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Ready Player One - Ernest Cline

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Me acordé de la ya inútil vida extra en forma de moneda que conservaba en mi

inventario, y la saqué. Pero al meterla en la ranura de la máquina, cayó directamente

al cajetín de devolución. Me agaché para recogerla y vi una etiqueta en la que se leía:

«FUNCIONA CON FICHAS».

—¡Mi idea, a la mierda! —exclamé—. Y no veo ninguna máquina de fichas por

aquí.

—Por lo que se ve, sólo tienes una partida —dijo Hache—. O todo o nada.

—Pero si llevo años sin jugar a Tempest. Estoy jodido. Es imposible que consiga

superar la puntuación de Halliday al primer intento.

—No hace falta —observó Art3mis—. Fíjate en el año del copyright.

Leí la fecha que figuraba en la parte inferior de la pantalla: ©MCMLXXX

ATARI.

—¿Mil novecientos ochenta? —preguntó Hache en voz alta—. ¿Y eso en qué va a

ayudarle?

—Eso, eso. ¿En qué va a ayudarme?

—Significa que es la primerísima versión de Tempest —respondió Art3mis—. La

que se lanzó con un error en la codificación de juego. Cuando llegó a las salas

recreativas, la gente descubrió que, si morías tras alcanzar cierta puntuación, la

máquina te regalaba un montón de partidas extra.

—Ah —dije yo, algo avergonzado—. No lo sabía.

—Lo sabrías si hubieras investigado tanto como yo —añadió Art3mis.

—Joder, tía, sabes un montón —admitió Hache.

—Gracias. Ser obsesiva y compulsiva ayuda. Sin vida propia.

—Muy bien, Arty —insistí—. ¿Qué tengo que hacer para conseguir esos juegos

de más?

—Lo estoy buscando en mi diario en este momento —respondió.

Yo oía el ruido de las páginas al girar. Parecía estar consultando un libro

encuadernado.

—No me digas que llevas una copia impresa de tu diario.

—Siempre lo llevo conmigo, en un cuaderno de espiral —me confirmó—. Y

menos mal, porque mi cuenta en Oasis y todo lo que contenía se me ha borrado. —

Más pasar de páginas—. ¡Aquí está! Primero tienes que llegar a los ciento ochenta

mil puntos. Una vez ahí, asegúrate de acabar el juego con una puntuación en la que

los dos últimos dígitos sean cero seis, once o doce. Si lo haces, obtendrás cuarenta

partidas extra.

—¿Estás absolutamente segura?

—Absolutamente.

—Muy bien —dije—. Ahí voy.

E inicié el ritual de siempre antes de iniciar una partida. Me estiré, hice chasquear

www.lectulandia.com - Página 325

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