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Entrevista a Monica L. Bruder

Mónica Bruder es doctora en psicología, y especialista en escritura terapéutica. Hace memoria desde su lugar de trabajo, su consultorio: El lugar donde comenzó todo. Habla tranquila, pero por momentos se le hace imposible disimular su apasionamiento. Cuenta el dato científico, cuenta algunos de los casos que fueron marcando la evolución de sus ideas. Mónica Bruder cuenta cuentos que refieren las bondades del cuento terapéutico, el centro de una galaxia nacida desde la lectura y la escritura.

Mónica Bruder es doctora en psicología, y especialista en escritura terapéutica. Hace memoria desde su lugar de trabajo, su consultorio: El lugar donde comenzó todo. Habla tranquila, pero por momentos se le hace imposible disimular su apasionamiento. Cuenta el dato científico, cuenta algunos de los casos que fueron marcando la evolución de sus ideas. Mónica Bruder cuenta cuentos que refieren las bondades del cuento terapéutico, el centro de una galaxia nacida desde la lectura y la escritura.

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MÓNICA L. BRUDER<br />

<strong>Entrevista</strong>da por Edgardo Lois<br />

Buenos Aires, Febrero 2020


“Se entiende por cuento terapéutico<br />

todo cuento escrito por un sujeto<br />

a partir de la situación traumática<br />

más dolorosa que haya vivido,<br />

y cuyo conflicto concluye con final<br />

positivo; la situación traumática<br />

vivida en el pasado se resuelve positivamente<br />

en el cuento”.


“A través de la escritura, las personas atravesadas por situaciones de<br />

estrés logran mejorar su bienestar psicológico y físico”.<br />

por Edgardo Lois<br />

Mónica <strong>Bruder</strong> es doctora en psicología, y especialista en escritura terapéutica.<br />

Hace memoria desde su lugar de trabajo, su consultorio: El<br />

lugar donde comenzó todo. Habla tranquila, pero por momentos se le<br />

hace imposible disimular su apasionamiento. Cuenta el dato científico,<br />

cuenta algunos de los casos que fueron marcando la evolución de sus<br />

ideas. Mónica <strong>Bruder</strong> cuenta cuentos<br />

que refieren las bondades del cuento<br />

terapéutico, el centro de una galaxia<br />

nacida desde la lectura y la escritura.<br />

—Cómo se cuenta Mónica <strong>Bruder</strong>,<br />

¿cuál es su escritura de presentación?<br />

—Siempre me gustó jugar, leer y escribir.<br />

Esa fue mi compañía desde chiquita.<br />

También disfrutaba ir al teatro a ver<br />

obras infantiles con mi madre. Siempre cercana al arte en general. A lo<br />

largo de los niveles de escolaridad elegí la literatura. Tuve muy buenos<br />

docentes. En la escuela primaria hubo una maestra muy particular: Marta;<br />

en el secundario una profesora de literatura: Fanny. Ambas mis invitadas<br />

cuando presenté mi primer libro: El cuento y los afectos: los afectos<br />

no son cuento. Ellas fueron modelo de aprendizaje. El libro se publicó en<br />

2000, pero su semillita estaba desde que me recibí de psicopedagoga.<br />

Primero fui maestra. Pasé del mundo de la educación al mundo de la<br />

salud mental. Ambos mundos construyen mi identidad profesional. Y<br />

dentro de lo profesional: la docencia, la investigación y la clínica, la parte<br />

que me definió, siempre, desde pequeña, es ser maestra; era maestra<br />

de mis compañeros. Me gustaba dar clases. La investigación y la clínica<br />

3


son importantes pero, en mí, primero es la transmisión.<br />

De mis cuentos preferidos de niña está El Principito de Saint-Exupéry,<br />

Diario de Ana Frank, que es escritura terapéutica por excelencia. A los<br />

14/15 años me asocié a una biblioteca popular que quedaba cerca de<br />

casa, barrio de Caballito; pedía a la encargada que me recomendara novelas.<br />

