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Ready Player One - Ernest Cline

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nuestro canal de comunicación privado—. ¿Has llegado tarde a propósito?

—No ha sido culpa mía, lo juro —respondí, intentando no perder la calma—.

Había mucha cola en la puerta estelar.

Hache asintió con la cabeza gigantesca de su robot.

—Todas las terminales de transporte del planeta llevan desde anoche vomitando

avatares —dijo, señalando lo que nos rodeaba con la descomunal manaza de Gundam

—. Esto es increíble. Nunca había visto a tantos juntos en un único lugar.

—Yo tampoco —admitió Art3mis—. Me sorprende que los servidores de GSS

puedan soportar tanta carga, con tanta actividad en un solo sector. Pero no parecen

estar colgándose.

Me fijé un buen rato en los numerosos avatares que nos rodeaban y después en el

castillo. Miles de personajes voladores y naves seguían revoloteando alrededor del

escudo, disparándole, en ocasiones, balas, rayos láser, misiles y otros proyectiles que

impactaban en su superficie sin causarle el menor daño. En el interior de la esfera

transparente, miles de avatares sixers fuertemente armados permanecían en silenciosa

formación, rodeando por completo la fortaleza. Intercaladas entre ellos se distinguían

filas de tanques y cazas. En cualquier otro escenario, el ejército sixer habría parecido

imponente. Tal vez invencible. Pero a la vista de la muchedumbre sin fin que los

rodeaba, los sixers se veían superados en número, empequeñecidos.

—Y bien, Parzival —dijo Shoto, haciendo girar la cabeza de su inmenso robot en

dirección a mí—. Empieza el espectáculo, amigo mío. Si esa esfera no se derrumba

como nos has prometido, la situación se va a poner bastante difícil.

—«Han abatirá el escudo —pronunció Hache, citando una frase de El retorno del

Jedi—. ¡Debemos concederle algo más de tiempo!»

Me eché a reír, y usé la mano derecha de mi robot para darle unas palmadas en su

muñeca izquierda, indicándole la hora.

—Hache tiene razón. Faltan seis minutos para las doce del mediodía.

El final de mi frase se vio puntuada por otro rugido de la multitud. Frente a

nosotros, en el interior de la esfera, las inmensas puertas principales del Castillo de

Anorak habían empezado a abrirse y un solo avatar sixer emergía de ellas.

Sorrento.

Sonriendo ante el estruendo de silbidos y abucheos con que fue recibida su

llegada, Sorrento agitó una mano y sus tropas, que formaban frente al castillo,

inmediatamente, se dispersaron, dejando libre un gran espacio abierto. Sorrento se

adelantó y plantó ante él, frente a nosotros, a apenas unos metros de distancia, del

otro lado del escudo. Diez sixers más abandonaron el castillo y se situaron tras

Sorrento, dejando entre uno y otro una separación considerable.

—Esto no me gusta nada —susurró Art3mis por el intercomunicador.

—A mí tampoco —dijo Hache.

www.lectulandia.com - Página 307

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