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Ready Player One - Ernest Cline

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asistencia técnica a Oasis.

Cuando me creé mi nueva identidad, la de Bryce Lynch, me había atribuido una

licenciatura universitaria, así como múltiples certificados técnicos y mucha

experiencia laboral como programador de Oasis y desarrollador de aplicaciones. Y,

sin embargo, a pesar de mi impresionante currículum inventado, el único trabajo que

había conseguido era el de representante de apoyo técnico de primer nivel en Helpful

Helpdesk Inc., una de las firmas subcontratadas por GSS para gestionar el servicio al

cliente y la asistencia técnica de Oasis. Así que trabajaba cuarenta horas a la semana,

ayudando a inútiles a reiniciar sus consolas Oasis y a actualizar los drivers de sus

guantes hápticos. Se trataba de un trabajo durísimo, pero me permitía pagar los

gastos.

Salí de mi cuenta de Oasis y me serví de mi equipo para conectarme a una cuenta

distinta que me habían asignado exclusivamente para el trabajo. Tras completar el

proceso de conexión, asumí el control de un avatar de Happy Helpdesk, un hombre

guapo y apuesto fabricado en serie a imagen y semejanza del Ken de la Barbie, que

yo usaba para atender las llamadas al servicio técnico. Ese avatar aparecía en medio

de un inmenso centro de atención telefónica virtual, instalado en el interior de un

cubículo virtual, delante de un ordenador virtual, equipado con unos auriculares

virtuales.

Para mí, ese lugar era mi infierno particular y virtual.

Helpful Helpdesk recibía millones de llamadas al día, de todo el mundo.

Veinticuatro horas al día, siete días a la semana, trescientos sesenta y cinco días al

año. Un cretino indignado y torpe tras otro. No había tiempo libre entre llamadas,

porque la lista de espera era siempre de varios centenares de inútiles, todos ellos

dispuestos a esperar durante horas para que un técnico les llevara de la manita a

resolver su problema. ¿Para qué molestarse en buscar la solución online? ¿Para qué

intentar resolverlo tú mismo, cuando podías pagar a alguien para que pensara por ti?

Como de costumbre, mi turno de diez horas se me hizo eterno. Los avatares de

Helpdesk no estaban autorizados a abandonar sus cubículos, pero yo había

encontrado otros modos de pasar el rato. La cuenta de mi trabajo estaba configurada

con limitaciones, para que no pudiera consultar páginas externas, pero yo había

manipulado mi visor y podía escuchar música o ver las películas que almacenaba en

el disco duro mientras atendía las llamadas.

Cuando, finalmente, concluyó mi jornada laboral y me desconecté del trabajo, no

esperé ni un segundo para entrar en mi cuenta de Oasis. Descubrí que tenía cientos de

e-mails sin abrir y, por lo que pude leer en las casillas de «asunto», supe lo que había

ocurrido.

Art3mis había encontrado la Llave de Jade.

www.lectulandia.com - Página 195

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