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Ready Player One - Ernest Cline

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Abrí primero la carpeta de Parzival. Al momento apareció un informe detallado

que contenía toda la información que los sixers habían recabado sobre mí en los

últimos años. Mi certificado de nacimiento; mis datos académicos. Al final existía un

enlace para ver la grabación de mi sesión virtual de chat con Sorrento, que concluía

con la bomba lanzada sobre la caravana fija de mi tía. Tras mi desaparición, me

habían perdido la pista. Habían captado miles de imágenes fijas y en movimiento de

mi avatar durante el último año, y gran cantidad de datos sobre mi fortaleza en Falco,

pero no sabían nada de mi ubicación en el mundo real. Mi paradero actual constaba

como «desconocido».

Cerré la ventana, aspiré hondo y abrí la carpeta dedicada a Art3mis.

En la parte superior figuraba la foto escolar de una niña pequeña que esbozaba

una sonrisa decididamente triste. Para mi sorpresa, su aspecto era casi idéntico al de

su avatar. El mismo pelo castaño oscuro, los mismos ojos color avellana y el mismo

rostro hermoso que tan bien conocía… con una pequeña diferencia. El lado izquierdo

de la cara estaba cubierto por una marca de nacimiento roja. Más tarde sabría que

también las llamaban «manchas de vino de Oporto». En la foto, llevaba un mechón

de pelo caído sobre el ojo izquierdo para disimularla.

Art3mis me había llevado a creer que, en la vida real, era una persona muy

desagradable. En ese momento vi que aquello no podía estar más lejos de la realidad.

A mis ojos, su marca de nacimiento no le restaba nada a su belleza. Si acaso, el rostro

que contemplaba en aquella fotografía me parecía más bonito que el de su avatar,

porque sabía que era el de verdad.

Los datos que acompañaban la imagen decían que su verdadero nombre era

Samantha Evelyn Cook, que era una ciudadana canadiense de veinte años, que medía

un metro setenta y pesaba setenta y seis kilos. El archivo también contenía

información sobre su domicilio —Greenleaf Lañe 2206, Vancouver, Columbia

Británica—, además de sobre muchos otros aspectos, entre ellos su grupo sanguíneo

y sus calificaciones académicas hasta el parvulario.

Encontré un enlace a un vídeo sin etiquetar en la parte inferior de su carpeta y, al

seleccionarlo, en mi visualizador apareció una transmisión en directo de una casa

pequeña de un barrio residencial. Tardé unos segundos en caer en la cuenta de que

allí era donde vivía Art3mis.

Al seguir leyendo, descubrí que llevaba cinco meses sometida a vigilancia. Y

tenía las líneas pinchadas, porque encontré centenares de horas de grabaciones de

audio tomadas mientras ella estaba conectada a Oasis. Disponían de las

transcripciones de texto completas, de todas las palabras audibles que había

pronunciado mientras franqueaba las dos primeras puertas.

A continuación abrí el archivo de Shoto. Conocían su verdadero nombre —

Akihide Karatsu— y también parecían saber dónde vivía, en un edificio de

www.lectulandia.com - Página 271

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