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Ready Player One - Ernest Cline

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Cuando las puertas se abrieron, leí lo que estaba grabado en la pared:

HAB. RECLUTAS-BLOQUE 05-REP. ASIST. TEC.

Salí del ascensor y avancé por el pasillo enmoquetado. Estaba en silencio, oscuro.

La única iluminación provenía de dos hileras de luces piloto empotradas en el suelo.

Yo había perdido la noción del tiempo. Me parecía que habían transcurrido días desde

que me habían sacado de mi apartamento. Caminaba como un autómata.

«Tu primer servicio de asistencia técnica empieza dentro de siete horas —me

informó el ordenador al oído, con su voz monótona—. Hasta entonces puedes dormir.

Dobla a la izquierda en la intersección que tienes delante y avanza hacia la unidad

habitacional asignada, la número 42G.»

Hice, una vez más, lo que me pedían. Me parecía que no lo estaba haciendo nada

mal.

El Bloque Habitacional me recordó a un mausoleo. Se trataba de una red de

pasillos abovedados, cada uno de ellos flanqueado a ambos lados por hileras de

dormitorios-cápsula en forma de nicho de diez plantas que llegaban hasta el techo.

Cada columna de unidades habitacionales estaba numerada y la puerta de cada

cápsula se identificaba con una letra de la «A» a la «J». La A correspondía al nivel

inferior.

Tardé unos minutos en alcanzar mi unidad, situada en la zona superior de la

columna 42. Al acercarme a ella, la escotilla se levantó emitiendo un silbido, y una

luz tenue, azulada, se encendió en su interior. Subí por la estrecha escalera de mano

instalada entre las dos torres de nichos y apoyé los pies en la escueta plataforma que

sobresalía bajo cada uno de ellos. Cuando entré en mi cápsula, la plataforma se

retrajo y la trampilla, a mis pies, se cerró.

El interior de mi unidad habitacional era una urna blanca moldeada a inyección,

de un metro de altura y un metro de anchura por dos metros de longitud. El suelo

estaba cubierto por un colchón de espuma-gel y una almohada. Olían a goma

quemada, de lo que deduje que debían de ser nuevos.

Además de la cámara que llevaba a un lado de la cabeza, había otra instalada en

lo alto de la puerta de mi unidad. La empresa no se molestaba en camuflarlas. Quería

que sus reclutas supieran que los observaban.

La única distracción en la cabina era una consola de entretenimiento; una pantalla

táctil, grande y plana encajada en la pared. Junto a ella, un visor sin cables en un

colgador. Toqué la pantalla para activarla. Mi nuevo número de empleado y mi

posición aparecieron en lo alto del visualizador: Lynch, Bryce T. Representante

Técnico II de Oasis - Empleado IOI N.° 338645.

Debajo apareció un menú con los programas de entretenimiento a los que podía

www.lectulandia.com - Página 261

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