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Ready Player One - Ernest Cline

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0039

Cuando salí de la cabina de inmersión, Og ya estaba junto a la puerta,

esperándome.

—¡Bien hecho! —me dijo, abrazándose a mí con fuerza—. ¡Muy bien hecho!

—Gracias, Og.

Todavía me sentía algo mareado, y me temblaban las piernas.

—Varios ejecutivos de GSS han llegado mientras tú estabas conectado —me

informó—. Además de los abogados de Jim. Todos te esperan arriba. Como

supondrás, están todos impacientes por hablar contigo.

—¿Tengo que hablar con ellos ahora mismo?

—¡No, claro que no! —Se echó a reír—. Ahora todos trabajan para ti, recuérdalo.

Haz esperar a esos cabrones todo lo que quieras. —Se acercó más a mí—. Mi

abogado también está ahí arriba. Es un buen tipo. Un perro de presa. Él se asegurará

de que nadie te tome el pelo.

—Gracias, Og —le dije—. Le debo una.

—Tonterías. Soy yo quien tiene que darte las gracias. Hacía décadas que no me

divertía tanto. ¡Qué bien lo has hecho, hijo!

Miré a mi alrededor, inseguro. Hache y Shoto seguían en sus cabinas de

inmersión, desde donde celebraban unas ruedas de prensa improvisadas online. Pero

la cabina de Art3mis estaba vacía. Me volví hacia Og.

—¿Sabe dónde ha ido Art3mis?

Og me sonrió y me hizo una seña.

—Por esas escaleras, la primera puerta que encuentres. Ha dicho que te esperaría

en el centro del laberinto de setos. Es un laberinto fácil de recorrer, o sea que no creo

que tardes mucho en encontrarla.

Salí al exterior y entrecerré los ojos para adaptarlos a la luz. El aire era tibio y el

sol ya estaba alto. No se veía ni una nube en el cielo.

Hacía un día radiante.

El laberinto de setos cubría varias hectáreas de tierra y se extendía desde la

fachada trasera de la mansión. Los cipreses de la entrada estaban recortados imitando

la puerta de un castillo al que se accedía por una verja abierta. Las densas paredes de

arbustos que formaban el laberinto tenían una altura de tres metros, por lo que

resultaba imposible ver por encima, incluso si te ponías de pie en alguno de los

bancos instalados a lo largo del jardín.

Entré en él y pasé varios minutos caminando en círculo, confundido, hasta que al

final me di cuenta de que su trazado era idéntico al de Adventure.

En cuanto lo supe, tardé sólo unos minutos en encontrar el gran claro que se abría

en el centro. Allí había una fuente grande en cuyo centro se alzaba una escultura de

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