Recuerdo de esa época haber leído Rosaura a la diez de Marco<br />

Denevi.<br />

El camino seguido de chiquita, adolescente y adulta me lleva a trabajar,<br />

ya como maestra en clase, con cuentos. Descubrí en los cuentos un<br />

valor para ayudar, especialmente, a los chicos que les costaba leer y<br />

escribir; les veía un sentido, por su estructura, que permitía, a través de<br />

su metáfora, llegar profundamente hasta un niño o un adulto. Recuerdo<br />

ser maestra de 1° y 2° grado, y los chicos trabajaban con cuentos en el<br />

uso de distintas estrategias.<br />

Había en la clase, 2° grado, un chico que había nacido con espina bífida,<br />

no podía caminar. Habíamos<br />

trabajado durante La escritura en la Educación.<br />

el año con cuentos. En<br />

En Educación la escritura no está<br />

la última etapa les pedí a<br />

institucionalizada de acuerdo con<br />

los alumnos que llevaran<br />

el valor que tiene. Por eso es tan<br />

el disfraz preferido de<br />

importante la formación de docentes.<br />

ellos y, a partir del disfraz,<br />

construir un cuento.<br />

Este chico trajo el disfraz<br />

de Superman. Él nunca iba a poder caminar, y en el cuento que escribió<br />

él era su personaje. Ocurrió por el 84. Con el tiempo esta escritura se<br />

convirtió en lo que llamo cuento terapéutico.<br />

—El final positivo en <strong>Bruder</strong>:<br />

—Más que “final feliz”, lo llamo final positivo. En los primeros tiempos<br />

utilizaba la palabra feliz entre comillas. Lo charlé con (James) Pennebaker,<br />

si debía ser feliz o positivo. Cuando uno escribe su cuento tera-<br />

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péutico trata de resolver la situación traumática presentada. El final feliz<br />

se asocia más a un final hollywoodense, al sentido poco profundo del<br />

término, por eso hoy lo llamo cuento con final positivo.<br />

Los cuentos, desde el punto de vista literario, pueden tener finales<br />

abiertos, tristes, o finales positivos. En el cuento terapéutico el final es<br />

resolutivo, positivo. Sucede que una persona, cuando escribe su cuento,<br />

puede tener un final que, visto desde otra persona, es un final triste.<br />

Sin embargo, es un final positivo para esa persona. Su definición: es el<br />

cuento escrito por una persona a partir de la situación más dolorosa que<br />

vivió en su vida, y ese cuento escrito concluye con final positivo. Tanto<br />

la situación traumática del cuento como el final positivo, lo define la<br />

persona que lo escribe. Porque lo que puede ser traumático para uno,<br />

puede no serlo para otro.<br />

En la clínica trabajé con dos hermanas en distinto tiempo. Ambas tuvieron<br />

el mismo hecho traumático: el asesinato de un hermano cuando<br />

eran chicas. Cuando una<br />

atraviesa la escritura de<br />

su cuento terapéutico escribe<br />

la historia a partir de<br />

la muerte de su hermano.<br />

Y la otra hace referencia<br />

a la historia de un divorcio<br />

traumático. El hecho<br />

traumático lo define cada<br />

persona, y el final positivo,<br />

Medicina y escritura.<br />

Pennebaker demostró, en sus investigaciones<br />

en torno a la escritura<br />

terapéutica, que las personas<br />

que utilizan el lápiz y el papel visitan<br />

menos a los médicos, utilizan<br />

menos remedios.<br />

qué vuelta le dan a ese final, también tiene que ver con la escritura de<br />

cada uno en esa resolución del conflicto presentado.<br />

Muchas veces me preguntan que si una persona muere, el final positivo<br />

es que vuelva a vivir. Hay un caso paradigmático dentro de la tesis doctoral,<br />

que tiene que ver con el caso María Elena, y que transforma mi tesis<br />

en cualitativa y cuantitativa producto de que María Elena pierde a su<br />

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hermano, en forma abrupta, 10 años antes de pasar por el experimento,<br />

