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Ready Player One - Ernest Cline

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Tal vez sólo pretendiera impresionar a Art3mis mostrándome invencible. Si era

así, creo que lo estaba consiguiendo.

Todavía disfrazábamos a nuestros avatares antes de salir, porque sabíamos que si

Parzival y Art3mis empezaban a exhibirse juntos en lugares públicos, la prensa

sensacionalista no nos dejaría en paz. Pero hubo una excepción. Una noche, ella me

llevó a ver Rocky Horror Picture Show en una sala de cine más grande que un

estadio, en el planeta Transexual, en Oasis, donde la proyección de la película llevaba

más tiempo en cartel que cualquier otra y era seguida por más gente. Cada pase era

seguido por miles de avatares que se sentaban en las gradas y se divertían

participando e interviniendo en la acción con el resto del público. Por lo general sólo

los miembros más antiguos del club de fans de Rocky Horror podían salir al escenario

y representar las acciones de la película frente a la pantalla gigante, después de

superar un casting durísimo. Pero Art3mis se aprovechó de su fama para mover

algunos hilos y, finalmente, nos permitieron unirnos al reparto en el pase de esa

noche. En aquel planeta no estaban autorizados los combates PvP, por lo que no me

preocupaba que los sixers me tendieran una emboscada. Lo que sí experimenté,

apenas empezó el espectáculo, fue un caso agudo de pánico escénico.

Art3mis interpretó a la perfección su papel de Columbia y yo tuve el honor de

hacer de Eddie, su zombi enamorado. Había modificado la apariencia de mi avatar

para que fuera idéntico al del papel de Meat Loaf, pero mi actuación y mis playbacks

fueron un desastre. Por suerte, el público me lo perdonaba todo, porque yo era el

famoso gunter Parzival y era evidente que lo estaba pasando en grande.

Aquella noche fue, sin comparación, la mejor de mi vida hasta ese momento. Se

lo dije más tarde a Art3mis y entonces ella se inclinó hacia mí y me besó por primera

vez. Yo no sentí el beso, claro. Y, sin embargo, el corazón me latió con mucha fuerza.

Había oído mil veces las advertencias típicas sobre los peligros de enamorarse de

alguien a quien sólo se conocía online, pero no hice caso. Decidí que, fuera quien

fuese Art3mis, estaba enamorado de ella. Lo sentía en lo más profundo, en lo más

sensible, en lo más dulce de mi ser.

Y entonces, una noche, como un perfecto imbécil, le dije lo que sentía por ella.

www.lectulandia.com - Página 170

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