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Ready Player One - Ernest Cline

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Cuando la policía corporativa de IOI vino a detenerme, yo me encontraba viendo

la película Exploradores (de 1985, dirigida por Joe Dante). Trata de tres niños que

construyen una nave espacial en el patio trasero de su casa y parten en busca de

alienígenas. Posiblemente, una de las mejores pelis infantiles que se han realizado

jamás. Yo solía verla, al menos, una vez al mes. Me mantenía centrado.

Pero dejaba siempre abierta una pestaña en mi visualizador con las imágenes

grabadas por la cámara de seguridad de mi edificio, y eso fue lo que me permitió

advertir que el Vehículo para la Retirada de Reclutas Forzosos aparcaba frente a él

con la sirena y las luces de alarma encendidas. Cuatro policías antidisturbios, con sus

cascos y sus botas militares, salieron de él y corrieron en dirección al bloque de

apartamentos, seguidos de un hombre vestido con traje. Yo los observaba a través de

la cámara instalada en el vestíbulo, los vi mostrar sus chapas identificativas y pasar

por delante de la cabina de control, antes de meterse en el ascensor.

Se dirigían a mi planta.

—Max —murmuré, notando, al hacerlo, que me temblaba la voz—. Ejecuta el

protocolo de seguridad número uno: «Crom, fuerte en su montaña».

Mediante su dispositivo de voz dio instrucciones a mi ordenador para que llevara

a cabo una larga serie de acciones programadas de antemano, tanto online como en el

mundo real.

—Ya está, Je-je-je-fe —replicó Max en tono alegre, y una décima de segundo

después, el sistema de seguridad de mi apartamento pasó al modo de cierre total. El

Telón de Guerra, la plancha de titanio reforzado de mi puerta blindada, bajó de golpe

y cerró herméticamente.

A través de la cámara instalada en el pasillo, justo en el exterior de mi estudio, vi

que los cuatro matones se bajaban del ascensor y se acercaban corriendo hasta mi

puerta. Los dos que iban delante llevaban soldadores de plasma. Los otros dos

empuñaban rifles de descarga eléctrica de alto voltaje. El hombre trajeado, que cubría

la retaguardia, llevaba una pizarra digital.

No me sorprendió que vinieran a verme. Sabía por qué estaban ahí. Estaban ahí

para entrar en mi apartamento y arrancarme de él como si fuera un pedazo de carne

que quisieran extraer de una lata.

Cuando llegaron a mi puerta, mi escáner los sometió a un análisis y en mi

visualizador aparecieron los datos de sus documentos de identidad, gracias a los que

confirmé que los cinco eran agentes de IOI que llevaban una orden de detención en

regla contra un tal Bryce Lynch, ocupante del apartamento. Así pues, de acuerdo con

las leyes locales, estatales y federales, el sistema de seguridad de mi unidad

residencial forzó la apertura automática de mis dos puertas para permitirles el acceso.

www.lectulandia.com - Página 251

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