y escribe un cuento en memoria de su hermano con final positivo donde<br />

no es que el hermano vuelve a vivir, sino que elabora el duelo por esa<br />

muerte.<br />

El doctor en psicología James Pennebaker es un referente<br />

para Mónica <strong>Bruder</strong>. Dijo Pennebaker: Con el tiempo y la<br />

ayuda de decenas de investigaciones que, desde entonces,<br />

se realizaron en el mundo entero, hoy sabemos que la escritura<br />

expresiva provoca una serie de efectos en cascada<br />

sobre la salud física: estimula la protección inmunológica,<br />

relaja y mejora la calidad del sueño, ayuda a controlar la<br />

presión arterial, reduce el consumo de alcohol y fármacos.<br />

Además, reordena el pensamiento, promueve la conexión<br />

con los otros y disminuye las crisis depresivas. Parece mágico.<br />

—¿Cuál es la historia del encuentro de <strong>Bruder</strong> con Pennebaker?<br />

—Cuando publico El cuento y los afectos en 2000 venía trabajando desde<br />

hacía 30 años con chicos con problemas de aprendizaje, con una casuística<br />

muy compleja: chicos que no podían leer y escribir producto de<br />

historias muy traumáticas. Había publicado el libro, y había pensado en<br />

terminar las materias de grado de psicología para ser psicóloga de grado.<br />

Empiezo a recorrer distintas universidades y me encuentro, en una<br />

entrevista, con quien fue secretaria académica de la carrera de psicología<br />

de la UBA, un referente en ciencia, la doctora Martina Casullo. Me<br />

dice que por qué iba a hacer las materias de grado, si en la Universidad<br />

de Palermo podía hacer el Doctorado en Psicología. No había pensado<br />

en hacer un doctorado. Cómo hacer un doctorado si ni siquiera era<br />

psicóloga. Pero la posibilidad se abría justo en ese momento. Toqué la<br />

puerta en el momento oportuno, en el lugar indicado. Se estaba abriendo<br />

en esa universidad la posibilidad del doctorado para personas que vi-<br />

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niesen de carreras de grado que quisiesen investigar en psicología. Inicié<br />

el doctorado en el 2000, y tuve la suerte —entre comillas, porque siempre<br />

que vi la luz entré y me quedé si el lugar era bueno, y si no me iba—.<br />

Por lo tanto tuve una buena formación profesional a lo largo de toda<br />

mi vida, la mejor que se podía en la Argentina, tanto en Psicopedagogía,<br />

que cursé entre el<br />

Una cuestión a superar.<br />

Un tema a superar en la escritura<br />

es la inhibición. En la escritura terapéutica<br />

no importa la ortografía ni la<br />

gramática.<br />

80 y 85, en el tiempo<br />

en que Ciencias de la<br />

Educación en la UBA<br />

estaba cerrada por<br />

la Dictadura, tuve los<br />

mejores profesores;<br />

y en el Doctorado lo<br />

mismo, entre 2000 y<br />

2001 curso en la Argentina con profesores que venían de Estados Unidos<br />

y Europa, los mejores doctores en psicología, antes de la crisis social<br />

en el país. Elena Zubieta, que finalmente sería codirectora de mi tesis<br />

doctoral, me comenta que yo debería revisar el material del doctor James<br />

Pennebaker porque tenía que ver con mi trabajo. No lo conocía.<br />

Veo que trabaja sobre la escritura terapéutica, emocional. Había publicado<br />

mi primer libro. Debido a la difusión, el libro salió publicitado en<br />

la revista Para Ti. Una compañera de estudios, una médica que vivía en<br />

Chicago, ve esta publicidad. Como hacía años que se había ido del país,<br />

se había suscripto a Para Ti porque aparecía Maitena. Ella le pide al marido,<br />

que viajaba a la Argentina, que le compre el libro. En el libro había<br />

consignado mi mail. Se conecta conmigo justo cuando yo iba a Estados<br />

Unidos con mi hija, ella se iba a estudiar en una universidad de este país.<br />

