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Ready Player One - Ernest Cline

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Al momento, los diez avatares sixers que montaban guardia detrás de Sorrento

también extrajeron sus robots de juguete y los activaron. Cinco de ellos poseían los

inmensos leones robóticos que podían convertirse en Voltron. Los otros cinco, unos

mecanos gigantes de Robotech y el Neon Genesis Evangelion.

—Mierda —oí susurrar a Art3mis y a Hache al unísono.

—¡Vamos! —exclamó Sorrento, desafiante. Su reto resonó en la vasta extensión

atestada de gunters.

Muchos de los avatares situados en primera línea dieron, involuntariamente, un

paso atrás. Otros se volvieron y huyeron. Pero Hache, Shoto, Art3mis y yo

permanecimos donde estábamos.

Consulté la hora en mi visualizador. Quedaba menos de un minuto. Pulsé un

botón en el panel de control de Leopardon, y mi robot gigante desenvainó su

reluciente espada.

Yo no llegué a presenciarlo de primera mano, pero puedo contaros con bastante

exactitud lo que sucedió a continuación:

Los sixers habían erigido un gran búnker blindado tras el Castillo de Anorak,

lleno de cajas de armamento y equipo de batalla que habían teletransportado hasta allí

antes de activar el escudo. También había una larga hilera formada por treinta

Androides de Suministros, ubicados a lo largo del muro oriental del búnker. A causa

de la falta de imaginación del diseñador de los Androides de Suministros, todos

tenían un aspecto idéntico al del robot Johnny Five de la película Cortocircuito, de

1986. Los sixers usaban a aquellos androides como chicos de los recados y para que

se encargaran de reponer los equipos y las municiones de las tropas apostadas en el

exterior.

Cuando faltaba exactamente un minuto para las doce, uno de los androides, de

nombre SD-03, se activó y desenganchó de su punto de carga. Avanzó sobre las

cintas del tanque, cruzó el suelo del búnker y llegó junto a la armería situada en el

otro extremo. Dos centinelas robotizados montaban guardia a ambos lados. SD-03 les

transmitió su solicitud de equipo —una orden que yo mismo había remitido por la

intranet de los sixers dos días antes—. Los centinelas comprobaron la solicitud y se

apartaron, permitiendo que SD-03 entrara en el cubículo. El androide fue dejando

atrás estantes llenos de una amplia variedad de armamento: espadas mágicas,

escudos, poderosas armaduras, rifles de plasma, cañones de riel, entre muchas otras.

Finalmente, se detuvo. El estante que tenía delante contenía cinco grandes

dispositivos con forma de octaedro, del tamaño de un balón de fútbol. Cada uno de

ellos contaba con un pequeño panel de control instalado en uno de sus ocho lados,

junto a un número de serie. SD-03 encontró el número de serie que coincidía con el

de la solicitud. Entonces, siguiendo la secuencia de instrucciones que yo había

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