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Ready Player One - Ernest Cline

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introducir el destino en la pantalla táctil, porque éste ya figuraba codificado en el

vale. Me limité a introducirlo en una ranura y un mapa de Ludus apareció en la

pantalla y mostró una línea que unía mi ubicación con el lugar al que me dirigía, un

punto verde y parpadeante junto a la Escuela Pública número 0571. La cabina calculó

al momento la distancia que recorrería (462 kilómetros), y el importe que se

facturaría al colegio por el traslado (103 créditos). Comprobó el vale, el billete

apareció como PAGADO y mi avatar se esfumó.

Reaparecí al instante en una cabina idéntica, en el interior de una terminal de

transporte también idéntica, pero situada en el lado opuesto del planeta. Mientras

salía a toda velocidad vi, a lo lejos, en dirección sur, la Escuela Pública número 0571.

Era exactamente igual que la mía, salvo por el paisaje que la rodeaba. Reconocí a

algunos alumnos de mi colegio que se dirigían al estadio de fútbol cercano para

asistir al partido y animar a nuestro equipo. No entendía bien por qué se molestaban.

Podrían haberlo visto por el canal de vídeo y los asientos que quedaran libres en el

estadio serían ocupados aleatoriamente por fans PNJ, que beberían a grandes sorbos

sus refrescos virtuales y engullirían sus perritos calientes sin dejar de animar a su

equipo a grito pelado. Algunas veces harían incluso «la ola».

Yo ya había empezado a correr en la dirección contraria, por un prado verde y

ondulado que se extendía tras el colegio. Una pequeña cadena de montañas se

elevaba a lo lejos y al pie de ella se distinguía el bosque con forma de ameba.

Opté por la función automática de mi avatar, abrí mi inventario y seleccioné tres

de los artículos que figuraban en el listado. La armadura se adaptó a mi cuerpo, el

escudo apareció a mi espalda, colgado de una cinta, y la espada, enfundada, a un

costado.

Estaba a punto de llegar al inicio del bosque cuando sonó mi teléfono. Era Hache,

según figuraba en el identificador de llamadas. Seguramente querría saber por qué

todavía no había llegado a El Sótano. Pero si respondía la llamada, él vería una

grabación de vídeo en directo de mi avatar corriendo por un prado a toda velocidad,

con la Escuela Pública número 0571 haciéndose cada vez más pequeña al fondo de la

imagen. Podía ocultar mi ubicación pasando la llamada exclusivamente a audio, pero

si lo hacía él sospecharía algo. De modo que opté por dejar que la llamada pasara al

videomail. El rostro de Hache apareció en una pequeña ventana del visualizador. Me

llamaba desde algún escenario de combate PvP. Allí, tras él, en un campo de batalla

de varias plantas, había un montón de avatares enzarzados en fiero combate.

—Zeta, tío. ¿En qué andas metido? ¿Te estás haciendo una paja mientras ves a

lady Halcón, o qué? —Esbozó su sonrisa de gato de Cheshire—. Llámame. Sigo con

la idea de preparar palomitas y organizar un maratón de Spaced.

Le envié una respuesta de texto diciéndole que tenía muchos deberes y que esa

noche no podría pasar por allí. Acto seguido abrí el módulo de «La tumba de los

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