18.03.2020 Views

Ready Player One - Ernest Cline

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Si no te lo dije nunca es por algo.

—Estoy seguro de que existe una buena razón —contesté—. Pero en realidad no

importa.

—¿No?

—Claro que no. Eres mi mejor amiga. Mi única amiga, para serte sincero.

—Pero yo quiero explicártelo de todos modos.

—De acuerdo, pero ¿no puedes esperar a que estemos volando? Nos queda un

largo viaje y me sentiré mucho más a salvo cuando hayamos dejado atrás esta ciudad.

—Pues ya nos vamos, amigo —dijo Hache, poniendo en marcha la casa rodante.

Hache siguió las indicaciones de Og y llegamos a un hangar privado contiguo al

aeropuerto de Columbus, donde nos esperaba un pequeño jet de lujo. Ogden también

había dispuesto que la casa rodante de Hache quedara en un depósito cercano, pero

había sido su casa desde hacía años y a Hache se le notaba que le producía inquietud

desprenderse de ella.

Los dos contemplábamos el jet mientras nos aproximábamos a él. Yo había visto

aviones en el cielo antes, claro, pero nunca desde tan cerca. Viajar en jet era algo que

sólo podían permitirse los millonarios. Que Og hubiera fletado tres sin parpadear

siquiera para reunirnos indicaba lo inmensamente rico que debía de ser.

El jet funcionaba de un modo absolutamente automatizado y, por tanto, sin

tripulación. La voz plácida del piloto automático nos dio la bienvenida a bordo y nos

pidió que nos abrocháramos los cinturones y nos preparáramos para el despegue. En

cuestión de minutos, nos encontrábamos en pleno vuelo.

Era la primera vez que tanto Hache como yo viajábamos en avión y nos pasamos

la primera hora mirando por las ventanillas, impresionados con las vistas, mientras

nos desplazábamos en dirección oeste a diez mil pies de altura, camino de Oregón.

Finalmente, cuando parte de la novedad remitió, me di cuenta de que Hache estaba

lista para hablar.

—Está bien, Hache —le dije—. Cuéntame tu historia.

Ella me dedicó una vez más su sonrisa de gato de Cheshire y aspiró hondo.

—En un principio todo fue idea de mi madre —empezó, y a continuación me

explicó una versión resumida de su vida.

Según dijo, su verdadero nombre era Helen Harris y era apenas unos meses

mayor que yo. Se había criado en Atlanta, hija de madre viuda. Su padre murió en

Afganistán cuando ella no había cumplido un año. Su madre, Marie, trabajaba desde

casa, en un centro online de procesamiento de datos. En opinión de Marie, Oasis era

lo mejor que les había ocurrido a las mujeres y a las personas negras. Desde el

principio ella había usado un avatar masculino y de raza blanca para realizar todas

sus transacciones, porque de ese modo conseguía que la trataran bastante mejor y

www.lectulandia.com - Página 297

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!