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Ready Player One - Ernest Cline

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encontraba escondida en alguna tumba, una tumba llena de cosas horripilantes.

Entonces, en el curso de mis investigaciones, había descubierto un suplemento de

Dragones y mazmorras llamado «La tumba de los horrores», publicado en 1978.

Desde el momento en que vi el título supe que el segundo verso de la pista hacía

referencia a él. Halliday y Morrow se habían pasado sus años de instituto jugando a la

versión avanzada de Dragones y mazmorras, así como a otros juegos de rol

tradicionales, de papel y lápiz, juegos como GURPS, Champions, Car Wars y

Rolemaster.

«La tumba de los horrores» era un cuaderno de pocas páginas que en argot se

conocía como «módulo». Contenía mapas detallados y descripciones sala por sala de

un laberinto subterráneo infestado de monstruosos esqueletos vivientes. Los

jugadores de Dragones y mazmorras podían explorar el laberinto con sus personajes

mientras el Amo del Calabozo les leía el módulo y los guiaba a través de la historia

que contenía, describiendo todo lo que veían y encontraban a lo largo del camino.

A medida que aprendía más sobre el funcionamiento de aquellos primeros juegos

de rol, tomaba conciencia de que ese módulo de Dragones y mazmorras era un

equivalente primitivo de las «misiones» de Oasis. Y de que los personajes eran

iguales a los avatares. En cierto sentido, esos viejos juegos de rol habían sido las

primeras simulaciones de realidad virtual, creadas mucho antes de que los

ordenadores resultaran lo bastante potentes para poder incorporarlas. En aquella

época, si alguien quería escapar a otro mundo debía crearlo él mismo, usando su

cerebro, papel, lápices, un dado y unos cuantos libros de reglas. Cuando caí en la

cuenta de ello fue como si se me encendiera una luz en la mente, y mi perspectiva

sobre La Cacería del Huevo de Pascua de Halliday cambió por completo. A partir de

ese momento empecé a concebir La Cacería como un módulo más elaborado de

Dragones y mazmorras. Y, sin duda, Halliday ejercía de Amo del Calabozo, por más

que controlara el juego desde más allá de la tumba.

Encontré una copia digital del módulo de «La tumba de los horrores», que tenía

ya sesenta y siete años, enterrada en lo más profundo de un antiquísimo archivo FTP.

A medida que lo estudiaba, empecé a desarrollar una teoría: en Oasis, en alguna parte,

Halliday había recreado la Tumba de los Horrores y allí era donde había escondido la

Llave de Cobre.

Me pasé los meses siguientes estudiando el módulo y memorizando todos los

mapas y las descripciones de sus estancias, a la espera del día en que finalmente

descubriera su localización. Pero ahí estaba el problema: la «quintilla» no parecía

proporcionar la menor pista sobre dónde había escondido Halliday la maldita tumba.

La única pista parecía ser «mas mucho has de aprender si esperas acceder al podio de

los más altos honores».

Recitaba mentalmente aquellas palabras hasta que sentía ganas de gritar de

www.lectulandia.com - Página 65

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