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Ready Player One - Ernest Cline

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con los principales asuntos que GSS sometía a votación. En aquellas elecciones,

además, también se escogía al presidente y al vicepresidente del Consejo de Usuarios

de Oasis y, para mí, la decisión no resultaba difícil. Como la mayoría de los gunters,

voté a favor de reelegir a Cory Doctorow y Wil Wheaton (una vez más). No había

límite de legislaturas y aquellos dos «ancianos» llevaban más de diez años

protegiendo como nadie los derechos de los usuarios.

Después de votar, ajusté ligeramente la silla háptica y estudié la consola de

mandos que tenía frente a mí. Estaba llena de clavijas, botones, teclas, pulsadores y

pantallas. Una tira de monitores de seguridad, a mi izquierda, mostraba lo que

transmitían las cámaras virtuales repartidas por el interior y el exterior de mi

fortaleza. A mi derecha, otras tantas me permitían ver mis informativos y vídeos de

entretenimiento preferidos. Entre ellos, los que emitía mi propio canal, Parzival TV:

«El Canal que emite mierdas raras y eclécticas veinticuatro horas al día, siete días a la

semana, trescientos sesenta y cinco días al año.»

Se trataba de algo nuevo. GSS había añadido una innovadora función a todas las

cuentas de usuarios de Oasis: el CPO, es decir, el Canal Personal de Oasis para la

emisión de vídeos, con el que, por una cuota mensual, todo el mundo podía tener su

propio canal de televisión. Los usuarios conectados a la simulación podían entrar en

ella y ver los CPO de los usuarios del mundo entero. Lo que cada cual emitía en su

canal y las personas autorizadas a verlo, eran decisión del «dueño» de la cadena. La

mayoría de los usuarios optaba por disponer de un «canal voyeur», que equivalía a ser

la estrella de tu propio reality show las veinticuatro horas del día. En ese caso, unas

cámaras virtuales seguían a los avatares por Oasis y transmitían sus actividades

diarias. Podía limitarse el acceso al canal de modo que sólo los amigos pudieran verlo

o cobrar por entrar en el CPO. Muchos famosillos y actores porno lo hacían y

vendían sus vidas virtuales a tanto el minuto.

También había gente que usaba su CPO para emitir imágenes en directo de sí

mismos en el mundo real, de su perro o de sus hijos. Algunos sólo programaban

dibujos animados antiguos. Las posibilidades eran infinitas y la variedad de material

disponible parecía crecer y sofisticarse con el paso de los días: veinticuatro horas al

día de vídeos para fetichistas del pie emitidos en países de la Europa oriental; porno

amateur donde aparecían unas pervertidas madres de familia futbolistas residentes en

Minnesota. Lo que quisieras. Todas las rarezas que la mente humana fuera capaz de

concebir se grababan y se emitían online. El inmenso descampado de la

programación televisiva había alcanzado al fin su cenit y las personas corrientes ya

no estaban limitadas a quince minutos de fama. En ese momento, podían salir por la

tele todos los días en cualquier ocasión, independientemente de que los mirara

alguien o no.

Parzival TV no era un canal voyeur. En realidad, el rostro de mi avatar no

www.lectulandia.com - Página 190

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