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Ready Player One - Ernest Cline

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Soy Nolan Sorrento, jefe de Operaciones. Es un honor conocerte.

—Sí —contesté yo, haciendo esfuerzos por mostrarme distante—. Lo mismo

digo, supongo.

A pesar de ser una proyección de chatlink, mi avatar podía simular que estrechaba

la mano. Pero en vez de ello, me quedé mirándosela como si lo que me estuviera

ofreciendo fuera una rata muerta. Él la bajó transcurridos unos segundos, pero no sólo

no renunció a su sonrisa forzada, sino que la exageró todavía más.

—Sígueme, por favor.

Me condujo por la plataforma hacia las puertas automáticas, que se abrieron para

mostrarnos un muelle de lanzamiento. Contenía un solo transbordador interplanetario

con el logo de IOI. Sorrento hizo ademán de montarse en él, pero yo lo detuve al pie

de la rampa.

—¿Por qué se ha molestado en traerme hasta aquí vía chatlink? —le pregunté,

señalándole todo lo que nos rodeaba—. ¿Por qué no me suelta su charla de ventas en

una sala de chat?

—Por favor, compláceme —insistió—. Este chatlink forma parte de nuestra

charla de ventas. Queremos proporcionarte la misma experiencia que tendrías si

vinieras a visitar nuestra sede central en persona.

«Sí, claro —pensé—. Si hubiera venido en persona, mi avatar estaría rodeado de

miles de sixers y podríais hacer conmigo lo que quisierais.»

Me subí al transbordador. La rampa se retiró y abandonamos el muelle. A través

de las ventanas panorámicas de la nave vi que nos alejábamos de una de las

estaciones espaciales orbitales de los sixers. Suspendido sobre nosotros se divisaba

IOI-1, un inmenso planeta cromado. Me recordaba a las esferas flotantes y asesinas

de las películas de la serie Phantasma. Los gunters se referían a él como al «hogar de

los sixers». Lo habían creado poco después de que empezara el concurso, para que

sirviera de base de operaciones online de IOI.

Nuestro transbordador, que parecía volar con el piloto automático activado,

alcanzó el planeta en poco tiempo y empezó a sobrevolar su superficie, plateada

como un espejo. Yo miraba por la ventanilla mientras dábamos una vuelta completa a

su órbita. Que yo supiera, hasta entonces, a ningún otro gunter habían ofrecido una

visita guiada como aquélla.

De polo a polo, IOI-1 estaba cubierto de arsenales, búnkeres, almacenes y

hangares. También vi aeródromos repartidos por todo el territorio, donde hileras de

naves de ataque, artefactos espaciales y tanques de batalla mecanizados aguardaban

el momento de pasar a la acción. Sorrento no decía nada mientras inspeccionábamos

la Flota sixer. Me daba tiempo para que asimilara lo que observaba.

Yo ya había visto imágenes de la superficie de IOI-1 en ocasiones anteriores, pero

habían sido de baja resolución y tomadas desde puntos alejados de la órbita, desde el

www.lectulandia.com - Página 129

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