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Ready Player One - Ernest Cline

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metálico permitía al avatar transformarse en Ultraman una vez al día, durante un

máximo de tres minutos.

Como éramos tres, debatimos quién debía quedársela.

—Debería ser para Parzival —había dicho Shoto, volviéndose hacia su hermano

mayor—. Fue él quien descubrió la prueba. Nosotros no habríamos sabido ni siquiera

que existía de no haber sido por él.

Daito, claro está, se había mostrado en desacuerdo.

—¡Pero él no habría podido completar la misión sin nuestra ayuda!

Y dijo que, para ser justos, lo único que podíamos hacer era subastar la cápsula y

repartirnos lo que nos dieran por ella. Pero yo no estaba dispuesto a permitirlo. El

artefacto era demasiado valioso para que nos desprendiéramos de él y sabía que

acabaría en manos de los sixers, que se dedicaban a adquirir todas las piezas

importantes que se subastaban. Además, aquélla me parecía una buena ocasión de

congraciarme con los Daisho.

—Deberíais quedaros vosotros con la Cápsula Beta —dije—. Urutoraman es el

mayor superhéroe japonés. Sus poderes han de permanecer en manos niponas.

Mi generosidad los sorprendió y conmovió a partes iguales. Sobre todo a Daito.

—Gracias, Parzival-san —respondió dedicándome una sentida reverencia—. Eres

hombre de honor.

Y, después de aquello, los tres nos despedimos como amigos (que no

necesariamente aliados) y yo me di por recompensado por mis esfuerzos.

Oí el sonido de un timbre y consulté la hora. Eran casi las ocho. Ya me tocaba

empezar a ganarme el pan.

Siempre iba escaso de dinero, por más frugalmente que intentara vivir. Debía

pagar algunas facturas bastante abultadas todos los meses, tanto en el mundo real

como en Oasis. Mis gastos en el mundo real eran los más corrientes: alquiler, luz,

comida, agua. Reparación de equipos, actualizaciones. Los de mi avatar resultaban

más exóticos. Arreglos de naves espaciales. Pasajes de teletransportación. Recargas

de energía. Munición. La compraba al por mayor, pero aun así no era barata. Y mis

gastos mensuales en teletransportación solían ser astronómicos. Mi búsqueda del

Huevo me exigía desplazamientos constantes y GSS no dejaba de aplicar incrementos

en los precios.

Lo cierto es que ya me había gastado lo que me habían pagado por los contratos

publicitarios. Casi todo había ido a la adquisición de mi equipo de inmersión y a la

compra de mi propio asteroide. Ganaba bastante dinero al mes por la venta de espacio

publicitario en mi canal privado de televisión y subastando los artículos mágicos que

ya no necesitaba; la armadura o las armas que había ido adquiriendo durante mis

viajes. Pero mi principal fuente de ingresos era mi empleo a jornada completa dando

www.lectulandia.com - Página 194

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