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Ready Player One - Ernest Cline

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Huevo de Pascua, pues, al conocer tan bien a Halliday, tendría probablemente más

oportunidades que los demás de encontrarlo. Morrow le recordó a ese periodista que

las reglas establecidas en el testamento dejaban claro que en la competición no podía

participar nadie que trabajara o hubiera trabajado alguna vez para Gregarious

Simulation Systems, ni ninguno de sus parientes próximos.

—¿Tuvo usted algún conocimiento de lo que preparaba Halliday durante los años

que pasó recluido? —preguntaba alguien.

—No. Sospechaba que tal vez trabajara en algún nuevo juego. Jim siempre estaba

trabajando en juegos nuevos. Para él, crear juegos era tan necesario como respirar.

Pero jamás imaginé que planeara algo… de semejante magnitud.

—Siendo, como es, la persona que mejor lo conocía, ¿tiene usted algún consejo

que dar a los millones de personas que ya han empezado a buscar su Huevo de

Pascua?

—Me parece que Jim lo dejó muy claro —replicó Morrow llevándose el dedo a la

sien varias veces, como hacía Halliday en el vídeo Invitación de Anorak—. Jim

siempre quiso que todo el mundo compartiera sus obsesiones, que a todo el mundo le

encantaran las cosas que a él le encantaban. Creo que este concurso es su manera de

ofrecer un incentivo para ello.

Apagué el canal donde aparecía Morrow y revisé mis e-mails. El sistema me

informó de que había recibido más de dos millones de mensajes no solicitados, que

archivé automáticamente en una carpeta separada para poder revisarlos más tarde. En

el buzón de entrada sólo quedaron dos, que correspondían a personas que figuraban

en mi lista de contactos autorizados. Uno era de Hache. El otro, de Art3mis.

Abrí primero el de Hache. Era un videomail, y el rostro de su avatar apareció en

una ventana.

—¡Joder, tío! —exclamaba—. ¡No me lo puedo creer! ¿Ya has franqueado la puta

Primera Puerta y todavía no me has llamado? Llámame, cabrón. ¡Ahora mismo! ¡En

cuanto recibas esto!

Me planteé la posibilidad de esperar unos días antes de hacerlo, pero no tardé en

abandonar la idea. Tenía que hablar con alguien de todo aquello y Hache era mi

mejor amigo. Si podía confiar en alguien, era en él.

Respondió al primer tono, y su avatar apareció en otra ventana, frente a mí.

—Pero ¡qué perro eres! ¡Qué perro genial, astuto y retorcido!

—Hola, Hache —le dije yo, fingiendo no inmutarme—. ¿Qué hay de nuevo?

—¿Que qué hay de nuevo? ¿Que qué hay de nuevo? ¿Descontando que he visto

que el nombre de mi mejor amigo aparece el primero de La Tabla? ¿Descontando eso,

quieres decir? —Se echó hacia delante, hasta que su boca ocupó por completo la

imagen, y gritó—: ¡Pues, descontando eso, no gran cosa! ¡Ninguna otra novedad!

www.lectulandia.com - Página 116

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