REVISTA SEMANA SANTA 2020
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INTERÉS TURÍSTICO INTERNACIONAL
y mental, requieren una especial
atención.
En ese desarrollo físico y mental,
tienen un papel protagonista los
padres. Pero quiero centrarme sobre
todo en la importancia del desarrollo
mental. Del derecho que asiste a
estos, y sólo a los padres, a poner
los medios que consideren oportunos
para la educación de sus hijos.
La DECLARACIÓN UNIVERSAL DE
LOS DERECHOS HUMANOS, en
su Resolución 217 A (III) del 10 de
Diciembre de 1948, en París y en su
Artículo 18 dice:
· Toda persona tiene derecho
a la libertad de expresión; este
derecho incluye la libertad de
cambio de Religión o Creencia,
así como la libertad de manifestar
su religión o su creencia,
individual o colectivamente, tanto
en público como en privado, por
la enseñanza, la práctica y la
observancia.
Igualmente, el Artículo 26, de la
misma Declaración, estipula:
· Los padres tendrán derecho
preferente a escoger el tipo de
educación que habrá de darse a
sus hijos.
Pero aún contamos con legislación
más cercana a nosotros,
nuestra propia Carta Magna, la
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE
1978, como no podía ser de otra
manera, abunda sobre los mismos
Derechos y en muy parecidos
términos.
En su TITULO I, de los Derechos
y Deberes Fundamentales de los
Españoles, establece en el Capitulo
Segundo, Derechos y Libertades:
· Artículo 27:
3.- Los poderes públicos
garantizan el derecho que asiste
a los padres para que sus hijos
reciban la formación religiosa y
moral que esté de acuerdo con
sus propias convicciones.
Pero después de todo este relato
Jurídico – Administrativo, en el que
queda claro y patente que un hijo lo
es de sus padres, de hecho y de
derecho, ya sea biológico o por
adopción legal. Por lo tanto un hijo
no lo es de ningún Estado, Gobierno
o Comunidad de Vecinos, por
muchos circuncoloquios lingüísticos
y parafernalia dialéctica que nos
quieran vender a precio de saldo, y
los deberes y derechos de los padres
para con los hijos recaen sobre ellos.
Por esto voy a volver al principio de
mi escrito, a su título: “SOY HIJO DE
DIOS”.
A mi me concibieron, fruto de una
amor bendecido por el Sacramento
del Matrimonio, Luis y Natividad, (soy
el tercero de cinco hermanos) y una
soleada y fría mañana de Enero mi
madre me parió en casa, como se
hacía antes, entre sábanas blancas,
con la comadrona y la Tía-abuela
Francisca, venida del pueblo para
ayudar en el alumbramiento y a la
parturienta los primeros días del postparto.
Así me lo contaban muchas veces,
orgullosos, mis padres Q.E.P.D. y que
me dieron la vida, me mantuvieron,
me educaron, me regañaban si
hacía alguna trastada, me cuidaban
si estaba enfermo y a buen seguro
aún hoy desde sus luceros, en el
cielo, me siguen cuidando y velando
por mí y por cuantos aquí esperamos
reunirnos algún día en la nueva VIDA.
A los pocos días de venir a este “valle
de lágrimas”, me llevaron a la hoy
ya Basílica de Santa Eulalia y recibí
el Sacramento del Bautismo, fui
Bautizado “En el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo”. Rafael y
Rita, primos de mi madre fueron mis
padrinos. A partir de ese momento yo,
ya era miembro de la Iglesia Católica,
Apostólica y Romana, ya formaba
parte del Cuerpo Místico de la Iglesia
de Dios, cuya cabeza es Jesucristo y
los demás conformamos el resto de
sus Miembros.
Pero yo, ya era “Hijo de Dios” antes
de recibir la Gracia del Espíritu Santo,
cuando el Sacerdote derramó sobre
mi cabeza el agua bendecida, antes
de que me ungiera con el óleo bendito
y marcado con el signo de la Cruz.
MÉRIDA I Semana Santa 2020
ARTÍCULOS
Yo soy hijo de Dios, porque Cristo
en su “Eucaristía” de la CRUZ, junto
a María su Madre y al discípulo Juan,
nos consagró a todos fraternalmente,
entregándonos a María como Madre
Nuestra y Él Dios Hijo, hecho hombre,
Hermano eterno, hijos de Dios Padre
de Amor y Misericordia.
Y como hijos de Dios debemos vivir
y actuar:
“En esto conocerán que sois mis
discípulos, si os amáis los unos a los
otros”
(Juan 13: 34-35)
¿De quién, sino de Dios Creador del
Universo, solamente, podemos ser
hijos?
¡Que lástima aquellos que no creen!,
que no tienen fe, que no se la
enseñaron o que la perdieron. Porque
tienen el alma vacía, carecen de
esperanza y sólo viven el momento
presente, sin importarles nada
más que lo material, la opulencia,
sometiendo todo a la fórmula de lo
relativo. ¡Qué pena hermanos!
“Y Dios creó al Hombre a su imagen,
lo creó a imagen de Dios. Hombre y
mujer los creó. Y los bendijo con estas
palabras:
¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y
llenen la Tierra! ¡Domínenla! ¡Sean los
Señores del mar, de las aves de los
cielos, y de todos los seres que reptan
por la tierra!” (Génesis 1: 27-28).
Por eso Yo soy hijo de Dios.
“Hijos obedezcan a sus padres como
agrada al Señor, porque esto es justo.
El primer Mandamiento que contiene
una promesa es éste: “Honra a tu
padre y a tu madre, para que seas feliz
y vivas una larga vida en la Tierra”.
Y vosotros, padres, no hagáis enojar a
los hijos, sino más bien educadlos con
la disciplina y la instrucción que quiere
el Señor” (Efesios 6)
Por todo esto, y por muchas más
cosas, Yo soy hijo de Dios, y doy
gracias que así sea.
PAZ y BIEN.
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