cuerpo, y la

capital se infectó todita.

La verdad sea dicha, el asunto de la pandemia no es

para frivolizar porque se está llevando demasiadas

vidas; pero tampoco para tomárselo con pesimismo,

como intentarán que lo enfoquemos los agoreros del

“fin de los tiempos” para pescar en rio revuelto.

Pero es cierto, que a esta soberbia y egoísta civilización,

a nosotros los terrícolas que nos creemos el no va

más del universo, nos ha parado los pies un diminuto

David, que si bien no viene armado de una honda, sí

nos sumirá en otra honda de depresión económica e

incluso existencial.

Nos deja sedientos de ferias y romerías la dichosa

molécula que nos ha quitado el confort de los abrazos

y diezma nuestra especie, y también hambrientos

de Semana Santa aunque nos haya hecho cargar con

demasiadas cruces.

De ahí que con el peso de las mismas, hayamos “caído”

en la cuenta, de que no somos invencibles y de que no

tenemos que mirarnos tanto por encima del hombro.

No hay mal que por bien no venga, y el miserable

microbio ha hecho que aflore al menos un atisbo de

humildad entre los ególatras o adoradores del becerro

de oro de la abundancia.

Desde mi pesar por las víctimas, y mi reconocimiento

a los que hacen peligrar sus vidas para salvar las

nuestras, rompo una lanza a favor de los actores

secundarios de este drama: agricultores, ganaderos,

pescadores, y otros currantes del sector primario.

Cargan con la cruz de ser los peor pagados en un

escenario sin aplausos, y siguen dando el callo para

abastecernos, mientras miramos en la tele groseras

tertulias entre personas de escasa formación y

menos vergüenza que ganan dinero a patadas sin dar

un palo al agua.

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