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Ready Player One - Ernest Cline

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Otro aviso apareció en mi visualizador.

«¡VAS A LLEGAR TARDE A CLASE, DAVID! ¡DATE PRISA!»

Me alejé de la máquina de Galaga.

—Eh, ¿quieres terminarla tú? —le pregunté a Howie.

—Claro —respondió él, poniéndose a los mandos—. ¡Gracias!

Un camino verde apareció en el suelo del salón recreativo, que me llevaba desde

donde me encontraba hasta la salida. Empecé a seguirlo, pero recordé que debía

volver corriendo hasta la máquina del juego de Dig Dug para recoger la carpeta,

como hacía David en la película. Al hacerlo, mi panel de puntos anotó otros cien, y

en mi visualizador apareció un BONUS DE ACCIÓN.

—Adiós, David.

—¡Adiós!

Otros cien puntos. Aquello era muy fácil.

Seguí el camino verde, salí de Grand Palace 20 y me encontré en medio de una

calle muy concurrida, por la que caminé varias manzanas. Corrí por otra calle

arbolada, en una zona residencial. Doblé una esquina y vi que el camino conducía

directamente a un edificio grande de ladrillo. En el cartel de la puerta podía leerse:

Snohomish High School. En efecto, aquél era el instituto de David y el espacio donde

transcurrían las siguientes escenas.

Entré en el centro con la mente a mil por hora. Si lo único que tenía que hacer era

ir soltando las réplicas de los diálogos de Juegos de guerra en el orden correcto

durante las dos horas siguientes, aquello iba a estar chupado. Sin saberlo, me había

preparado más de la cuenta. Seguramente había memorizado más aquella película que

Escuela de genios y Más vale muerto.

Mientras corría por los pasillos vacíos del instituto, otro aviso apareció frente a

mí: «¡LLEGAS TARDE A CLASE DE BIOLOGÍA!»

Seguí corriendo todo lo que me daban las piernas, recorriendo el camino verde,

que brillaba intermitentemente. Por fin me condujo hasta la puerta de un aula de la

segunda planta. Por la pequeña ventana que se abría en la mitad superior vi que la

clase ya había empezado. El profesor estaba junto a la pizarra. Vi mi pupitre, que era

el único vacío.

Me sentaba justo detrás de Ally Sheedy.

Abrí la puerta y entré de puntillas, pero el profesor me pilló al momento.

—¡Vaya, David! ¡Me alegro de verte!

Llegar hasta el final de la película me resultó mucho más difícil de lo que había

previsto. Averiguar las «reglas» del juego y el sistema de puntuación me llevó quince

minutos. Y descubrí que lo que se me pedía no era sólo recitar mi parte de los

diálogos. También debía ejecutar todas las acciones del personaje de Broderick,

www.lectulandia.com - Página 106

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