Mi compañera de estudios es la que me consigue el mail de Pennebaker.<br />

Ella en Chicago, Pennebaker en Austin y yo en Los Ángeles. Le escribí un<br />

primer mail de contacto a Pennebaker, mi hija me ayudó con el inglés.<br />

Respondió a los 15 minutos. Comienza así un vínculo fuerte, porque él<br />

me pide que le envíe todas las investigaciones que yo tenía hechas para<br />

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mi doctorado –es muy diferente un doctorado en la Argentina a los doctorados<br />

en Estados Unidos y Europa-, y lo único que tenía en mi poder<br />

era mi libro. Así ocurrió que el libro fue el vehículo que nos juntó. Me<br />

hizo consultas técnicas sobre el material que contenía. Preguntó por la<br />

cita de Piaget que incluyo: El afecto es el motor de la inteligencia. En septiembre<br />

2001 pensaba viajar a Estados Unidos para conocerlo, y quería<br />

que fuera mi director de tesis. Pero sucedió el ataque a las Torres Gemelas.<br />

Suspendí el viaje. Noviembre/diciembre crisis en la Argentina. En<br />

2002 me encierro en mi consultorio con todos los papers que hablaban<br />

sobre escritura terapéutica, y en marzo de ese año viajo a Estados Unidos<br />

a conocer la Universidad y a Pennebaker, que acepta ser mi director.<br />

A partir de ahí cambia mi vida profesional, no soy la misma, es un antes<br />

y un después del Doctorado. Mi cabeza piensa distinto, científicamente,<br />

y se lo debo al Doctorado y a Pennebaker. Ahora es clínica e investigación.<br />

Pennebaker es un investigador puro, jamás tuvo un paciente;<br />

hace investigaciones experimentales cualitativas, diferente a mi mirada<br />

clínica, vengo de otro camino: del área de educación, y además de la<br />

Argentina. Se me juntaron en la cabeza, al conocer a Pennebaker, todas<br />

las situaciones traumáticas que recibí siempre a través de la escritura.<br />

Una persona que no está alfabetizada es un problema serio. Por eso<br />

alguien que está obturado, como lo estaban los chicos que no podían<br />

leer y escribir, es todo un tema. Recuerdo a un chico que tenía cáncer<br />

de páncreas, yo recién me recibía. Lo atendía en su casa; no podía ir a<br />

la escuela. Tenía 6 años, y vivió 27 años más. Es un caso paradigmático<br />

de la medicina. En el momento en que tenía que escribir la palabra casa<br />

-no me voy a olvidar nunca, estaba por llegar la enfermera a aplicarle la<br />

quimioterapia-, cuando tocan el timbre, en vez de escribir casa escribe<br />

caca, era una caca lo que le venían a hacer. Después de tantos años de<br />

escritura terapéutica hoy lo leo, y ese chico lo pudo poner en palabras<br />

porque se estaba alfabetizando en primer grado.<br />

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—Cómo es recibir la presencia de la enfermedad y la muerte, sus consecuencias,<br />

a través del puente de escritura de los sufrientes.<br />

—Uno de los temas centrales, cuando estuve en Austin, que Pennebaker valoró<br />

mucho de, en ese momento, mi proyecto de investigación, era que yo hablaba<br />

de finales positivos, y que ninguna investigación hablaba de finales positivos.<br />

Toda historia es única. Cada biografía es única. Por qué puedo estar en contacto<br />

con personas que viven situaciones tan traumáticas, y puedo separarme y<br />

ayudar, eso tiene que ver con mi sensibilidad. Tuve casos muy complejos en mi<br />

historia, pero nunca llevaba la vivencia a mi casa. Mis hijos nunca se enteraron<br />

que atendía chicos con estas historias. Separaba las situaciones. Me iba del<br />

consultorio y era Mónica, no la doctora. Me gusta decir que atiendo y ayudo<br />

a personas de 0 a 100 años. Tengan la historia que tengan. Pero siempre me<br />

gustaron los chicos; fui mamá muy joven, nunca se me cruzó otra vez el deseo<br />

de ser mamá luego de mis dos hijos; sentí –siento- que ponía toda mi energía,<br />

que sublimaba, en mis hijos y en mis pacientes.<br />

Trabajo desde el año pasado con un joven que había repetido primer año, volvió<br />

