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Ready Player One - Ernest Cline

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punta de Ludus, sino que sabía cómo conseguir que el colegio asumiera el coste.

Todas las escuelas públicas de Oasis contaban con varios equipos deportivos de

disciplinas tales como lucha, fútbol, béisbol, voleibol, además de algunos otros que

no podían jugarse en el mundo real, como el Quidditch y Atrapa la Bandera con

gravedad cero. Los alumnos se apuntaban a aquellos equipos igual que se hacía en las

escuelas del mundo real y practicaban los deportes gracias al uso de unos equipos

hápticos deportivos que les obligaban, físicamente, a correr, saltar, patear, perseguir y

demás. Los equipos practicaban de noche, celebraban competiciones y viajaban a

distintas escuelas de Ludus para enfrentarse a otros. Nuestra escuela proporcionaba

vales de teletransportación gratuitos a los alumnos que desearan asistir a torneos que

se celebraran en otros centros, por lo que uno podía sentarse en las gradas y animar a

la Escuela Pública número 1873. Yo sólo me había beneficiado de esa ventaja en una

ocasión, cuando nuestro equipo de Atrapa la Bandera se había enfrentado a la escuela

de Hache en el Campeonato de Escuelas Públicas.

Al llegar a las oficinas del colegio estudié el calendario de actividades y no tardé

en encontrar lo que buscaba. Aquella noche, nuestro equipo de fútbol americano

jugaba en campo contrario, concretamente contra la Escuela Pública número 0571,

que estaba, aproximadamente, a una hora del bosque donde se ocultaba la tumba.

Me adelanté, seleccioné el juego y, al momento, en el inventario de mi avatar

apareció un vale de teletransportación, válido para un desplazamiento de ida y vuelta

a la Escuela Pública número 0571.

Me acerqué entonces a mi taquilla para dejar los libros de texto y recoger la

linterna, la espada, el escudo y la armadura. Después me dirigí a toda prisa a la salida

y atravesé la gran extensión de césped que rodeaba la escuela.

Cuando llegué a la línea roja que marcaba el límite de las instalaciones

educativas, miré a mi alrededor para asegurarme de que no me veía nadie y la

traspasé. Al hacerlo, la etiqueta «Wade3» que flotaba sobre mi cabeza cambió y pasó

a mostrar el nombre de Parzival. Había abandonado el recinto escolar y podía volver

a usar el nombre de mi avatar. También podía hacer desaparecer del todo la etiqueta,

que es lo que hice, porque quería viajar de incógnito.

La terminal de transporte más cercana se encontraba a un corto paseo del colegio,

al final de un sendero empedrado. Se trataba de un pabellón espacioso, de techo

abovedado, cuya cúpula se apoyaba sobre doce columnas de marfil. Cada una de ellas

mostraba un icono de teletransportación de Oasis, una letra T mayúscula en el centro

de un hexágono azul. Las clases hacía apenas unos minutos que habían terminado y el

flujo de avatares que inundaba la terminal era constante. En el interior se sucedían las

cabinas largas y azules que hacían posible la teletransportación. Por su forma y color

siempre me habían recordado a la TARDIS de Doctor Who. Me metí en la primera

cabina vacía que encontré y las puertas se cerraron automáticamente. No hacía falta

www.lectulandia.com - Página 71

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