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Ready Player One - Ernest Cline

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Creada mi nueva identidad, empecé a buscar en los anuncios clasificados de

Columbus un apartamento adecuado y encontré una habitación relativamente

económica en un hotel antiguo ubicado en un rascacielos, reliquia de los días en que

la gente aún se desplazaba en viajes de negocios y por placer. Todas las habitaciones

habían sido convertidas en estudios para satisfacer las necesidades específicas de un

gunter a tiempo completo. Tenía todo lo que quería: un alquiler moderado, un sistema

de seguridad de última generación, además de un acceso constante y fiable a toda la

corriente eléctrica que pudiera pagar. Con todo, para mí lo más importante era que el

edificio contaba con una conexión directa de fibra óptica al principal servidor de

Oasis, que estaba a escasos kilómetros de allí. Se trataba de la conexión a internet

más rápida y más segura de todas las que existían, y como no la suministraba IOI ni

ninguna de sus empresas subsidiarias, podría estar seguro de que no controlarían mi

conexión ni intentarían localizarme. Estaría a salvo.

Me conecté a un chat para conversar con el agente inmobiliario, que me

acompañó en una visita virtual de mi nueva residencia. El lugar me pareció perfecto.

Lo alquilé usando mi nuevo nombre y pagué seis meses de alquiler por adelantado.

De ese modo evité que el agente formulara más preguntas de la cuenta.

A veces, de madrugada, mientras el autobús avanzaba lentamente por la autopista

decrépita, me quitaba el visor y miraba por la ventanilla. Yo nunca había salido de

Oklahoma City y sentía curiosidad por ver cómo era el resto del país. Pero la vista era

siempre deprimente y todas las ciudades superpobladas y sucias por las que

pasábamos eran idénticas a las demás.

Al fin, después de lo que me parecieron meses de viaje, la silueta de Columbus

apareció en el horizonte, resplandeciente, como Oz al final del camino de adoquines

amarillos. Llegamos cuando se ponía el sol y yo no había visto en mi vida tantas

luces eléctricas encendidas a la vez. Había leído que habían instalado placas solares

en toda la ciudad y que a las afueras se concentraban las plantas heliostáticas. Se

alimentaban de la luz solar durante el día, que almacenaban, y generaban electricidad

por la noche.

Al llegar a la terminal de autobuses de Columbus, mi conexión a Oasis se cortó.

Me quité el visor y formé cola junto con los demás pasajeros. Gradualmente

empezaba a ser consciente de la realidad de mi nueva situación. Era un fugitivo que

vivía con un nombre falso. Había gente muy poderosa que me seguía la pista. Gente

que me quería ver muerto.

Al bajar del autobús sentí un gran peso que me oprimía el pecho. Me costaba

respirar. Tal vez estuviera teniendo un ataque de pánico. Me obligué a aspirar hondo

varias veces e intenté calmarme. Lo único que tenía que hacer era llegar a mi nuevo

apartamento, montar mi equipo y volver a conectarme a Oasis. Entonces todo

www.lectulandia.com - Página 156

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