a cursarlo y no se llevó ninguna materia; estuvo hace un momento, hijo de<br />

una mamá que es trabajadora doméstica, y que vivió una historia que no viene<br />

al caso. Ayudar a salir adelante a alguien me estimula, y sin diferenciar las historias:<br />

adopciones legales o ilegales, de grandes y chicos. Una vez me hizo una<br />

entrevista Alejandro Apo en la radio. Después empecé a recibir mensajes de<br />

gente que se quería comunicar conmigo. Se comunica una mujer que no vive<br />

en Buenos Aires, que es del interior; dice que cuando viaje quiere conocerme.<br />

Cuando llegó el momento, abro la puerta y me encuentro con una monja de<br />

clausura. Estaba en tratamiento oncológico.<br />

—Qué es para Mónica <strong>Bruder</strong> la escritura.<br />

—La escritura es la posibilidad de que las palabras queden plasmadas en un<br />

papel —porque de lo contrario se las lleva el viento—, y que queden para siempre,<br />

si uno quiere. Por ejemplo, cuando las personas escriben su cuento terapéutico<br />

en el espacio clínico, puede llegar a suceder que lo lea conmigo, que no<br />

lo lea a nadie —el valor central de la escritura está puesto en el anonimato—,<br />

de todas maneras terminan leyéndolo por el vínculo que establecen conmi-<br />

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go, también pueden hacerlo público, como pasa en un cuento que está en el<br />

segundo de mis libros: Escritura y cuento terapéutico: enfoque teórico-clínico<br />

(2011), que se llama La niña colador, es la historia de una mujer con una situación<br />

muy traumática atrás, con un papá alcohólico y una mamá psiquiátrica,<br />

que termina escribiendo un cuento con final positivo donde ella acaba siendo<br />

escritora de cuentos infantiles. Una mujer que venía del lado del marketing,<br />

y que había quedado su infancia y juventud truncada, hasta que pasa por el<br />

proceso de escritura del cuento terapéutico, y entonces aparece la posibilidad<br />

de seguir la carrera de letras, que cursa para luego transformarse en escritora.<br />

Dando clases en un posgrado de resiliencia, una alumna psicóloga, de unos<br />

40 años, me escucha y dice que quiere ser mi alumna, que quería formarse<br />

en el tema. En ese momento no tenía ningún curso armado. Empieza a venir<br />

sola hasta que me doy cuenta de que quería ser paciente. A instancia de<br />

Pennebaker y su equipo de investigación armé un cuadernillo de test que en<br />

el experimento se utilizó para evaluar la eficacia del cuento terapéutico. Ese<br />

cuadernillo es el que utilizo hace 15/16 años con los pacientes para ver cómo<br />

están al momento de empezar el camino hacia la escritura terapéutica. Cuando<br />

a esta mujer le tomo el test constato que tiene un alto índice de depresión, y<br />

que está medicada por una psiquiatra; y entre los motivos de consulta aparecía<br />

un matrimonio —ella quería tener un bebé— que no se podía consumar. En el<br />

segundo cuento terapéutico —se puede escribir más de uno— surge un abuso<br />

sexual infantil por el cual ella no podía consumar su matrimonio. Después del<br />

cuento, lo pudo elaborar.<br />

—Hablás de que partís de un supuesto: el cuento es afecto. Afecto que se<br />

transforma en posibilidad terapéutica. Cómo se llega a supuesto tan acertado.<br />

—Todas las personas estamos conformadas por afectos positivos y negativos;<br />

el cuento de lo traumático: afecto negativo, el final positivo: afecto positivo.<br />

Por eso el cuento es afecto, no en el sentido de la alegría, sino también de la<br />

tristeza. Una de las mediciones que se hacen en la parte experimental, y en<br />

la clínica en particular, es cómo está el bienestar psicológico de las personas,<br />

cómo está su afectividad positiva y negativa, y cómo está su sintomatología<br />

física, porque estos índices varían, mejoran, cuando escriben su cuento terapéutico.<br />

