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Ready Player One - Ernest Cline

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cinco mejores gunters del mundo juntos en una sala de chat. ¿Quién se negaría a

participar en algo así?

Envié un mensaje corto a Art3mis donde le pedía que se reuniera con Hache y

conmigo en un chat privado a medianoche. Ella me respondió transcurridos escasos

minutos, prometiéndome no faltar a la cita. Hache me informó de que había logrado

localizar a Daito y a Shoto, y que también le habían confirmado su asistencia. La

reunión era un hecho.

Como no me apetecía estar solo, me metí en el chat una hora antes. Hache ya

estaba allí, viendo las noticias en una tele RCA viejísima. Sin decir nada se levantó y

me dio un abrazo. Y, aunque no podía sentirlo, el gesto me consoló mucho. Nos

sentamos juntos y vimos el informativo mientras esperábamos a que llegaran los

demás.

En todos los canales mostraban imágenes de las hordas de naves y tropas sixer

que no dejaban de llegar a Ludus. No era nada difícil adivinar por qué se desplazaban

hasta allí, y todos los gunters del simulador habían empezado a acudir al planeta. Las

terminales de transporte repartidas por él estaban atestadas de avatares recién

llegados.

—Se acabó el secreto de la tumba —dije, meneando la cabeza.

—Iba a terminar sabiéndose, tarde o temprano —comentó Hache apagando el

televisor—. Aunque no creía que fuera a ser tan pronto.

Los dos oímos el aviso de una campanilla que anunciaba que Art3mis se estaba

materializando en lo alto de la escalera. Llevaba la misma ropa que la noche que nos

conocimos. Me saludó mientras bajaba. Yo le devolví el saludo y le presenté a Hache.

—Hache, ésta es Art3mis; Art3mis, éste es Hache, mi mejor amigo.

—Un placer conocerte —dijo ella alargándole la mano derecha.

Hache se la estrechó.

—Lo mismo digo —dijo con su sonrisa de gato de Cheshire—. Gracias por venir.

—¿Estás de broma? ¿Cómo iba a perdérmelo? El primer encuentro de los Cinco

de Arriba.

—¿Los Cinco de Arriba? —pregunté yo.

—Sí —se adelantó Hache—. Así han empezado a llamarnos en los mensajes de

los muros. Ocupamos las cinco primeras posiciones de La Tabla.

—Es cierto —dije—. Al menos de momento.

Art3mis sonrió al oírme, se volvió y empezó a recorrer El Sótano, admirando la

decoración de los ochenta.

—Hache, ésta es, con mucha diferencia, la sala de chat más guay en la que he

estado en mi vida.

—Gracias. —Le dedicó una reverencia—. Me alegra que me lo digas.

www.lectulandia.com - Página 143

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