18.03.2020 Views

Ready Player One - Ernest Cline

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ruido sordo, rotundo.

Una vez en la calle me dirigí hacia el norte, caminando todo lo rápido que me

daban los pies. Llamaba bastante la atención, porque era la única persona que no

llevaba prenda de abrigo de ninguna clase. Los pies no tardaron en agarrotárseme,

porque no llevaba calcetines bajo mis zapatillas de recluta.

Llegué temblando como una hoja al edificio de correos donde alquilaban

apartados postales, a cuatro calles de la sede de IOI. Una semana antes de mi arresto

había alquilado una de aquellas taquillas por internet, a la que me había hecho enviar

un equipo de Oasis portátil de última generación. El apartado postal estaba

automatizado, por lo que no era necesario que me comunicara con ningún empleado y

cuando entré no me crucé con ningún cliente. Localicé mi caja, introduje el código y

extraje el equipo portátil de Oasis. Me senté en el suelo y, allí mismo, abrí el paquete.

Me froté las manos congeladas hasta que la sensibilidad regresó a mis dedos, me puse

los guantes y el visor y usé el equipo para conectarme a Oasis. Gregarious Simulation

Systems estaba situado a menos de un kilómetro de distancia, por lo que pude recurrir

a uno de sus puntos de acceso sin cables y evitar tener que usar cualquiera de los

nodos de la ciudad gestionados por IOI.

El corazón me latía con fuerza cuando me conecté. Llevaba ocho días enteros sin

hacerlo, todo un récord personal. Mientras mi avatar se materializaba lentamente en

el puente de mando de mi fortaleza, eché un vistazo a mi cuerpo virtual, admirándolo

como se admira un traje favorito que uno lleva un tiempo sin ponerse. Al momento

apareció una ventana en el visualizador que me informaba de que había recibido

varios mensajes de Hache y Shoto. Y, para mi sorpresa, tenía incluso uno de Art3mis.

Los tres querían saber dónde estaba y qué diablos me había ocurrido.

Respondí primero a Art3mis. Le conté que los sixers sabían quién era y dónde

vivía, y que la mantenían sometida a vigilancia constante. También le advertí de sus

planes para secuestrarla en su casa. Saqué una copia de su carpeta de la unidad de

almacenamiento y la adjunté a mi mensaje a modo de prueba. Después, amablemente,

le sugerí que saliera de su casa, que se largara lo antes posible.

«No te molestes siquiera en hacer el equipaje —le escribí—. No te despidas de

nadie. Vete ahora mismo y busca un lugar seguro. Asegúrate de que no te siga nadie.

Y después busca una conexión a internet segura, no controlada por IOI, y vuelve a

conectarte. Nos encontraremos en El Sótano de Hache. Yo iré en cuanto pueda. No te

preocupes, también tengo buenas noticias.»

Al final del mensaje añadí una breve posdata: «Creo que, en la vida real, todavía

eres más guapa.»

Envié mensajes similares a Shoto y a Hache (sin la posdata, claro) junto con

copias de las carpetas que los sixers tenían de ellos. A continuación abrí la base de

datos del Registro Civil de Estados Unidos e intenté conectarme a él. Para mi alivio

www.lectulandia.com - Página 277

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!