En la época en que escribí que el cuento es afecto lo suponía, hoy se<br />

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pueden medir cuantitativamente los afectos positivos y negativos. Hay un test<br />

que se llama Panas que mide los afectos de cada persona.<br />

—El cuento terapéutico tanto en primera persona o como personaje/s con los<br />

que el autor se identifica.<br />

—Cuando en la clínica se invita a escribir un cuento terapéutico, en principio<br />

se propone en tercera persona. Pero si la persona quiere, lo puede escribir en<br />

primera. De hecho el material que voy a estar presentando en el Congreso en<br />

México están todos los cuentos escritos en primera persona. Es mejor, en vez<br />

de poner un personaje como protagonista, es él mismo. Se parte de la tercera<br />

persona, y lo que sucede muchas veces, en ciertos cuentos como el de María<br />

Elena o en el caso de La niña colador, es que cuando llegan al final positivo,<br />

inconscientemente, pasan de la tercera a la primera persona. En esa situación<br />

es posible —hasta ahora no lo hice como se hace en Estados Unidos— medir<br />

biológicamente qué sucede en la persona cuando está transitando el final positivo,<br />

de esta manera se pueden evaluar las mejoras en las personas frente a<br />

esta escritura, a este pasaje inconsciente de la tercera a la primera persona.<br />

En piscología se llama acto psíquico, es un movimiento. El caso que estoy presentando<br />

en México es el de un joven que estaba en la etapa final de su vida,<br />

y cómo su escritura terapéutica positiva iba mejorando sus índices biológicos.<br />

Cómo mejoraron los índices de glóbulos blancos y los eritrocitos luego de la<br />

escritura terapéutica.<br />

—La escritura del cuento como uno de los juegos posibles del hombre, la<br />

criatura que intenta la buena vida mientras sabe que va a morir. Encontrar<br />

el afecto necesario a través de cuentos que hacen a la escritura de la novela<br />

propia, ese argumento que nos salva, y con el que nos damos afecto. ¿Es la<br />

práctica de la escritura una posibilidad para mejorar la vida en todo momento?<br />

—La escritura es una llave mágica que mejora la vida, está demostrado científicamente<br />

que es óptima. Cuento algo: estaba a punto de entregar mi tesis<br />

doctoral, y al día siguiente tenía que ir a dar una charla al hospital de Boulogne.<br />

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La persona de la universidad, de altísimo rango, a la que debía entregar la tesis,<br />

me maltrata. No la podía putear. A la mañana siguiente me despierto con una<br />

urticaria terrible en todo el cuerpo; nunca había sufrido esa enfermedad, era<br />

fruto del estrés. En la puerta me esperaba un auto para llevarme al hospital.<br />

Al lado del teléfono tenía un taco de hojitas de colores y un lápiz. Empecé a<br />

tomar hojitas donde anotaba el nombre del maltratador y la puteada que no<br />

fue. Veinte papelitos fueron a la basura, y cuando llegué al hospital no tenía<br />

nada. Mi terapeuta de entonces me decía que había demostrado mi tesis hasta<br />

último momento. Al otro día fui y entregué la tesis.<br />

—¿Puede ser la memoria, la comprensión de lo ocurrido, la revisita de los<br />

hechos, una de las sintonías del posible final positivo? ¿En sí la memoria no<br />

es un cuento terapéutico con final positivo? Al final de todas las historias,<br />

¿no nos reconstruimos en torno a la mejora de los cuentos?<br />

—Si uno va a revisar los relatos de gente que estuvo en situaciones de guerra,<br />

holocausto, genocidio, cuando empiezan a escribir sus libros a partir de situaciones<br />

traumáticas vividas, eso es recuperar la memoria, uno lo puede definir<br />

como cuento terapéutico. Tengo un trabajo hecho: Resiliencia y Holocaustos.<br />

