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Ready Player One - Ernest Cline

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información clasificada sobre la arquitectura de la red interna de IOI, además de una

serie de códigos de acceso administrativo y de información sobre fallos del sistema

de protección, capaces de otorgar a quien los aprovechara «carta blanca para acceder

a la red informática de la empresa».

De no haber aparecido en una página tan seria y prestigiosa, yo habría dado por

sentado que se trataba de productos falsos. El vendedor anónimo aseguraba ser un

exprogramador de IOI, además de uno de los principales artífices de la red de la

empresa. Seguramente se trataba de un «chaquetero» —un programador que,

intencionadamente, creaba puertas traseras y fallos de seguridad en los sistemas que

diseñaba, para poder venderlos luego en el mercado negro. De ese modo cobraba dos

veces por el mismo trabajo y acallaba el sentimiento de culpa que pudiera albergar

por trabajar para una multinacional desalmada como IOI.

El problema evidente (que el vendedor, como es lógico, no mencionaba), era que

todos aquellos códigos no servían de nada a menos que uno tuviera acceso a la red de

la empresa. Y la de IOI era una red autónoma de máxima seguridad sin conexiones

directas a Oasis. La única manera de acceder a ella era convertirse legalmente en uno

de sus empleados (algo muy difícil y que llevaba mucho tiempo). La otra opción era

sumarse al creciente ejército de reclutas forzosos.

En su momento, había decidido pujar de todos modos por aquellos códigos de

acceso, pensando en el hipotético caso de que pudieran serme de utilidad algún día.

Como no había modo de verificar la autenticidad de los datos, el precio de salida no

varió mucho durante la subasta y terminé llevándomelos por unos pocos miles de

créditos. Unos minutos después de que concluyera la subasta los recibí en mi bandeja

de entrada. Tras desencriptarlos, los examiné con detalle. Todo parecía auténtico, de

modo que los archivé para revisarlos en otro momento y me olvidé de ellos… hasta

unos meses después, cuando contemplé la barricada de los sixers alrededor del

Castillo de Anorak. Lo primero que me vino a la mente fueron las claves de acceso de

IOI. Y los engranajes de mi cerebro se pusieron en marcha, y mi descabellado plan

empezó a tomar forma.

Alteraría los registros económicos de Bryce Lynch, mi identidad falsa, para

dejarme reclutar forzosamente por IOI. Una vez que me hubiera infiltrado en el

edificio y hubiera superado el telón de seguridad de la empresa, usaría las contraseñas

de la intranet para introducirme furtivamente en las bases de datos privadas de los

sixers y hallaría la manera de derribar el escudo que habían erigido sobre el Castillo

de Anorak.

El plan era tan disparatado que suponía que nadie podía haberlo previsto.

No comprobé la validez de las contraseñas hasta mi segunda noche como recluta.

Estaba nervioso, no sin motivo, porque si finalmente resultaba que me habían

www.lectulandia.com - Página 267

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