18.03.2020 Views

Ready Player One - Ernest Cline

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

de mando.

Las puertas correderas del hangar se abrieron y la Vonnegut salió despedida por el

túnel de lanzamiento al espacio estrellado. Una vez allí las puertas blindadas del túnel

volvieron a cerrarse.

Divisé varias naves suspendidas sobre la órbita de Falco. Los sospechosos

habituales: fans chiflados, aspirantes a discípulos y cazadores de botín. Algunos de

ellos —los que en ese momento se ponían en marcha para seguirme— eran mis

«lapas», gente que pasaba casi todo su tiempo intentando seguir a gunters famosos y

obtener información sobre ellos para poder venderla luego. Yo siempre les daba

esquinazo navegando a la velocidad de la luz. Y eso era lo mejor que podía

sucederles; porque si por lo que fuera no lograba librarme de ellos, muchas veces no

me quedaba más remedio que detenerme y matarlos.

Cuando la Vonnegut alcanzó la velocidad de la luz, cada uno de los planetas que

aparecían en mi pantalla se convirtió en una larga estela de luz.

—Ve-ve-ve-locidad de la luz alcanzada, capitán —informó Max—. Duración

estimada del trayecto, cincuenta y tres minutos. Quince si prefieres usar la puerta

estelar más próxima.

Había puertas estelares estratégicamente situadas en cada sector. Se trataba, en

realidad, de inmensos teletransportadores del tamaño de naves espaciales, pero como

se cobraba en función de la masa de la nave y de la distancia por recorrer,

generalmente los usaban sólo las empresas o los avatares multimillonarios con

créditos de sobra. Yo no era ni una cosa ni la otra, pero en las circunstancias en las

que me encontraba, estaba dispuesto a hacer el gasto.

—Usemos la puerta estelar, Max. Vamos con un poco de prisa.

www.lectulandia.com - Página 202

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!