Sanando las heridas de la humanidad. Es un análisis que hago del último libro<br />

que escribe Primo Levi, y después se suicida. Analizo Hundidos y salvados, veo<br />

cómo todas las escrituras que integran el libro son de afectos negativos, es<br />

como que se podía predecir el final de su autor. Quiero decir que mi cabeza<br />

funciona con el final positivo. Hay investigaciones hechas sobre los poetas y<br />

sus finales negativos.<br />

—¿Escribir cartas también puede ser escritura terapéutica?<br />

—En un momento dado, cuando estaba cerrando la tesis, sale una nota en La<br />

Nación. Una entrevista al señor Alberto Lema, que iba al aeropuerto a conocer<br />

personalmente a una amiga epistolar: se escribían desde hacía 50 años. Hice<br />

contacto con Lema. Lo entrevisto. Alberto tenía asma y soriasis, le costaba relacionarse,<br />

y había descubierto las cartas con amigos en todo el mundo. Las<br />

llamo cartas terapéuticas; a través de ellas pudo “salvarse” en muchos momentos<br />

de su vida.<br />

12


—Esencia del cuento terapéutico.<br />

—El cuento terapéutico, en sí mismo, encierra el proyecto de vida. El caso del<br />

chico que voy a presentar en México: tenía proyectos hasta el último día de su<br />

vida. Pensaba en ir al taller de cocina, y se estaba muriendo. El epílogo de la<br />

novela de la vida no es la muerte, sostiene Boris Cyrulnik, un sobreviviente del<br />

Holocausto, francés, huérfano a los 5 años, es uno de los referentes de resiliencia<br />

en el mundo. Y en el caso de la escritura, es seguir vivo a través de ella.<br />

—Proyecto de vida y memoria.<br />

—El anteaño pasado atendí una señora que falleció. Venía desde Pilar. La<br />

acompañaba el marido. A los dos meses me llama el señor, y me pide si puede<br />

empezar a venir él. Hasta hoy, ya está en tramo de cierre, la idea fue escribir la<br />

historia de amor con su mujer.<br />

—La escritura terapéutica cada vez en más ámbitos.<br />

—No sé cómo se potenció todo esto, doy clases en un centro de Arte Terapia,<br />

y los alumnos dicen que esto debería conocerse más porque es beneficio para<br />

la gente.<br />

Era docente universitaria en Psicología de la Educación, y dentro del contexto<br />

de las clases daba escritura y cuento terapéutico. Pasó el tiempo, y un día<br />

recibo el mail de un alumno que nunca había dado el final de la materia. Se<br />

comunicaba para agradecer mis clases, y quería regalarme un libro. La historia<br />

es así: el alumno era venezolano o colombiano, tenía una cuñada cuya hijita<br />

se había enfermado de gravedad; la mamá estaba muy angustiada. Él venía de<br />

mis clases, y la impulsó a la escritura de un diario de historia para el día en que<br />

la hija no estuviera. El día que me escribió había salido el libro en memoria de<br />

la hija de esta mujer que nunca conocí.<br />

—Escritura y prevención.<br />

—Doy clases en la universidad, en el posgrado de Arte Terapia. Una asistente<br />

social tenía que presentar un trabajo en mi cátedra de escritura terapéutica.<br />

Esta chica trabaja con los presos que cumplen con la pena y salen en libertad.<br />

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Presentó un trabajo sobre el uso de la escritura terapéutica en una persona<br />

excarcelada de clase media. Necesitaba alimentar a su familia, y no conseguía<br />

trabajo. Se convirtió en delincuente. No tenía historia dentro de la delincuencia.<br />

Vivió la cárcel con mucha vergüenza. Entonces esta alumna le propone la<br />

escritura como vehículo para expresar todo lo que vivió. En este caso la escritura<br />

cumple además un rol preventivo. Y otra alumna, psicóloga, presentó un<br />

trabajo sobre el uso de la escritura terapéutica para casos de violencia familiar.<br />

Es decir, en un grupo de mujeres se trata el caso de los hombres violentos. Otro<br />

trabajo preventivo.<br />

También Borges.<br />

Borges sufría de insomnio. Vivía en Adrogué. Una<br />

noche sin dormir se le ocurre el personaje de Funes,<br />

el hombre que tenía memoria, y que no podía<br />

olvidar nada. Escribe Funes, el memorioso. A partir<br />

de esa escritura dejó de sufrir insomnio.<br />

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