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Ready Player One - Ernest Cline

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—¿Cómo se llamaban aquellos gemelos que salían en los cómics de Swordquest?

—Tarra y Torr.

—¡Joder, Zeta! Eres el amo.

—Gracias. Tú también.

En mi pantalla de visualización apareció una señal de aviso que me informaba de

que, en mi aula, acababa de sonar la campana que indicaba que faltaban tres minutos

para el inicio de la clase. Yo sabía que Hache e I-rOk también estaban viendo el

aviso, porque nuestras escuelas se regían por el mismo horario.

—Es hora de iniciar otra jornada llena de los conocimientos más elevados —dijo

Hache, poniéndose en pie.

—Qué palo —sentenció I-rOk—. Nos vemos luego, maricones.

Volvió a hacerme la higa y su avatar desapareció cuando se desconectó de la sala

de chat. Los otros gunters empezaron a desconectarse también, hasta que sólo

quedamos Hache y yo.

—Te lo digo en serio, Hache —le dije entonces—. ¿Por qué permites que ese

imbécil entre aquí?

—Porque me divierte ganarle a los videojuegos. Y porque su ignorancia me da

esperanzas.

—¿Cómo es eso?

—Porque si la mayoría de los gunters que circula por ahí sabe tan poco como I-

rOk, eso significa que tú y yo tenemos posibilidades de ganar la competición.

Me encogí de hombros.

—Supongo que es una manera de verlo.

—¿Quieres pasar después de clase, esta tarde? ¿Hacia las siete? Yo tengo que

hacer unos encargos, pero después veré unas cosas que tengo en mi lista de

«imprescindibles». ¿Una maratón de Spaced, tal vez?

—Sí, sí, cuenta conmigo.

Nos desconectamos simultáneamente, cuando el último timbre empezaba a sonar.

www.lectulandia.com - Página 46

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