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Ready Player One - Ernest Cline

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aparecía nunca. Lo que yo hacía era programar una selección de series clásicas de los

ochenta, anuncios antiguos, dibujos animados, videoclips y películas. Muchas

películas. Los fines de semana, pasaba largometrajes japoneses antiguos de

monstruos y algún anime vintage. Lo que me apeteciera. Lo cierto es que no

importaba mucho qué programara. Mi avatar seguía siendo uno de los Cinco de

Arriba, por lo que mi canal atraía a millones de espectadores todos los días, sin

importar lo que emitiese, cosa que me permitía vender espacio publicitario a mis

diversos patrocinadores.

Casi todo el público de mi canal estaba formado por gunters que lo veían con la

esperanza de que yo, involuntariamente, revelara alguna información sobre la Llave

de Jade e incluso sobre el Huevo. Pero yo, claro está, no lo hacía. En ese momento,

Parzival TV emitía un maratón ininterrumpido de dos días de Kikaider, una serie

japonesa de acción de finales de los setenta, en la que un androide rojo y azul se

cargaba a una sucesión de monstruos cubiertos con trajes de goma, episodio tras

episodio. Yo sentía debilidad por los kaiju y los tokusatsu antiguos, programas como

Espectroman, Gigantes del espacio y Supaidaman.

Abrí mi parrilla de programación e hice algunos cambios. Suprimí los episodios

de Muelle 56 y de Misfits of Science e introduje unos cuantos episodios consecutivos

de mi tortuga voladora gigante, Gamera. Pensé que la audiencia lo agradecería. Y

después, para finalizar la emisión del día, añadí varios capítulos de Silver Spoons.

Art3mis también tenía su propio canal de vídeo, Art3mivision, y yo siempre

estaba conectado a él con uno de mis monitores. En ese momento emitía su plato de

los lunes por la noche: un episodio de Square Pegs, donde aparecía Sarah Jessica

Parker jovencísima. Después, vendrían Electrawoman y DynaGirl, seguidos de varios

episodios seguidos de Isis y Wonder Woman. Hacía siglos que no modificaba el orden

de su programación. Pero no importaba. Sus índices de audiencia eran elevadísimos.

Recientemente, además, había lanzado una línea de ropa de cuerpo entero para

avatares femeninos, con la marca Art3Miss, que había sido todo un éxito. La verdad

era que las cosas le estaban yendo muy bien.

Después de aquella noche en el Distracted Club, Art3mis había cortado todo

contacto conmigo. Me bloqueaba los e-mails, llamadas y peticiones de chat. Además,

había dejado de añadir entradas a su blog.

Yo había intentado por todos los medios ponerme en contacto con ella. Le

enviaba flores a su avatar. Me desplazaba muchas veces hasta su refugio, un palacio

fortificado en Benatar, la pequeña luna de su propiedad. Soltaba cintas de casete con

canciones y notas, sobre su palacio, desde el aire, como si se tratara de bombas de un

enfermo de amor. Una vez, en un acto de extrema desesperación, permanecí ante las

puertas de su palacio durante dos horas seguidas, con un radiocasete en la cabeza que

emitía In Your Eyes, de Peter Gabriel. Pero ella no salió. Ni siquiera sé si estaba en

www.lectulandia.com - Página 191

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