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Ready Player One - Ernest Cline

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Se trataba de un vehículo de dos plantas, con carrocería blindada, cristales

antibalas y paneles solares en el techo. Una fortaleza rodante. Mi asiento estaba junto

a una ventanilla, dos filas por detrás del conductor, que iba metido dentro de una caja

de plexiglás, también antibalas. Un equipo formado por seis guardias armados hasta

los dientes realizaba el trayecto en el piso superior, para proteger el vehículo y a sus

pasajeros en caso de secuestro por parte de agentes de carretera o forajidos; algo

bastante probable cuando nos adentráramos en las tierras baldías y sin ley que se

extendían más allá de las ciudades, que seguían siendo reductos relativamente

seguros.

El autobús iba lleno. No sobraba ni una plaza. Casi todos los pasajeros se

colocaron sus visores apenas subieron. Pero yo tardé un rato en hacerlo, el suficiente

para poder contemplar mi ciudad natal alejarse al otro lado de la carretera, detrás de

nosotros, mientras pasábamos entre el mar de molinos de energía eólica que la

flanqueaban.

El motor eléctrico del autocar garantizaba una velocidad máxima de sesenta y

cinco kilómetros por hora, aunque a causa del deterioro del sistema de autopistas

interestatales y de las paradas constantes que el vehículo debía realizar en las

estaciones de recarga, tardé varios días en llegar a mi destino. Y pasé casi todo ese

tiempo conectado a Oasis, preparándome para iniciar mi nueva vida.

Mi primera decisión fue crearme una identidad nueva. No me resultó difícil,

disponía de algo de dinero. En Oasis podías comprar casi toda clase de información,

si sabías dónde buscar e indagar y si no te importaba infringir la ley. Había un

montón de gente desesperada y corrupta que trabajaba para el Gobierno (y para todas

las grandes empresas), y esas personas solían vender información sobre Oasis en el

mercado negro.

Mi nuevo estatus de gunter mundialmente famoso me proporcionaba, de pronto,

una enorme credibilidad en el mundo del hampa y me sirvió para entrar en contacto

con un sitio ilegal de subasta de datos muy exclusivo conocido como L33t HaxOrz

Warezhaus donde, por una suma ridícula de dinero, pude adquirir una serie de

procedimientos de acceso y contraseñas que me permitirían entrar en el Registro

Civil. Gracias a ellos pude acceder a su base de datos y encontrar la información de

mi archivo, que se había creado cuando me matriculé en la escuela. Una vez allí,

borré mis huellas dactilares y mi patrón de retina, y los sustituí por los de un fallecido

(mi padre). Después copié mis huellas y mi patrón de retina en un perfil de identidad

totalmente nuevo que acababa de crear bajo el nombre de Bryce Lynch. Le asigné

veintidós años y un número nuevo de la Seguridad Social, una calificación de crédito

inmaculada y una licenciatura en Telecomunicaciones. Cuando quisiera recuperar mi

identidad anterior, lo único que tendría que hacer sería borrar la identidad de Lynch y

copiar mis huellas y mi patrón de retina una vez más en mi archivo original.

www.lectulandia.com - Página 155

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