18.03.2020 Views

Ready Player One - Ernest Cline

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Yo seleccioné la opción «reflejar pareja» de mi aplicación de baile y empecé a hacer

lo mismo. Las extremidades y el torso de mi avatar giraban y fluían como caramelo

líquido, rodeando a Art3mis mientras unos dibujos de colores raros se alternaban en

mi piel. Parecía Plastic Man en pleno viaje de LSD. Y, en ese momento, los que

bailaban en la pista también cambiaron de forma y se convirtieron en luces

prismáticas. En cuestión de segundos el centro de la discoteca se había convertido en

una lámpara de lava de otro mundo.

Cuando la canción terminó, Og hizo una reverencia al público y puso una canción

lenta: Time after Time, de Cyndi Lauper. Y, a nuestro alrededor, los avatares

empezaron a emparejarse.

Miré a Art3mis, bajé la cabeza y le alargué la mano. Ella me sonrió, aceptando la

invitación. La acerqué a mí y empezamos a flotar juntos. Og graduó la gravedad de la

pista para que mantuviera un movimiento lento contrario a las agujas del reloj y para

que nuestros avatares gravitaran despacio alrededor del eje central, invisible del club,

como copos de nieve suspendidos en el interior de una bola de cristal.

Y entonces no pude reprimirme y solté aquellas palabras.

—Estoy enamorado de ti, Arty.

Ella, al principio, no dijo nada. Me miró con cara de asombro mientras nuestros

avatares seguían orbitando el uno alrededor del otro, con el piloto automático puesto.

Y después se pasó a un canal privado de voz para que nadie pudiera oír la

conversación.

—Tú no estás enamorado de mí, Zeta —dijo—. Ni siquiera me conoces.

—Sí te conozco —insistí—. Te conozco mejor de lo que nunca he conocido a

nadie en toda mi vida.

—De mí sólo sabes lo que yo quiero que sepas. Sólo ves lo que quiero que veas.

—Se llevó una mano al pecho—. Éste no es mi cuerpo, Wade. Ni mi verdadera cara.

—¡No me importa! Estoy enamorado de tu mente…, de la persona que eres. El

envoltorio no me importa lo más mínimo.

—Eso lo dices por decir —insistió, con voz algo temblorosa—. Hazme caso. Si

alguna vez dejara que me vieras en persona, te repugnaría.

—¿Por qué siempre dices lo mismo?

—Porque soy monstruosamente deforme. O estoy parapléjica. Porque, en

realidad, tengo sesenta y tres años. Escoge tú.

—En ninguno de los tres casos me importa. Dime dónde podemos encontrarnos y

te lo demostraré. Me monto en un avión ahora mismo y me planto donde estés. Sabes

que estoy dispuesto a hacerlo.

Ella negó con la cabeza.

—Tú no vives en el mundo real, Zeta. Por lo que me has contado, no creo que

hayas vivido nunca en él. Eres como yo. Vives una ilusión. —Señaló todo lo que nos

www.lectulandia.com - Página 176

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!