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Ready Player One - Ernest Cline

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inamovible. Lo único que tenía en la mente era que Hache y Art3mis se habían

adelantado en la búsqueda de la Llave de Jade. Y obtener la puntuación máxima en

aquella partida de Pac-Man no me había acercado más a su localización. Realmente,

allí había perdido el tiempo.

Regresé a la superficie del planeta. Cuando acababa de sentarme ante el puente de

mando de la Vonnegut, recibí un e-mail de Hache en mi bandeja de entrada. Sentí que

el corazón me latía con fuerza al leer el asunto: «Devolver el favor.»

Querido Parzival:

Ahora ya estamos oficialmente en paz. ¿Lo captas?

Considero que, a partir de aquí, mi deuda contigo queda

saldada.

Será mejor que te des prisa. Los sixers ya deben de

estar de camino.

Buena suerte,

Hache

Bajo su firma aparecía un archivo de imagen que había adjuntado al mensaje. Se

trataba de la cubierta de un manual de instrucciones de Zork, escaneada en alta

resolución, un juego de aventuras en formato de texto, concretamente de la versión

que Personal Software había sacado al mercado para el Model III del TRS-80.

Yo había jugado y resuelto el juego una sola vez, hacía mucho tiempo, durante el

primer año de La Cacería. Pero también había jugado a muchos otros juegos de

aventuras clásicos en formato de texto ese mismo año, incluidas las secuelas de Zork,

por lo que recordé la mayoría de los detalles del juego. Casi todos esos juegos de

texto eran bastante fáciles de entender, por eso nunca me había molestado en leer el

manual de instrucciones de Zork. Entonces me di cuenta de que, al no hacerlo, había

cometido un grave error.

En la cubierta del manual aparecía una imagen que representaba una escena del

juego. Un aguerrido aventurero, ataviado con armadura y yelmo, sostenía una

resplandeciente espada azul sobre su cabeza, a punto de asestar un mandoble a un

troll acobardado que tenía delante. El aventurero tenía varios tesoros en la otra mano

y a sus pies, esparcidos entre huesos humanos, se distinguían más. Una criatura

oscura, con garras, acechaba detrás del héroe, fulminándolo con una mirada maligna.

Todo eso aparecía en el primer plano de la imagen, pero mi atención se dirigió de

inmediato hacia lo que estaba al fondo: una casa grande y blanca, con la puerta y las

ventanas tapiadas con tablones.

«En hogar viejo y decrépito.»

Me fijé en el dibujo durante algunos segundos más y me maldije a mí mismo por

www.lectulandia.com - Página 211

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