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Ready Player One - Ernest Cline

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sabido que la habíamos abierto? A menos que…

—Nos estaban observando —dijo Hache—. Seguramente habían instalado

cámaras de vigilancia con control remoto alrededor de la puerta.

—O sea, que si han visto cómo la abríamos, ahora ellos también saben cómo

hacerlo —dedujo Art3mis.

—Eso ahora ya no importa —observó Shoto—. Sorrento está muerto. Y los

demás avatares sixers también.

—Te equivocas —discrepó Art3mis—. Fíjate en La Tabla. Todavía quedan

veintiséis avatares en la lista, por debajo de ti. Y sus puntuaciones indican que todos

ellos están en posesión de la Llave de Cristal.

—¡Mierda! —Hache y Shoto exclamaron al unísono.

—Los sixers sabían que tal vez tuvieran que hacer estallar el Cataclista —dije yo

—. Y por eso, seguramente, tomaron la precaución de trasladar a algunos de sus

avatares fuera del Sector 10. Es probable que aguardaran en algún caza al otro lado

de la frontera, a salvo de la explosión.

—Tienes razón —concedió Hache—. Lo que significa que en este momento hay

veinte sixers más que van hacia ti, Zeta. O sea que ponte en marcha y cruza esa

puerta. No creo que tengas muchas más ocasiones de hacerlo. —Oí que soltaba un

suspiro de derrota—. Para nosotros ya todo ha terminado. Todos estamos contigo.

Buena suerte, amigo.

—Gracias, Hache.

—Gokouun o inorimasu —dijo Shoto—. Hazlo lo mejor que puedas.

—Lo haré —contesté, esperando a que Art3mis me transmitiera también sus

buenos deseos.

—Buena suerte, Parzival —pronunció al fin, tras una larga pausa—. Hache tiene

razón. Nunca tendrás otra oportunidad. Ni ningún otro gunter. —Noté que le

temblaba la voz, como si reprimiera las lágrimas. Aspiró hondo y añadió—: No la

cagues.

—No la cagaré —le aseguré—. Gracias por no meterme presión.

Alcé la vista hasta la puerta abierta, suspendida en el aire, sobre mí, tan lejos de

mi alcance. La bajé de nuevo y escruté lo que me rodeaba, buscando

desesperadamente el modo de llegar hasta ella. Algo llamó mi atención, unos pocos

píxeles parpadeantes en la distancia, cerca del extremo opuesto del cráter. Corrí hacia

ellos.

—Esto… —intervino Hache—. No es mi intención hacer de copiloto pesado, ni

mucho menos. Pero ¿adónde coño vas?

—El Cataclista destruyó todos los artículos de mi avatar —le respondí—. O sea,

que no tengo manera de volar hasta ahí arriba y franquear la puerta.

—¡No me lo puedo creer! —exclamó, suspirando—. Tío, menuda racha.

www.lectulandia.com - Página 321

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