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Ready Player One - Ernest Cline

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correctamente y en el momento oportuno. Era como tener que representar el papel

protagonista de una obra de teatro que habías visto muchas veces, pero que no habías

ensayado en ninguna ocasión.

Durante casi toda la primera hora de la película estuve atentísimo, intentando en

todo momento adelantarme para tener lista mi réplica. Cada vez que me equivocaba,

o que no ejecutaba alguna acción en el momento adecuado, mi puntuación bajaba y

en el visualizador aparecía una advertencia. Si el error se repetía dos veces, aparecía

una ADVERTENCIA FINAL. No estaba seguro de qué sucedería si me equivocaba

tres veces seguidas, pero suponía que, o bien sería expulsado al otro lado de la verja,

o mi avatar, sencillamente, moriría. Lo cierto es que no estaba impaciente por

descubrirlo.

Cada vez que realizaba siete acciones correctas o pronunciaba siete réplicas

seguidas con exactitud, el juego me recompensaba con un COMODÍN DE

RÉPLICAS. Si disponía de él y fallaba alguna frase, tenía la opción de seleccionar el

icono del comodín y la frase o la acción correcta aparecían en mi visualizador, como

en una especie de teleprompter.

En las escenas en las que mi personaje no intervenía, el simulador pasaba a una

perspectiva objetiva, y lo único que tenía que hacer era sentarme y ver pasar las

cosas, como cuando se veía una escena cortada en algún videojuego antiguo.

Entonces podía relajarme un poco, hasta que a mi personaje le tocaba aparecer en

pantalla de nuevo. Durante una de aquellas pausas intenté bajarme una copia de la

película del disco duro de mi consola de Oasis, con la intención de reproducirla en

una ventana de mi visualizador y poder usarla como «apuntador». Pero el sistema no

me lo permitió. De hecho, descubrí que de ese lado de la verja no podía abrir ninguna

ventana. Al intentarlo apareció el siguiente aviso: «NADA DE TRAMPAS. UN

INTENTO MÁS Y GAME OVER».

Por suerte, resultó que no iba a necesitar ayuda. Una vez que tuve en mi poder

cinco comodines de réplicas conseguí relajarme, y entonces empecé a divertirme con

aquel juego. No era difícil pasarlo bien metido dentro de una de mis pelis favoritas.

Transcurrido un rato descubrí, incluso, que te daban puntos extras por pronunciar

ciertas réplicas en el tono exacto y con la misma inflexión de voz que en el original.

En aquel momento no lo sabía, pero acababa de convertirme en la primera

persona del mundo en participar en una clase de videojuego que era totalmente

novedosa. Cuando GSS tuvo conocimiento de la simulación de Juegos de guerra, en

la Primera Puerta (lo que ocurrió poco después), la empresa se apresuró a patentar la

idea y se puso a comprar los derechos de películas y programas de televisión antiguos

para convertirlos en juegos interactivos de inmersión a los que llamaron Flicksyncs,

es decir, algo así como «peliback». Éstos se hicieron muy populares. Se creó un

inmenso mercado de juegos que permitían actuar como protagonistas en las películas

www.lectulandia.com - Página 107

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