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Ready Player One - Ernest Cline

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Max me alertó de la llegada de Shoto, que se produjo, aproximadamente, una

hora después. Autoricé a su nave el acceso al espacio aéreo de Falco y le pedí que

estacionara en mi hangar.

El vehículo de Shoto era una gran nave interplanetaria llamada la Kurosawa

creada a imagen y semejanza de la nave Bebop que aparecía en la serie clásica de

anime Cowboy Bebop. Desde que los conocía, Daito y Shoto la habían usado como

base móvil de operaciones. Se trataba de una nave tan grande que apenas cabía por

las puertas de mi hangar.

Había ido a recibir a Shoto a la rampa de lanzamiento y lo vi salir de la

Kurosawa. Iba vestido con ropa negra de luto y en su rostro se dibujaba la misma

expresión inconsolable que le había visto cuando habíamos hablado por teléfono.

—Parzival-san —dijo, bajando la cabeza.

—Shoto-san.

Le devolví la reverencia, respetuoso, y le alargué la palma de la mano extendida,

en un gesto que reconoció de cuando habíamos participado juntos en algunas

misiones. Sonrió y la chocó con la suya, pero al momento volvió a ponerse serio. Era

la primera vez que veía a Shoto desde la misión que habíamos compartido en

Tokusatsu (sin contar aquellos anuncios de «Daisho Energy Drink» en los que tanto

él como su hermano aparecían), y su avatar parecía unos centímetros más alto de lo

que recordaba.

Lo conduje a uno de los salones de mi fortaleza, muy poco utilizado, una

recreación de la sala de estar de la serie Enredos de familia. Shoto reconoció la

decoración al momento y asintió, expresándome en silencio su aprobación. Con todo,

hizo caso omiso de los muebles y se sentó en el suelo, en el centro de la habitación.

Lo hizo al estilo seiza, con las piernas dobladas bajo los muslos. Yo lo imité y situé a

mi avatar para que quedara frente al suyo. Permanecimos un rato en silencio. Cuando

Shoto, finalmente, empezó a hablar, lo hizo manteniendo en todo momento la vista

clavada en el suelo.

—Los sixers mataron a mi hermano anoche —dijo con una voz que era más un

susurro.

En un primer momento mi asombro me impidió responder.

—¿Quieres decir que mataron a su avatar? —le pregunté, aunque ya sabía que no

se refería a eso.

Shoto negó con la cabeza.

—No. Entraron en su apartamento, lo arrancaron de su silla háptica y lo tiraron

por el balcón. Vivía en una planta cuarenta y tres.

Shoto abrió en el aire, entre los dos, la ventana de un buscador. Mostraba el

www.lectulandia.com - Página 226

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