18.03.2020 Views

Ready Player One - Ernest Cline

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

“PARZIVAL” HACE HISTORIA Y ENCUENTRA LA LLAVE DE COBRE».

Permanecí unos segundos aturdido, con la respiración entrecortada, hasta que

Art3mis me dio un codazo que yo, claro está, ni siquiera sentí. Pero mi avatar sí

retrocedió unos pasos.

—¿Lo has derrotado a la primera? —me gritó.

Asentí.

—Él ha ganado la primera partida, pero yo le he ganado las otras dos.

—¡Mierda! —exclamó ella, apretando mucho los puños—. ¿Y cómo coño has

hecho para ganarle en la primera justa?

Estaba bastante convencido de que me habría dado un puñetazo en la cara si

hubiera podido.

—He tenido suerte, eso es todo —me justifiqué—. He jugado mucho a La justa

con un amigo. O sea, que estaba muy preparado. Estoy seguro de que si tú hubieras

practicado tanto como yo…

—Por favor —me interrumpió, levantando una mano—. No te pongas paternalista

conmigo, ¿de acuerdo? —Soltó lo que sólo se me ocurre describir como un gruñido

de impotencia—. ¡No me lo puedo creer! ¿Te das cuenta de que yo llevo cinco

semanas intentando ganarle?

—Pero si hace un momento me has dicho que eran tres…

—¡No me interrumpas! —Volvió a darme otro codazo—. Llevo más de un mes

entrenándome en La justa sin parar. ¡Veo avestruces voladoras hasta cuando sueño!

—Pues eso no puede ser bueno.

—¡Y tú entras aquí y te lo cargas en el primer intento!

Empezó a darse puñetazos en la frente, y entonces me di cuenta de que no estaba

enfadada conmigo, sino consigo misma.

—Escúchame —le dije—. En serio. He tenido buena suerte. Los juegos clásicos,

los de monedas, se me dan bien. Son mi especialidad. —Me encogí de hombros—.

Deja de pegarte como en Rain Man, ¿vale?

Ella me hizo caso y me miró. Transcurridos unos segundos, soltó un largo

suspiro.

—¿Por qué no podía ser Centipede? ¿O Pac-Man? ¿O BurgerTime? En cualquiera

de los tres casos seguramente yo ya habría franqueado la Primera Puerta.

—Eso yo no lo sé —contesté.

Art3mis me lanzó una brevísima mirada asesina, seguida de una sonrisa diabólica.

Se volvió para dirigirse a la salida y empezó a ejecutar una serie de gestos elaborados

en el aire, frente a ella, mientras susurraba las palabras de algún encantamiento.

—Eh —le dije—. Espera un momento. ¿Qué estás haciendo?

Aunque en realidad ya lo sabía. Al terminar de pronunciar el hechizo, una pared

de piedra gigantesca apareció allí mismo y cubrió al momento la única salida de la

www.lectulandia.com - Página 92

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!